El neocastrismo posible
Lázaro González/ Cubanálisis-El Think-Tank
“不管如果猫是黑色或白色,映入鼠标是最好的”
["No importa si el gato es blanco o negro, es el mejor si caza el ratón"]
Deng Xiaoping
“Nunca debemos olvidar la enseñanza de Martí cuando dijo: “Se ha de hacer despacio lo que ha de durar mucho”
Raúl Castro
En apenas un mes se cumplirán 52 años del empleo generalizado del síndrome del “enemigo externo” [1], no solo a ambas orillas del Estrecho de la Florida, sino en cualquier punto del globo terráqueo desde donde se refieran al tema Cuba.
Tontos e inteligentes útiles, comunistas nostálgicos, socialdemócratas empedernidos, idealistas de cualquier causa, retrógrados medievales, cantinfleros de medios de comunicación, personas decentes y agentes encubiertos, heroicos luchadores anticastristas y furibundos presidentes de Comités de Defensa de la Revolución, teóricos y académicos futuristas, y gozosos sufridores del Síndrome de Estocolmo.
Extraña circunstancia humana esa que es común y esencial a tan dispares personas.
Y es que es útil y cómodo en tanto ciencia y praxis política, que elude entender la política como el arte de hacer posible lo necesario [Maurras] y la asume desde las acciones de los otros. El carácter reactivo de esta manera de asumir la política se muestra palmariamente en un contemplativismo y/o clasicismo que conduce a un fatalismo teórico-conceptual en la academia cubana insular y exiliar, y practico, en la incapacidad de formular programas políticos coherentes.
Porque lo “necesario” dimana de la percepción que los sujetos de la política [o las ciencias políticas y sociales por extensión natural] se conformen, y no de las realidades que están llamados a modificar o a explicar. En política no es lo que “es”, sino lo que “se percibe que es”. Y ante la testaruda y contundente evidencia imposible de explicar o transformar, que constituye un castrismo en tanto sistema de absoluto control político y social próximo a cumplir 52 años y en franco proceso de metamorfosis neocastrista a la vista de todos, emplear el recurso del “enemigo externo” es francamente plausible.
El castrismo nunca ha sido parco en emplearlo, y es pilar sustantivo no solo de la maquinaria de propaganda, sino que se emplea como política de estado que encuentra resonancia en todos los eslabones de la pirámide estructural-funcional y de castas que conforma el sistema. Sin embargo, su rasgo distintivo en el castrismo no radica solo en su inescrupuloso uso, sino ante todo en que forma parte intrínseca de la justificación apriorística de la “imperfectabilidad” de lo “perfecto”.
Lo “perfecto”, entendido aquí como lo humano y temporalmente “justo”. El castrismo como proyecto social se presenta como lo justo posible, solo limitado en su perfectibilidad por el “enemigo externo”. De ahí que cualquier medida para garantizar la “justeza” que el castrismo se arroga, sea moral y éticamente asumible.
A tales efectos, está absolutamente justificado recolectar información de inteligencia sobre Estados Unidos y vender a terceros la que consideren oportuna, asesinar a un prisionero de conciencia, mantener en la cárcel por mas de 30 años a un antiguo combatiente, o fusilar sumariamente al mejor de sus generales.
En el paradigma social castrista, las “conquistas” sociales en materia de salud, educación, cultura y deportes, son atributos de la Revolución benefactora, en tanto la imposibilidad de ser potencia en estas esferas de la vida social solo se explican por la perfidia imperfectible del “enemigo externo”.
Ni la academia cubana en su más amplia acepción [insular y exilar], ni los partidos ni organizaciones políticas, independientemente del espectro político en que se ubiquen, han logrado ni lo uno ni lo otro.
El régimen, agotada la credibilidad de la tesis del “enemigo externo”, se ha quedado sin argumentos capaces de articular un nuevo paradigma social crucialmente necesario. Pero como no tener nada que decir no es razón suficiente para permanecer callado, en la concepción mafiosa de guapo de barrio que sostiene el clan, la maquinaria de propaganda del régimen, y el propio Fidel Castro, personalmente, no descansan en la transmisión neurolingüística de que lo perfectible castrista es continuamente saboteado por el “enemigo externo”. No es solo una izquierda que soslaya los crímenes más horrendos en aras de una utopía a ultranza, o bloques políticos que extienden su antiamericanismo visceral a cualquier hacedor de consignas antiamericanas, o inmorales hombres de negocios en busca de una utilidad contaminada, o adolescentes encrispados; es mucho mas serio cuando constatamos que una inquebrantable luchadora por los derechos humanos y Premio Nobel de la Paz como Aung San Suu Kyi, muestra junto a la imagen de su progenitor y Padre de la nación Burma, una fotografía de Che Guevara.
Es ética y moralmente criminal soslayar estas realidades en los medios y en términos académicos, pero lo es aun más en el terreno de la realpolitik. Y es que salvo excepciones puntuales y muy limitadas, el castrismo disfruta de un escenario donde no encuentra una oposición alternativa efectiva a su desenvolvimiento.
