Recibir el apoyo brasileño para sustento de La Habana siempre estuvo en los planes del régimen, al menos desde los tiempos del primer período de la presidencia de Luiz Inacio da Silva, Lula, y se ha mantenido y reforzado en tiempos de la presidenta Dilma Rousseff.
No se trata de que en La Habana crean que los niveles de apoyo de Brasilia puedan ser comparables a los que en su momento ofreció la Unión Soviética, o posteriormente Venezuela. Eso está muy claro. Pero desde que desapareció la URSS el juego de los rusos en Cuba ha sido mucho más comedido y realista, y años después, tras el calvario (para los cubanos de a pie) del período especial, Venezuela pasó a ocupar el primer lugar como sostén de la dictadura cubana.
El apoyo y financiamiento chino a La Habana después de la desaparición de la URSS no era directo ni masivo, y solamente resultó mucho más visible y efectivo cuando se ofreció gracias a las garantías del petróleo venezolano, que actuaba como colateral de los préstamos y los financiamientos chinos al desarrollo cubano, como era el caso, entre otras obras, del gigantesco proyecto de ampliación de la refinería de Cienfuegos y el polo petroquímico de esa región, así como el puerto de supertanqueros en Matanzas y el oleoducto que correría desde Cienfuegos hacia esa ciudad, o las cuantiosas inversiones en la industria del níquel en el oriente del país.
La agonía de Hugo Chávez desde finales del 2012 hasta su muerte, y la sucesión chavista, modificaron los escenarios en que se movía el neocastrismo. No es que la situación haya tomado por sorpresa al Palacio de la Revolución o a Línea y A, sino que evolucionó en un escenario diferente a lo que se esperaba inicialmente.
Desde La Rinconada se estaba diseñando con mucho esmero y detalles un proyecto de “venezuelización” en Cuba para la etapa del postcastrismo, donde se presentaría una imagen maquillada y un poco más “humana” de la dictadura, podrían permitirse algunos partidos “opositores” con poca fuerza y mucha menos membresía, y una determinada, aunque no demasiada, “libertad de prensa”, con algunas publicaciones alternativas de poca monta y concentradas en temas secundarios para los entresijos del poder.
Eso, más determinadas facilidades para viajar al extranjero incluso a disidentes conocidos, autorización (limitada) para compraventa o cesión de viviendas y autos de uso, acceso a las instalaciones turísticas, autorización para comprar celulares y computadoras, entrega de tierras en usufructo, y licencias para ejercer, aunque muy limitadamente, determinados oficios por cuenta propia, casi a nivel medieval, crearían una aureola de “apertura” y “reformas” democráticas suficientemente creíble para vender el postcastrismo a todos los que quisieran comprarlo sin exigir demasiado ni protestar por el precio.
Hugo Chávez ya había demostrado durante más de una década que podía funcionar una “democracia revolucionaria” que resultara aceptable para todos sus pares del continente y hasta para “el Imperio” o la culta y vieja Europa, “democracia” que aunque controlara los mecanismos electorales para no dar margen a errores o casualidades, realizaba elecciones periódicas y multipartidistas periódicamente. En las últimas en que participó el teniente-coronel, en octubre del 2012, obtuvo más del 10% de ventaja, y más de un millón de votos sobre su contrincante mejor posicionado, y el resto de competidores obtuvo tristes y desechables resultados, no solo estadísticamente, sino también políticamente.
Algo parecido ya se había podido ver en México durante los setenta años de la “dictadura perfecta” del PRI, con resultados comparables. Entonces, ¿por qué no se podría intentar una variante “democrática” de este tipo de Cuba, lo que inmediatamente aliviaría muchas presiones sobre el régimen y le pudiera permitir mejorar, normalizar, o al menos relajar extraordinariamente sus relaciones con Europa y Estados Unidos?
Fidel Castro, con su megalomanía y su arrogancia, nunca hubiera aceptado una variante de este tipo, pero para un Raúl Castro agotado por la edad y sin carisma ese escenario aparentemente no le resultaba tan tremebundo, y mucho menos para los sucesores de la generación histórica, quienesquiera que sean, que hoy ocupan segundos escalones en la jerarquía, pero que cuentan con veinte o treinta años menos de edad.
Sucesores que surgirían de las filas de los jerarcas del régimen y sus protegidos, y no de verdaderas elecciones libres en Cuba, pero que como quiera que se mire deberían adoptar estilos de dirección más abiertos y modernos, lo que no quiere decir democráticos ni mucho menos. Sucesores que recordarían mucho más a la forma en que surgieron los gobiernos post-totalitarios en Rusia que a las alternancias de poder que se producen con las elecciones en las verdaderas democracias.
La decepción del post-chavismo con Nicolás Maduro
Pero este proyecto se complicó con la muerte del caudillo venezolano: Nicolás Maduro, el heredero designado por Chávez y aprobado por La Habana, resultó muy por debajo del carisma de su mentor, tanto en su etapa de “presidente encargado” como en su papel de candidato del chavismo sin Chávez. Los venezolanos -y el mundo- lo vieron como un chapucero, grosero y torpe, hasta extremadamente ridículo en algunas ocasiones, como la del “pajarito” o el intento de momificar el cadáver de Chávez. El opositor Henrique Capriles aprovechó esa debacle del candidato oficialista para engrosar las filas de votantes a su favor y debilitar al chavismo, que al final solamente logró obtener una ridícula ventaja en las (amañadas) elecciones que no llegó al 2% de los votos, según el Consejo Nacional Electoral controlado por el oficialismo.
Las protestas y sospechas de fraude electoral son constantes, y aunque los gobiernos del continente latinoamericano se apresuraron en darle reconocimiento y legitimación en muy pocos días, las cosas se han ido complicando posteriormente, sobre todo por el rechazo de Maduro a escuchar, dialogar o tener en cuenta los criterios de la oposición, que como quiera que sea representa prácticamente a la mitad del electorado venezolano. Y la violencia permanente que permea el ambiente político venezolano, donde la trifulca en la Asamblea Nacional que terminó con varios diputados opositores lesionados es solo un elemento más, no contribuye para nada a un ambiente de legalidad en el país ni a una buena marcha de un gobierno supuestamente democrático, donde el flamante presidente electo amenaza, insulta y grita como matón de barrio, y lo mismo pelea con opositores que con cancilleres de gobiernos extranjeros que no son precisamente sus adversarios, se inventa conspiraciones e intentos de atentado muy difíciles de creer, y promete resultados y beneficios populares imposibles de alcanzar por ninguna economía en poco tiempo, aunque la situación del país fuera boyante.
