Antonio Arencibia
Entre las noticias más destacadas de España en estos días están la
amenaza de ruptura independentista en Cataluña, la recuperación de
la enfermera Teresa Romero tras su contagio atendiendo a un paciente
con ébola, y las acusaciones o investigaciones por corrupción de
decenas de políticos de todo pelaje, empresarios y sindicalistas.
Pero la que más me ha llamado la atención, aunque no ha salido en
primera plana, es el periplo por América Latina del eurodiputado
español Pablo Iglesias, en el que fue recibido por los presidentes
de Uruguay y Ecuador y el vice-presidente de Bolivia. (1)
Iglesias, -que fuera miembro de una comisión de asesoramiento al
gobierno de Hugo Chávez- es el líder de una novedosa y peligrosa
fuerza de izquierda, el movimiento Podemos, que aspira a alcanzar
suficiente respaldo electoral en el futuro como para desplazar no
solo al PSOE y el Partido Popular que han gobernado en las tres
últimas décadas, sino también a minimizar a Izquierda Unida, de
tendencia comunista.
Las
entrevistas que sostuvo el joven político español con José Mujica,
García Linera, y especialmente con Rafael Correa, le deben haber
alumbrado, porque a su regreso cambió la consigna de “no pagar la
deuda externa” de España -copiada de la demagógica campaña castrista
de finales de los años 80- y ahora pide solamente la auditoría y
reestructuración de la deuda, como pedía Correa en Ecuador en sus
campañas presidenciales. Con ese y otros ajustes puntuales de su
programa, Iglesias está buscando que Podemos se perciba como un
movimiento reformista de amplia base y no como una amenaza
revolucionaria.
Es
obvio que parte de la izquierda latinoamericana y la española buscan
nuevos discursos y programas, más acordes con los tiempos, y que les
permitan no solo llegar al poder por vía parlamentaria, sino
mantenerse gobernando, como lo han demostrado las reelecciones de
Correa en el 2013 y la de Evo Morales el pasado 12 de octubre. Por
ser Ecuador y Bolivia miembros del ALBA, la alianza más estrecha que
tiene el régimen de La Habana en el continente americano, conviene
hacer una revisión sumaria de lo que en ellos ha ocurrido, para
explicarnos por qué unos miembros de ese bloque tienen más éxito que
otros.
En vez de balas, votos; en vez de revolución, reformas
En
primer lugar, y aunque parezca algo resabido, en los países
“albistas” (excepto Cuba y Nicaragua), la izquierda radical ha
desechado la vieja estrategia guerrillera para la toma del poder, y
ha optado por la vía electoral. Eso se inició en 1998 con el triunfo
de Hugo Chávez sobre los candidatos de los partidos tradicionales en
las elecciones presidenciales venezolanas. Con su partido
“Movimiento V República”, y el apoyo de otras agrupaciones de
izquierda, el ex militar y antiguo golpista dio inicio a un proceso
ideológico y social al que llamó “revolución bolivariana”.
Casi de manera simultánea, en Bolivia, el indígena boliviano Evo
Morales, combativo líder sindical de la federación de cultivadores
de coca de Cochabamba, asumía la reestructuración del Movimiento al
Socialismo (MAS), y era elegido diputado al Parlamento. Cuando
perdió las elecciones presidenciales del 2002 por escaso margen, se
convertía en líder de la oposición, y al siguiente año su
movimiento, junto a otras organizaciones sindicales y civiles,
tomaban las calles y forzaban la renuncia del presidente Sánchez de
Losada, y después la de su vicepresidente y sustituto.
En
diciembre del 2005 se realizan las elecciones presidenciales
adelantadas y supervisadas por el Presidente del Tribunal Supremo,
en las que triunfa la candidatura del MAS, con Evo Morales y el
sociólogo Álvaro García Linera como vicepresidente. El 1 de mayo del
2006, el nuevo mandatario decreta la nacionalización del petróleo y
gas del país, manteniendo las empresas mixtas del sector, pero con
un control mayoritario en manos del estado boliviano. Por segunda
vez en el 2009, y por tercera vez en octubre del 2014, Morales y
García Linera son reelectos como presidente y vicepresidente de
Bolivia, al lograr contener la inflación, alcanzar un crecimiento
superior al de Colombia y Perú, y haber mejorado la situación de las
capas más desposeídas, al volcar en gasto social más de 8,000
millones de dólares en los últimos años y creando una incipiente
clase media que incluye a muchos indígenas. Pero quizás el factor
más importante es el acercamiento del gobierno al poderoso sector
empresarial del este, donde están los departamentos más productivos
y de mayor población euro-descendiente de Bolivia.