Y ello no es una protección de Ògun [2] por los Ebo [3] ofrendados, o una conspiración internacional tipo “Illuminati”, como muchos fervientemente creen, sino el resultado de una labor multifacética, metódica, sostenida, minuciosa y brutal, de represión y coerción social, que comenzó antes de 1959 [4] y que emana de la propia naturaleza del régimen.
Sin embargo, en la entelequia en que han coexistido Nación-Revolución-Fidel, y que denominamos castrismo, se ha producido una profunda e irreparable fractura en términos del paradigma social que la ha sostenido.
El obstinado igualitarismo derivado del retrogrado paradigma castrista, en tanto mecanismo regulador en todas las esferas de la vida nacional, y que fuera reconocido por Raúl Castro como un elemento “desestimulante” en el desarrollo del país, es hoy reconocido como absolutamente disfuncional, a pesar y sobre las tibias medidas aperturistas tomadas por el actual presidente.
Mientras unos exageraban las repercusiones de tales medidas, otros sencillamente desconocían el valor intrínseco de las mismas. Un paradigma social no es algo que se modifica con cada estación, sino que se acerca más a una visión de futuro necesariamente comulgable por una masa critica de la población y los parceleros del poder.
Amplios conocedores de las experiencias transicionales ocurridas en Europa del Este y Asia, y expertos en simulación y manipulación, el castrismo ha venido introduciendo a ritmo de “rana hervida” y muchas veces sin acaparar titulares en los medios, nuevos elementos constitutivos del paradigma social neocastrista [5].
A un país como Nueva Zelanda le tomo 10 años realizar las reformas necesarias. China y Vietnam llevan 30 y 20 enfrascadas en las mismas, y nadie puede asegurar cuanto tiempo más tomará realizar los ajustes requeridos en el mundo occidental. Mucho menos en los casos de Grecia, Islandia, Portugal y España.
Los “impacientes” de todas latitudes que claman a degüello por la aceleración de las transiciones, son desconocedores de la complejidad de las mismas, o ingenuos, o irresponsables, o provocadores, pues es imposible que un proceso de reformas transcurra al ritmo con que se cocina un chicharrón.
Comulgar con el ritmo de las reformas que se tienen previstas no significa en modo alguno estar de acuerdo con el signo de las mismas. Los que confían en una democratización de la sociedad cubana por esta vía deberán aguardar un largo tiempo antes que las mismas comiencen a ocurrir. La manipulación, la coerción social y la represión continuarán funcionando con perfeccionada eficacia en los nuevos escenarios.
Si conjuntamente con el levantamiento de las restricciones iniciales para la compra de artículos por siempre prohibidos, se hubiera ejecutado el despedido de medio millón de trabajadores, los escenarios podrían haber sido otros. Y es que el castrismo siempre ha evitado el uso extensivo y excesivo de la fuerza represiva como método de control social, limitándose a su aplicación puntual en los casos en que lo han considerado oportuno. No estamos haciendo un juicio ético, sino de realpolitik. No por gusto las primeras medidas “reformistas” se enfocaron en las que se denominaron “innecesarias restricciones”. Esto, por cierto, no es novedoso: todas las reformas estructurales conocidas han comenzado por eliminar lo que puede ser eliminado sin mayores contratiempos.
Porque hasta estos momentos el régimen se había “equivocado” intencionalmente. Ellos bien saben que el igualitarismo genera no solo pobreza, sino pobreza estructural, que ha sido uno de los factores esenciales del control social; en tanto la equidad social y económica son creadores de riqueza y crean una cierta independencia respecto a los centros de poder, lo que habían venido contrarrestando por medios populistas, nacionalistas, político-ideológicos movilizativos y represivos, hoy definitivamente obsoletos.
Ante este hecho cierto y la relativamente próxima desaparición física de los fundadores del Clan de Birán, el régimen no tiene mas alternativa que transmutarse en neocastrismo, con un nuevo paradigma social y con un nuevo liderazgo raigalmente leal al clan.
En un régimen totalitario y parasitario, que durante más de medio siglo ha empleado todo tipo de métodos y procedimientos para contener la inserción de Cuba en el limitado curso positivo del desarrollo que constituye el crecimiento económico, ahora afloran como los efectivos salvadores de la nación perfectible, creando un proyecto economico [6] –nunca politico- factible, viable y comulgable por una masa critica de la población y la nomenklatura y no para, siguiendo a Kumar, eliminar definitivamente la pobreza estructural, sino para acotarla en los marcos del nuevo paradigma.
Esta transición al neocastrismo y no a una sociedad democrática, por la que han dado su vida y sufrido innombrables horrores miles de opositores al régimen, se está ejecutando a la vista de todos de manera inexorable. Dependerá de muchos factores el que la misma se concrete con el menor trauma social. Las transiciones, según muestra la experiencia histórica mas reciente, son procesales y conllevan incertidumbre y costos sociales asociados, y en Cuba no esta siendo diferente y no lo será.
Lamentablemente, aun se escuchan voces clamando por el comienzo de una genérica y esotérica transición a la democracia, sin que se precisen más detalles que generalizadoras expresiones de “democracia”, “libertad”, “liberen a los prisioneros de conciencia” etc., lo que, siendo legitimo, no articula un programa político concreto, consensuable y alternativo al castrismo.
