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En la secundaria donde estudia mi hijo tuvimos una reunión de padres que duró tres horas y casi termina en una pelea. La directora del centro escolar leyó la resolución 177 del Ministerio de Educación aprobada en diciembre pasado, donde se establece que el índice académico ya no será determinante a la hora de proseguir estudios en la enseñanza media superior. Los que tengan más altas calificaciones no saldrán premiados con las mejores plazas en preuniversitarios de ciencias exactas, escuelas de arte o tecnológicos de informática y comunicaciones, sino que el tamiz de la selección beneficiará a los más “integrales”.
El conocido escalafón que se confeccionaba a partir de las notas acumuladas durante los tres cursos de la secundaria, ha dejado de existir. En su lugar, el profesor tiene la potestad de asignar –a dedo- quién estudia cada especialidad. Los nueve parámetros que, según el nuevo método de calificación, hacen la integralidad de un joven, son:
- Asistencia y puntualidad
- Actitud ante el trabajo
- Actitud ante el estudio
- Disciplina
- Uso adecuado del uniforme y de los atributos pioneriles
- Manifestaciones y actividades político-patrióticas
- Participación en actividades culturales y deportivas
- Cuidado de la propiedad social y del medio ambiente
- Relaciones humanas
El punto seis es suficiente para disparar las alarmas, pues abona el terreno donde crecerán fortalecidos el oportunismo y la simulación.
La inquietante reunión ocurrió en los mismos días del Congreso de la UNEAC, donde varios delegados criticaron el estado de la educación cubana y de la formación de valores. Por un lado, se exige que se fomente el talento y la creatividad y por otro, los férreos límites de la ideología segregan a los que piensan diferente.
No me preocupo tanto por mi hijo, pues en los dos años que le quedan para acceder a otro nivel de enseñanza puede ser que ya la impopular medida no exista. Sin embargo, me asusta una Nación donde no se premia el talento, sino la incondicionalidad ideológica; donde un estudiante que participa en una demostración política, puede ser mejor evaluado que aquel que domina los contenidos; donde las propias intituciones escolares señalan, como más atractivo, el camino de las máscaras.
pero no era así casi siempre?
ResponderEliminarHa habido epocas dependiendo del bandazo del momento donde unos requisitos tuvieron mas peso que otros.
ResponderEliminarEn 10mo grado tenia 100 en todo y entonces pedi la Lenin y no me la dieron [problemas de disciplina]. Años despues me tuvieron 3 años con matricula provisional en la Universidad a pesar de que estaba promediando 4.91 si mal no recuerdo [me metieron el ruso y ahi mis problemas geneticos con los bolos me costo el 5], y ahora a la indisciplina le denominaban conflictividad.
Años despues mi hijo termino la Lenin con 99.23 o 99.43 de promedio y le dieron trabajador social [a medicina y pedagogico se podia entrar hasta con 60 pues nunca llenaban las asignaciones].
Ahora Yoany esta alarmada con eso, pero seria interesante conocer el peso relativo de cada elemento evaluativo, sobreentendiendo que la universidad es para los revolucionarios ahora con celulares, pc, ipod y usb. Pero segun entendio de lo que comenta Yoany es el maestro el que decide, por lo que pasaran a un 2do plano los factores y es mas facil "trabajar" a uno que a varios; un dvd puede "garantizar" la puntualidad del mas dormilon y ya una pc te convierte al fiñe en candidato a protopito del joven revolucionario en la epoca transicional del Encamado en Jefe.