El caos y la lógica difusa en el castrismo
Lázaro González/ Cubanálisis-El Think-Tank
"Lo que ayer fue ideal contra una rutina, será mañana rutina, a su vez, contra otro ideal".
Jose Ingenieros, “El Hombre Mediocre” (uno de los libros de cabecera de Fidel Castro]
Los estudios cubanos y en particular aquellos que examinan el fenómeno del castrismo, se han venido enriqueciendo con numerosos eventos, estudios, publicaciones, artículos, e incluso posts, particularmente en los últimos cuatros años, a partir de la enfermedad de secreto de estado que obligó a la salida de la operatividad diaria a Fidel Castro.
Toda esta intensa labor de análisis reflexivo ha contribuido a situar en un escalón superior la comprensión del castrismo, sus claves y tendencias posibles. Igualmente, aportan sustanciales elementos para la profundización de un diagnostico multi-estructural de la sociedad cubana, de los múltiples escenarios viables y factibles, y de las acciones estratégicas a emprender por los sujetos políticos involucrados directa y mediatamente en el drama cubano.
Sin restarle meritos a todo este enorme trabajo acumulado desde los precursores hasta el día de hoy, sino por el contrario, y en aras de profundizar en un análisis que rebasa el tema puramente académico e investigativo, y donde los legítimos sentimientos de una patria atenazada por las botas de un clan insaciable no son ajenos, es conveniente exponer algunas limitaciones aun presentes en el conjunto de la temática objeto de análisis.
- No se emplean técnicas de modelación de escenarios, o se ejecutan de manera parcial.
- Se fragmenta la realidad, jerarquizándose unos factores en detrimento de otros, de acuerdo con el criterio del autor (interno-externo, política-economía, represión-gobernabilidad, etc.).
- Se encuentran enfoques apriorísticos, donde se sustituye lo real por lo deseable.
- Predominio del análisis forense.
- Conclusiones a partir de fuentes no verificables o de cuestionable credibilidad. Amplio uso de la información que brindan los medios de propagada del régimen, así como de la estadística oficial, que no solo es manipulada, sino que contiene errores metodológicos y de recolección del dato primario.
- Escasez de propuestas, fundamentadas y concretas, sobre la hoja de ruta de la transición.
- Aplicación mecánica, y en ocasiones dogmática, de instrumentos de análisis, sin adecuarlos a las realidades del país (Occidentalización del análisis).
- Excesiva atención a lo anecdótico y circunstancial de las manifestaciones del castrismo (“cajas negras y blancas”).
- Alta sensibilidad emocional y política que obnubila la reflexión serena.
- Predomino de un enfoque reactivo, fácilmente manipulable por la proactividad del régimen.
- Tendencia a subvalorar la elevada capacidad de adaptación del castrismo a variaciones de los macro y micro entornos, tanto internos como externos, sin hacer concesiones significativas a sus objetivos centrales.
- Se privilegia el elemento referencial de las transiciones a la economía de mercado ocurridas en Europa del este o al “socialismo de mercado” asiático, sin contemplar la posibilidad –factible por cierto-, de nuevas vías que se desarrollen de otras singularidades como la castrista.
- En ocasiones se observa pesimismo académico e indigencia conceptual concreta.
Y es que la sociedad en general y la cubana en particular, sometida a una implacable dictadura por el castrismo, son sistemas integrales, multi-funcionales, multivalentes e interdependientes, y la praxis y la aproximación conceptual a los mismos necesariamente tienen que asumirlo.
El futuro no está predeterminado, como algunos consideran, y lo que ocurrió en Rumania o en China, por solo mencionar dos ejemplos extremos de transformaciones, es valido en tanto experiencia histórica, pero en modo alguno prefija los límites de un ámbito transformacional.
El pasado no compulsa a un futuro particular inexorable, como en ocasiones se trata de encasillar, sino que el mismo es potencialmente múltiple, flexible, alternativo, incierto y caótico; por tanto, es cognoscible y manipulable, siempre y cuando las sucesivas aproximaciones conceptuales consideren que la realidad que se nos presenta es ante todo holográfica.