Mientras la academia exiliar no se da por enterada del asunto y se refugia en un tono doctoral y un clasicismo extemporáneo, analizando temas tan importantes como la economía del “merengue” [7] o la Cuba dentro de 10 años, la academia insular se muestra paradójicamente más activa por medio de intelectuales orgánicos como Aurelio Alonso [8], Omar Everleny y Pedro Campos, que lideran de alguna forma tres aproximaciones diferentes, pero en cierto sentido complementarias, a las cuales habría que añadir una dirección mas pragmática, nucleada alrededor de la figura del actual Vicepresidente del Consejo de Ministros y Ministro de Economía y Planificación, Marino Murillo.
Que luego de producirse el “Pacto de los Generales” la alta nomenclatura política, militar y burocrática asocie sus esperanzas de supervivencia al paradigma neocastrista que es encargado de implementar en lo económico Marino Murillo, no debe resultar una sorpresa para nadie. Así funciona el sistema de castas, donde sus miembros son leales. ante todo, por razones de supervivencia gregaria.
El futuro no está predeterminado, como muchos consideran, incluyendo a los castristas, y está igualmente sesgado por lo imponderable y la incertidumbre. Lo que ocurrió en Eslovenia, Rusia, China o Rumania [solo para mencionar algunas experiencias diferenciales], es válido en tanto experiencia histórica, pero en modo alguno prefija los límites del ámbito transformacional en Cuba. .
De tal manera que el pasado no compulsa a un futuro particular inexorable; sino que el mismo es potencialmente múltiple, flexible, alternativo, incierto y caótico; por tanto, es cognoscible y manipulable, siempre y cuando las sucesivas aproximaciones conceptuales al mismo consideren a la realidad que se nos presenta, ante todo, en su naturaleza holográfica.
La crisis de percepción que se observa en los estudios cubanos y en la concreción del futuro deseado por los sujetos políticos históricos en todas sus tendencias, desde los castristas ortodoxos y los neocastristas oportunistas, hasta el exilio histórico y la oposición contemporánea, se asocia a la simplificación de que a iguales causas siempre le sucederán similares efectos.
Porque el orden y la predicción apriorística siempre se remiten a un patrón previo, que para Cuba no son mas que las transiciones de Europa del Este, China y Vietnam. Entonces ocurre que lo que no se verifica con el patrón previamente seleccionado se desecha, encasillando la transición cubana en el “modelo” chino, checo, ruso, o cualquier otro que hubiese sido previamente considerado.
En lo que constituye aun una explicación pendiente de las Ciencias Sociales, Cuba siempre ha llegado “última” a todas las grandes transformaciones sociales experimentadas. Pero ello ha permitido emprenderlas con un conocimiento sintetizado de las múltiples experiencias anteriores. A pesar de las frustraciones vertidas por todos los que tienen una opinión respecto a los cambios que se están ejecutando actualmente en Cuba, hay que reconocer que Raúl Castro lleva razón cuando afirma que “… en la actualización del modelo económico cubano, no estamos copiando a ningún país, que es un producto autóctono, ajustado a nuestras características, y sin renunciar en lo más mínimo a la construcción del Socialismo”; donde solo la ultima palabra debería ser sustituida por neocastrismo.
Por otro lado, aquella frase que se afirma pronunció el dictador Francisco Franco cuando preparaba la sucesión, de que “Todo queda atado y bien atado”, y que encuentra en Cuba su variante isleña con los Pactos de los Comandantes primero, y de los Generales posteriormente, desconoce que la extrema sensibilidad de los sistemas sociales [complejos] a perturbaciones mínimas, en sucesivas iteraciones, puede generar consecuencias impredecibles.
Porque en modelación de escenarios complejos la probabilidad de ocurrencia de un fenómeno es la cuantificación de su posibilidad, entonces ligeras variaciones en los parámetros considerados pueden arrojar escenarios en un diapasón de rangos tan amplios que intentar extraer conclusiones de ellos es una insensatez.
En el probable caso de que Alejandro Castro Espín fuera el sucesor designado para encabezar realmente el neocastrismo, independientemente de cualquier burócrata que ocupe un cargo de primer nivel de manera formal y sin poder real, habría que considerar la variante de que un grano de polen ingenuamente trasladado por una bella mariposa le dañe irreparablemente la visión del único ojo que tiene disponible, ya que el otro lo perdió en un vulgar accidente en Angola.
Dicho de otra manera, todos los sagrados pactos y juramentos “sin “mariconás” convocados por Fidel y Raúl Castro como garantía absoluta de que se preservaría por encima de todo la supervivencia exitosa de “La Familia”, no importan las adversidades que se presenten en el futuro, dependerían de que no se afecte seriamente la visión del delfín neocastrista. Lo otro, seria la guerra implacable entre los hoy sumisos, leales y “jurados” compañeros de la revolución por preservar y ampliar todo lo posible sus parcelas de poder.
