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Lee Oswald came to the attention of Joannides’s anti-Castro informants in New Orleans in the summer of 1963. |
Silvia Ayuso-DPA
Cuando el 22 de noviembre de 1963 el presidente de Estados Unidos,
John F. Kennedy, murió asesinado por un francotirador en Dallas, Texas,
muchas miradas acusadoras se dirigieron de inmediato hacia Cuba y a su
líder Fidel Castro.
¿Por qué no? Al fin y al cabo, desde la
frustrada invasión de Bahía Cochinos a la Crisis de los Misiles, Cuba
había marcado, y no de forma positiva, la política exterior de la corta
presidencia de Kennedy.
Acabar con el régimen castrista se llegó a
convertir en una obsesión de muchos miembros de su gobierno, incluido
su hermano y fiscal general Robert Kennedy. De hecho, hasta poco antes
del magnicidio, Washington dio el visto bueno a numerosos planes de
sabotaje en Cuba de la CIA y hasta para acabar con su joven líder.
A
ello se unía la fascinación por el mundo comunista, en general, y con
Cuba y Fidel, en particular, del asesino de Kennedy, Lee Harvey Oswald,
quien como se supo después, había intentado obtener en México un visado
para viajar a Cuba apenas dos meses antes del magnicidio.
El
rápido asesinato del propio Oswald selló por siempre la única voz que
podría haber aclarado qué le llevó a perpetrar el asesinato.
Pero
abrió a la par un torrente de teorías conspirativas en las que la mano
de Castro siempre tuvo, pese a las muchas fehacientes negaciones del
señalado, un fuerte peso que perdura incluso cuando se cumplen ahora 50
años del magnicidio más analizado de la historia reciente.
En la
mañana del 22 de noviembre de 1963, Florentino Aspillaga todavía no se
había convertido en el formidable espía cubano que, 24 años más tarde,
acabaría desertando y convirtiéndose en una de las mayores fuentes sobre
la inteligencia cubana de la CIA.
"Castro lo sabía. Sabían que Kennedy iba a ser asesinado", dijo el entonces espía cubano, Florentino Aspillaga.
En aquellos momentos solo era un joven miembro recién reclutado
por la Dirección General de Inteligencia (DGI) cubana, encargado de
seguir todas las comunicaciones de la CIA. Pero esa mañana, según
contaría años más tarde al ex analista de la CIA y estudioso de Cuba y
los Castro Brian Latell, una llamada lo cambió todo.
La orden: dejar de inmediato el seguimiento a la CIA y ponerse a escuchar cualquier comunicación procedente de Texas.
"Me
dijeron que escuchara todas las conversaciones y que llamara a la
jefatura si sucedía algo importante. Puse todos mis equipos a escuchar
cualquier pequeño detalle de Texas. Me dijeron Texas", relató Aspillaga a
Latell, una conversación que éste transcribió en su último libro, "Los
secretos de Castro", en el que afirma que el líder cubano cuanto menos
sabía de antemano del plan para asesinar a Kennedy.
Faltaban aún
tres horas para el asesinato del presidente estadunidense cuando
Aspillaga dice que recibió la orden. "Castro lo sabía. Sabían que
Kennedy iba a ser asesinado", sostuvo.
Según Latell, a ello se une
entre otros el hecho de que Oswald, al ver denegada su visa a Cuba,
provocó un escándalo en la embajada cubana en México e incluso llegó a
amenazar con matar a Kennedy para demostrar su fidelidad a Cuba. Fidel
Castro negó públicamente haber sabido de Oswald previo al asesinato de
Kennedy, pero Latell acusa al histórico líder cubano de mentir, al
menos, en ese punto.
Hasta hoy día, Castro también ha negado cualquier responsabilidad en la muerte de Kennedy.
"Su
muerte me dolió. Era un adversario, claro, pero sentí su desaparición.
Fue como si perdiera un oponente de mérito", dijo Castro al periodista
Ignacio Ramonet en su libro "Cien Horas con Fidel".
"No digo que
Fidel Castro ordenara el asesinato (...) pero, ¿quería Fidel ver a
Kennedy muerto? Sí. Temía a Kennedy. Y sabía que Kennedy apuntaba contra
él. En la mente de Fidel, probablemente estaba actuando en defensa
propia", declaró Latell al "Miami Herald" al publicar su libro, el año
pasado.
Muestra de que el vínculo cubano nunca ha desaparecido de
la mente de muchos son las últimas declaraciones del actual secretario
de Estado, John Kerry, a la cadena NBC sobre sus "serias dudas" acerca
de que Oswald actuara solo y sobre sus vínculos con Moscú y La Habana.
"Tengo
serias dudas de si (los investigadores) llegaron hasta el fondo del
tiempo e influencia de Cuba yRusia" sobre Oswald, declaró crípticamente
Kerry, si bien se negó a especular más allá.
Otros le dan al
vínculo cubano incluso una vuelta de tuerca más. Y es que, según ha
trascendido en la última década de la publicación de documentos
clasificados, en sus últimos meses de vida, Kennedy estaba decidido a
intentar un acercamiento a Castro, en vista de la dificultad de acabar
con él. Algo que no gustó ni a los exiliados cubanos ni a todos los que
seguían empeñados en derrocar a Castro, recuerda el escritor Jefferson
Morley, estudioso del asesinato de Kennedy y colaborador de la web sobre
este tema www.jfkfacts.org. "El asesinato de Kennedy demostró ser
aleccionador. En los 50 años que siguieron tras 1963, la visión de
Kennedy de normalizar las relaciones entre los dos países volverían a
ser, literalmente, abatida cada vez que resurgía", recordó.
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