Por otra parte, la complicada situación económica venezolana presenta actualmente un panorama lúgubre de escasez y desabastecimiento, y una inflación que ya se fija casi en el 30%, la más alta de América Latina, a lo que une una compleja situación de violencia e inseguridad por la presencia del crimen organizado campeando por sus respetos en las calles, ciudades y campos, a despecho de las autoridades. Para peor aún, PDVSA, la empresa estatal petrolera venezolana que es la fuente financiera de toda la demagogia y el clientelismo oficialista, se encuentra en estos momentos prácticamente descapitalizada, y la producción petrolera no se eleva ni enrumba, lo que provoca que, a pesar de los precios actuales del petróleo en el mercado mundial, las disponibilidades monetarias del gobierno venezolano resulten cada vez más limitadas e insuficientes.
Se acaba de conocer que Nicolás Maduro, pidió a su homóloga brasileña, Dilma Rousseff, una ayuda urgente de productos alimentarios para abastecer a su país, según publicó el diario español El País. Además de esa petición de alimentos, Maduro también pidió ayuda a Brasil para desarrollar lo que él llamó una “revolución agrícola” en Venezuela, cualquier cosa que eso pueda significar, así como ayuda para el sector energético.
Refiriéndose a este último y sorprendente pedido para el sector energético, el periódico español El País señaló que
“...El presidente de Venezuela también lanzó un S.O.S. para que su país pueda afrontar la crisis energética que provoca cortes del suministro eléctrico en el país. Sin embargo, el asesor de la Presidencia de la República de Brasil para Asuntos Internacionales, Aurelio García quiso puntualizar: “Venezuela tiene gas, tiene petróleo, no debería sufrir falta de abastecimiento de energía”. Y añadió: “Los problemas que están ocurriendo en aquel país debe ser más bien debidos a la distribución y a la manutención de equipamientos”. El Gobierno de Rousseff enviará técnicos para colaborar con el de Maduro ante los apagones, un problema que Brasil sufrió en la década pasada”.
Esta difícil situación pone en peligro la capacidad real del gobierno de Venezuela de fortalecer y desarrollar su maltrecha economía, lo que provocará innumerables tensiones sociales, a la vez que pretende mantener los subsidios y ayudas petroleras, materiales y financieras a todos los países de Petrocaribe y del ALBA, algunos de los cuales resultan verdaderos parásitos desangrando continuamente las riquezas venezolanas, como Cuba, Nicaragua, y algunas pequeñas islas de las Antillas Menores.
Por consiguiente, en estas nuevas condiciones, el gobierno cubano tendrá que esmerarse en garantizar a toda costa, incluso mediante brutal y descarnada represión, que el inepto Nicolás Maduro sea capaz de mantenerse en el poder hasta el 2019, plazo en el cual se supondría que la Isla estuviera en condiciones de seguir funcionando aun con la pérdida de los subsidios venezolanos. Esta disyuntiva debe forzar también a que La Habana sea capaz de dar pasos más profundos y trascendentales en las reformas económicas, que se empeña en llamar “actualización” así como en los intentos de buscar y lograr un nivel de relaciones con Estados Unidos que le permita sobrevivir en mejores condiciones económicas y políticas que las experimentadas durante los últimos cincuenta años.
Con estos escenarios delineándose en un futuro relativamente cercano, la variante de la “venezuelización” de Cuba pierde fuerza y sentido de momento y hasta que no mejoraran las cosas en Venezuela, lo que no parece demasiado probable, al menos en el corto plazo, y gana mucho más en importancia y urgencia el enfoque de un mayor acercamiento y colaboración con Brasil, buscando un apoyo económico que le permita al régimen mantener una economía de subsistencia con determinado desarrollo material y un consumo personal suficiente para evitar estallidos sociales, aunque la supuesta variante “democrática” tendría tal vez que retrasarse un poco.
En definitiva, una inclinación ahora mucho más evidente hacia el Brasil de nostálgicos guerrilleros urbanos, que llegaron al poder después de décadas de gobiernos militares que mucho contribuyeron al despegue económico del país, y también después de gobiernos civiles donde primó la capacidad técnica y la seriedad. Esa izquierda guerrillera que en la actualidad respeta las normas democráticas y el Estado de Derecho, y pretende aprender a comportarse como potencia mundial, aunque en ocasiones resulta muy dañada por la corrupción generalizada en el país.
No será el brasileño un modelo que al post-castrismo le pueda interesar replicar en Cuba, pero siempre cabe la posibilidad de que se intente para la Isla una versión venezolana o mexicana de la “democracia”, pero apoyándose más en sólidas relaciones económicas y comerciales con Brasil que en los subsidios de la Venezuela post-chavista. Sin embargo, en última instancia, sería más agradable para La Habana una relación con revolucionarios brasileños retirados al buen vivir que con algunos venezolanos que fueron anteriormente militares golpistas o dirigentes sindicales extremistas.
En este esquema diseñado por La Rinconada para la subsistencia en tiempos del Nicolás Maduro post-chavista, y del que lamentablemente muchos “expertos” en el tema cubano en muchos países todavía no se han dado cuenta, Brasil aventaja cómodamente a eventuales competidores como Rusia, China o Irán, y a otros posibles participantes con menor eventual incidencia, como podrían ser Vietnam, Angola o Belarús.