Con la seriedad y meticulosidad que el castrismo le presta a estos asuntos, la alternativa a este contratiempo debe estar prevista en los planes de contingencia, pero en tanto las probabilidades siempre están normalizadas y la difusidad que determina la ambigüedad de los sucesos se incrementa en momentos transicionales y críticos como los presentes y por venir, no existen, como ha demostrado hasta la saciedad la historia, alternativas absolutamente plausibles.
Luego, lo que está ocurriendo en Cuba hoy, aunque subsistan personas que insistan en desconocerlo, es un proceso ya acelerado de transición al neocastrismo, y no porque haya sido una voluntad liberadora de los Castro a pesar de la sucesión controlada y supervisada de Castro I a Castro II (desde antes de su renuncia “provisional”), sino porque el régimen, luego de buscar desesperadamente en los últimos años un padrino económico no muy interesado en inmiscuirse en los discursos de La Habana, que complementara y eventualmente asumiera el rol del chavismo a cambio de concesiones económicas y militares, se ha visto obligado a reconocer de facto lo insustentable del proyecto.
Y este reconocimiento no está asociado a la afirmación de Fidel Castro en su entrevista con el periodista Jeffrey Goldberg y la experta norteamericana en relaciones exteriores Julia Sweig, de que "el modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros", porque la misma no es un lapsus mentis de un ciertamente decrépito Castro, sino una de las tantas “medidas activas” que constantemente están aplicando, para posteriormente analizar cuidadosamente los feedbacks que generan.
La entelequia castrista Nación-Revolución-Fidel, que se fractura definitivamente cuando las bases sociales identifican a este ultimo como el factor causante de la crisis permanente, no puede ser sustituida por una entelequia equivalente del tipo Nación-Revolución-Raúl, sino que requiere la creación de un nuevo paradigma social ajustado a las expectativas de las bases, so pena de perderlo todo.
Porque en la percepción de la población, incluyendo a la nomenklatura, el “enemigo externo” ya no es más un factor de la imperfectibilidad del sistema, sino un elemento de perfectibilidad que contribuye a mitigar la pobreza estructural que ha creado el “enemigo interno”.
Mientras el “enemigo interno” provoca un estancamiento social y económico y la deformación de los valores culturales de la nación, el ahora “amigo externo”, envía anualmente un billón de dólares en remesas familiares.
En tanto las tasas de inversiones productivas en bienes de consumo y servicios no permiten la reproducción sustentable de la sociedad, y por consiguiente las malangas y calabazas son productos casi exóticos, el “amigo externo” es el principal proveedor de alimentos al país.
Si el “enemigo interno” produce anualmente de forma artesanal 120 arados y cosechadoras de tracción animal para el sector que garantiza la seguridad e integridad del país, todos saben que el “amigo externo” puede sustituir la guataca y el machete por equipamiento y tecnologías de punta, donde el brutal trabajo manual se reduce al control de los mismos.
Por otro lado, si el ahorro personal en la finca del “enemigo interno” es misión imposible, los poseedores de importantes sumas de dinero con potencialidad capitalizable, que las tienen en cuentas bancarias del Estado o enterradas a tres metros de profundidad de la mata de ciguaraya del patio, las han obtenido gracias a su actividad al margen de la rígidas reglas del “enemigo interno” y/o gracias a la “FE” depositada en el “amigo externo”. [9]
El grave conflicto que esto representa se ubica en que esa masa monetaria en manos de la población con posibilidades de convertibilidad a CUC no encuentra una oferta de bienes y servicios que se corresponda con la aun básica, pero en proceso de estructuración acelerada, demanda solvente en manos de la población. Ello ejerce una presión inflacionaria que se verifica en todos los mercados, estatales o no, incluyendo el mercado negro o informal. El hecho es que no nos estamos refiriendo a necesidades e intereses acumulados durante más de medio siglo de carencias materiales y espirituales, sino de tenedores de masas de dinero con capacidad de generar y estructurar demandas.
Como el recetario medico cubano se ha reducido a prescribir aspirina contra cualquier malestar o “virosis” innombrable, el “amigo externo” y la “FE” se encargan con pronta solicitud de mantener en niveles primer-mundistas la esperanza de vida en la finca del “enemigo interno”.
Esta transmutación del “enemigo” de externo a interno es la expresión precisa de la fractura irreparable del paradigma social castrista. Y nadie lo ha entendido mejor que ellos, aunque solo fuera por razones de supervivencia como clan.
Mientras la falta o inapropiada inversión genera estancamiento, bajas rentas y ahorros públicos y privados mínimos e irrelevantes en términos macro-económicos -a pesar de los cambios frecuentes de funcionarios- lo que a su vez impiden financiar la inversión, se erige en la clave del círculo vicioso de la socioeconomía cubana. Por otra parte, la inversión adecuada genera crecimiento y desarrollo económico, eleva las rentas públicas y privadas, lo que estimula el ahorro, que a su vez permitirá financiar las nuevas inversiones, generando el círculo virtuoso base de la real transición, al menos hacia el desarrollo económico. [10]
Una agresiva política monetaria expansiva mediante la reducción de las tasas de interés y el encaje bancario permitiría elevar el financiamiento del consumo privado y los proyectos de inversión empresariales, con la misma masa monetaria disponible. También se podría instrumentar la venta de deuda pública con el objetivo de incrementar los volúmenes de efectivo disponible para lograr un mayor multiplicador de los mismos. Nada que lesione los “sagrados” principios del socialismo “kubiche”, muy por el contrario, seria un factor importante en que algo más que la malanga y la calabaza llegaran a la mesa del cubano con estabilidad, y que las empresas aun estatales puedan encontrar oportunidades de reanimación.
