A la doctora cubana María del Carmen Fundora le faltaban dos días para viajar a los Estados Unidos. La sacaron a las cuatro de la mañana del hogar donde dormía junto a sus compañeras de misión en Venezuela. En ropa de dormir, porque no la dejaron que se cambiara, y en medio del toque de queda que impone la violencia en ese país a las madrugadas, fueron a buscarla el jefe de misión que la atendía y personal de seguridad de Cuba y Venezuela.
Las pruebas en su contra eran irrefutables: correos electrónicos enviados a sus familiares en los Estados Unidos y llamadas telefónicas a la Embajada estadounidense. Lo último que se supo de ella es que fue inmediatamente deportada a la isla. Sus pertenencias las enviarían más tarde.
El médico de Santiago de Cuba Fernando García corrió con mejor suerte. Llegó a EE.UU. luego de cruzar la frontera colombiana, apenas días después del incidente con María del Carmen. Iba acompañado por su esposa, estomatóloga cubana, con quien permaneció viviendo más de un mes en un motel barato de Caracas, en espera de las visas otorgadas a través del Cuban Medical Professional Parole Program.
Para que no los deportaran de Venezuela, García siguió las recomendaciones de “salirse de la misión antes de iniciar los trámites” para viajar a los Estados Unidos, así como no llamar la atención de las autoridades ni llevarse ningún medicamento ni utensilio, incluyendo el esteto. Además de lo anterior “siempre es aconsejable llevar algún dinerito por si hay que sobornar a alguien por el camino”.
En su caso prefirió correr el riesgo de cruzar la frontera por el Táchira hasta llegar a Cúcuta, porque una vez en Colombia “ya eres libre”. Anteriormente había escuchado de médicos que -como él- con su visa en la mano, eran metidos “en una oficina” de los aeropuertos venezolanos “para sacarles el dinero; si no, los deportaban para Cuba”.
Pasar la frontera entre Venezuela y Colombia “no es tan complicado” y aunque “existen controles policiales” generalmente no detienen a las busetas (buses medianos) que trasladan a pasajeros entre los dos países “apenas separados por un puente”.
En aquel motel ,“casi escondidos”, vivieron García y su esposa, y en carne propia sufrieron las consecuencias de encontrarse en una especie de “limbo o tierra de nadie”.
Ella necesitaba inyectarse para aliviar los terribles dolores de una crisis de migraña y no podía ni regresar a hacerlo donde los médicos cubanos ni donde los de Venezuela, porque no tenían el dinero. Hace un año y seis meses que ambos jóvenes arribaron a los Estados Unidos, aunque todavía no trabajan en su profesión.
Tienen una hija pequeña nacida del calor de aquellos días, y su anhelo de trabajar como médicos no lo abandonan, estudiando para vencer los exámenes de rigor exigidos por el estado de la Florida.
En las puertas…
El nombre de esta otra doctora cubana lo omitimos por razones obvias. Dentro de diez días abordará un avión de American Airlines que cubre la ruta entre Venezuela y los Estados Unidos. Estudió 15 años en Cuba antes de recibir su Título de Oro en la especialidad de Estomatología. Como premio, la enviaron a las zonas montañosas de Guantánamo, a cumplir su servicio social, y luego a Venezuela, donde tres meses más tarde abandonó la Misión Barrio Adentro.
Desde que comenzó a llenar electrónicamente el formulario DS-160, en la página de la Embajada de los Estados Unidos en Venezuela, contó “con el apoyo de su familia en ese país” la cual le abrió las puertas de su casa. Su visa estadounidense la obtuvo en aproximadamente dos meses tras presentar pruebas de su ciudadanía (certificación de nacimiento) y de que era médico cubana (pasaporte rojo), además de otros documentos.
A partir de ese momento tuvo que elegir entre dos opciones para la salida: una, exponerse a las extorsiones frecuentes en el Aeropuerto Internacional “Simón Bolívar” de Maiquetía; o dos, cruzar la frontera con Colombia y volar desde este país.
“Tengo amigos que han pagado a los funcionarios del aeropuerto y han salido sin ningún problema, y otros que han preferido hacer el trayecto por la frontera, y también les ha salido bien. El dinero que me voy a gastar en llegar hasta Colombia es el mismo que voy a pagar aquí en el aeropuerto”, dijo.