Como escribí hace pocos días en Cubaencuentro, y puede leerse en esta edición de Cubanálisis en la sección Cuba en la Prensa Mundial:
“Siendo en la actualidad la séptima economía del mundo, a punto de pasar a ser la sexta, e integrada al MERCOSUR, que constituye el 82 % del PIB de América del Sur, la economía brasileña resulta demasiado atractiva para los planes del Gobierno cubano: todavía el régimen no acumula una deuda demasiado elevada con ese país; tiene una cercanía geográfica que no logra ningún otro de los posibles países de interés para la dictadura; es una economía diversificada capaz de ofrecer prácticamente cualquier cosa que se necesite, desde centrales azucareros y maquinaria hasta zapatos o alimentos; posee una cultura occidental muy cercana a la de los cubanos -lo que no tienen los demás países en el tintero-; y además, existe una cercanía ideológico-política entre ambos gobiernos, donde algunos connotados funcionarios y políticos brasileños de los últimos tiempos tuvieron en su momento una “etapa cubana”, ya fuera de protección, cobertura, estudios, financiamiento, entrenamiento, descanso o tratamiento médico.
Además, el país es reconocido como una democracia, que aunque es dirigido hace años por una izquierda socialista que proclama con orgullo su militancia, no se caracteriza por políticas dictatoriales o antiamericanas ni por buscar conflictos continuamente con “el Imperio”, sino todo lo contrario”.
Un factor a señalar, aunque tenga limitaciones en el tiempo, es que se celebrarán encuentros entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), que es presidida pro témpore por Cuba en estos momentos, y el BRICS (el grupo de países emergentes integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), lo que de seguro será aprovechado por La Habana para acercar más aún la sardina brasileña hacia su brasa, pero también por parte de Brasil en el desarrollo y fortalecimiento de sus continuamente crecientes relaciones con el gobierno cubano.
Brasil además, en medio de la crisis económica que afecta a tantas economías en el mundo, disfruta prácticamente pleno empleo en la actualidad a pesar de un crecimiento moderado de su Producto Interno Bruto en los últimos dos años, y estudia desde hace tiempo la posibilidad de importar técnicos capaces de suplir su falta de mano de obra calificada en determinados renglones, principalmente ingenieros y médicos. Y aunque en el terreno de los ingenieros el desarrollo actual de Cuba no tendría demasiado que ofrecer a Brasil, en el de los médicos sí que podría tener una oportunidad dorada en estos momentos, aunque sea a costa de deteriorar aun más la atención médica a los cubanos de a pie en la Isla.
Es cierto que la cercanía ideológica puede existir también entre los rusos, vietnamitas y angolanos nostálgicos de aquellos viejos tiempos de la Guerra Fría, el antiimperialismo o el internacionalismo proletario, pero en todo lo demás Brasil lleva ventaja. Lula, ex-presidente, personalidad política, viejo “proletario” y dirigente sindical que actualmente vive en la opulencia, nunca ha ocultado su simpatía hacia los hermanos Fidel y Raúl Castro, ha visitado La Habana en infinidad de ocasiones, es padrino ideológico del revoltoso Foro de Sao Paulo sostenido por La Habana, apoyó abiertamente durante muchos años a Hugo Chávez y, tras su muerte, al heredero Nicolás Maduro, y tuvo y tiene colaboradores muy cercanos que mantienen muy viejas deudas de gratitud con La Habana desde los lejanos tiempos de la subversión y la violencia en Brasil.
Ahora, con la ex-guerrillera urbana y actual presidenta Dilma Rousseff, las relaciones son igualmente cálidas, y ministros y asesores cubanos y brasileños visitan continuamente Cuba y Brasil para estrechar y desarrollar la colaboración, celebran reuniones bipartitas en ambas naciones, y en muchas ocasiones son recibidos durante esas visitas por los respectivos Jefes de Estado en Brasilia y La Habana.
En definitiva, todo queda entre “revolucionarios”, como buenos camaradas.
EL POSICIONAMIENTO ESTRATÉGICO DE BRASIL EN CUBA
Poco a poco, y sin demasiado alboroto, los brasileños han ido dando pasos sólidos para posicionarse profunda y fuertemente en la economía cubana, con el beneplácito de La Habana. Si no se ha avanzado más en algunas áreas se ha debido, fundamentalmente, a la terca resistencia y actitudes reaccionarias de Fidel Castro en algunas áreas, como la de los biocombustibles y el etanol. Aunque desde hace años está fuera del juego en la dirección diaria de los asuntos cubanos, el anciano dictador mantiene una capacidad de veto que ni Raúl Castro ni los neocastristas se atreven a poner en tela de juicio. Sin embargo, y sin preocuparse demasiado por eso, los máximos representantes del gobierno de Brasilia, mirando a mucho más largo plazo que a la inmediatez de la torpeza, incultura técnica e ignorancia del Comandante, realizan continuamente visitas a La Habana acompañados de amplias delegaciones de hombres de negocio y potenciales inversionistas, es decir, de lo que antiguamente en Cuba se consideraban despectivamente como “burgueses”.
Eso de “burgueses” era en la etapa del castrismo, donde el deber del revolucionario era hacer la revolución, el igualitarismo era el paradigma, y se esperaba el nacimiento de un hombre nuevo que estuviera más allá del bien y del mal. Para el neocastrismo, donde se trata de asegurarse de no caer al precipicio, donde Papá-Estado se niega a alimentar a sus pichones, donde la igualdad se quiere reducir a igualdad de oportunidades, el paradigma es que el que siembra su maíz que recoja su pinol. Entonces “la burguesía” ya no existe ni está formada por tipos gordos, malos y feos que los proletarios enterrarán algún día, sino por respetables empresarios, hombres de negocios e inversionistas que juegan golf y tenis, corren y hacen ejercicios para cuidar la figura y la salud, tienen yates en las marinas, toman daiquirí en El Floridita y mojito en La Bodeguita del Medio, nadan en Varadero o en Cayo Largo, cenan en La Cecilia o en algún sofisticado paladar, se reúnen con funcionarios cubanos y con segurosos enguayaberados en la Cámara del Comercio, en casas de protocolo, en el Palacio de las Convenciones, o en alguna vivienda con piscina en alguna de las “zonas congeladas” de la ciudad, y prometen invertir dinero suficiente para que “la revolución” se pueda sostener, después que ellos recuperen su inversión y obtengan los beneficios correspondientes, naturalmente. Que no es cuestión de altruismo abstracto ni mucho menos.