Desde fuera se percibe a Evo Morales como un líder aimara que hace
declaraciones insensatas sobre distintos tópicos, lo que hace dudar
sobre su capacidad de conducción, pero un análisis más a fondo de lo
que dice su vice García Linera demuestra que hay un equipo, donde
este último cumple un rol importante en la divulgación del programa
del gobierno entre la población no indígena. El pasado 12 de
octubre, tras depositar su voto en las elecciones presidenciales,
García Linera fue quien anunció que si Morales era reelecto estaba
dispuesto a restablecer relaciones plenas con Estados Unidos.
El
tercer ejemplo de la izquierda al poder por vía electoral en
Suramérica es el del economista ecuatoriano Rafael Correa, que fuera
brevemente ministro de economía en 2005 en el gobierno de Alfredo
Palacio, hasta que renunció porque el FMI se oponía a su propuesta
de destinar el 80% del dinero obtenido por el petróleo ecuatoriano a
la población y solamente el 20% al pago de la deuda externa. Correa
fundó Alianza PAÍS en el 2006, que lo llevó de candidato a la
presidencia en los comicios de ese año, en los que triunfó en
segunda vuelta con el apoyo de los comunistas y otros partidos de
izquierda, así como del movimiento indigenista Pachakutik.
En
las elecciones del 2009 Correa fue reelecto como presidente en
primera vuelta, y cuando declaró el cese de pagos del 70 por ciento
de la deuda pública, los acreedores vendieron en el mercado los
bonos de la deuda muy por debajo de su valor. Entonces el
presidente, de forma secreta, empleó 800 millones de dólares para
recomprar bonos por valor de 3,000 millones, pero el país se ha
vuelto a endeudar, ahora con China, a la que se le deben 6,300
millones de dólares.
Tras convocar a asamblea constituyente, como hicieran Chávez y
Morales, Correa ha sido reelecto a la presidencia por tercera vez en
el 2013, por un período que debe culminar en el 2017. Ha dicho que
su “revolución ciudadana” se inspira por una parte en el legado del
líder liberal Eloy Alfaro, y por otra en el llamado socialismo del
siglo XXI, donde el estado juega un papel principal en la economía,
pero sin nacionalizar todos los medios de producción. De hecho, el
país ha estado creciendo a un ritmo del 5 por ciento, aunque para
este año el gobierno plantea que será algo menor, debido a “retrasos
en el financiamiento chino para la construcción de una refinería en
el Pacífico”. (2)
Al
inclinarse por la vía parlamentaria la nueva izquierda
latinoamericana se ha desmarcado de lo prescrito por Marx y Lenin de
solo utilizar el parlamento como tribuna, y tomar el poder mediante
la violencia insurreccional. Es por eso que desde hace años los
grupúsculos estalinistas y maoístas han acusado a los chavistas de
estar utilizando al “estado burgués” en vez de cumplir el deber
revolucionario de “destruir su maquinaria”. (3)
Como hemos visto, los gobernantes de esa nueva izquierda, han
proclamado revoluciones de diversos nombres, ya sea bolivariana,
ciudadana o plurinacional, según sus discursos, pero al mantener las
principales estructuras del mal llamado estado burgués -y haciendo
cambios en ellas que les otorguen más cuotas de poder- lo que están
llevando a cabo son grandes reformas nacionales en alianza con las
fuerzas armadas tradicionales, y en Ecuador y Bolivia con un
acercamiento a algunos sectores empresariales.
Una
más amplia alianza brinda mayor estabilidad económica y más apoyo de
la población, lo que explica los triunfos electorales. Es verdad,
como dicen sus críticos, que juegan desde una posición ventajosa,
como el empleo de recursos estatales, de medios de comunicación,
inaugurando obras de última hora, y repartiendo dinero o productos,
pero eso lo hacen los políticos en muchos lugares. El problema es
que las constituciones nacionales no incluyen la reelección
indefinida y no se pueden estar haciendo asambleas constituyentes a
la medida de los gobernantes. Por otro lado, la selección y
preparación de sucesores es un problema que lleva a rivalidades
entre los aspirantes, como se ha visto en Venezuela, y los caudillos
populistas solo lo hacen cuando no pueden continuar al timón.