De ahí que haya que comulgar con la concepción de Popper sobre un optimismo sustentando en la permanente disponibilidad a la corrección, que nos permita aprender de nuestros propios errores, sea para unos y otros piedra angular en el análisis de la realidad cubana.
Si la reproducción de la pobreza estructural ha constituido la base natural del autócrata, en tanto le permite un control social más efectivo, condenando a toda una nación a depender de sus órdenes para sobrevivir, el neocastrismo, por ley natural, irá cediendo espacios. No hay otra forma: chinos y vietnamitas lo han entendido perfectamente, y puestos ante la disyuntiva de elevar a niveles inadmisibles la represión, han optado por transmutarse de dictaduras totalitarias y autocráticas en dictaduras autoritarias.
Alternativa muy tentadora, viable y factible para un castrismo en fase de transformación sucesoria al neocastrismo.
Aprendida la lección teórica y constatada en diversas experiencias transicionales, entre las cuales la china y la vietnamita son sin dudas las más relevantes a los propósitos del clan, solo se trataba de implementarlas con un sentido preciso del tiempo histórico.
Con diferentes matices que van desde Carlos Alberto Montaner, que suscribe el absoluto fracaso de estas reformas [11], hasta Dimas Castellanos [12], que predice que surgirán nuevas contradicciones insolubles en los marcos del sistema, la mayoría de los analistas, incluyendo a algunos de izquierda, concluyen que la reforma económica no cumplirá los objetivos programáticos propuestos. Otros sin embargo, apuntan a una vuelta al capitalismo en Cuba.
Se insiste en que las nuevas directrices a la empresa cubana son un remedo de la fracasada experiencia del Sistema de Dirección y Planificación de la Economía empleado durante la segunda mitad de la década del 70 y primera de los 80, y del sistema de perfeccionamiento empresarial desplegado en las empresas militares con relativo éxito, pero fallido en la empresa civil salvo puntuales excepciones, todos ellos iniciativas de Raúl Castro. Y no les falta razón desde cierto ángulo.
Pero a diferencia de todas ellas, la actual decidirá en gran medida la supervivencia del proyecto castrista por lo cual “El modelo de gestión debe reconocer y estimular, además de la empresa estatal socialista, que es la forma principal en la economía nacional, las empresas de capital mixto, las cooperativas, los usufructuarios de tierras, los arrendadores de establecimientos, los trabajadores por cuenta propia y otras formas que pudieran contribuir a elevar la eficiencia del trabajo social”. [13]
Y esto, en términos cualitativos del tejido económico del país, es economía mixta pura y simplemente, independientemente de donde inicialmente se ubique el centro de gravedad del sistema. Ya lo decía el viejo zorro, que la pequeña producción mercantil genera capitalismo a cada instante.
Muchos de los críticos de las reformas desde variadas posiciones priorizan el tema de la propiedad como asunto clave en el éxito o fracaso de las mismas, de acuerdo con sus referencias. Y es cierto que el tema de la propiedad es un asunto cardinal, pero no decisivo en la orientación de un proceso tan complejo como este.
Como se ha verificado en innumerables oportunidades, la propiedad per se es un tema tan esotérico como el determinismo marxista, que la consideraba como “esencia” de las relaciones sociales de producción, considerando que la misma determinaba las relaciones de apropiación. Luego, saliendo de los salones académicos y planteándose el problema en su rutina cotidiana, ¿el conglomerado GAESA es propiedad social socialista o capitalista? ¿Y Antillana de Acero que opera bajo las estrictas normas de un plan central de asignación y distribución? ¿O una bodega de El Cano cuando distribuye 4 onzas de café normado es socialista, y cuando comercializa arroz a $3.50 la libra es capitalista? [14]
A nadie en su sano juicio se le ocurriría estigmatizar de socialista a George W. Bush cuando nacionalizó en el 2008 a Fannie Mae y Freddie Mac, las mayores compañías hipotecarias del mundo. En los propios Estados Unidos el volumen de operaciones de las empresas públicas sobrepasa los US$ 625 billones, mientras que España cuenta con más de 3,800 que generan más del 5% del PIB.
No fue hasta 1988 que el gobierno chino comenzó el proceso de conversión de empresas estatales en privadas, manteniéndolas sin embargo bajo control estatal. Tardaron seis anos más, para que en 1993 se emitiera la primera ley que autorizaba el funcionamiento de la empresa privada.
Hace tres años, las empresas públicas chinas invirtieron US$ 191.0 billones, de los cuales mas de US$ 52.1 billones se ejecutaron en el sector del petrolero y petroquímico, mientras US$ 57.1 billones fueron dirigidos al sector energético, aproximadamente el 47.3% del total de las inversiones realizadas, incluidas las inversiones directas extranjeras.