La crisis de percepción que se observa no es atributo exclusivo de los estudios cubanos. Virtualmente en todas las esferas del conocimiento humano se revela de una manera u otra. La complejidad de Cuba y el implacable sistema de dominación política y control social que la subyuga, compulsa al analista a simplificar esas realidades con el objetivo de ordenarlas en un sistema de naturaleza newtoniana, donde las mismas causas siempre provocan los mismos efectos, y así hasta el infinito.
Esa manzana de Newton, o ese mango criollo que siempre “cae hacia abajo” y nunca “cae hacia arriba”, responde a un observador situado “abajo”, mientras que para otro observador antípoda del Caney de las Mercedes (el punto antípoda de Cuba se encuentra enclavado al oeste de Australia en el Océano Índico), estaría “cayendo hacia arriba”, por no mencionar el caso de un observador situado en el espacio sideral.
Por otra parte, el orden y la predicción apriorística y/o exacta se remiten a un patrón previo, que en el caso cubano son las transiciones hacia sistemas políticos democráticos con una economía abierta de mercado en Europa del este y las transformaciones hacia un “socialismo de mercado” con monopolio del poder político por parte de los partidos comunistas en China y Vietnam.
El resto de la realidad que no se verifica con el “patrón de pruebas” escogido previamente, se desecha. Y son precisamente esos “ruidos” y turbulencias lo que conforma no solo la mayoría de la realidad, sino precisamente sus claves. Pero la tendencia al control y al orden es contradictoria con una realidad discontinua, incierta, irregular y caótica. Aceptar la imprevisibilidad total que emana del caos es requisito sine qua non para entenderla y transformarla.
La sociedad humana, Cuba, y el castrismo que la avasalla, son sistemas no lineales, donde los patrones previos no permiten conceptualizarla porque las “mismas” causas no provocan los “mismos” efectos.
La extrema sensibilidad de los sistemas mal llamados no lineales a perturbaciones mínimas en su estado inicial puede, en sucesivas iteraciones, brindar los resultados esperados, pero igualmente consecuencias impredecibles. O como expresara el escritor norteamericano James Gleick en una frase que se ha vuelto clásica: “…si agita hoy, con su aleteo, el aire de Pekín, una mariposa puede modificar los sistemas climáticos de Nueva York el mes que viene”.
El “efecto mariposa” o dependencia sensible de las condiciones iniciales, no es una especulación o una malsana curiosidad de que podría haber sucedido si… (what if…), sino un poderoso enfoque que permite apreciar los impredecibles resultados que un pequeño hecho puede provocar en un sistema complejo.
Pensemos en preguntas acerca de qué hubiese sido de la Historia de Cuba si:
· Cristóbal Colon en vez de viajar hacia el oeste lo hubiese hecho hacia el este
· Los ingleses hubieran permanecido en Cuba y no la negocian con España a cambio de la Florida
· Martí no se hubiera lanzado a galope a su martirologio prematuro en Dos Ríos, o Maceo hubiese sobrevivido a todas su épicas heridas, o Máximo Gómez hubiera aceptado la postulación presidencial
· El teniente Sarría –colaborador o militante clandestino del Partido Socialista Popular- no hubiera rescatado a Fidel Castro luego de su estrepitosa huída del Moncada, gracias a las coordinaciones realizadas por Flavio Bravo
· El asalto al Palacio Presidencial por el Directorio Revolucionario 13 de marzo hubiera sido exitoso
· A pesar de todas las extremas medidas de seguridad personal tomadas, una bala “perdida” o un simple accidente sesgara la vida de un siniestro Fidel Castro
· Orlando Tamayo Zapata, el mas noble de los cubanos, hubiese recibido la esmerada atención medica que a otro heroico cubano como Guillermo Fariñas, también en inclaudicable huelga de hambre, que permitió rescatarlo para que siga contribuyendo a la causa de la libertad, la democracia y los derechos humanos en la isla
· John McCain fuera presidente de Estados Unidos o Mariano Rajoy primer ministro de España
Estas y otras muchas interrogantes pudieran ser formuladas, y en todos los casos los resultados habrían modificado el decursar histórico de Cuba.
¿Es importante su examen? Sin dudas que lo es, porque permite apreciar diáfanamente cómo modificaciones en las variables de un sistema complejo generan efectos imprevistos y cualquier prognosis es incierta en determinados rangos. Quizás para alguien constituyan especulaciones sin sentido, pues la historia la consideran en pasado, cuando la misma se está desplegando ahora mismo, sin que podamos abarcarla en su infinita dimensión holográfica.