El apoyo de los capitales brasileños al régimen no se hace, naturalmente, por desinterés o bondad angelical, ni por internacionalismo proletario o abstracta y vacía solidaridad, sino por intereses económicos de esos mismos capitales brasileños, que como potencia mundial emergente amplían continuamente sus territorios de penetración, operaciones e influencia, y sustraen espacios a potenciales competidores, como China, Irán, España o México, países que en ocasiones lidian con suficientes problemas económicos y sociales internos como para tener mucho interés en complicarse la vida y su propia economía estrechando demasiado las relaciones económicas con el gobierno cubano.
Cuba tiene una superficie de unos 110,900 kilómetros cuadrados (un poco mayor que el pequeño Estado de Pernambuco), mientras que Brasil es el quinto país del mundo en extensión territorial, con 8’515,767 Km2. La población cubana no alcanza los once millones y medio de habitantes, y hace varios años está estancada en su crecimiento, mientras que la de Brasil sobrepasa en estos momentos, según estimados, los doscientos millones, unas 17.4 veces más. El Producto Interno Bruto (PIB) de Cuba se calcula en unos US$ 46 mil millones (que representa el 4,3% ciento del de Brasil, que alcanza 2,362 billones de dólares si se dice en español, o los 2.362 trillones en la terminología inglesa.
De acuerdo a informaciones públicas del Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño, el comercio entre Brasil y Cuba comenzó a incrementarse fuertemente desde los tiempos de la presidencia de Lula, y se ha multiplicado por siete en los últimos diez años, hasta una cifra récord de 661.6 millones de dólares en 2012. Si bien esta colaboración de los brasileños comenzó a desarrollarse desde tiempos de Fidel Castro y sus relaciones iniciales con el presidente José Sarney, y posteriormente con Fernando Henrique Cardoso, bajo el gobierno de Raúl Castro ha alcanzado cotas muy superiores y en franco ascenso, primero con Lula y posteriormente con Dilma Rousseff, donde las cifras de crecimiento de las relaciones son significativas.
Solamente en los últimos tres años, entre el 2010 y el 2012, las exportaciones brasileñas hacia Cuba crecieron en un 36.8%. En el 2011 el intercambio comercial aumentó en un 45 % con respecto al 2010. Y al concluir el primer semestre del 2012, se constataba un incremento del 8 % en relación con igual periodo del año anterior. La presidenta Dilma Rousseff declaró en una visita a La Habana en enero del 2012, acompañada de una importante delegación de funcionarios y hombres de negocios, que defendía y propiciaba una “asociación estratégica y duradera” con Cuba, y que la cooperación en diferentes áreas era la mejor forma que tenía Brasil de combatir “el bloqueo impuesto por Estados Unidos a la Isla” según publicó la revista oficialista cubana “Bohemia”. En esas mismas declaraciones, la presidenta hizo referencia a un crédito por cuatrocientos millones de dólares, garantizado por el gobierno brasileño, para la compra de alimentos por parte de Cuba.
Brasil ya había firmado diversos acuerdos de colaboración con Cuba durante la visita del Presidente Lula a La Habana en el 2010, donde se establecieron diversos convenios para la colaboración científico-técnica y tecnológica, y en las áreas de hotelería, biotecnología, petróleo, níquel, agropecuaria, minería, salud, información, farmacia, comunicaciones, deportes y piscicultura, y se definió la colaboración brasileña en el Puerto de El Mariel, de la que hablaremos más adelante.
Colaboración agropecuaria
En los acuerdos relativos al área agropecuaria firmados durante esa visita se incluyó el de asistencia técnica en varias fases para la desarrollar producción de soya y maíz en la Isla, fortalecimiento institucional en control sanitario y en los laboratorios de vigilancia sanitaria, transferencia de tecnologías para el control genético de plagas en el tomate y el pimiento, desarrollo de capacidades técnicas en el control biológico de plagas agrícolas, y contribución a la definición de límites permisibles de metales pesados en la agricultura cubana.
Como resultado de esos acuerdos, un reporte de la agencia inglesa Reuters de junio del 2011 señalaba que
“El gobierno cubano dio inicio a un amplio estudio para identificar tierras ociosas aptas para el cultivo de granos y desarrollarlas con la ayuda de Brasil (,,,) Un proyecto piloto con la misma finalidad fue iniciado en 2008 en la provincia de Ciego de Ávila y realizado con asistencia de Embrapa (Empresa Brasilera de Investigación Agropecuaria). En 2010, en un área plantada de 7.3 mil hectáreas, la producción de soja de Cuba sumó ínfimas 4.2 mil toneladas, mientras que de maíz fue apenas 15 mil. (…) La idea es ampliar el área a 10 mil hectáreas, para que la cosecha de soja llegue a 5.8 mil toneladas y la de maíz alcance 19.8 mil toneladas. (…) La producción de soja en Cuba el 2010 fue de 4,200 toneladas y la de maíz fue de aproximadamente 15,000 toneladas en 7,300 hectáreas de tierra. En tanto, el proyecto debe llegar a producir 5,800 toneladas de soja y 19,800 toneladas de maíz en unas 10, 000 hectáreas de tierra para después expandirse a cinco provincias más del país. (…) Para el 2015, Cubasoy, empresa dirigida por militares que está encargada de producir soja por primera vez en Cuba, se ha planteado obtener 50,000 hectáreas sembradas como máximo, pues es para ese entonces que expirará el contrato con Embrapa. Empresas brasileras tiene la exclusividad de proveer de semillas y maquinarias, de ello que las autoridades no hayan descartado algún trabajo conjunto en el futuro”.
Y no son las únicas actividades de los brasileños en la producción agropecuaria cubana. Desde hace varios años los capitales brasileños ya se habían establecido en la Isla con la empresa mixta BRASCUBA, una productora de cigarrillos a partir de tabaco cubano, y también exportando a Cuba maquinaria agrícola y equipos de transporte para la industria azucarera fabricados en Brasil, que se introdujeron con muy buenos y exitosos resultados durante las etapas de investigación y extensión en el Central Jesús Rabí, de la provincia de Matanzas, en lo que se ha conocido como el llamado “plan vitrina”. Brasil tiene planes de introducir en Cuba combinadas cañeras fabricadas en el gigante suramericano con licencia de International Harvester y copar el sector maquinarias y equipamiento agrícola para la industria azucarera cubana.