Para el semanario británico The Economist, el triunfo
electoral de Correa y Morales significa que los gobernantes del ALBA
más exitosos son los más pragmáticos. (4) Como el pragmatismo
postula que “sólo es verdadero aquello que funciona”, esos
gobernantes saben que no se puede abolir el sistema financiero
global, por ejemplo, dejando de pagar definitivamente la deuda
pública, pero pueden tratar de que las finanzas cumplan más normas
de transparencia. Y también deben saber, o aprender, que una vez
rebasada la etapa de las grandes reformas, los partidos de izquierda
en el poder se tienen que desembarazar de la ultraizquierda y
ampliar su base moviéndose hacia el centro.
El “modelo” castrista y dos copias imperfectas
La
primera copia del castrismo fue la Revolución Sandinista, que
parecía tener todo a su favor cuando el 19 de julio de 1979 entraban
en Managua las guerrillas triunfantes del FSLN y reemplazaban a la
Guardia Nacional como núcleo del nuevo ejército de Nicaragua. Como
en Cuba, el Directorio Nacional del FSLN, integrado por nueve
comandantes, ejercía el verdadero poder, y no la llamada Junta de
Gobierno de Reconstrucción Nacional. Pero había un gran factor en
contra: mientras la radicalización de la Revolución de 1959 en Cuba
fue una sorpresa para el gobierno de Washington, ahora estaba en
guardia y reaccionó rápidamente ante los estrechos vínculos de los
sandinistas con Fidel Castro y la Unión Soviética. Para impedir la
expansión revolucionaria a otros países centroamericanos, en 1981 el
presidente Ronald Reagan impuso el embargo económico de Nicaragua y
financió a la “contra”.
El
candidato del FSLN, Daniel Ortega, era electo presidente en 1984, y
se iniciaban la reforma agraria y la Cruzada de Alfabetización,
copiándose también los CDR de Cuba con los llamados Comités de
Defensa Sandinista. Para enfrentar las acciones militares de la
contra Ortega tiene que promulgar el servicio militar obligatorio y
declarar el estado de excepción en el país, aunque nunca llegó a
prohibir el diario opositor La Prensa, ni los programas de las
emisoras radiales de la iglesia católica. Ante la gravedad de la
situación de guerra, y a propuesta de México, Colombia, Panamá y
Venezuela, se logró que los gobiernos centroamericanos se reunieran
en 1986 y llegaran un año después a la firma de los acuerdos de
Esquipulas para la pacificación de la región.
A
partir de entonces, se llevaron a cabo negociaciones en Nicaragua
entre los diferentes partidos políticos, que culminaron en las
elecciones presidenciales de 1990, en las que fue electa Violeta
Barrios de Chamorro, candidata de una coalición electoral de 14
partidos opositores. Esas elecciones, como advirtiera Castro a los
comandantes del Directorio del FSLN, marcaron el fin de su
Revolución, pero antes de abandonar el poder aquellos
“revolucionarios” se repartieron villas y haciendas en la
escandalosa “piñata” sandinista.
Lo
que ha sobrevenido después es la clásica farsa: a pesar de que
Ortega sufrió otras dos derrotas electorales en 1996 y 2001, con tal
de volver a la presidencia ha hecho concesiones sin límite a la
iglesia católica, por lo cual el sandinismo se ha dividido. Al fin,
en el 2006, tras una campaña con música de John Lennon, alabanzas a
Dios, declaraciones de paz, promesas de respeto a la propiedad
privada y las libertades civiles, y aceptación del Tratado de Libre
Comercio de Estados Unidos con América Central y República
Dominicana, Daniel Ortega Saavedra volvía a la presidencia de
Nicaragua. Pero a pesar de que, según el artículo 147 de la
Constitución de Nicaragua, ese debería ser su último gobierno, la
mayoría de los magistrados de la Corte Suprema, (donde predominaban
simpatizantes del presidente), consideró legal su candidatura a las
elecciones del 2011.
En
ellas, Ortega ganó con gran mayoría, gracias a la estabilidad
económica del país, su última presidencia, y empezó la etapa final
del “orteguismo”, corriente política caudillista que encabezó un ex
revolucionario trasmutado en demagogo, y que dejará un recuerdo de
chanchullos y triquiñuelas como cualquier otro político corrupto.
