Oscar Sanchez/ MiamiHerald.com |
Raúl llegó al poder con la voluntad de hacer de Cuba una China local. Lo que hizo fue convertirla en una Corea del norte caribeña, y mientras Pyongyang subsiste por gracia de Beijing, Cuba lo hace por obra y gracia de Chávez. El pánico de su inminente final se siente ya en la cúpula del castrismo. Temen perderlo, y no por amor a Chávez sino a sus petrodólares. Ese cambio ya lo están manejando, y sus medidas son desesperadas. Están en pleno proceso de ajustes y reajustes. En lo del dinero, por ejemplo, perderán sus petrodólares pero los sustituirán con otras variedades de dólares, entre las que están los medica-dólares.
En junio del 2012, antes de la caída en picada de Chávez, nuestro Departamento de Justicia encausó a Oscar Sánchez, un cubanoamericano de Naples, por lavar dinero defraudado al Medicare. El dinero iba al Banco Nacional de Cuba. En La Habana hay actualmente unos ciento cincuenta defraudadores del sistema, que se fugaron allí siguiendo su dinero. Sánchez, según creían ellos, era su lavandero. Parece que en realidad fue pescador del régimen, pescador de dólares del Medicare con la carnada de ‘lavarlos’ en el Banco Nacional. Según Andy Gómez, del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano Americanos de Miami, Sánchez tiene que haber sido agente de La Habana porque no hay otra manera de explicar los centenares de millones del Medicare pasados por el Banco Nacional. Los senadores Orrin Hatch y Tom Coburn aseguran que no son centenares sino miles de millones de medica-dólares los que pasan por Cuba. Según Sandra Colón, de la patrulla contra el fraude al Medicare, la cifra de lo defraudado bordea los 68 mil millones al año, y cada dólar lavado en Cuba le deja una tajada al castrismo. La mayor parte procede del sur de la Florida, centro nacional del fraude al Medicare, y los defraudadores a veces no saben para quién trabajan.
Se viene el fin de Chávez, y en La Habana ya tienen otra válvula de escape en un ajuste a la emigración. Reprimida por 53 años, Castro ahora hará que el malo sea el Departamento de Estado. Los cubanos han empezado, con notables excepciones, a salir de la isla sin necesidad de permiso del Estado. Lo que necesitan es visa de los países que la exijan, lo que quiere decir que en adelante el corcho a la emigración lo pondrán quienes den o nieguen las visas. Le quitaron el corcho comunista y le pusieron el corcho de Washington. Son brillantemente maquiavélicos. En adelante el principal controlador de las salidas de Cuba a Estados Unidos será Washington, y se viene el fin, con bastante rapidez, de la ley de ajuste cubano, que da residencia a todo aquel que esté aquí más de un año y un día. Como los viajes pueden hacerse ahora con visa de turista, esa visa unida a la ley de ajuste se convierte, para todo efecto práctico, en un ‘pre-permiso’ de residencia. Lo único que tendrá que hacer para quedarse el cubano que venga de turista será… ¡quedarse! Muchos saldrán por países que no requieran visa.
Van a buscar otro ajuste, aprovechando los cambios en la emigración cubana para sugerir que recibirán de regreso a los cubanos que Estados Unidos no podía deportar. Hay 31,746 cubanos en esa condición. Los Castro van a insinuar la devolución de los deportables a cambio del fin del embargo. Usan carne cubana como moneda de tráfico, señal de que la isla, por más que los cubanos puedan sacar sus cuerpos de allí, sigue siendo prisión del alma. Castro, como en el mito de Caronte, le ha pasado al Departamento de Estado los remos del bote que cruza el río de la muerte, el estrecho de la Florida en este caso.
Raúl es ingenioso. Tiene dos naipes extras para cuando Chávez tire sus cartas sobre la mesa. Uno está en el fraude al Medicare, el robo de medicadólares. El otro está en los ajustes al ajuste cubano, un ajuste manipulado desde Cuba.
En la Corea del Norte del Caribe se acerca el momento en que se enterrará al castrismo. Hay que evitar darle vida artificial con puentes tendidos desde aquí.
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