Colaboración en la industria azucarera
En noviembre del 2012 la Compañía de Obras de Infraestructuras (COI), subsidiaria de la gigantesca firma brasileña Odebrecht, se hizo cargo de un contrato de administración productiva por 13 años, suscrito con AZCUBA para la gerencia del central azucarero 5 de Septiembre, en la provincia de Cienfuegos. Este convenio resultó la primera operación de empresas extranjeras en la industria azucarera cubana desde 1959.
La importancia de este contrato no se relaciona solamente con la producción de azúcar, aunque este rubro es fundamental para Cuba, donde su industria decayó hasta casi fenecer a causa de la testarudez e incompetencia de Fidel Castro. Brasil, que en 1959 producía mucho menos azúcar que Cuba, actualmente produce hasta cerca de treinta millones de toneladas, y ha desarrollado nuevos rubros derivados de la caña de azúcar, como el etanol, del que produce cantidades suficientes para satisfacer buena parte del consumo interno de combustibles y para crear excedentes exportables que le reportan elevados beneficios económicos. Igualmente, a partir de este producto participa en la elaboración de artículos de plástico, que tienen mucha demanda en su industria automovilística. Valga decir, aunque el gobierno cubano no lo mencione, que desde 1942 en Cuba se utilizaba el etanol para mezclarlo con combustible para el transporte automotor, situación que se mantuvo hasta 1962.
El sueño de los derivados de la caña de azúcar y de la producción azucarera, siempre una utopía de la industria azucarera “revolucionaria” cubana, es ya una realidad en Brasil desde hace muchos años, y podría serlo también en Cuba si de verdad se desea aprender de la experiencia de los brasileños. Y no hay que limitarse al etanol y los plásticos, sino que hay mucho campo promisorio en nuestro país en la producción de alcoholes, rones y aguardientes, generación de electricidad, tableros de bagazo y muebles rústicos, mieles, alimentación animal, productos alimenticios para la población, refinación de azúcar, productos químicos, ganadería vacuna, porcina y ovina, avicultura, transporte automotor, y ferroviario, construcción de vías de transportación y redes de comunicación, desarrollo de comunidades, formación de profesionales de nivel superior y medio, y entrenamiento y capacitación de trabajadores.
Colaboración en biotecnología, farmacia y servicios médicos
Un sector donde se incrementa continuamente la colaboración entre ambos países es el biomédico y farmacéutico: Brasil, a pesar de sus enormes fortalezas y potencialidades, tiene cosas que aprender de Cuba en la producción de medicamentos, y la exportación de productos farmacéuticos desde Cuba hacia el gigante suramericano lleva un buen tiempo creciendo continuamente, a pesar de algunos muy sonados fracasos y decepciones por productos farmacéuticos cubanos que no satisficieron las expectativas de los brasileños. En estos momentos las exportaciones cubanas a Brasil sobrepasan los cien millones de dólares y seguirán creciendo. Los planes de la industria farmacéutica y biotecnológica cubana en cinco años son de producir hasta 5,076 millones de dólares, en comparación con los 2,779 de los últimos cinco años, a partir de 38 grandes empresas y 21,613 trabajadores altamente calificados.
Entre los productos de alta tecnología que Cuba puede ofrecer a Brasil, en caso de que no se presentaran reclamaciones o decepciones significativas como ha ocurrido en casos anteriores, y no solamente en Brasil, además del ahora en el tintero Herbprot P para la diabetes, se encuentran vacunas recombinantes contra la meningitis B - C y hepatitis C; el Factor de crecimiento epidérmico, que se utiliza para quemaduras y procesos de cicatrización; el anticuerpo monoclonal T3, utilizado en el transplante de órganos; la Eritroproyetina recombinante, para el tratamiento de las anemias; el Ateromixol (PPG), un anticolesterolémico natural; los Interferones (alfa, gamma, recombinante y natural leucicitario), para control de enfermedades virales, cáncer y como inmunomoduladores; Estreptoquinasa recombinante, muy útil en los casos de infarto agudo del miocardio; el Factor de transferencia, para enfermedades que producen inmunodeficiencia; derivados de la sangre y kits de diagnósticos, empleados para la detección de la hepatitis C, VIH, la toxoplasmosis y otras enfermedades infecto-contagiosas; enzimas de restricción y modificación, para el trabajo de la biología molecular; Trofín, reconstituyente del sistema inmune; y la Vacuna Gavac, utilizada para el control de la garrapata en el ganado bovino.
Por si fuera poco todo lo anterior, Brasil acaba de manifestar su interés por recibir en el país hasta 6,000 médicos cubanos, que serían ubicados en zonas y territorios donde no tienen ningún interés en estar presentes los médicos brasileños. A pesar de las objeciones del Colegio Médico de Brasil sobre la formación y capacidad de los médicos cubanos, que recientemente se quejó de la falta de preparación de los profesionales de la Isla que intentan revalidar sus títulos en Brasil, esos galenos cubanos se ubicarían en zonas y territorios que en estos momentos no reciben ningún tipo de asistencia sanitaria, o la reciben en precarias y deficientes condiciones, por lo que es de esperar que serían muy bien recibidos por las poblaciones sin o con poca asistencia médica en la actualidad, que se beneficiarían de su presencia. A la vez, la presencia de esos médicos cubanos en todos esos territorios representaría un factor de apoyo y simpatías hacia el gobierno brasileño.
Aunque Brasil ha planteado el interés de escuchar el criterio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) antes de tomar las decisiones finales, ante las necesidades objetivas de la sanidad pública brasileña es de suponer que la OPS no vaya a representar una traba para que esta operación se lleve a cabo, lo que beneficiaría en el campo político y electoral al gobierno de Dilma Rousseff, a la vez que para el régimen cubano significaría una importante contribución financiera en moneda fuerte para las arcas cubanas, o tal vez en intercambios comerciales con los productores brasileños. Es muy pronto todavía para poder sacar conclusiones de lo que puede representar esta posibilidad, pero sin duda en La Rinconada la deben estar viendo como una magnífica oportunidad.
