no se si alvarez quinones ha participado en la construccion de alguna instalacion turistica en cuba pero tomar como
referencia la opinion de economistas que no cita, acerca que el componente
importado en los costos turísticos en Cuba oscila entre un 60% y un
65% es andarse a la ligera. realmente no imagino como se puede arribar a esa proporcion considerando
las distorsiones que introduce por un lado el registro contable de 1=1 y
al hecho que la exigua produccion nacional tiene a su vez una
elevadisima composicion importada una vez que se deducen los gastos en
pesos cubanos "puros" muchos de los cuales a su vez estan contaminados
[fuerza de trabajo, combustible en mn, depreciacion, etc]
pero
estamos hablando de costos [y gastos] de operaciones desconociendo el
proceso inversionista que permite contar con la infraestructura
hotelera. todo el equipamiento tecnologico es importado, los materiales
de terminacion y la mayoria de los sistemas hidraulicos, electricos,
etc son importados. tanto el combustible como las partes y piezas de
respuestos son importados. la componente importada de materiales
"nacionales" como el cemento, el acero y los aridos es elevadisima por
cuanto tienen una alta densidad tecnologica y energetica. incluso una
parte no despreciable asociada a la mano de obra es igualmente
importada. luego cuando se analiza el impacto economico de la industria
turistica cubana no se puede partir del punto "cero" contando desde su
puesta en marcha sino que debe considerarse todo el proceso
inversionista y desde esta optica apuesto a que no han remontado el
break point y por cada peso-dolar invertido se incrementan las perdidas.
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Diario de Cuba
Roberto Álvarez Quiñones
Los ingresos netos obtenidos por Cuba en 2013 por el turismo
internacional se ubicaron entre los más bajos del mundo: de los 633
dólares gastados por cada visitante, solo quedaron en la isla 254. Los
otros 379 dólares volaron al extranjero.
Ese "pequeño" detalle no lo informó la Oficina Nacional de
Estadísticas e Información (ONEI) del régimen cuando el pasado 19 de
febrero reveló que los 2.851.000 turistas que viajaron a Cuba el año
pasado dejaron allí 1.804 millones de dólares.
De esos ingresos brutos, al menos 1.082 millones salieron del país
por concepto de importaciones específicas para el funcionamiento de la
industria turística, que tiene que importar hasta frutas y vegetales
frescos de República Dominicana. Esa sangría de divisas fue el
componente importado de los costos de operación de la industria
turística, que en el caso de Cuba es enorme, y que la ONEI nunca
menciona.
El turismo es la principal actividad económica de decenas de países.
Crea empleos, incrementa el Producto Interno Bruto, el comercio
minorista, mejora la infraestructura vial y hotelera, etc. Por eso es
muy importante que el componente importado sea bajo. En México, 7.5
millones de personas trabajan directa o indirectamente en el turismo.
España recibió 60.6 millones de visitantes en 2013 y su industria
turística representa el 11.5% de todos los empleos de la nación.
El gobierno de Raúl Castro miente cuando afirma que las
importaciones para la industria turística constituyen un 50% de su costo
operativo, pues la mayor parte del valor agregado en la producción
nacional destinada al turismo ha sido generado con insumos y partes
importadas.
Según economistas de la Isla y emigrados, el componente importado en
los costos turísticos en Cuba oscila entre un 60% y un 65%. Si tomamos
la cifra de 60%, vemos que de cada dólar captado, 60 centavos regresan
al extranjero. A las finanzas nacionales solo contribuyen los otros 40
centavos.
Ello significa que Cuba recibió en realidad $722 millones por el
turismo. Con tan poco dinero, el sector no se autofinancia para poder
crecer. No se puede mejorar la infraestructura turística.
No hay en qué gastar
Como el país apenas produce, el gasto promedio de $633 por turista en
2013 en la Isla fue muy bajo. Los turistas no tienen en qué gastar. En
cambio, en la vecina República Dominicana, un país pobre, en 2012 se
recibieron 4.5 millones de visitantes que dejaron ingresos brutos por
4.549 millones de dólares, para un gasto por turista de 1.011 dólares,
según cifras oficiales.