El
fallido intento de copia del modelo castrista en Venezuela fue obra
de Hugo Chávez, y consistió en tratar de lograr crear un partido
hegemónico, el control de la prensa, sindicatos obedientes, el
control del mercado y de la empresa privada por el estado, y muy
especialmente utilizar la riqueza petrolera venezolana para pagar
por las nacionalizaciones y financiar alianzas políticas dentro y
fuera del país. En su sentir “bolivariano”, Chávez llegó incluso a
proponer a los Castro una unión estatal de Venezuela con Cuba, pero
la muerte no lo dejó avanzar mucho en sus proyectos. En lo que sí
fue capaz de igualar a su mentor Fidel Castro fue en copiar el
estilo de gobierno de los déspotas, improvisado y caótico, y así
dilapidó y descuidó los recursos de su país. Por eso su inhábil
sucesor enfrenta los casi imposibles retos de remediar la caída del
PIB en este año y el próximo y aplacar el malestar de la sociedad
venezolana por la inflación y el aumento del desempleo. (5)
En
el último cierre semanal el precio promedio del petróleo venezolano
sufría un descenso de 3.17 dólares por barril en comparación con la
semana anterior. El gobierno de Nicolás Maduro achaca la caída de
los precios a un conjunto de factores externos como la
desaceleración de la economía mundial, que conlleva a un
decrecimiento en la demanda del crudo. Señala también que los
productores de la OPEP, en vez de reducir la extracción de crudo,
están incrementándola en más de 30 millones de barriles, en momentos
en que el dólar se ha fortalecido frente a las demás monedas.
Pero los economistas destacan que la dependencia del petróleo se ha
incrementado desde la época de Chávez, cuando se pactaron ventas
masivas a China a largo plazo, y ahora ha llegado un momento
crítico, porque Estados Unidos, su segundo gran comprador, ha
incrementado su producción nacional, y también apuntan que hay
problemas internos responsabilidad de PDVSA, como es la caída de la
producción de los pozos nuevos en la faja del Orinoco. (6)
Como los problemas de Venezuela son de toda índole, Nicolás Maduro
ha dicho que para frenar la violencia se ha visto obligado a cambiar
una decisión de Chávez, y por eso ha empezado a desarmar a los
“colectivos”. Creados tras el fallido golpe de estado de abril del
2002, esos grupos están integrados por simpatizantes chavistas que
operaban muchas veces bajo jefatura de notorios delincuentes. En
aquel entonces eran una alternativa paramilitar en caso de otro
intento golpista por algún sector de las FANB, y también han servido
de instrumento de presión política, agresión y crímenes contra la
oposición venezolana. Maduro ha iniciado un programa de “desarme
voluntario” de esos grupos, en medio de protestas de muchos de sus
integrantes, que han sido reprimidas por la fuerza pública.
Un
grave episodio de ese enfrentamiento fue el turbio asesinato del
diputado oficialista Robert Serra, que ha sido proclamado “mártir”
de la Revolución Bolivariana. Pero según escribe el periodista
Manuel Malaver, el supuesto mártir era un político chavista
imprescindible en la capital venezolana, al “conectarse, ligarse,
asesorar, e incluso, participar en los “colectivos armados” que, ya
desde el 2003 y 2004 tenían una presencia importante en el área
metropolitana”. (7)
La
realidad es que las FANB han exigido la eliminación de esas fuerzas
irregulares, y Maduro ha aceptado que la represión a la oposición
política o social se lleve a cabo solo por parte de las fuerzas del
orden. Esto, que significa el fortalecimiento de la alianza entre
las fuerzas armadas y el PSUV y la marginación de los elementos
ultraizquierdistas, no puede verse como un gran avance, aunque sí es
un paso positivo. Son demasiado grandes los retos que tiene el
actual sucesor de Hugo Chávez como para pensar que pueda permanecer
al frente de la “revolución bolivariana” por muchos años.
La isla en calma chicha
Ha
quedado para el final el modelo castrista. Tras el derrumbe del
socialismo real en Europa Oriental y la URSS, se acabó un modelo que
se basaba en el reparto de papeles: al castrismo le tocaba la
subversión y a Moscú la subvención. No era un sistema pragmático,
pero funcionaba, hasta que a la larga las deudas con sus satélites
casi quebraron la economía soviética. Cuando ese parasitismo llegó a
su fin, a los Castro se les acabó la ideología y solo les quedó el
empecinamiento.
Aunque luego fueron hábiles en la búsqueda de alternativas a la
mesada soviética, hoy no tienen mucho que mostrar a sus aliados,
como no sea la eficacia de su aparato de seguridad, y la
colaboración de suficientes especialistas en educación y salud
pública como para asesorar en esas esferas, pero para la economía
solo un ignorante podría contratar especialistas cubanos. Casi medio
siglo después de la Ofensiva Revolucionaria, están ahora tratando de
revivir la gestión privada que fuera borrada del mapa, mediante la
participación de cuentapropistas y cooperativistas.