Colaboración en turismo y aeropuertos
En otro importante sector económico, hace muy pocos días, en el marco de la Feria Internacional de Turismo 2013 en Varadero, que fue dedicada precisamente a Brasil, el Ministro brasileño de Turismo destacó el interés de su país de formar a más trabajadores del sector y modernizar los aeropuertos cubanos, al mismo tiempo que anunciaba “el próximo enlace aéreo entre ambas naciones”, lo que definió como “una muestra fehaciente de la colaboración mutuamente ventajosa y en la natural ampliación del mercado turístico entre países que comparten un mismo tronco cultural africano”.
No se trata de operaciones en pequeña escala: Brasil actualmente es la primera potencia turística suramericana, y aspira seriamente a convertirse en la tercera potencia turística mundial. Tiene recursos más que suficientes para colaborar con Cuba en la formación, entrenamiento y desarrollo de profesionales del turismo al mismo tiempo que defiende sus intereses como potencia mundial emergente. Recientemente se comprometió, a través de su Ministro de Transportes, a estudiar el financiamiento de un proyecto destinado a ampliar y modernizar la infraestructura aeroportuaria en Cuba en función del turismo, según un memorando firmado en La Habana con el ministro cubano de Comercio Exterior e Inversión Extranjera.
Teniendo en cuenta esa información se supo que Brasil, en caso de ser aprobado el proyecto por parte del estatal Banco de Desarrollo Brasileño, otorgaría un crédito de 176 millones de dólares para ampliar y modernizar cinco aeropuertos cubanos vinculados al turismo, de acuerdo al referido memorando. Los aeropuertos que se beneficiarían con las inversiones que llevaría a cabo -¿quién si no?- la firma constructora brasileña Odebrecht, serían los de La Habana (Rancho Boyeros), Santa Clara, Holguín, y los de los centros turísticos de Cayo Coco (en la costa norte) y Cayo Largo (en la costa sur), todos ellos de importancia clave para el desarrollo del turismo.
Habrá que ver como se conjuga la ampliación y modernización del aeropuerto de La Habana con el anuncio de la construcción de un nuevo aeropuerto internacional para la capital cubana, La Habana, con la colaboración de Rusia, según informó la agencia estatal rusa RIA Novosti sin especificar los objetivos específicos de este proyecto, que se supone que se habría puesto en marcha durante la visita a Cuba del primer ministro ruso Dimitri Medvedev en febrero de este año. Se construirá en la vetusta base aérea militar de San Antonio de los Baños, al sur de la capital, situada a unos 30 kilómetros de La Habana y a 10 del aeropuerto internacional José Martí (Rancho Boyeros), el principal del país. Dicha base aérea, que se construyó con ayuda norteamericana y fue inaugurada en 1942, se modernizó entre 1970 y 1980 con ayuda de la Unión Soviética.
El régimen se propone, y la colaboración brasileña puede ser determinante en este sentido, “crear, diversificar y consolidar de forma acelerada” segmentos específicos como el turismo de salud, marinas y náuticas, golf e inmobiliarias, turismo de aventura y naturaleza, parques temáticos y cruceros. Todo para los turistas, casi nada para los cubanos de a pie. Bienvenidos a la transición del neocastrismo al post-castrismo.
El gigantesco proyecto del puerto de El Mariel
Uno de los proyectos más trascendentes de toda la colaboración Brasil-Cuba, si no el más trascendente, es la ampliación y desarrollo del puerto de El Mariel, al oeste de La Habana, para convertirlo en un mega-puerto, y la creación de una Zona Especial de Desarrollo Económico alrededor de esas instalaciones, en un proyecto que a largo plazo concentraría el comercio internacional en ese territorio y permitiría dejar el puerto de La Habana para el desarrollo turístico y el atraque y servicio a los cruceros que llevan a cabo esa actividad.
La inversión en el proyecto de desarrollo del puerto, que incluye la construcción de una terminal de contenedores que deberá estar concluida en el 2014, alcanza mucho más de novecientos millones de dólares, de los cuales los capitales de Brasil estarían financiando entre seiscientos ochenta y dos y ochocientos millones de dólares. Las cifras exactas son difíciles de conocer porque cada fuente que brinda información ofrece números diferentes.
La compañía de Singapur PSA International ganó la licitación que fue abierta para ofertas para la administración de la terminal, y firmó hace poco tiempo, en el 2012, un contrato con las autoridades cubanas de la Zona de Desarrollo Integral del Mariel, que no es otra cosa que una subsidiaria de la firma militar cubana Almacenes Universales S.A.
El proyecto de desarrollo contempla que en el puerto de Mariel podrían acceder buques de unos quince metros de calado (mientras en el de La Habana solamente pueden hacerlo buques de once metros). Una vez concluida la inversión en el 2014 la terminal en El Mariel tendría una capacidad inicial de entre 850,000 y un millón de contenedores, en comparación con los 350,000 que posee actualmente La Habana.
Se podría suponer que el proyecto está concebido a largo plazo para beneficiarse de un eventual levantamiento del embargo del gobierno norteamericano contra el régimen, pero es interesante cómo la publicación analítica Énfasis Logística, que se edita en Argentina y México, enfocaba el tema de forma diferente muy recientemente:
“Se podría inferir que la estrategia o logística será convertir a Cuba en el puerto "hub", concentrador de las cargas asiáticas para el Atlántico, o sea para Brasil, porque es este país el que está financiando con 800 millones de dólares la transformación del puerto Mariel”.
(Un puerto “hub” es un puerto central para la redistribución de cargas, al que llegan líneas navieras de largo recorrido y descargan sus mercancías para que después se redistribuyan en líneas de recorrido más corto). Entonces, según el criterio de la revista Énfasis Logística, la intención a largo plazo del proyecto de Mariel tiene más que ver con el comercio exterior de Brasil que con el de Estados Unidos. Algo lógico, porque en las condiciones actuales de embargo norteamericano contra el régimen cubano, apostar en abstracto tanta cantidad de dinero y recursos a un eventual levantamiento de ese embargo en poco tiempo sería temerario.
