Entrevista de Bohemia a la Dra. Vilma Hidalgo profesora de la Facultad de Economía de la Universidad de la Habana.
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-¿Por qué la unificación monetaria y cambiaria no puede ser una decisión con la cual se resuelva todo de una vez? ¿Qué implica unificar? ¿Por qué empezar por las empresas?
-Implica varias cosas. Primero, unificar el CUP y el CUC, las dos monedas emitidas por el Banco Central de Cuba, y convertirlas en una única moneda nacional con nuevas bases de convertibilidad respecto a la moneda extranjera.
Hoy el CUC ha perdido convertibilidad, particularmente en el sector empresarial, donde solo una parte tiene capacidad de liquidez (CL) para ser intercambiada por dólares. La nueva moneda, es decir, el peso unificado, debe expresar algún grado de convertibilidad, a una tasa de cambio realista, lo cual no significa que se eliminen los controles cambiarios, que no se regule el acceso a la divisa.
La cantidad de dinero debe ser coherente con el equilibrio interno y externo. Es decir, debe respaldar las transacciones de bienes y servicios en la economía, y lograr que ello tenga un reflejo en la estabilidad de precios, además de corresponderse con los flujos de divisa, a la tasa de cambio que se establezca.
Sí, definitivamente, es un proceso complejo y por sus implicaciones en los precios, salarios, finanzas empresariales, presupuesto del Estado entre otros indicadores fundamentales de la economía, debe ser gradual.
La situación no es la misma en el circuito monetario de la población que en el de las empresas. En el sector empresarial la tasa de cambio se ha retrasado en el tiempo, cuando en realidad las condiciones de la economía cubana cambiaron. En el mercado cambiario de la población (Cadeca) existe una tasa de cambio que refleja las condiciones en ese circuito. Pero no hay suficiente información para fijar de un día para otro una única tasa de cambio.
Se impone unificar monedas en el sector empresarial y fijar una tasa de cambio superior a uno. Ambos pasos son complejos. Hay que evaluar el impacto sobre la situación financiera de las empresas y la economía en su conjunto.
Utilizando el mismo ejemplo que refería antes, de subsidios implícitos por tasa de cambio a las importaciones: a las empresas que reflejan hoy en su contabilidad total el componente importado de sus costos a una tasa de uno a uno, ¿qué les ocurriría si mañana la tasa fuera 10? Contablemente, el componente en dólares de sus costos se elevaría diez veces. Si la empresa exporta y hoy es rentable en divisas, no debe preocuparse, también se elevan sus ingresos en divisas expresados en moneda nacional.
Pero, ¿qué pasa con las empresas que no exportan, es decir, las que tienen ingresos en pesos? Que tenían los costos de importación artificialmente bajos y ahora aflora la situación real en la contabilidad.
La corrección de estas distorsiones se trasladará al Presupuesto del Estado, ya que el sistema de transferencia fiscal (impuestos y subsidios) está hoy distorsionado por la tasa de cambio sobrevaluado.
-¿Podría bajar la tasa de cambio de Cadeca en alguna medida, aunque sea mínima?
-Más que responder directamente, voy a referirme a dos cuestiones, para que los lectores puedan “sacar sus propias conclusiones”.
Primero, aclarar que la tasa de cambio en una economía no puede fijarse arbitrariamente. Todos quisiéramos que bajara en Cadeca ahora mismo. Pero, pongamos un ejemplo, ¿qué pasaría si se fijara mañana en dos o tres CUP por CUC? Como estaría muy barato el cambio, empezaríamos a demandar mayor cantidad de CUC en Cadeca, pero esta no tendría los CUC necesarios para satisfacer esa mayor demanda.
Una mala decisión sería que el banco imprimiera más CUC para continuar vendiéndolos, porque esta mayor cantidad no tendría suficiente respaldo en dólares y perdería poder adquisitivo el CUC. ¿Por qué? Porque no se podría suministrar más productos y estos se pondrían más caros o se desabastecerían las tiendas.
En general, el valor de la tasa de cambio depende de la disponibilidad de divisas respecto a esa demanda proveniente de la moneda doméstica. Mientras mayor sea la afluencia de divisas en un país, más posibilidades hay de que se aprecie la tasa de cambio.
Segundo, el poder adquisitivo de la moneda no solo se expresa en una tasa de cambio menor, sino también en salarios y precios. El poder de compra se refiere a la posibilidad real de consumir productos y servicios con una determinada cantidad de dinero. El dinero vale más si los salarios se elevan por encima de los precios.