Si antes de 1978 el 77.6% de la economía era pública y el 22.4% colectiva, para el año 2003 solamente el 47.3% de las ventas se localizaban en el sector publico, el 6.8% en formas cooperativas, y el resto en las empresas privadas, incluyendo a las extranjeras [45.9%].
Por otra parte, uno de los elementos más notables del proceso chino se ubica en el carácter de las reformas empresariales del sector público. Para el año 2003 el 80% de las 4,371 empresas principales se había convertido en compañías, cifra que se incrementa al 90% para el caso de las empresas medianas y pequeñas. La transformación de las empresas públicas en compañías públicas tuvo como elemento vertebral la aplicación de algo inventado siglos atrás y que se constituyó en uno de los dinamizadores de la economía capitalista: el sistema de propiedad por acciones.
Hasta un personaje de tan pocas luces como Hugo Chávez, ha declarado que las nuevas y futuras reformas del modelo cubano cada vez se aproximan más al sistema mixto venezolano.
Lamentablemente, todavía demasiados no distinguen las necesidades de las demandas. La satisfacción posible de las necesidades se realiza verticalmente mediante la distribución, en tanto la satisfacción de las demandas estructuradas que no son mas que necesidades expresadas en un deseo de compra con poder adquisitivo para ello, remite a un mercado básicamente horizontal y no a meras cadenas de distribución, aunque las suponga.
El sicólogo social Erich Fromm [1900-1980] acertó cuando expresó que el poder no es vertical ni vinculante, sino circular, en el sentido en que el “dominado” requiere de un “dominador” que le haga segura la vida. No se si algún ilustrado miembro de “La Familia” habrá estudiado a Fromm, pero lo pareciera.
Pero tanto necesidades como demandas están restringidas por la riqueza material y espiritual creada, por lo que la satisfacción del “deseo” de seguridad no surge tanto del miedo como de la privación de lo necesitado o demandado.
Luego, el programa de reformas económicas que implementa el castrismo es socialmente consensuable y permite reestructurar un nuevo paradigma social en torno a los mecanismos de la privación. ¿Posibilitará a su vez que actúe como forma de disuasión para que los “súbditos” de la realeza biranense asuman sus deseos?
Parejamente con ello, el neocastrismo requiere la modificación de los esquemas mentales actuales, no solo de la nomenklatura, sino también de la población. La construcción de un nuevo paradigma social, en el cual el estado se transmutará de totalitario en autoritario, pero controlador y fiscalizador, es una ruptura que debe ser instrumentada paulatinamente para evitar el caos.
En ello trabajan fuertemente. Empleado procedimientos de la Ontointeligencia, trazan estrategias comunicativas a partir de los “catalizadores” e “inhibidores” de la inteligencia social e individual. Las frecuentes “medidas activas” de un Fidel Castro, un Ricardo Alarcón y una Mariela Castro, son buena prueba de ello.
Porque la transición inevitable del castrismo al neocastrismo no es solamente biológica y no se limita a la sucesión de una nueva élite de poder. No es solo un tema generacional, aunque lo parezca a los partidarios de que desaparecidos los Castro, milagrosa y automáticamente, florecerá la democracia en Cuba.
Conjuntamente con la sucesión generacional, se requiere la re-institucionalización del país, tarea en extremo compleja que no puede ser ejecutada con el mismo frenesí propagandístico con que se convoca una marcha por el 1ro de Mayo o a romper discos en la Calle Ocho, y que no concluye con ella, pues es un largo proceso siempre inacabado.
De hecho, el régimen de La Habana, en contra de la opinión de muchos autores, está ejecutando una profunda anti-terapia de choque gradual, con vistas a conformar el nuevo paradigma a asumir por la nomenklatura y la población. Esto, que en ciencias políticas se conoce como ingeniería social fragmentaria, en contraposición a la utópica por la que se despeñaron las élites rusas en su momento, es el sendero por el que acertadamente se despliega el castrismo, siguiendo discrecionalmente a chinos y vietnamitas.
Concluir que la versión de la reforma económica presentada es definitiva, es un error; pues no es posible contar con un acabado plan general, siendo ante todo un mapa estratégico, donde las variantes de acciones concretas se derivan y modifican de acuerdo con aquellos segmentos del entramado social que presentan mayores urgencias potencializadoras o desestabilizadoras.
De forma diáfana, a la vista de socio-colaboracionistas españoles, checos anti-comunistas, radicales del Tea Party y libertarios de la Casa Blanca, anticastristas históricos y de nueva generación, demócratas insulares y del exilio, luchadores incansables por los derechos humanos y cubanos “de a pie”; en un contexto que algunos no entienden mientras otros se resisten a entenderlo, les guste o no, el castrismo está realizando la transición al neocastrismo.