Por otra parte, la no existencia de relaciones “normales” de La Habana con los Estados Unidos supone una desventaja significativa con relación a potenciales competidores, como República Dominicana. A ello hay que sumarle, además de las muchísimas interrogantes e inseguridades que supone poder analizar con certidumbre un eventual levantamiento del embargo norteamericano próximamente, que en estos momentos implica, entre otras restricciones, que los barcos que toquen puertos cubanos no podrán atracar en puertos de Estados Unidos en los próximos ciento ochenta días, hay un factor adicional que complica las perspectivas de comercio con Estados Unidos, y que no siempre se han tenido en cuenta:
Informaciones laboriosamente recopiladas por nuestro colega de Cubanálisis y destacado analista Antonio Arencibia, desde España, nos han resultado muy útiles para enfocar muchos y complejos aspectos técnicos relativos al proyecto de El Mariel y los puertos de la zona y de todo el continente latinoamericano, informaciones que hemos utilizado como fuente fundamental para los párrafos que se presentan a continuación.
Muchas veces se ha supuesto que la ampliación del Mariel tendría que ver con la ampliación del Canal de Panamá y el comercio Cuba-Estados Unidos, porque dicha ampliación canalera, que terminará en el 2015, un año después de concluida la primera fase de las ampliaciones en Mariel y de la puesta en funcionamiento de la terminal de contenedores, permitirá que transiten por el renovado canal grandes buques porta-contenedores de los llamados “post-Panamax”, que requieren 13.5 metros de calado, o los “new-Panamax”, que requieren hasta quince.
Sin embargo, a finales del noviembre del 2012 The Miami Herald publicó una serie de artículos sobre la ampliación del Canal, donde Rodolfo Sabonge, Vicepresidente de Análisis de Mercado e Investigaciones de la Autoridad del Canal de Panamá, declaraba que Mariel, en las condiciones de ampliación prevista en estos momentos para ese puerto, no estaría en condiciones de recibir buques post-Panamax, y mucho menos new-Panamax, aunque en realidad no resulta demasiado sencillo comprender el por qué.
Sin embargo, por otra parte, el referido especialista considera que Cuba tendría capacidad de convertirse en un centro para trasbordar mercancías hacia el mercado de Estados Unidos -una vez que se hubieran definido las relaciones post-embargo entre ambos países- pues hay aguas suficientemente profundas cerca de Santiago de Cuba que podrían servir como ubicación adecuada y conveniente para construir un puerto cubano de aguas verdaderamente profundas, lo que supuestamente no ocurre así en el caso de Mariel, de acuerdo a lo que señala en las declaraciones mencionadas el señor Sabonge. Tal eventual puerto en una zona cercana a Santiago de Cuba, es de suponer, competiría directamente con los existentes o con los que pudieran construirse en Jamaica y República Dominicana.
Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo, titulado “Diagnóstico sobre el desempeño de los puertos y estudio de conectividad portuaria en Belice, Centroamérica y la República Dominicana”, que cita el cubano Yaxis Cires Dibes en su artículo “Grandes apuestas, grandes riesgos”, publicado recientemente en Diario de Cuba, señala que:
“Salvo por los puertos de Panamá y el de Caucedo en la República Dominicana, ninguno de los otros considerados en este estudio -bien sea en el Atlántico o en el Pacífico- estarían actualmente en capacidad de servir los buques de mayor tamaño que se espera crucen el Canal de Panamá una vez concluya su expansión”.
Caucedo, situado al sur de la isla de La Española, ya juega un papel muy importante como puerto de recepción de buques que cruzan el Canal, y ya tiene instalado un sistema de grúas adecuado para el aumento de la cantidad de contenedores que supondrán los arribos de grandes buques del tipo post-Panamax. Teniendo en cuenta la participación de República Dominicana en el tratado de libre comercio de Estados Unidos con América Central y República Dominicana (CAFTA-RD por sus siglas en inglés), el puerto de Caucedo tiene muchas y muy excelentes condiciones para poder convertirse en un hub de mucho interés para la redistribución de mercancías en el Atlántico, y un serio competidor a corto, mediano y largo plazo para el proyecto de El Mariel.
La competencia en toda la región por ofrecer puerto competitivo y adecuado para los nuevos buques de gran calado que arribarán será intensa, y Cuba no puede esperar que esos navíos recalen en Mariel automáticamente: aunque en la costa este de los Estados Unidos solamente los puertos de Norfolk y Baltimore están actualmente en condiciones de recibir los mega-buques que comenzarían a cruzar el Canal de Panamá en el 2015, ya la administración Obama anunció desde mediados del 2012 la aceleración de los proyectos de expansión de los puertos de Savannah (Georgia), New York-New Jersey, Charleston (Carolina del Sur), y Jacksonville y Miami (Florida).
De 161 puertos existentes en América Central y del Sur, solamente 21 tienen canales de cincuenta pies o más, y 13 de ellos están en Brasil, de acuerdo a la Asociación Americana de Autoridades Portuarias. Colombia, Argentina y Chile también tienen puertos de aguas profundas, así como México y Panamá. Perú, Costa Rica, Jamaica y Bahamas, además de Cuba, tienen proyectos en ejecución o planes elaborados para la expansión de sus puertos, según las referidas notas de nuestro colega Arencibia.
El proyecto brasileño-cubano a largo plazo está previsto para que se complete en el 2022, cuando Mariel contará también con facilidades para el desarrollo y exploración de petróleo en aguas profundas de las zonas económicas exclusivas cubanas, además de la terminal de contenedores y condiciones para carga de mercancías y alimentos. Por si fuera poco todo lo que ya contempla el proyecto, también contará con una Zona Especial de Desarrollo Económico para la industria ligera (maquiladoras) y almacenamiento. A lo que hay que añadir la construcción y modernización de las redes de carreteras, autopistas y ferrocarriles que enlacen a Mariel con La Habana y el resto del país.
