Castrismo y "pachanga" política juvenil
Lázaro González/Cubanálisis-El Think-Tank
“¿...si de la patria no tenemos nada? “Mi patria”, pero mi patria no me da nada, mi patria no me sostiene, en mi patria me muero de hambre. ¡Eso no es patria! Será patria para unos cuantos, pero no será patria para el pueblo. Patria no solo quiere decir un lugar donde uno pueda gritar, hablar y caminar sin que lo maten; patria es un lugar donde se puede vivir, patria es un lugar donde se puede trabajar y ganar el sustento honradamente y, además, ganar lo que es justo que se gane por su trabajo…”
Fidel Castro
Como parte del ceremonial heredado de la era soviética, el régimen realiza generalmente con una periodicidad de 5 años los congresos de sus “correas de transmisión” con la sociedad, y que culmina con el siempre pomposo congreso del Partido Comunista de Cuba.
En tiempos de crisis eternas, el castrismo ha mantenido la rutina de celebrar los congresos de sus diferentes organizaciones fractales, que pretenden cubrir todo el espacio de la sociedad cubana, con la excepción del congreso del partido, que no se celebra desde hace ya 13 anos.
Es innecesario entrar en detalles como la “Dirección del País” –léase Fidel y Raúl Castro- violan indiscriminadamente los propios estatutos y el reglamento interno de la organización, que establecen la realización cada 5 años del congreso del partido, en lo que constituye la máxima expresión del autoritarismo personal del clan de Birán.
Como parte de ese proceso, en octubre del 2009 el Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas convocó la realización del IX Congreso de la organización bajo el siguiente principio: “Convocamos a todos los jóvenes a enfrentar cualquier actitud que constituya un riesgo para la fortaleza de la Revolución, teniendo muy presente la alerta del Comandante en Jefe, sobre los peligros que se pueden correr a causa de nuestros propios errores”.
Sin opciones, y con la máxima de que “dentro de la Revolución todo y fuera de la Revolución nada”, nuevamente cubre con su manto gris de intolerancia y parálisis una realidad incontrolable que se resiste a seguir bajos las bridas del castrismo.
Circunstancias que le hacen afirmar a Silvio Rodríguez, no importa que luego lo pongan de bufón de apertura, que hay que "revisar montones de cosas, montones de conceptos, hasta instituciones'…', tiempo de una mayor libertad de expresión y de eliminar la "r'' de revolución porque los cubanos están clamando por una "evolución'' y también que “Si estuviera en mis manos, yo habría amnistiado a esos cien presos que algunos llaman “de conciencia”.
En tanto, Pablo Milanes ha declarado que “Por eso he dicho que hace falta otra revolución, porque tenemos manchitas. El sol enorme que nació en el 59 se ha ido llenando de manchas en la medida en que se va poniendo viejo'', además de que “Hay que condenar a Castro desde el punto de vista humano si Fariñas muere, porque las ideas se discuten y se combaten, no se encarcelan”. Asimismo exige una explicación pública a la caricatura difamatoria de un cantautor aparecida en la página digital del Granma.
Mientras, Pedro Campos, nada sospechoso de ser un “mercenario”, encabeza una oposición alternativa al régimen cuando categóricamente afirma que "[Cuba debe]… avanzar hacia una nueva sociedad socialista que supere las reminiscencias del dogmático y fracasado esquema de corte neoestalinista''.
Otras personalidades de la cultura nacional han expresado públicamente sus puntos de vista, y entre ellas destacan Tania Bruguera y Ena Lucía Portela, quienes han suscripto el documento #OZT Yo acuso al Gobierno.
¿Qué está sucediendo con ese intelectual que de acuerdo con Gramsci debía brindar la justificación a la legitimidad del poder y facilitar el control social de las conciencias, y ahora se rev[b]ela como conciencia critica del poder que sirve? ¿Constituyen fenómenos aislados de oportunismo existencial y/o político, tolerados dentro de sus estrechos marcos o, por el contrario expresan, como el pináculo de un iceberg, solo la parte emergida de una irreparable fractura del consenso social en torno al proyecto castrista?