La realidad contemporánea en cualquiera de sus formas de expresión, conocidas o no –siempre lo ha sido y hasta donde sabemos hoy en día, lo será- no admite más un acercamiento gnoseológico donde el método esencial de verificación es un patrón de pruebas previamente determinado. La incertidumbre y el caos de los sistemas complejos –y me atrevería a afirmar que también en los sistemas lineales que, aunque responden adecuadamente a los métodos convencionales, sus rangos de certezas son muy variables-, llevó al matemático azerbaiyano Lotfi Asker Zadeh, a exponer en 1965 su teoría de conjuntos difusos o, como es mas conocida, lógica difusa “borrosa” o heurística.
La lógica difusa se sustenta en la relatividad de la observación. La apreciación que Fidel Castro tiene sobre el gran problema cubano que él creó, y del cual es el máximo responsable, difiere radicalmente de la de Carlos Alberto Montaner. Igualmente son diferentes las lecturas que realizan el exilio histórico cubano y los emigrados de los últimos 10 años. Tampoco coinciden las apreciaciones en el grupo de poder con matices en si mismo con las que sostienen las nomenclaturas intermedias y de base. Lo que piensa un mal atendido y peor pagado obrero agrícola tiene muy pocos puntos de contacto con los de un campesino individual. Asimismo, los nuevos aparceros cubanos enfocan la realidad de manera no coincidente con la de los cooperativistas, y mucho menos con la de un obrero industrial o un trabajador por cuenta propia, un intelectual o un artista.
Las propias interpretaciones del problema cubano no son completamente compatibles incluso entre los hermanos Castro, aunque el menor de ellos haya sido un subordinado por casi medio siglo y de alguna manera aun lo siga siendo.
Dentro de los clanes formados en Punto Cero y Punto Uno hay notables diferencias de percepción. No es baldío subrayar que en política no importa tanto lo que es, sino como se percibe por los sujetos. “Fidelito” Castro Díaz-Balart o Antonio –“Tony”- Castro Soto del Valle tienen más puntos de ruptura con Alejandro y Mariela Castro Espín que coincidencias. Mientras los primeros son percibidos solamente como los hijos de Fidel Castro, los segundos desempeñan roles más significativos en el quehacer diario y estratégico del neocastrismo.
¿Que decir entonces de un individuo como Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, yerno de Raúl Castro y encargado de administrar las cuentas y grandes proyectos del Castrismo actual y del Neocastrismo en proceso? ¿En qué medida López-Callejas, quien es el designado dentro del clan para controlar casi el 70% de la economía nacional “fuerte”, el 90% de las exportaciones, el 60% de los ingresos por turismo, el 25% de los ingresos por concepto de servicios, el 60% de los ingresos del comercio minorista en divisas, y mas del 65% de todo el cambio de divisas, con unos beneficios netos que superan el billón de dólares, comparte la reciente visión apocalíptica y catastrófica de un Fidel Castro obcecado con obtener el Premio Nóbel de la Paz o la de su suegro, jefe y socio?
Entre el cuerpo de generales cubanos donde los que permanecen en activo forman parte intrínseca de lo que se ha denominado el “Grupo de Raúl”, las lecturas, aunque formalmente similares, contienen significativas diferencias.
Por otra parte, intelectuales orgánicos como Esteban Morales, Pedro Campos, Rafael Hernández, Aurelio Alonso y Juan Triana, por solo citar a algunos, igualmente difieren en su apreciación de la realidad cubana y de las vías para solucionar los gravísimos problemas que experimenta.
Esa breve reseña de las percepciones en torno al tema cubano no es posible encasillarla en pretéritos patrones de comparación, referencia o medición, con el argumento que en la Unión Soviética de Gorbachov o en la Rusia de Yeltsin, o en la Polonia de Jaruzelski y Walesa, o en la Rumania de Ceauşescu e Iliescu, ocurrió esto o aquello, y por consiguiente ante circunstancias semejantes en Cuba sucederá lo mismo. Tampoco es valido con las experiencias chinas y vietnamitas. La realidad no tiene absolutamente nada que ver con los delirios deterministas y evolucionistas de un Carlos Marx, ni con las no menos delirantes aunque no estructuradas visiones de Fidel Castro.
