lunes, septiembre 23, 2013

Espinosa Chepe en sus propias palabras

Entrevista realizada por Dimas Castellanos en abril del 2009.
Oscar Espinosa Chepe dedicó su vida a la defensa de las ideas socialistas de una manera tan consecuente que acabó sufriendo los rigores del castrismo.
Nacido en Cienfuegos el 29 de noviembre de 1940, Chepe se vinculó al movimiento revolucionario en el Instituto de Segunda Enseñanza de esa ciudad. Tras 1959 ocupó diferentes responsabilidades en la Juventud Socialista (JS) y en la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), en el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), en la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN) y en la Oficina del Primer Ministro Fidel Castro. Fue castigado por sus criterios a recolectar guano de murciélago en cuevas y a trabajar en la agricultura. En el Comité Estatal de Colaboración Económica fue encargado de las relaciones económicas y científico-técnicas con Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia, consejero económico en la Embajada de Cuba en Belgrado, y especialista en el Banco Nacional de Cuba, entidad de la que fue expulsado por sus ideas en 1992. Desde ese momento, Chepe se desempeñó como economista y periodista independiente, labor por la que en marzo de 2003 fue condenado a 20 años de prisión, saliendo de la cárcel en noviembre de 2004 mediante una licencia extrapenal por enfermedad.
La siguiente entrevista tuvo lugar en La Habana, en 2009.
Se habla de Chepe como economista o periodista independiente, pero se conoce poco de otros aspectos de su vida ¿Cómo fueron tus primeros años, tu entorno familiar?
Nací en Cienfuegos. Mis padres, de orígenes humildes, llegaron a ser comerciantes del giro de farmacias. Mi madre también tenía negocios de inmuebles y junto a mi padre llegó a poseer una droguería en sociedad con otras personas. Tuve una niñez feliz, pero siempre me interesé por la historia, la política y la justicia social; interés estimulado por mi padre, quien fue miembro del antiguo Partido Comunista y participó en la lucha contra la dictadura de Gerardo Machado, causa por la que sufrió prisión. Durante los estudios de bachillerato establecí contactos con miembros de la Juventud Socialista (JS) y otros estudiantes, con los cuales participé en actividades de protesta contra la dictadura de Batista, como la huelga azucarera de 1955, cuando los estudiantes íbamos a las asambleas de los trabajadores a alentarlos para que se unieran al paro. En esas actividades conocí a dirigentes sindicales que pertenecían al Partido Socialista Popular (PSP).
¿Sufriste alguna consecuencia por esas actividades?
En 1957 fui acusado de hacer un sabotaje en Cienfuegos, en el cual yo no había participado, pero me encarcelaron y juzgaron en el Tribunal de Urgencia de Santa Clara. En ese juicio me defendió quien después fuera Presidente de la República, el Dr. Osvaldo Dorticós Torrado. Salí absuelto, pero bajo la amenaza del Jefe de la Policía de Cienfuegos de que tenía que irme de la ciudad. Por esa razón vine a La Habana y comencé a estudiar en un colegio metodista llamado Candler College, donde proseguí mi actividad política, razón por la cual a principios de 1958 fui expulsado del centro.
¿En qué organización política militabas en esa época?
Estuve en el movimiento estudiantil vinculado al Directorio Revolucionario 13 de Marzo hasta el triunfo de la revolución. Entonces, cuando se reorganizó la JS, que era la organización juvenil del Partido Socialista Popular, empecé de nuevo mis vínculos con esa organización. Fui su presidente en Cienfuegos y miembro del Comité Provincial en la antigua provincia de Las Villas, hasta que se produjo la integración de las organizaciones juveniles en la AJR, en la que llegué a ocupar el frente de propaganda en el Comité Provincial en Las Villas y a integrar el Comité Nacional. En esta organización participé en la creación de los comités de base en Cienfuegos, incluso en zonas rurales donde habían alzados contra el Gobierno.
Recuerdo que un dirigente campesino con quien participábamos en esas tareas, Juan González, más tarde perdió la vida en una emboscada. Mucho después, cuando ya estaba en el Comité Provincial, uno de nuestros choferes también murió en otra emboscada; se llamaba Héctor Martínez, un joven humilde de origen campesino y como todos nosotros, lleno de ilusiones. Fue una etapa muy triste en la que los cubanos nos enfrentamos en una guerra que no tenía sentido, porque era entre hermanos. Después el Gobierno de forma cruel desalojó de las montañas a muchas familias, con la pérdida de sus tierras y pertenencias bajo el pretexto de que cooperaban con los alzados en armas. Con esas familias se crearon pueblos fantasmas en Pinar del Río y en otras provincias. Fue una etapa sangrienta en la que se impuso el odio. Duró varios años y solo salió victorioso el totalitarismo, al implantar el miedo en la sociedad. Los cubanos en su conjunto, incluidos los que arriesgaron sus vidas por un ideal, salimos derrotados.

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