La celebración del IX Congreso de la UJC estuvo precedido por un meteórico proceso, que en apenas 6 meses realizo sus asambleas de discusiones a nivel de comités de base, municipios y provincias, y que dejó exhausto a un Machado Ventura, a pesar de repetir en todas las oportunidades su conocido discurso de exigencia, organización y eficiencia, y obligó a otro que tampoco esta para esos ajetreos, como Ramiro Valdés, a sustituirlo en los corre-corre por todo el país que significan el chequeo de las obras “priorizadas”. ¿Es que no hay otro cuadro del primer nivel dentro de los abultados Buró Político y Secretariado “confiable” en quien designar para esta tarea?
De acuerdo con Ernesto Corvo, segundo secretario del Buró Nacional de la UJC, se realizaron asambleas abiertas en más de 38,000 centros de estudio y de trabajo, durante las cuales participaron 349,375 militantes y 283,898 jóvenes, y se recogieron 113,760 planteamientos en todo el país.
Los temas de la agenda eterna del proceso que constituyeron los mismos de anteriores congresos fueron:
· Ejemplaridad y papel de vanguardia de la juventud comunista
· Responsabilidad ante el estudio y el trabajo
· Rechazo a las conductas inadecuadas
· Búsqueda de nuevas vías más efectivas para la realización del trabajo político-ideológico
De acuerdo con ello, 1 de cada 5 jóvenes hizo planteamiento que estuvieron limitados al funcionamiento de la organización y a los problemas de su radio de acción. Otros temas fueron vetados, dándole nuevamente la espalda a una realidad a la cual no son ajenos los jóvenes, sino que, por el contrario son sus principales protagonistas.
Sin embargo, Corvo no explica varios importantes hechos:
En primer lugar, que los jóvenes en el rango de edades para ser miembros de la UJC ascienden a 3.1 millones, en tanto el numero de militantes son 393 mil, para un magro 12.7%.
En segundo lugar, tampoco nos informa de las estadísticas de militantes que renuncian a esa condición, los que son expulsados, y los jóvenes que son propuestos para iniciar el proceso pero no lo aceptan.
De los más de 44 mil militantes activos de la organización que no participaron en el proceso, tampoco se explican las razones. Otro relevante dato, no objeto de análisis, lo constituye el hecho que solo el 44.4% de la juventud trabaja.
El IX Congreso de la UJC, el último de la era castrista, se conocerá como el que estableció diversos records muy difíciles de superar. El más breve para este tipo de evento en medio siglo, con solo dos días de duración, incluyendo las actividades colaterales que redujeron el tiempo de “análisis” y “debates” a unas breves intervenciones previamente programadas, y a la consabida votación unánime de todos los delegados.
Otra de las singularidades del más oscuro de los eventos lo constituyó el trabajo en comisiones antes de la presentación de un escueto resumen del informe central en el segundo día de sesiones. Conociendo que la planificación milimétrica de cada detalle es una característica de la organización castrista de este tipo de evento, el asunto no debe pasar inadvertido.
El congreso, que se desarrolló a puertas cerradas, igualmente se caracterizó por el secretismo, el tono conspirativo, el triunfalismo y la unanimidad absoluta; pero también por un nerviosismo reinante que invocaba la debacle en curso.
No se publicaron los acuerdos y resoluciones adoptados, como en oportunidades anteriores, y los mensajes de la prensa no pudieron ser más anacrónicos y distanciados de la realidad, en una esquizofrenia comunicativa derivada de la incapacidad del sistema de formular un nuevo proyecto social, y donde no podía faltar el consabido “Envían los cinco antiterroristas cubanos mensaje a Congreso de la Juventud Comunista”.
En el mejor estilo propagandístico de los años 60, los titulares de la prensa repetían hasta el delirio a oídos sordos del siglo XXI:
· El futuro somos nosotros mismos
· Sangre fuerte en los surcos
· Firmes fusiles femeninos
· Continuidad sin improvisación
· Crear conciencia de productores
· Los jóvenes ya son continuadores de la Revolución
· Enaltecer el trabajo como fuente de riqueza
· Para garantizar la guerra de todo el pueblo
· Crece papel de los jóvenes en los sectores productivos y de servicios de la Isla
· Los «embarazos» de un Congreso [se refiere a un grupo de delegadas que se encontraban embarazadas]
· Si hay algo que pedir son tareas
Y es que cualquier movimiento político que en Cuba pretenda acceder al poder o retenerlo, como es el caso del castrismo, tiene ante todo que construir un nuevo paradigma social que recoja y potencie las esperanzas y los sentimientos de cambios de las actuales generaciones de cubanos, que difieren radicalmente de las de sus predecesores.