Si algo evidencia el fracaso económico del castrismo es su
incapacidad para obtener recursos financieros netos del turismo. Es algo
que la nación necesita desesperadamente. Y sin embargo, se importa casi
todo lo que demanda el turismo, incluyendo los alimentos. Es una
vergüenza. En 1957 Cuba fue clasificada por la FAO como el mayor país
exportador de productos agropecuarios de América Latina en proporción a
su población. La nación se autoabastecía de alimentos y además los
exportaba.
Pero la estatización comunista de las tierras ya en 1962 dio origen a
una cartilla de racionamiento de alimentos que sigue vigente y que
cubre unos diez días al mes —los otros 20 días hay que "resolverlos" en
el mercado negro. La cartilla no contempla la entrega de carne de res y
la leche es solo para menores de 7 años.
Recorrido ya más de medio siglo con el sistema económico diseñado por
Marx y Lenin, el país importa no ya el 29% "denunciado" por los
comunistas de 1957, sino el 81% de los alimentos que consume. Con
tierras muy fértiles, ocho partes de cada 10 de la alimentación cubana
provienen del extranjero. La mitad de las tierras cultivables están hoy
ociosas, y las granjas estatales registran los rendimientos más bajos de
Latinoamérica y, en algunos renglones, de todo el mundo.
Improductividad récord
Por ejemplo, los rendimientos en la caña de azúcar en Cuba antes de
1960 eran los más altos de Latinoamérica, y hoy son los más bajos: entre
31 y 37 toneladas de caña por hectárea, mientras que el promedio
latinoamericano oscila entre 90 y 110 toneladas. La que fuera la
azucarera mundial por casi dos siglos regresó a los niveles de
producción de 1896, cuando era colonia de España. Y ha llegado al colmo
de tener que importar azúcar de Brasil, Colombia, República Dominicana y
Estados Unidos para cubrir sus compromisos de exportación.
En 1958, Cuba fue el cuarto productor de arroz de América Latina, con
256.000 toneladas para una población de seis millones de habitantes. En
2012, con 11.2 millones de habitantes, la Isla produjo 217.000
toneladas, de manera que importar 483.000 toneladas para cubrir el
consumo nacional.
Al llegar Castro al poder, Cuba contaba con más de seis millones de
cabezas de ganado vacuno, es decir, una vaca por habitante, el triple
del promedio mundial de 0.32 bovino per cápita. Hoy el país tiene 3.6
millones de cabezas, con el doble de habitantes. En 1958 se produjeron
2.6 millones de litros de leche diarios, casi medio litro por habitante.
Pero en 2013, según la ONEI, se produjo solo un millón de litros
diarios, la onceava parte de un litro per cápita. Una vaca en Colombia
produce como promedio 18 litros diarios de leche, mientras una vaca
cubana apenas 3.3 litros.
Durante 160 años Cuba gozó de fama internacional como productora y
exportadora de uno de los mejores cafés del mundo. Pero de 60.000
toneladas de café producidas en la cosecha 1957-1958, la producción en
2013-2014 fue de 6.200 toneladas. Hoy se produce diez veces menos café
que hace 56 años.
Camisa de fuerza
Estas son solo algunas cifras que explican por qué en materia
gastronómica el turismo internacional en Cuba no genera ingresos netos
como en los países con economía de mercado. En cuanto al resto de lo
necesario para el sector turístico, el panorama es aún peor. Muchas de
las industrias del país han sido cerradas por falta de materia prima o
por roturas de maquinarias y equipos; otras funcionan a media máquina en
estado casi ruinoso. Y todas, con un deterioro y una falta de
mantenimiento escandalosos, presentan una obsolescencia tecnológica y
una improductividad laboral sin paralelo en todo Occidente.
En fin, las cifras que la ONEI ofrece al mundo sobre el desempeño de
la industria turística son un espejismo. Nada tienen que ver con la
realidad. La dictadura debe quitar de una vez la camisa de fuerza que
impide a los cubanos crear riquezas libremente. Si eso sucediese, no
solo el componente importado citado bajaría a un 20% ó 25%, sino que
podría significar el fin del embargo de Estados Unidos y millones de
estadounidenses visitarían la Isla.
Un moderado cálculo indica que si se expandiese en grande la
capacidad de alojamiento, Cuba bien podría recibir entre 7 y 9 millones
de turistas estadounidenses. Los miles de millones de dólares que
gastarían podrían constituir el motor principal para primeramente
reconstruir el país, y luego para desarrollar su economía y situarla
nuevamente entre las más prósperas de Latinoamérica. Lo era antes del
tsunami castrista.
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