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[1] C. Robin sugiere que el mundo político se funda no sólo de las amenazas externas que ponen en peligro a la sociedad, sino también de la simbolización de un enemigo externo que paralelamente permite el ejercicio de poder. Dentro de esta perspectiva, el miedo se comprende como una base o trampolín hacia la dominación de las controversias subyacentes antes del momento crucial que ha despertado a la sociedad. Ese momento mítico es reinterpretado siguiendo una lógica bipolar de amigo/enemigo y genera la movilización de recursos humanos o materiales con fines específicos. En los enemigos, por regla general, se depositan una serie de estereotipos con el fin de disminuir su autoestima y masculinidad. Demonizados no tanto por lo que han hecho sino por sus conductas sexuales, atribuimos a ellos grandes desordenes psicológicos. La incorregibilidad de estas anomalías conlleva a la idea de confrontación y posterior exterminio. El miedo como sentimiento primario sub-político debe ser comprendido en tanto resultado de las creencias se encuentra vinculado a la ansiedad. En este contexto, Robin sugiere que el miedo político no debe entenderse como un mecanismo “salvador del yo” sino un instrumento de “elite” para gobernar las resistencias dadas del campo social. Las aristocracias capturan y re-simbolizan los eventos externos para perpetuar su poder (a veces nombrando chivos expiatorios) y los valores culturales que rigen a la sociedad. Por ese motivo, ninguna catástrofe, por más terrible que sea destruye el poder hegemónico de los grupos elite.
2] Se divide también en innumerables caminos o pasajes, que lo ligan a distintas situaciones, virtudes o cualidades, generalmente en relación con los caminos, la guerra, los metales y las armas.
3] Sacrificio a una deidad en la religión Yoruba.
4] Palma Soriano, 12/26/58 / 8:00 p.m.
Ché:
No tengo en este momento [tiempo] de hacerte una larga carta ni tengo facilidades para hacerlo, por no contar con otra luz que la de una linterna.
Considero que estás cometiendo un grave error político al compartir tu autoridad, tu prestigio y tu fuerza con el Directorio Revolucionario.
La guerra está ganada, el enemigo se desploma estrepitosamente, en Oriente tenemos encerrados diez mil soldados. Los de Camagüey no tienen escapatoria. Todo eso [es] consecuencia de una sola cosa: nuestro esfuerzo. No tiene sentido aupar [a] un grupito cuyas intenciones y cuyas ambiciones conocemos sobradamente, y que en el futuro serán fuente de problemas y dificultades. Tan soberbios y presumidos son, que ni siquiera han acatado tu jefatura, ni la mía, pretenden erigir una fuerza militar autónoma y particular que no podremos tolerar de ninguna forma. Quieren en cambio compartir los frutos de nuestras victorias para robustecer su minúsculo aparato revolucionario y presentarse el día de mañana con toda clase de pretensiones. Es necesario que consideres este aspecto político de la lucha en Las Villas como cuestión fundamental.
Por lo pronto, es de suma importancia que el avance hacia Matanzas y La Habana sea efectuado exclusivamente por fuerzas del Movimiento 26 de julio. La Columna de Camilo debe constituir la vanguardia y apoderarse de La Habana cuando la Dictadura caiga si no queremos que las armas de Columbia se las repartan entre todos los grupos y tengamos en el futuro un problema muy grave.
En este momento la situación de Las Villas constituye mi principal preocupación. No comprendo por qué vamos a caer en el mal que motivó precisamente el envío tuyo y de Camilo a esa Provincia.
Ahora resulta que cuando podíamos haberlo superado definitivamente, lo agravamos.
Fidel Castro R.
Palma Soriano
Dic. 26, 58
7 y 30 p.m.
[5] Ver la experiencia transicional de Eslovenia
[6] Proyecto de Lineamientos de la política económica y social del PCC
[7] La Economía "Merenguera", del Dr. Salazar Carrillo
[8] Opinión, Aurelio Alonso: El reto de la economía sigue siendo para Cuba esencial
El reto de la economía sigue siendo para Cuba el reto esencial. Como en los primeros días, podría añadirse. Hoy con un nivel de irregularidades en el espectro de las relaciones económicas internas generadas por el solapamiento de los efectos de la caída de los noventa y los de un paquete insuficiente de reformas. Deformaciones en la economía interna que no padecía antes de los noventa. Pero hoy cuenta también con un capital profesional que no tenía entonces. El experimento socialista cubano se acopla a este momento de cambio continental con ese capital, el de contar con más del 12 o 13% de la población cubana con un nivel escolar profesional. Es decir, un alto nivel de población universitaria. Aunque también comporta una contradicción, que parte de la baja la tasa de aprovechamiento que el sistema cubano tiene la capacidad de hacer, en sus condiciones actuales, de ese capital profesional.
Estimo importante también, en la perspectiva de la integración emancipatoria, que Cuba descubriera por primera vez en la América Latina que la soberanía no es un tema jurídico. Y también, diría yo, que se acercara así a otra comprensión de su verdadera naturaleza. Nosotros de algún modo creímos, con la victoria del 1959, y volvimos a creer aún cuando derrotamos la invasión diseñada, armada y apoyada desde los EE.UU. en 1961, que la soberanía estaba plenamente lograda, y no es así. Evidentemente la soberanía hay que defenderla todos los días, mientras prevalezca un orden y una hegemonía imperial. Y ahí está la clave de la capacidad de resistir. Y de subsistir, dentro de esa resistencia, con un proyecto que aspire a imponer la justicia social y la equidad por encima de la lógica de la ganancia.