El pasaporte rojo que la identificaba como miembro de la misión cubana “de nada me sirve para salir legalmente por un aeropuerto venezolano”. Antes debía solicitar un pasaporte corriente (azul) en el Consulado de Cuba en Valencia (tercera ciudad en importancia de Venezuela).
“En Valencia es mejor, porque el proceso se demora menos y hay menos tirantez que en la Embajada de Cuba en Caracas. "Ellos saben todo, que tú eres desertor, pero estas en tu derecho de solicitar un pasaporte y en aproximadamente un mes te llega”, explicó.
Ahora mismo ella aprovecha el poco tiempo que le queda antes de partir, junto a los amigos que ha hecho y su familia. En su aligerado equipaje se encuentran la imagen de la Virgen de la Caridad que le dio su madre en su natal Pinar del Río y los 200 dólares que pueden pedirle en el aeropuerto.
Según contó esta especialista cubana, los médicos de la isla que llegan hasta Colombia deben pedir a Inmigración allí una Carta de Deportación para poder abordar su vuelo legalmente hacia los Estados Unidos.
A los que regresaron…
Los médicos que escapan de misiones oficiales de salud del gobierno cubano, no solo en Venezuela sino en cualquier país del mundo, “deben tener mucha precaución cuando se acercan a la embajada norteamericana” y tampoco deben “conversar con cualquier persona” de sus intenciones, advierte Julio Cesar Alfonso, presidente de la ONG Solidaridad Sin Fronteras.
Incluso después de tener su visa “es cierto que muchos son extorsionados. Ha ocurrido en varios casos, fundamentalmente en el Aeropuerto Internacional “Simón Bolívar” de Maiquetía, y esa es la causa por la cual recomendamos tanto nosotros como las autoridades norteamericanas que no salgan por la vía del aeropuerto, sino que crucen la frontera hacia Colombia”.
Además de la deportación inmediata a Cuba de dos enfermeras cuando intentaban cruzar la frontera hacia Colombia también se conoce de otros casos como el del doctor Ulises Bernal, “quien estuvo un año detenido por la Guardia Nacional -de Venezuela- y fue sometido incluso a torturas y maltratos en la prisión”. Lo último que se supo de ellos fue que no podrían volver a ejercer su profesión en la isla.
El Departamento de Estado publica en su página digital que viajar por el Aeropuerto Internacional “Simón Bolívar” de Maiquetía puede ser peligroso. La Embajada de EE.UU.en ese país tiene registros creíbles de intentos de extorsiones a los viajeros por parte de funcionarios del aeropuerto, así como del robo de objetos de valor de sus equipajes.
Entre tres aguas
Según la Organización Solidaridad Sin Fronteras, durante el 2013 arribaron a los Estados Unidos unos tres mil médicos cubanos, el 98 por ciento de ellos provenientes de la Misión Barrio Adentro en Venezuela. Desde el inicio del Cuban Medical Professional Parole Program en agosto del 2006 suman ocho mil.
Según el abogado de inmigración de Miami Willy Allen, en la mayoría de los casos solicitan su residencia al año y un día de pisar territorio estadounidense.
Sin embargo, los médicos cubanos que deciden quedarse en Venezuela y no emigrar a los Estados Unidos se quedan en un “callejón sin salida”, afirma la especialista en Medicina General Integral Yaima Vázquez, de las Tunas. Después de cinco años de estar casada con un venezolano, ahora se encuentra tramitando su cédula venezolana y también su pasaporte, pero eso solo se aplica a su caso.
“Quienes no hayan tenido mi suerte”- de encontrar una pareja venezolana- “sólo pueden solicitar un pasaporte cubano” y regresar a la isla, aclara. Pero quienes dieron “el paso de abandonar a su familia y su país en busca de un futuro mejor” se niegan a un retorno del cual “es sumamente difícil salir”.
Actualmente se desconoce el número de médicos cubanos no regularizados en diferentes países, especialmente en Venezuela, que abandonaron la misión a la que los envió el gobierno cubano.
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