La muerte de Stevenson es lo de menos. Resultaban tan repugnantes las pretensiones de mostrar la supremacia de todo un sistema de represion y crimen contra 10 o 12 millones de cubanos con el triunfo de un boxeador cubano dedicado 100% a entrenar y cobrar su mecenazgo contra un verdadero deportista amateur y mas si era norteamericano.
El fracaso de todo un sistema politico, social, economico se pone de manifiesto con esta vergonzosa noticia que ha pasado inadvertida y que refleja buena parte de los descalabros de las pretensiones de ser ombligo de un mundo que solo reconocen unos cuantos tontos utiles y otros aspirantes de dictadores eternos.
A Londres… sin deportes colectivos
Ya sabíamos, incluso antes de Beijing, que en el 2012 no habría béisbol. Pero no nos imaginamos, por muy desolador o muy en declive que luciera el panorama, que para esta fecha no tendríamos ni béisbol, ni básquet, ni criquet, ni voleibol de uno u otro sexo.
El balonmano y el polo no han recuperado, luego de la caída del Muro de Berlín, el nivel que una vez alcanzaron gracias a los topes y los fogueos con los países del Este. Cuestión, por lo demás, bastante lógica. El básquet femenino ha descendido a grandes trancos. El fútbol sigue siendo una utopía. Pero… ¿el voleibol? ¿Sabemos lo que significa que el voleibol se quede fuera de los Olímpicos? ¿Que se queden fuera las Morenas del Caribe, así sean, no importa, la cuarta o quinta versión de aquellos memorables sextetos de fin de siglo? ¿Que pierdan con Corea o con Japón y que acusen una inestabilidad gravísima?
¿Sabemos lo que significa que el voleibol masculino, quien hace apenas dos años fue subcampeón del mundo, y a quienes incluso los más encumbrados analistas les auguraban una presea estival, tenga que observar el mondoflex londinense desde La Habana?
Por una causa o por otra, porque exista la indisciplina o la desidia, porque los atletas se marchen o porque los dejemos ir, la realidad es tristísima. Tan triste que cuesta, saben, hasta pensarlo. Hasta decirlo. Ningún equipo nos representará y eso no fue lo que nos enseñaron. Lo peor, lo doloroso es que -uno lo sospecha- algo puede hacerse. Talento hay. Arte hay. Espectadores hay. ¿Qué falta? Falta moverse. Solo eso. Desperezarnos, por favor.
No pedíamos nosotros, los que esperamos cada Olimpiada apertrechados a cal y canto detrás de la pantalla… no pedíamos, digo, todos los deportes colectivos. Pedíamos, al menos, uno. Es decir: nada, o casi nada. Que no es lo mismo, señores, pero es igual.
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