Si en modelación de escenarios la probabilidad de ocurrencia de un fenómeno es la cuantificación de su posibilidad, entonces ligeras variaciones en los parámetros considerados pueden arrojar escenarios en un diapasón de rangos tan amplios que intentar extraer conclusiones de ellos es una insensatez.
Mientras en probabilidades éstas siempre están normalizadas y, por consiguiente, la sumatoria de las mismas necesariamente es uno [1]; en la lógica difusa la medida de las variables puede arrojar cualquier valor sin que necesariamente sea el estricto uno [1].
Y ello ocurre porque mientras la probabilidad mide el grado de posibilidad que presenta un suceso de ocurrir, la lógica difusa determina la ambigüedad de sucesos ya ocurridos.
Siendo la normalización de la relaciones comerciales con los Estados Unidos el “cuello de botella” de la transformación del castrismo en neocastrismo, en tanto supervivencia del clan de Birán y sus herederos, un simple ejercicio de determinación de escenarios optimistas, probables y pesimistas, supone ante todo que un grupo de expertos en el tema, le asignen una probabilidad de ocurrencia a cada uno de ellos, en correspondencia con aquel conjunto de factores que consideran relevantes en cuestión.
Pero estos elementos seleccionados, los cuales serán previamente evaluados empleando cualquiera de las técnicas de construcción de consensos, no dejan de ser reflejos subjetivos de una realidad holográfica, caótica e incierta, y para pequeñas variaciones de la probabilidad de ocurrencia de cada uno de ellos los escenarios se modifican sustancialmente.
Todo ello sin considerar que otros grupos de expertos pueden tener otras percepciones y arribar a diferentes escenarios, con lo cual habría que emplear una Matriz de Impactos Cruzados, que expandiría los limites de los resultados a variaciones virtualmente infinitesimales de la probabilidad de ocurrencia.
Porque mientras unos les asignan un mayor peso a unos factores, otros por el contrario los minimizan o no los consideran, como es fácilmente apreciable en los trabajos de diversos autores.
Entonces, lo que pudiéramos considerar como el “grosse erreur” de los estudios cubanos reside en su aproximación al [los] problema[s] cubano[s] de forma fragmentada, donde la sumatoria de las partes analizadas se compara con un modelo de comportamiento-patrón previamente establecido por referencia histórica o apriorística, y ello explica el todo.
Y es que el propio observador es parte de la realidad que investiga, y por consiguiente la altera, mientras que el instrumental técnico-conceptual es a su vez incapaz de aprehender el “todo”, por cuanto él mismo también forma parte de ese “todo”.
Lo simple y lo complejo, el orden y el caos, son de hecho manifestaciones del “todo” que se “concretizan” en correspondencia con la relatividad del observador. Luego, los esquemas mentales expresados en nuestro lenguaje, como “arriba”, “abajo”, “mucho”, o “castristas”, “disidentes”, “nomenclatura” y “pueblo”, tienen diferentes lecturas en correspondencia con la posición del observador concreto.
En la dinámica compleja de estas abstracciones se generan en el todo real operaciones de intersección, diferencia, negación, complemento e incluso unión de los conjuntos definidos anteriormente a manera de ejemplo.
La coherencia de esos conjuntos difusos, se garantiza mediante una función de pertenencia de los elementos que los conforman, que operan siguiendo el procedimiento heurístico de que “si” ►”entonces”, donde el antecedente (si) y el consecuente (entonces) son igualmente un espectro de elementos difusos en si mismos.
Los “castristas”, en tanto elementos de un conjunto difuso, operan desde la ortodoxia recalcitrante y lealtad absoluta por encima de la propia supervivencia como individuos, hasta los reformadores-renovadores del sistema.
Algo similar ocurre con “la disidencia”, desde los que apoyan el levantamiento de todas las restricciones norteamericanas al régimen e igualmente luchan por los derechos humanos en la isla, hasta los que pierden la vida en una heroica huelga de hambre reclamando libertad, democracia y derechos humanos. ¿Cuantos puntos de intersección, diferencia, negación, complemento y también unión existen entre los elementos integrantes de estos dos grandes conjuntos denominados genéricamente “castristas” y “disidentes”? Mas de los que el análisis causa-efecto y modelación de escenarios puede contemplar.
