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Fútbol y paciencia
Antonio Arencibia/ Cubanálisis-El Think-Tank
Sigo escribiendo desde la Península, donde la atmósfera está revuelta y no precisamente por los inoportunos frentes que interrumpen en Galicia este verano demorado. Una de las rachas que enfrían el ambiente es la zancadilla portuguesa a Telefónica española para impedir la compra de su parte en el negocio de la comunicación celular brasileña. Pero el mayor peligro de vendaval político se cierne por un tema tan peliagudo como el de la autonomía de Cataluña, cuyo Estatut ha sido cuestionado por el Tribunal Constitucional de España.
Al alboroto que han traído estas dos decisiones se le suma una huelga a rajatabla en el Metro de Madrid, con millones de ciudadanos varados, lo que me ha hecho recordar los molotes perpetuos en las paradas de autobuses de La Habana.
Aunque aquí, como allá, mientras dure el mundial de fútbol, habrá opio de sobra para unos y otros. Por ejemplo, este domingo han quedado estupefactos los cubanos por la caída de sus favoritos, Argentina y Brasil, y maravillados los españoles por la llegada de su equipo a semifinales.
Pero llega el primer lunes de julio, y resurge en la Isla el eterno tema de los rehenes del régimen castrista, por el arribo anunciado del canciller de España, Miguel Ángel Moratinos, que ha declarado:
Voy a visitar Cuba el lunes y el martes y esperamos apoyar el esfuerzo que se está llevando a cabo entre la iglesia católica y las autoridades cubanas
Como ha explicado el insumergible personaje del gobierno socialista español, el objetivo de su visita es “seguir llevando a cabo todos los esfuerzos de diálogo” para “mejorar la situación de los derechos humanos” y “del proceso de reformas que se vive en Cuba”.
No vale la pena preguntar a qué reformas se refiere el señor Moratinos, pues eso no es lo que está en juego, sino a cómo está en el mercado castrista la cotización de los prisioneros de conciencia.
Claro que, ahora, además del diálogo con el Vaticano y España, el régimen espera por la decisión en el Congreso norteamericano sobre los viajes turísticos a Cuba. Es decir, mientras más factores entren en la puja más vale el rescate de un preso político, y menos prisa tiene la gerontocracia criolla en soltar prenda.
La clave es la huelga de hambre de Fariñas
Tanto los funcionarios del gobierno socialista español como del Vaticano saben que si no quieren disgustar a sus anfitriones castristas deben abstenerse de contactar a los disidentes, y muy especialmente a Guillermo Fariñas, que se mantiene en huelga de ingestión de alimentos por vía oral desde el 11 de marzo, en la Sala de Terapia Intensiva del Hospital Universitario de Santa Clara.
Tal decisión de Fariñas, -como se sabe en el extranjero-, se basa en la exigencia de libertad para los presos políticos más enfermos, y fue tomada después que Orlando Zapata Tamayo falleciera en el Hospital del Combinado del Este tras 85 días en huelga de hambre.
Pero para Moratinos esta visita ocurre en un momento más delicado que la del arzobispo Mamberti, ministro de Relaciones Exteriores del Vaticano, ya que el régimen ha decidido impulsar una campaña de descrédito contra Fariñas como cortina de humo ante su posible deceso.
En la entrevista del periódico Granma con el jefe de los Servicios de Terapia Intensiva del Hospital donde está recluido Guillermo Fariñas, se reconoce su estado grave y que su vida “corre peligro”, lo que ha traído la inmediata reacción de Alicia Hernández, madre del disidente cubano, que ha calificado la publicación de la entrevista como un intento del gobierno de “evadir responsabilidad” ante el estado crítico de su hijo.
Para quien en Cuba no tiene otra fuente de información que la prensa oficial, puede que le impacten las palabras del terapeuta sobre la gratuidad de la asistencia médica y el costo en divisas de los medicamentos empleados para atender a Guillermo Fariñas, y quizás se sorprendan por su persistencia en un “ayuno voluntario”.