No hablo de borrar la lógica de la ganancia, es evidente que no puede darse así: la cuestión sería ampliar progresivamente los espacios a la lógica de la justicia social y de la equidad frente a la lógica de la ganancia, sin sacrificarla. Si se sacrifica la ganancia ¿con qué vamos a costear lo otro? Seguramente va a darse con exigencias distintas en cada una de nuestras experiencias. La cuestión es no perder la brújula.
Insisto, para terminar, en que Cuba es una demostración de que no valen los modelos, sino las experiencias sistematizables. Tenemos una experiencia, hay que ver ahora en qué medida esa experiencia es capaz de autocorregirse, de mejorarse, de hacerse sistematizable, de servir a otros como experiencia pero no como modelo -recuerdo a Fidel Castro en 1979 cuando prevenía al sandinismo de que no nos imitaran: “no caigan en nuestros errores”, dijo en varias ocasiones-. Y creo que también hay goznes conceptuales que son muy importantes, esenciales, y que tenemos que relativizar, revisar, actualizar, someter a la crítica de la historia conceptos que reclaman una connotación socialista creíble, como los de irreversibilidad, de transición, de democracia, de desarrollo, y otros muchos.
Tenemos que introducir flexibilidad, diversidad y a la vez consistencia en esta tarea que tenemos por delante. Tenemos mucho que debatir y reflexionar. [negritas-lg]
[9] L. Gonzalez/ 699.7 millones de pesos cubanos, unos 29 millones de cuc, salieron también de la circulación bancaria. Solo considerando estos factores, la población cubana ha puesto fuera del ámbito gubernamental 3,902.5 millones de pesos cubanos [mas de 162 millones de cuc], que sumados al saldo promedio aproximado en cuentas de ahorro de unos 6,200 millones hace que la disponibilidad de dinero de los cubanos sobrepase los 10 mil millones de pesos [10 mil 102 millones, unos 420.9 millones de cuc] el 21.3% del Producto Interno Bruto de Cuba en el 2007.
[10] “Pienso para concluir, que no es posible construir la justicia deseada desde la pobreza,…” Cuba: ¿Revolución o reforma?/ Enrique Ubieta.
[11] “Pero todo es una fantasía. Su reforma del aparato productivo fracasará, como ocurrió con las otras seis anteriores que ha implementado el gobierno a lo largo de más de cincuenta años. Raúl cree que el sistema se salva si las empresas en poder del Estado se vuelven eficientes y rinden beneficios. Las va a operar con criterios comunistas, pero va a juzgar sus resultados con categorías del capitalismo. Eso es un disparate. Quiere que las empresas produzcan cada vez más con cada vez menos, que es la esencia de la productividad capitalista, y por eso en el plazo de dos años va a lanzar al desempleo a un millón trescientas mil personas, una cuarta parte de la fuerza laboral, sin advertir que el pecado original del modelo comunista está, precisamente, en la propiedad estatal de los medios de producción y en la existencia de un poder central planificador manejado por burócratas que toman las decisiones, determinan los precios artificialmente y aplastan la creatividad y el espíritu emprendedor de la sociedad”. Raúl Castro y el genio de la lámpara.
[12] “Si los fracasos y la crisis actual se produjeron con el actual modelo socialista, plantearse que sólo con él se podrán vencer las dificultades, es lo mismo que anunciar por adelantado sus resultados negativos. El descalabro actual obliga a reconocer que el modelo fue mal aplicado o en su lugar que no servía. El primer caso implica la responsabilidad de los que lo aplicaron; el segundo, la necesidad de su sustitución. En ambos saltan a la vista los errores del gobierno anterior, que es el mismo gobierno de ahora […]El valor principal de los Lineamientos consiste en el reconocimiento de la necesidad de cambios y en que sus limitaciones y contradicciones, al anular los objetivos propuestos, generarán nuevas contradicciones que obligarán a la profundización de las reformas, en un contexto desfavorable para dar marcha atrás”. El Proyecto de Lineamientos: simples enunciados.
[13] “Proyecto de Lineamientos de la política económica y social”, p. 8
[14] Atilio Boron: “Va de suyo que el camino a recorrer por la Revolución Cubana no será nada fácil y se encuentra erizado de peligros. A las dificultades propias de toda transición se le agregan los derivados del infame bloqueo impuesto por Estados Unidos (y mantenido por el Premio Nóbel de la Paz Barack Obama), el permanente bombardeo mediático y las presiones a que se ve sometida la isla procurarán por todos los medios hacer que las reformas socialistas degeneren en una reforma económica capitalista. El quid de la cuestión está en la brújula política, la orientación que tendrán estos procesos de cambio. Y el pueblo y el gobierno cubanos disponen de una muy buena brújula, probada por más de medio siglo, y saben muy bien que es lo que deben hacer para salvar al socialismo de las mortales amenazas que le plantea el agotamiento de su actual modelo económico. Y saben también que si hay algo que liquidaría las conquistas históricas de la revolución, que las barrería de un plumazo, sería la re-mercantilización de sus derechos y su conversión en mercancías. Es decir, la reintroducción del capitalismo. Y nadie quiere que tal cosa ocurra”. [Subrayados-LG]
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