Niños emigrados pasan sus vacaciones de verano en Cuba, cubano-españoles van y vienen, volando junto a vendedores de teléfonos celulares y computadoras, a jubilados que “estiran” la pensión viviendo en la isla y a gente que planea disfrutar de las ventajas de la doble residencia.
Hace unos años era difícil oír frases como: “los niños están más seguros en Cuba”, “me repatrio para ir a la universidad”, “el retiro me rinde mucho más en La Habana”, “para que me voy a quedar en EEUU si puedo ir y venir” o “yo vivo en el Yuma de los equipos que vendo en Cuba”.
La eliminación de restricciones de viajes por Washington y La Habana está facilitando un mayor contacto entre los cubanos de uno y otro lado del estrecho de la Florida. La flexibilidad legal le resta dramatismo a la migración y sirve para normalizar los lazos familiares.
Los sobrinos de María Luisa, Austin de 6 y Aaron de 9 años, pasan sus vacaciones de verano con los abuelos en Cuba porque “en EEUU todos vivimos atareados, no tenemos mucho tiempo para ellos y los niños se quedan en casa jugando juegos electrónicos poco saludables”.
La familia vive un barrio muy popular de La Habana pero “no hay temor porque hasta los vecinos los cuidan”, nos dice María Luisa y agrega que “seguridad tienen de sobra, en Cuba no hay drogas ni armas y mucho menos secuestros. Ese es el temor con que se vive aquí”.
La joven reside con su hermana en EEUU pero cree que “el mejor regalo para un niño es otro niño. Aquí tienen todo tipo de juguetes pero no con quien jugar. En Cuba son felices con sus amigos, con una pelota de trapo y cualquier palo para batear, pasan las mejores vacaciones de su vida”.
Me asegura María Luisa que sus sobrinos disfrutan del receso escolar en la isla, “pero a la hora del regreso, cuando dejan a sus amigos en Cuba, se van con lágrimas en los ojos, esperando el próximo verano para regresar”.
Los “Juanes” y los “Pepes” de Cuba
Revolico y Porlalibre son páginas de internet en las que los cubanos venden todo tipo de productos, en su mayor parte traídos del extranjero. Allí se encuentran verdaderas gangas, en las que una laptop puede llegar a costar menos que en una tienda de Nueva York.
Algunos equipos los trae “John” un joven emigrado que vive en EEUU, “los compro en grandes lotes o en ofertas y los revendo en la isla después”. El negocio es tan rentable que se sostiene económicamente de lo que gana colocando mercancía tecnológica en Cuba.
Ahora a los “Johnes” se les suman los “Pepes”, decenas de miles de cubanos residentes en la isla que adquirieron ciudadanía española. “Antes mi hermana de Miami era quien traía la mercancía y el dinero pero ahora yo viajo regularmente y la ayudo”, me comenta un “Pepe” de 60 años.
“Juanita”, la hermana de este “Pepe”, construyó ya su casa en La Habana y planea vivir aquí de la pensión de su marido, es que “el retiro nos rinde más”. Ellos no son una excepción, ya en webs del exilio se advierte a los jubilados cubanoamericanos que residir en Cuba es un fraude al Seguro Social.
El tráfico entre los 2 países aumenta cada año, más de 400 mil emigrados visitan Cuba mientras que decenas de miles de cubanos residentes en la isla reciben visa estadounidense y ahora también podrán aspirar a un permiso múltiple para viajar durante 5 años.
Pero el acercamiento entre los cubanos de Cuba y los de Miami no incluye a sus políticos que siguen con su guerra ideológica. Parte del liderazgo anticastrista propone volver a imponer las restricciones que limitaban los viajes a la isla y las ayudas económicas a los familiares.
Las cosas se han tensado tanto que algunos Representantes cubanoamericanos hablaron incluso de eliminar o restringir la Ley de Ajuste para evitar que los emigrados puedan gozar de los beneficios de tener residencia en los dos países.
La política de La Habana hacia el exilio radical se mantiene también inalterable, ninguno de sus activistas recibe permiso de entrada, se les sigue calificando como “mafia terrorista” y se les acusa de estar detrás de las políticas más agresivas de Washington contra Cuba.
Pero, más allá de los discursos, lo cierto es que la orden del Presidente Obama de eliminar las restricciones de viajes y la apertura migratoria del gobierno de Raúl Castro han creado condiciones excepcionales para construir puentes entre los cubanos de la isla y los emigrados.
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