Es decir, se trata de una versión cubana de la experiencia china, ubicada a muy pocos kilómetros de La Habana. En este sentido, y aunque en Miami en diferentes ocasiones no se quiera reconocer este punto, la calificación de la eventual mano de obra cubana resulta muy superior a la de América Central, México, el Caribe y otros países suramericanos, lo que representa una muy importante ventaja comparativa y competitiva para la Isla.
Las respuestas del embajador brasileño en Cuba a dos preguntas que el periodista de BBC Mundo Fernando Ravsberg le hiciera como parte de una entrevista más extensa, permiten entender claramente la percepción brasileña de los objetivos de esta mega-operación:
“Pregunta: Está muy claro el interés cubano en el puerto de Mariel… ¿cuál es el interés de Brasil en desarrollar el proyecto de Mariel?
Respuesta: Bueno el interés primero es de vender servicios de ingeniería y equipo brasilero, no es una donación, estamos trabajando junto con el gobierno cubano para crear una infraestructura de transporte que nos parece que será importante para el país, según lo evaluaron los cubanos.
El gobierno de Cuba tiene contratos con empresas internacionales para hacer la gestión del puerto y nosotros todo lo que vamos a hacer es entregar el puerto y posiblemente seguir trabajando en la infraestructura de la zona de desarrollo especial de Mariel.
Pregunta: ¿Y ahí podrían entrar todas estas fábricas de medicamentos?
Respuesta: Aquí hay una mano de obra de altísima calidad que se puede entrenar en diversos sectores, muy fácilmente y con un nivel de sueldo que es menor que en nuestros países, entonces eso es una ventaja concreta que existe en Cuba y que las empresas seguramente considerarán para invertir acá.
Un ejemplo sobre lo que estoy hablando es la constructora del puerto de Mariel. La gente que vino de Brasil y de otros países comentan la calidad de la mano de obra, gente con instrucción. Usted enseña cómo manejar una máquina y el futuro empleado se lleva el manual a su casa, lo lee, se lo aprende y en poquísimas semanas está entrenado. Eso no es así en otros países, incluso ni en el mío.
Pero mucho va a depender también de las reglas que el gobierno cubano está elaborando en este momento para regir la inversión extranjera, las ventajas de tipo tributarias que podrán ofrecer a las empresas que se instalen acá, por ejemplo”.
Demasiado claro para que haya lugar a confusiones.
PERSPECTIVAS
Así tenemos que para los próximos diez años, y hasta el 2030 en un más largo plazo, el post-castrismo tiene planes específicos y concretos para el desarrollo y funcionamiento de la economía cubana, proyectos vinculados además a los Lineamientos Económicos y Sociales aprobados en el Congreso del Partido y a las directivas de la Comisión que se encarga de la implementación de los mismos.
Si tenemos en cuenta que Raúl Castro ha señalado que no deberá ser reelecto en el año 2018, al culminar su segundo mandato como Presidente, hay que considerar que esos proyectos económicos a largo plazo corresponderá llevarlos a cabo, materializarlos y concluirlos, a las generaciones más jóvenes que hoy conforman los segundos escalones de la nomenklatura cubana, subordinados al poder de la gerontocracia en estos momentos, y que serán los encargados de materializar el post-castrismo.
La biología resultará determinante en la velocidad que alcancen estos proyectos y en el tiempo en que se puedan materializar los mismos. Mientras la barca de Caronte no acabe de pasar a recoger definitivamente a Fidel Castro será difícil materializar algunos de tales proyectos, como el de la producción de etanol -“convertir alimentos en combustibles” lo llama Fidel Castro despectivamente- o la eventual ampliación masiva de contratos de administración en la industria azucarera -por el prurito de la independencia nacional, que vale para algunas cosas, pero para otras no- de acuerdo a las veleidades y deseos de el Comandante. Sin embargo, otros, como el de la eventual exportación de médicos a Brasil, serán seguramente del agrado del anciano dictador.
Con Raúl Castro puede suceder lo mismo, aunque en mucha menor escala. Con Fidel Castro respirando es difícil que el general-presidente se decida a dar pasos demasiado trascendentes y profundos si sabe que no van a ser del agrado de su hermano mayor, pero después de los Grandiosos Funerales las cosas se podrían mover a mucha más velocidad.
Y si se producen los Segundos Grandiosos-pero-no-tanto-Funerales antes de la fecha tope del 2018, cuando Raúl Castro estaría cerca de los ochenta y seis años de edad, la nueva generación de dirigentes, que ni forman parte de los llamados líderes “históricos” ni tampoco tienen los mismos compromisos de sus antecesores, podrían llegar a tomar, tal vez más por necesidad que por convicciones democráticas, un conjunto de decisiones que si se plantearan hoy podrían parecer utópicas o absurdas, pero que en nuevas realidades no serían percibidas de la misma forma.
Basta mirar hacia Beijing o Hanoi para entender todo lo que comenzó a suceder después de los Muy Grandiosos Funerales correspondientes a esos territorios, cuando el famoso Tigre de Papel se convirtió en un gatito de peluche, el imperialismo en una categoría histórica que ha quedado para hablar del Imperio Romano, Dien Bien Phu, los invasores japoneses, y el colonialismo del siglo XIX, y ya hace tiempo dejaron de podarse las cien flores que pudieron florecer, al demostrarse convincentemente que enriquecerse era algo no solamente glorioso, sino también necesario.
¿Podría suceder lo mismo en una Habana post-castrista? No necesariamente tendría que ser así, pero también sería muy válido preguntarse: ¿y por qué no?
Y si además todo eso pudiera llevarse a cabo a ritmo de samba, bossa-nova, telenovelas, buen futbol, feijoadas y capirinhas, con salarios superiores a los que se reciben en la actualidad, un mínimo nivel de servicios médicos y educacionales aceptables, viendo televisión satelital de Estados Unidos, y con la posibilidad de viajar al extranjero sin demasiados tormentos ni autorizaciones requeridas, de seguro sería una situación que le gustaría demasiado a los cubanos.
Aunque entonces la verdadera democracia y el verdadero Estado de Derecho tardarían muchos años más en arribar a nuestra Patria. Pero ya eso no es asunto que interese a los “revolucionarios” cubanos, venezolanos o brasileños.
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