Pero la clave de esta cuestión sigue siendo que mientras la mayoría de los cubanos ignora la razón del ayuno de Fariñas, los que “dialogan” con la dictadura de los Castro, por mucho que quieran pedir paciencia a los disidentes, saben muy bien que si no se producen pronto algunas excarcelaciones la huelga de hambre continuará, y que la muerte del huelguista será también la del “diálogo”.
Por eso, tanto Elizardo Sánchez Santacruz, de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, como Berta Soler, de las Damas de Blanco, o Alicia Hernández, madre de Guillermo Fariñas, aunque dudan de la voluntad del régimen en materia de derechos humanos, aprueban la gestión de Moratinos o de cualquier visitante que promueva avances en ese tema y evite la muerte del disidente.
¿China como banquero?
Mientras el régimen bicéfalo de La Habana sopesa el ritmo y el precio a pagar por sus interlocutores para lograr las liberaciones prometidas, se encuentra ante consideraciones impostergables de índole económica. Los impagos por casi 1,000 millones de dólares en el 2009 causados por la falta de liquidez y el incremento de la deuda externa en un 15% son síntomas de una crisis insuperable.
Pero para salir de ella no se han de aplicar las casi olvidadas “reformas estructurales” de las que hablara hace varios años Raúl Castro, sino el clásico “sablazo” a sus amigos, que utilizó siempre Fidel Castro para taponar los huecos de la dilapidación administrativa y la improductividad.
No pueden apelar los Castro a Hugo Chávez, entre otras razones, porque la atmósfera política de la colaboración está envenenada tras el escándalo de su asesoramiento en la compra de productos alimenticios para Venezuela, que ha traído como resultado que mil toneladas métricas de comestibles se hayan dejado podrir en contenedores.
Es que, además, y como parte de la política iniciada hace tres años de nacionalizar industrias estratégicas como la petrolera, la eléctrica y las telecomunicaciones, y los sectores siderúrgico, cementero y bancario, el Comandante Chávez acaba de expropiar 11 taladros petroleros de la empresa norteamericana H&P (Helmerich & Payne), que se había resistido a negociar con el gobierno las tarifas de sus servicios.
Por esa causa, y por haber intervenido también la mayor firma de Bolsa de Venezuela, Econoinvest, el gobierno de Hugo Chávez enfrenta la contracción financiera internacional, y no puede hacer préstamos significativos a sus amigos y aliados de La Habana.
Eso hace creíble que el régimen se haya vuelto hacia Biejing en solicitud de préstamo por un monto de 3,000 millones de dólares, pues China es su segundo socio comercial, después de Venezuela.
Esa operación financiera es lo suficientemente grande como para enfrentar “la magnitud de la crisis”, se dijo durante la X Semana Social Católica, celebrada en La Habana en junio.
¿Podremos creer que se conceda el enorme préstamo, cuando los bancos cubanos siguen endeudados con los chinos, y hace dos años se renegoció la deuda oficial con esa nación?
El escritor Manuel Rodríguez Rivero publica en El País un artículo donde califica a los líderes del gigante asiático como “esos neocolonialistas chinos que (re)interpretan el socialismo como la más eficaz forma de explotación capitalista”.
A la luz de las contradicciones de enfoque entre el actual Partido Comunista Chino y el de los envejecidos guerrilleros del Oriente cubano, cabe preguntarse si sería un paso sustancial para China sacar las castañas del fuego a los Castro.
No me parece posible, pero tampoco creo le hagan un rechazo tajante a la solicitud del préstamo. Con su astucia proverbial darán largas, como las que da el régimen a sus interlocutores.
Y dirán, cuando los castristas les apuren para solucionar esta cuestión, lo mismo que recomendaba el detective chino Chan Li Po en la serie radial creada en los años 30 por Félix B. Caignet:
¡Paciencia, mucha paciencia!
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