La pequeña empresa privada en Cuba, in statu nascendi,
lleva todos los previsibles amarres que desde junio de 1995, por
legislación, le impone la Oficina Nacional de la Administración
Tributaria (ONAT).
Como
ya hemos hablado en otro momento, la condición ideológica de
“izquierda” o “derecha” en el espectro cubano no depende de que se sea
“castrista” o “anticastrista”, buena o mala gente, sino del
planteamiento de la escala de gravámenes. En esto el actual Ministro de
Economía Marino Murillo fue transparentemente socialista,
de izquierda: La empresa estatal paga menos impuestos que las
cooperativas, y las cooperativas menos que los negocios privados.
Además
de lo anterior, la pequeña empresa privada en Cuba se ve compulsada a
mantener buenas relaciones con la clase política local. Aquí lo peculiar
cubano no radica en pretender esa concordia, verificable en cualquier
sistema, sino en el tipo de autoridad específica de que se trata.
La
iniciativa de un “cuentapropista” cubano por estar en buenos términos
con agentes de la PNR, el DTI o el CDR, con los secretarios del Partido
Comunista a varios niveles y hasta con la prensa, no siempre obedece al
deseo de las autoridades de tenerlo todo bajo control; frecuentemente
son los propios empresarios quienes dan el primer paso.
En
los desfiles del 1ro de Mayo en la Plaza de la Revolución pueden verse
representantes de empresas y pequeños negocios desfilando con carteles
que les identifican. Y varios de ellos han presentado proyectos para
insertarse en la campaña por la liberación de Los Cinco.
Además
de estos gestos generales, el ejemplo que me parece de libro de texto
tiene que ver con los “trabajadores no estatales” o pequeños empresarios
privados de la provincia Las Tunas, especializados en la renta
inmobiliaria o el alojamiento.
En
el caso del municipio cabecera (capital provincial) estos empresario
comprendieron, primero, la “conveniencia” de organizarse en sindicatos y
protegerse bajo el manto de la oficialista Central de Trabajadores de
Cuba (CTC). Cortejar a las autoridades comunistas es también un modo de
hacerse con una ventaja en la competencia económica.
Si
bien por un lado el gobierno cubano puede celebrar esa práctica porque
viabiliza el ejercicio del control; desde la lógica del sindicalizado
significa tratar de estar a bien en un “giro” que supone capítulos tan
delicados como el placer y el trato con extranjeros.
Mario
Rodríguez Miranda, líder de una de esas secciones sindicales creadas en
Las Tunas, con más de 119 afiliados, declaró para un artículo titulado “Sindicato: Un nuevo inquilino”, aparecido el 3 de julio (2014) en el Periódico 26 de la citada provincia: “Una
de las ventajas del sindicato es que hoy los arrendadores gozan de
prestigio, se ha ido cambiando la imagen que tenían. Nosotros hemos
tenido acceso a todas las instancias del Estado. Yo fui invitado
personalmente en el 2012 al sexto pleno de la CTC y en varias ocasiones
hemos intercambiado con el Primer Secretario del Partido y se han eliminado conflictos con Vivienda e Inmigración.
En enero de cada año pagamos todas las cuotas sindicales y el día de
haber y el Primero de Mayo desfilamos junto al bloque de los
trabajadores no estatales. Además, realizamos tareas de beneficio social
con la celebración de cumpleaños y 15 en la Casa para Niños sin Amparo
Familiar y la donación de juguetes a los menores ingresados en el
Hospital Pediátrico”.
Como
decía, también las autoridades socialistas estarían interesadas en esta
integración del naciente capitalismo. Para poner bajo control a los
individuos, el Estado en general, y el Estado cubano en particular, no
dispone solo de mecanismos coercitivos explícitos sino de “suaves” lazos
segregados desde la misma “sociedad civil”.
Además
de la ONAT, la estructura social cubana dispone de un sistema de
organizaciones y asociaciones que como parte de un proceso de apariencia
natural están amarrando a la pequeña empresa al mismo “régimen /
sistema” del que estaba previsto se desgajaran. Esto también puede
observarse en el caso de los ornitólogos y los dueños de gimnasios.