Una de las prioridades del castrismo, si desea realmente transformarse en neocastrismo, es reconstruir urgentemente el maltrecho y minoritario consenso en las bases sociales, pero, en la obnubilación del poder, su aparato de propaganda les está haciendo un flaco favor.
Porque olvidan que en política la percepción de la realidad es la realidad misma. Cualquier aprendiz de comunicación social conoce que el mensaje se origina en un emisor que tiene un objetivo eminentemente conductual y está dirigido a un receptor, que lo decodifica en una primera fase y que posteriormente se produce un feedback por parte del receptor, que a su vez origina un nuevo mensaje por parte del emisor [Joseph Klapper].
De tal manera que los sucesivos ciclos de reelaboración del mensaje, conforman por si mismos un sistema adaptativo y generador de cambios.
¿Quiénes constituyen los receptores de los mensajes políticos emitidos en ocasión de este inútil congreso? La propia burocracia política, fiel por intereses, pero cínica e incrédula hasta los tuétanos. No la juventud del siglo XXI, a la cual se le dirige un mensaje retrogrado por naturaleza y desfasado temporalmente por más de medio siglo.
Y es que el mensaje, entre otros atributos, tiene que ser creíble, claro, y comprensible, pero también racional y emotivo. ¿Creerá sinceramente el coronel Rolando Borges, jefe del Departamento de Orientación Revolucionaria del Partido, que los mensajes elaborados cumplen con estos básicos elementos, y que los mismos efectivamente contribuyen a modificar y/o reforzar las actitudes conductuales deseadas en el publico objetivo –la juventud-, o también estará en el peligroso juego de actuar como el resto de la burocracia, y hacer lo que le mandan?
¿Entienden los estrategas de la ideología y la propaganda del régimen que el análisis del componente social de la juventud contemporánea y la cubana no es una excepción, por más que quieran, y exige un replanteamiento conceptual que permita comprender la realidad juvenil, por cuanto expresa una lógica existencial que la legitima?
Honestamente, no lo creo, porque la juventud expresa una democracia plural sin hegemonías coercitivas como las que se pretenden imponer con un discurso desvinculado de las realidades donde la misma se halla inmersa. Y porque, también, consideran a la juventud según un superado criterio de edad y no como una complejísima categoría social, lo que los lleva a observar y pretender manipular a la juventud desde la óptica de la “moratoria social”, es decir, considerándola en fase de preparación para ser un “adulto castrista”.
En el trabajo “La juventud y los retos de la actualidad”, de los investigadores residentes en Cuba, Dr. Gerardo Machado Alfonso, MCs. Luis Gómez Suárez y MCs. Rodrigo Espina, se exponen importantes consideraciones contextuales en torno a esta problemática, que evidentemente ni le prestan atención ni entienden los jerarcas cubanos aunque quisieran, pues es incompatible con su concepción de la sociedad cubana.
Porque la potencialidad de construir una sociedad democrática, participativa, incluyente, solidaria, justa y fraterna, les guste o no a unos y a otros, reside en los jóvenes y en los niños. También porque lo que se ha dado en denominar el espíritu juvenil capaz de construir nuevas utopías, cuestionarse modelos establecidos, el optimismo y la asunción de los riesgo inherentes, la vitalidad y el inconformismo, son incompatibles no solo con una totalitaria gerontocracia fracasada, corrupta e inmoral, sino ante todo con un modelo de concebir la sociedad absolutamente retrógrado desde las perspectivas históricas y humanas.
Aquella advertencia de Che Guevara que “No debemos crear asalariados dóciles al pensamiento oficial ni "becarios" que vivan al amparo del presupuesto, ejerciendo una libertad entre comillas”, se ha verificado en la minoría que, por temor, conveniencia u oportunismo, hace coro en las infamias de cada día. El “hombre nuevo” que pretendieron crear ha sido sustituido por el hombre real.
