Por
Andrés Pascual
Murió
García Márquez, que se comportó como una concubina-cuentera del
tirano; Castro le regaló la escuelita de cine que construyó en San
Antonio de Los Baños, porque para él la autorizó y nadie lo
comenta, para que le diera curso a su sueño TRASNOCHADO de cineasta,
después no se ha vuelto a relacionar al novelista con la Academia
Frunze tropical del pésimo cine regional más dependiente de la
historia, ajeno al estalinista del “realismo socialista”:
Al
novelista lo atrajo el criminal, mejor cautivó, por la gandinga de
los intelectuales vacíos de valor y de coraje, que envidian ciertos
rasgos de la personalidad de estos tiranos-dictadores y los
convierten en sus “héroes”, especie de amantes idílicos; sin
embargo, con la Hiena de Birán se equivocó, porque Castro ha sido
un cobarde de ralea en igual medida que un abusador, pese a las
historias inventadas por el comunismo capitalista, de base
europeo-americana, fuera del alcance de la imaginación del autor.
Dos
elementos detestables del llamado “boom” latinoamericano por
quienes no guardo ningún respeto: el panameño Carlos Fuentes
(fallecido hace algún tiempo), víbora detrás de Aura que odiaba a
Cuba a través de su odio contra Estados Unidos y nunca se cansó de
su letanía calamitosa, deshonesta e irrespetuosa de que “la Isla
era un prostíbulo de los gringos”, un tremendo H de P... y Gabo (AMBOS DEBAJO CON CARLOS MONSIVAIS EXTREMA DERECHA),
que era pasivo, consentidor al máximo con su “fijación
platónica”, capaz de bajarse los pantalones y dárselo a un negro
“bien dotado”, si tamaño gesto era suficiente para entretener o calmar
a Castro en medio de sus borracheras antiamericanas.
¿Cómo
dicen por ahí? ¿Una pérdida? No para mi, me interesa un pito que
tanto Gabo como Fuentes se hayan muerto, lo que lamento es que
todavía queden algunos vivos que nunca debieron nacer.
La
literatura, la grandeza autoral, la entiendo y trato a mi manera, por
lo que considero a Lezama, a Vargas Llosa (que se desmarcó del grupo
de Julio Cortázar, García Márquez, Goystisolo, Fuentes o Monsivais
para abrirle espacio al reclamo de la dignidad del genio a tiempo) o
a Cabrera Infante, más interesantes que estas alimañas, bendecidas
por el Diablo con el talento para “hilvanar, para imaginar y narrar
con maestría argumentos grandiosos artísticamente”, que la
realidad de sus vidas y proyecciones socio-políticas no alcanzaron a
cubrir, ni decentemente, el espacio del pupitre de un alumno con
diferencia de conocimientos en una escuelita de montaña en África,
que nunca tuvieron ideología sino la inclinación amoral de ponerse
al servicio de tiranías y dictaduras, especie de intercambio de
mutuo beneficio degenerado; porque les faltó el valor para ser
independientes y soberanos. Estos dos muertos fueron un par de
“hetairas”, así de sencillo, solo hay que analizar sus
brillantes obras contra sus deleznables, serviles y prostituidas
existencias, debajo Regis Debray, Garcia Marquez y Fuentes:
No
creo en el Nóbel del colombiano, porque no creo en el tipo ni en
Obama, beneficiado con el galardón sin ningún mérito. Si
mira atrás, verá que ni Borges ni Joyce ni Proust lo consiguieron
y, aunque se ha entregado con justicia a veces, esa Academia parece
que puede comprarse o que le teme a algo, o, como me dijo en Miami
GCAÍN (foto con Marlon Brando durante los 50's en La Habana), la vez en que me lo presentó nuestro amigo común Arnaldo Ramos
Yaniz, qepd ambos: “tal vez le teman al discurso de algunos...a
cosas desagradables por comprometedoras ajenas al arte puro”:
En
el canal 41 América Tevé Luis Fernández, vocero venezolano a cargo
de las noticias de su país, se arriesgó tanto por García Márquez
que lo consideró “creador del realismo mágico”, cuando, en
realidad, como Asturias, es un exponente del fenómeno en la
literatura:
“El
término fue inicialmente usado por un crítico de arte, el alemán
Franz Roh,
para describir una pintura que demostraba una realidad alterada y
llegó al idioma español con la traducción en 1925 del libro
Realismo mágico
(Revista de Occidente,
1925), fue en gran medida influenciado por las obras surrealistas
de la escritora chilena María
Luisa Bombal[1]
pero más tarde en 1947, fue introducido a la literatura
hispanoamericana por Arturo
Úslar Pietri en su ensayo El
cuento venezolano.[2]
Señala Úslar:
Lo que
vino a predominar en el cuento y a marcar su huella de una manera
perdurable fue la consideración del hombre como misterio en medio
de datos realistas. Una adivinación poética o una negación
poética de la realidad. Lo que a falta de otra palabra podrá
llamarse un realismo mágico.[3]
El crítico
venezolano Víctor
Bravo señala que la noción de 'realismo
mágico' nació casi de manera simultánea con la de 'real
maravilloso': "La formulación inicial
de una y otra noción --como referencia a un modo de producción
literaria latinoamericana-- se hace casi de manera simultánea. En
1947, Arturo Úslar Pietri introduce el término "realismo
mágico" para referirse a la cuentística venezolana; en 1949
Alejo
Carpentier habla de "lo real
maravilloso" para introducir la novela El
reino de este mundo".[4]
y algunos la consideran que es la novela iniciadora de esta
corriente literaria”.
Lo anterior lo tomé de Wikipedia en español,
suficiente para abrir entendederas atrofiadas.
También se mató en un accidente de tránsito Cheo Feliciano (4to de izq a
derecha sentado, al lado de Celia, con Fania All Stars), que estuvo en
Tropicana y no miró a los lados, que se prestó para ofender a
Cuba; porque, ofender, agredir a Celia Cruz es un acto anticubano
imperdonable, sucedido cuando el liliputiense Andy Montañez
decidió orquestar un rechazo envidioso y revanchista contra la
Guarachera Nacional, porque esta le cuestionó su abierto
encantamiento por Silvio y la juntera con este reptil.
Celia es más grande que todos los cantantes
boricuas juntos y la música cubana es lo único autóctono de su
tipo en la historia, ni salsa ni queso ni ningún invento producto
del castrismo, porque lo propició el tirano, como parte del complot castro-comunista contra nuestra identidad cultural.
Dos cosas, Anacaona me gustó y el Ratón también,
pero solo estas, porque prefiero a Pacho Alonso, creador del
estilo que Cheo copió y nunca pudo igualar; por lo demás,
Feliciano fue sino un vulgar imitador con menos clase, mucho
menos, que el cubano que hizo éxitos un par de números grandes
de Bobby Capó: JUGUETE Y LLORAR ES DE HOMBRES.
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