Siguen machacando con la primacía del plan sobre el mercado, pero el
resultado es carestía y una inflación sin paralelo pues no hay
ingreso legal en el sector estatal que permita vivir con decoro. Por
eso ha quedado claro desde hace mucho tiempo entre los miembros del
ALBA que todos hablarían de vía socialista, pero que cada uno haría
“su propio socialismo” y sería problema de cada cual seguir o no las
recomendaciones del régimen de La Habana.
Las
soluciones que ha planteado Raúl Castro, como la unificación de la
moneda, la liberación del mercado y el aumento de la productividad
para incrementar los salarios, se toman con tanta lentitud que si la
Isla fuera una nave estaría en calma chicha, porque parece que nada
la mueve. Los viejos guerrilleros no tienen prisa, porque mientras
sigan en simbiosis con el post-chavismo de Maduro y comparsa, la
tubería petrolera no dejará de fluir combustible desde Venezuela.
Ahora han arreciado la campaña para el levantamiento del embargo,
pues piensan erróneamente que Obama, un presidente saliente, puede
tomar decisiones que afecten al candidato demócrata a la Casa
Blanca. Pero como se demuestra en el libro Black Channel to Cuba, el
cartero norteamericano ha tocado más de dos veces en la puerta del
régimen con propuestas, y nunca han querido abrirle.
Por
eso parece haber consenso entre los políticos de Washington en
esperar más tiempo por la solución biológica y no darle un triunfo a
quienes han actuado y siguen actuando como sus enemigos jurados
desde hace 55 años. Teniendo en cuenta el compromiso de colaboración
en África con los militares de Estados Unidos para combatir el
ébola, a lo más que pueden aspirar es a que el actual inquilino de
la Casa Blanca los saque de la lista de los países que apoyan al
terrorismo.
Como son varias las generaciones de cubanos defraudados por la
tiranía a nadie puede extrañar que con pasaporte, con dinero o en
balsas, decenas de miles de compatriotas se sigan marchando del
país, la mayoría con destino a Estados Unidos o España pero otros
hacia Ecuador o Bolivia, o cualquier lugar donde trabajar por un
verdadero salario y ser un poco más libres. A pesar de las promesas
de Raúl Castro, desde el 2007 en que asumió la Sucesión y este año,
entraron de forma ilegal en puestos fronterizos norteamericanos
94,000 cubanos, y otros 10,000 lograron hacerlo por vía marítima al
pisar suelo de Estaos Unidos. (8) El promedio anual de ilegales
asciende a unos 13,000, a los que hay que añadir las 20,000 visas
que otorga la SINA.
Esos 33,000 cubanos que entran anualmente en la nación del Norte,
junto a los que van a otras partes del mundo, están votando
democráticamente con los pies, en un aluvión de repudio permanente
al régimen. Eso también es pragmatismo.
Ya
somos millones, y la cuenta sigue y seguirá, porque, a pesar de las
promesas, ni ha cambiado el perro, ni ha cambiado el collar.
NOTAS
(1)
Olga Rodríguez, La gira latinoamericana de Pablo Iglesias,
eldiario.es, Octubre 2 de 2014; Conferencia de Pablo Iglesias
(Podemos) y del Vicepresidente Álvaro García Linera, 23 de
Septiembre, 2014. https://www.youtube.com.
(2)
Ecuador recorta a 4% su expectativa de crecimiento económico en
2014, AFP, 16 de agosto del 2014.
(3)
En La "enfermedad infantil" y el cretinismo parlamentario,
Revolución Proletaria, 2 de diciembre de 2011, se decía: “es
necesario que el Partido Comunista combine el trabajo legal con el
ilegal, concretado ello en la posibilidad de participar en algunas
instituciones burguesas (sólo para tribuna, al estilo de K.
Liebknecht o los bolcheviques, y no para su gestión: eurocomunistas,
bolivarianos, reformistas pintados de marxistas-leninistas)”.
(4) The more
successful of Latin America’s populists have become more pragmatic,
The Economist, Oct 18th 2014.
(5)
FMI pronostica desaceleración del PIB venezolano, EFE,
octubre 7, 2014.
(6)
Jorge Retana Yarto, Economía venezolana: los asuntos urgentes,
Revista Contralínea, octubre 28 de 2014.
(7)
Manuel Malaver, ¿Quiénes y por qué mataron a Robert Serra?,
analítica.com, 6 de octubre de 2014.
(8)
Datos calculados a partir del artículo de Wilfredo Cancio Isla,
Cifras de la estampida: 134,758 cubanos llegaron por vías ilegales a
EEUU en la última década, Café Fuerte, octubre 15 de 2014.
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