Desde la apología directa o ingenua, teóricos, analistas, y hasta personalidades de la política y la cultura en general, suelen atribuir a lo que eufemísticamente han denominado “Período Especial en Tiempos de Paz”, las actitudes, normas y valores conductuales de las generaciones más jóvenes de Cuba, omitiendo groseramente que el mismo es consecuencia de una concepción obtusa del desarrollo social y no causa de la miserable situación que experimenta la población en general y la juventud en particular.
El más rotundo mentís a estos apologistas de casas de protocolo o café con leche en cualquier bar europeo al aire libre, lo brindan las propias estadísticas del régimen. Mas 8.1 millones de cubanos residentes en la isla actualmente, nacieron después de la toma de poder por el clan biranense [71.9% de la población total] y fueron y son sometidos a todas las formas programación conductual.
Desde el fusilamiento y la cárcel, hasta la Campana de Alfabetización, y los campos de concentración de las llamadas “Unidades Militares de Apoyo a la Producción” [UMAP]. Desde las Escuelas de Instrucción Revolucionarias hasta el Servicio Militar Obligatorio, que envío a adolescentes a sangrientas e innecesarias guerras en el país y en el extranjero. Los planes de becas, las escuelas al campo y en el campo, la Asociación de Jóvenes Rebeldes, los “Cinco Picos”, la Unión de Pioneros de Cuba, las Brigadas Estudiantiles José Antonio Echevarria, la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, la Federación Estudiantil Universitaria, la Unión de Jóvenes Comunistas y sus planes de preparación para el ingreso, han constituido, entre muchas otras que abarcan espacios mas específicos de la realidad social juvenil, organizaciones dirigidas a lograr la sumisión y el control sobre este vibrante y mayoritario segmento de la población cubana.
Todas han fracasado en su misión, y la visión del “hombre nuevo” no se ha concretado ni en los propios hijos del Che Guevara ni en los de Fidel y Raúl Castro.
Una aproximación a las actitudes, normas y valores conductuales de la juventud cubana, como es costumbre que se realice, no es suficiente para revelar las claves aparentemente contradictorias de su comportamiento. Cuando el rechazo mayoritario al discurso oficial indicaría, según este criterio, medio millón de jóvenes primero, y 200 mil después, que convierten los espectáculos minuciosamente preparados en lo que no es mas que un “remake” de lo ya realizado por Robertico Robaina, en una gran fiesta popular ajena a la ideológica oficial.
Si no pueden movilizar con el discurso, pretenden hacerlo con la música, en una especie de choteo popular en tiempos de crisis extrema. La fórmula ha funcionado, y nuevamente se empleará tantas veces como sea conveniente, para mostrar la capacidad de convocatoria política e ideológica de un sistema que no logra que la gente tenga una vida honrada, digna y decente. Después se reproducirá la noticia en las primeras planas de los medios de comunicación, y los analistas nuevamente no comprenderán la “masiva y entusiasta respuesta” de las jóvenes generaciones.
Mientras se baila y se “goza” en la Plaza de la Revolución o la Tribuna Antimperialista, una porción significativa de ellos viven según reglas bien distintas a las que protagonizan los promotores de las “pachangas” revolucionarias. Y es que las mismas son recursos de última instancia cuando el discurso no convoca, porque estamos en presencia de un consentimiento eminentemente pasivo. ¿Cuantos jóvenes realmente asistirían -coerción incluida- a un acto sin charanga, solo para escuchar las palabras “orientadoras” de Liudmila Álamo Dueñas, primera secretaria de la UJC?
¿Está consciente el régimen de esta situación? Sí, lo está. ¿Puede acometer un grupo de acciones para recomponer el consenso social fracturado sin que peligre su poder político? Sí, puede, y daría al traste en el corto y mediano plazo, con las ansias de una república democrática.
Mirar con lupa hipercrítica ciertos comportamientos no deseados en la juventud cubana se ha convertido en un pasatiempo favorito de algunos medios. No hay que desestimarlos, pero es conveniente situarlos en su justa dimensión y contexto.
A propósito, el propio Pedro Campos narra un anécdota extrema, pero muy reveladora de la fractura del consenso social en la juventud cubana:
“Un joven revolucionario, negro, humilde, trabajador que nada quiere saber del capitalismo y reconoce y defiende los logros esenciales de la Revolución, respondiendo a mi sugerencia de estudiar las nuevas ideas del socialismo del Siglo XXI, me decía que él no quería saber de ningún “socialismo” pues con esa palabra lo habían timado a él, a los trabajadores, al pueblo, que eso había fracasado y que lo que fuera a hacerse en el futuro, debería tener otro nombre”.