Una disminución de precios tendría un efecto similar al de la reducción de la tasa de cambio. En ambos casos, el salario valdría más, en términos relativos. Sin embargo, si suben los salarios pero en igual proporción lo hacen los precios o la tasa de cambio, no se eleva el poder adquisitivo, ya que las personas podrán consumir exactamente igual que antes. Las tres variables están relacionadas.
Imaginen un caso extremo en que aumenta la cantidad de CUP en la economía porque suben los salarios, pero ni se produce más, ni hay más divisas para importar. Entonces, los productos escasean tanto en el mercado en CUP como en CUC, pero hay mucha cantidad de CUP. ¿Qué pasará? Pues que los precios del mercado agropecuario subirán y, además la tasa de cambio se elevará, pues habrá más CUP, respecto a CUC disponibles. En cambio, si crece el dinero en CUP, y también la producción y la exportación (entrada de divisas), habría más posibilidades de estabilizar precios y bajar la tasa de cambio.
Así, los incrementos salariales deben corresponderse con incrementos de productividad. Antes dije que tampoco puede ignorarse el poder adquisitivo del salario como incentivo a la productividad, de ahí la importancia de las políticas de remuneración con arreglo al trabajo. De no tomar en cuenta todos estos elementos, la economía queda atrapada en desequilibrios e ineficiencias.
El ajuste de la tasa de cambio empresarial ofrece oportunidades para romper este círculo vicioso. Si al sector exportador se le reconoce una mayor tasa de cambio, los ingresos en CUP se elevan por cada dólar exportado y una parte puede destinarse a incrementar salarios. De manera análoga, al sector que sustituye importaciones, se le deberá permitir formar precios sobre la base de referentes internacionales, de manera que también puedan contar con esta posibilidad en condiciones de mayor competitividad.
Paulatinamente, es de esperar que el efecto reanimador sobre la producción y la balanza de pagos del país impacte los niveles salariales en el resto de los sectores de la economía y así se recupere el poder adquisitivo.
Vale insistir que aun cuando hablamos de potenciales efectos positivos, no se puede atribuir toda la responsabilidad de la recuperación del poder adquisitivo a la unificación. Se trata de colocar a esta en un programa económico integral con ese objetivo.
-¿Cuántas etapas tendría ese proceso y cuánto puede demorar? ¿Qué debe ser primero y qué después? ¿Podría lograrse que los dos tipos de cambio converjan?
-La secuencia de la unificación es relevante. Unido a este proceso es muy importante avanzar en las medidas previstas para reactivar las capacidades productivas y de exportación, como son las dirigidas a profundizar las transformaciones en el sector agropecuario.
También es vital para el equilibrio interno y externo ampliar fuentes de financiamiento al sector exportador; continuar desarrollando nuevas formas de gestión con el doble propósito de elevar la eficiencia y al propio tiempo aliviar las finanzas internas (captando impuestos y reduciendo gastos del presupuesto); perfeccionar los mecanismos regulatorios y el sistema de incentivos en la empresa estatal para estimular la productividad del trabajo; fortalecer la infraestructura productiva y tecnológica del país, elevando gradualmente la inversión, entre otras.
Corregir progresivamente el sistema de precios y salarios es una condición para la reactivación económica. Por eso también el ajuste de la tasa de cambio empresarial debe ser uno de los primeros pasos en el proceso de unificación. Junto a la unificación monetaria y cambiaria en el sector empresarial, habrá que institucionalizar los mecanismos de acceso a la divisa.
Es posible, como decíamos antes, que la actual brecha entre la tasa de cambio de Cadeca y la empresarial justifique transitoriamente un diferencial menor entre ambas. Pero la permanencia de tipos de cambio múltiples en la economía, suele traer problemas como, por ejemplo, la especulación: comprar barata la divisa en un segmento y venderla cara en otro.
Ello puede evitarse a través de la regulación y el control, pero es un riesgo, en particular en las condiciones actuales en que se fortalecen los vínculos entre el sector por cuenta propia y las empresas estatales.
Además, la presencia de tipos de cambio múltiples en una economía distorsiona el sistema de precios. Por eso soy partidaria de procurar la convergencia de ambos tipos de cambio, en la medida en que las condiciones de la economía lo permitan.
El programa hacia la unificación monetaria es sin duda un paso trascendental para consolidar la moneda doméstica, recuperar su poder adquisitivo y reactivar la economía. El país cuenta con capacidad y competencia para lograr el éxito de este proceso. En lo adelante, debemos afianzar la estabilidad de largo plazo del peso cubano, sobre los pivotes más esenciales: la productividad y la disciplina financiera y fiscal.
Entrevista completa en la Revista Bohemia >>
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