¿Y entre los “castristas” y “disidentes” en si mismos? ¿Y dentro de la población y el exilio? ¿Y la interacción entre todos los elementos pertenecientes a todos los conjuntos posibles, añadiendo por demás los factores externos?
Caos, incertidumbre, indeterminación, “borrosidad”. Un Manuel Cuesta Morúa, una Yoani Sánchez, o un Orlando Zapata Tamayo -solo por ejemplificar-, operan en tantos niveles simultáneamente, y son tan impredecibles el resultado de ellas, que virtualmente cualquier observador puede arribar a conclusiones validas desde su posición relativa, pero contradictorias o parcialmente compartidas por otros.
Porque si aumenta la represión por parte del régimen, las reacciones son tan disímiles como las percepciones de los sujetos. Si se autorizan ciertas formas menores de trabajo por cuenta propia, o se entregan mas de un millón de hectáreas de tierras improductivas a nuevos usufructuarios, y sin embargo solo el 46% de las mismas están en producción, lo que tampoco garantiza que el producto final tenga como destino un plato en una mesa cubana, se está acentuando la incertidumbre de todo pronostico sensato.
El “solapamiento” de las reacciones cobraría sentido entonces solo si ante la enorme complejidad difusa nos concentramos en los inputs en torno a lo que generalmente se denominan los clusters del sistema. Entonces, lejos de pronosticar con exactitud mecánica el comportamiento futuro de los conjuntos “disidentes”, “castristas”, etc., y sus múltiples interacciones, incluyendo las que provienen del entorno externo, operaríamos con conceptos tales como “poco”, “mucho”, etc., y no con 0,623±0.024 con que la modelación de escenarios probabilísticos de algún grupo de expertos le estimaría supuestamente al levantamiento de las restricciones a los ciudadanos estadounidenses para viajar a Cuba como turistas en el primer semestre del 2011.
De acuerdo con ello, es posible la creación de redes neuronales del tipo que se ilustran simplificadamente a continuación, donde las inferencias pueden ser previamente elaboradas por expertos, pero convenientemente moduladas por filtros difusos.
En las ciencias sociales aun permanece profundamente arraigada la concepción de la lógica clásica, que establece la dualidad entre lo verdadero y lo falso, expresadas en dos leyes:
· Principio del tercio excluso: Toda proposición es verdadera o falsa, y no cabe otra posibilidad
· Principio de no contradicción: Ninguna proposición es verdadera y falsa simultáneamente.
Considerar que cierta proposición sobre un suceso futuro es verdadera o falsa la niega per se, incluso si se asume una verdad indeterminada según las leyes del tercero excluido. Es por ello que la mayoría de las teorías y concepciones sociales que hemos elaborado hasta hoy son aceptadas, porque explican formalmente un fragmento limitado de la realidad, pero no son verdaderas porque solo procesan una versión holográfica de la misma de acuerdo con la posición del observador.
La aplicación de los análisis lineales, a los que estamos acostumbrados, a un mundo “no lineal”, caótico, incierto y difuso como es el “tema” Cuba, en tanto de la realidad global, solo nos conduce a visiones parciales, fragmentadas, y no a la totalidad.
El “montón” de mijo de Zenón de Elea y el de arena del profesor Bart Kosko conocidas hoy como las “Paradojas swro’V”, son representativos de ello. ¿Cuantos granos de mijo o de arena debemos retirar para que ya no tengamos un “montón”? ¿O que es un hombre alto? No lo sabemos.
Un hombre no es alto o bajo, y un montón no es “mucho” ni “poco”, sino que son ambas cosas a la vez, en tanto que dependen de la relatividad de la observación que imprime gradualidades a las proposiciones.
El representativo “no coger lucha” es en si mismo una manera de “coger lucha”, en tanto norma conductual de supervivencia, en un sistema complejo en crisis irreversible y sin solución dentro de sus marcos.
La borrosidad de la realidad es intrínseca, pero la gradualidad corresponde a los observadores. Entonces, el verdadero reto de las ciencias sociales en general y de los estudios cubanos en particular, reside en pasar de la aplicación de los análisis lineales a realidades no lineales, caóticas, graduales e inciertas a enfoques donde se asuma como proposición el carácter holográfico que percibimos de la totalidad.
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