Durante los días 3,4 y 5 de abril, los medios de difusión cubanos bombardearon a la población con los “éxitos” de la enclaustrada organización [desapareciendo a continuación, en lo que fue un grave error de la propaganda oficial], pero nunca de manera directa, sino a través de los mensajes mediatos de los grupos de periodistas de Juventud Rebelde que cubrieron el evento. El único documento del congreso publicado en su integridad, fue el resumen del informe central, además del discurso de clausura de Raúl Castro.
Una lectura detenida del mismo, permite apreciar las prioridades que se le han asignado a la organización, así como la inutilidad de las mismas, en tanto la solución de los problemas no reside en la organización sino en el sistema político del país.
· Participación de los jóvenes en la defensa de la patria
· Empleo juvenil
· Recreación y tiempo libre
· Atención a las organizaciones estudiantiles
· Protagonismo en la seguridad del Estado y el orden interior
· Papel de la juventud en la “batalla económica”
· Cumplimiento de la política de cuadros
· Responsabilidad en la salud publica
Se le da sepultura oficialmente a la grandiosa “Batalla de Ideas”, empleando un retruécano de palabras que no menciona ni santo ni seña, en lo que constituye otro desmontaje del tinglado del Paciente en Jefe.
Serios problemas de disciplina interna y con los cuadros expresan más que apatía: un profundo consentimiento pasivo hacia el orden social que preconiza la organización, donde los arquetipos de “hombre nuevo” y “Seremos como el Che” solo encuentran espacios en las viejas crónicas archivadas.
Entonces, la explicación sobre las actitudes y conductas “que dañan los nobles propósitos de la obra revolucionaria” se sitúan en el periodo especial, con lo cual se vuelve al cuento del “enemigo externo” como causante de todos los males.
Apatía, doble moral, desconocimiento de las leyes, consumismo, hedonismo, consumo de alcohol y drogas, alto desempleo juvenil, mercado negro son, entre otros muchos, efectos inevitables de un sistema de desgobierno que impide que las personas sean ciudadanos y no simples objetos de la propaganda y la manipulación. La desmovilización a la que hacen referencia no es más que una expresión de que en Cuba hoy a nadie le interesa nada, solo sobrevivir, emigrar y guarachear con la banda de turno.
Entonces, ¿por qué este anodino y gris evento es relevante a los efectos de evaluar la situación política real que enfrenta el régimen?
En primer lugar, porque verifica que la organización política cantera directa del partido, y que constituye el natural relevo generacional del castrismo, se mantiene fiel a la disciplina de la gerontocracia fracasada, por lo que le es imposible conformar un autentico liderazgo juvenil que logre articular un consentimiento positivo en torno a un nuevo paradigma social.
En segundo lugar, porque sepulta definitivamente el estilo inflamatorio e improvisador, pero en ocasiones motivador de Fidel Castro, y lo sustituye por una fiel y disciplinada -a las ordenes de “arriba”-, maquinaria burocrática, desvinculada de la realidad, que funciona mediante planes de trabajo y reuniones inútiles, al mejor estilo de cualquier unidad militar o ministerio cubano.
No importan cuantas Liudmilas sean nombradas al frente de la misma, no es un problema de “cuadros”, sino de contacto con una realidad que no pueden admitir ni transformar, so pena de perder lo único que realmente aprecian, el poder. El fracaso de su misión es cierto, cercano e inevitable.
Y es que para el régimen el verdadero problema de Cuba hoy no es el embargo, ni la economía, ni la corrupción, ni la vivienda, ni las papas, ni las guaguas, ni las enfermedades, sino de quién son las calles, aunque sea al compás de mítines de repudio y reggaeton.
Por ultimo, y aunque solo hubiese sido por ello, este evento fue trascendente, porque a todos los asistentes, y a las personas que pudieron observar la gigantesca escenografía del salón plenario del Palacio de las Convenciones, (ver foto) se les notificó explícitamente que Fidel Castro había sido declarado oficialmente miembro permanente del Panteón de los Muertos.
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