Entre
los negocios por cuenta propia o “empleos no estatales” la legislación
cubana reconoce al “Criador vendedor de animales afectivos” y al
“Cuidador de animales”.
Entre
esas categorías (y otras afines) emerge un grupo muy singular que son
los criadores de aves, los ornitólogos. Estos trabajadores, al
organizarse en cooperativas, tienen la ventaja legal de poder establecer
relaciones económicas con entidades extranjeras.
En octubre de 2013, según un artículo del periodista Ricardo González del Río aparecido en Vanguardia, en la provincia Villa Clara existía una de las 17 cooperativas ornitologías con aprobación para salir al mercado exterior.
Aún
así, es un avance en la libertad de empresa y comercio que hay que
monitorear ya que adjunta el lastre del control central. Como dice el
periodista González del Río, existe “una representación
nacional encargada de la comercialización de las aves en Cuba y su
exportación… las asociaciones tienen prohibido el expendio de ejemplares
de manera directa y debían realizarlo a través de CUBAEXPORT”.
¿Estos controles tienen que hacerlo instituciones “represivas” del
Estado socialista cubano? Por supuesto que no, y ahí es donde radica la
“naturalidad” del proceso.
En
este punto del desarrollo de la empresa privada emerge desde la
“sociedad civil” la Asociación Nacional Ornitológica de Cuba; que por
demás tiene una sección de Relaciones Internacionales, uno de cuyos
especialistas es el Sr. José Ravelo Berovides.
Para
interferir en el libre desarrollo empresarial vinculado a la crianza,
cuidado y comercialización de aves, al Estado cubano le basta con
apelar, por ejemplo, a la definición “técnica” (¿científica?
¿académica?) de la Asociación Nacional Ornitológica de Cuba de lo que es
un ave invasora, endémica o en peligro de extensión. No hay que apresar
ni juzgar a nadie para quebrarle el negocio.
En
el caso de la proliferación de gimnasios particulares ocurre otro
tanto. Los dueños de gimnasios no solo tienen que estar vinculados a la
ONAT, sino además estar “debidamente capacitados”. ¿Qué organismo
estaría encargándose de avalar o no la “capacitación” de esos
empresarios? Pues el Instituto Nacional de Deporte y Recreación de Cuba
(INDER), una de las instituciones llamadas a constituirse (como la
Seguridad del Estado y Havanatur) en una de las más
modernas-capitalistas a la vez que una de las más controladoras.
En declaraciones a Radio Rebelde, Carlos Fernando Rubio Gainza, Director (en funciones) del INDER en La Habana, dijo: “El
INDER como órgano metodológico su responsabilidad fundamental estaría
en la asesoría y en la preparación metodológica a todas aquellas
personas que de alguna manera u otra han sido autorizadas por la ONAT a
tener su licencia y operar un gimnasio particular”. (Más en Radio Rebelde, Cuba)
Varios
compatriotas están obsedidos por dotar a la isla de una nueva
Constitución, elecciones libres y muchos Partidos. En lo personal me da
lo mismo todo esto ya que no pienso votar en la Cuba futura (si la hay);
ni le voy a dar importancia a una Constitución (ni vieja ni nueva) en
un mundo donde los poderes constituidos rebasan a los poderes
constituyentes; ni voy a afiliarme a ningún Partido. La clave de la
convivencia está, en lo que el cubano mismo ha mostrado, en dos puntos:
1-el respeto a las libertades individuales (frente al Estado y el colectivo) y
2-la protección de las minorías;
ya que el ejercicio del poder por los cubanos que están en ventaja
siempre es despótico; da lo mismo que se ejerza en Internet, en una
organización anticastrista en Miami o en un centro laboral en La
Habana.
-IMAGEN: De Reynaldo López Peña para el artículo “Sindicato: Un nuevo inquilino” de Antonio Raúl Oliva Leyva en el tunero Periódico 26
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