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Desde la revolución verde como las palmas que derramó en nombre de castrocomunismo la sangre de miles de cubanos, hasta la consignas “armas para qué”, para en poco tiempo constituir el ejército más poderoso que ha tenido cualquier país de América Latina, las promesas incumplidas han sido una constante del castrismo.
Tal vez una de las pocas promesas que hizo realidad y que la mayoría del pueblo aplaudió, fue la de “elecciones para qué”.
En 1961 Fidel Castro le prometió a la madre de Humberto Sorí Morin, comandante del ejército rebelde y su compañero de la Sierra Maestra, que su hijo apresado en una conspiración contra el régimen no sería ejecutado. En unas horas Sorí Marín murió en el paredón de fusilamiento en La Cabaña.
Hay muchos aspectos a destacar en las relaciones del totalitarismo %cubano con la Iglesia Católica pero hay uno que en este apretado recuento no se puede soslayar: el abuso de que fue objeto el sacerdote Miguel Ángel Loredo.
En 1964, Loredo fue designado párroco en la iglesia de San Francisco de Asís, en la Habana Vieja, y Guanabacoa. Un hombre de principios sólidos y consecuentes con su ministerio, en poco tiempo se ganó el odio de los esbirros de la tiranía.
El padre Loredo fue acusado en abril de 1966 de dar albergue en la iglesia de San Francisco de Asís al autor de un intento de secuestro de un avión de Cubana de Aviación, durante el cual murió el piloto; también le acusaron de esconder un alijo de armas. La policía ingresó a la iglesia con fusiles y pistolas, contra un hombre que era contrario a la violencia.
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