Entrevista realizada por Dimas Castellanos en abril del 2009.
Oscar Espinosa Chepe dedicó su vida a la defensa de las ideas
socialistas de una manera tan consecuente que acabó sufriendo los
rigores del castrismo.
Nacido en Cienfuegos el 29 de noviembre de 1940, Chepe se vinculó al
movimiento revolucionario en el Instituto de Segunda Enseñanza de esa
ciudad. Tras 1959 ocupó diferentes responsabilidades en la Juventud
Socialista (JS) y en la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), en el
Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), en la Junta Central de
Planificación (JUCEPLAN) y en la Oficina del Primer Ministro Fidel
Castro. Fue castigado por sus criterios a recolectar guano de murciélago
en cuevas y a trabajar en la agricultura. En el Comité Estatal de
Colaboración Económica fue encargado de las relaciones económicas y
científico-técnicas con Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia, consejero
económico en la Embajada de Cuba en Belgrado, y especialista en el Banco
Nacional de Cuba, entidad de la que fue expulsado por sus ideas en
1992. Desde ese momento, Chepe se desempeñó como economista y periodista
independiente, labor por la que en marzo de 2003 fue condenado a 20
años de prisión, saliendo de la cárcel en noviembre de 2004 mediante una
licencia extrapenal por enfermedad.
La siguiente entrevista tuvo lugar en La Habana, en 2009.
Se habla de Chepe como economista o periodista independiente,
pero se conoce poco de otros aspectos de su vida ¿Cómo fueron tus
primeros años, tu entorno familiar?
Nací en Cienfuegos. Mis padres, de orígenes humildes, llegaron a ser
comerciantes del giro de farmacias. Mi madre también tenía negocios de
inmuebles y junto a mi padre llegó a poseer una droguería en sociedad
con otras personas. Tuve una niñez feliz, pero siempre me interesé por
la historia, la política y la justicia social; interés estimulado por mi
padre, quien fue miembro del antiguo Partido Comunista y participó en
la lucha contra la dictadura de Gerardo Machado, causa por la que sufrió
prisión. Durante los estudios de bachillerato establecí contactos con
miembros de la Juventud Socialista (JS) y otros estudiantes, con los
cuales participé en actividades de protesta contra la dictadura de
Batista, como la huelga azucarera de 1955, cuando los estudiantes íbamos
a las asambleas de los trabajadores a alentarlos para que se unieran al
paro. En esas actividades conocí a dirigentes sindicales que
pertenecían al Partido Socialista Popular (PSP).
¿Sufriste alguna consecuencia por esas actividades?
En 1957 fui acusado de hacer un sabotaje en Cienfuegos, en el cual yo
no había participado, pero me encarcelaron y juzgaron en el Tribunal de
Urgencia de Santa Clara. En ese juicio me defendió quien después fuera
Presidente de la República, el Dr. Osvaldo Dorticós Torrado. Salí
absuelto, pero bajo la amenaza del Jefe de la Policía de Cienfuegos de
que tenía que irme de la ciudad. Por esa razón vine a La Habana y
comencé a estudiar en un colegio metodista llamado Candler College,
donde proseguí mi actividad política, razón por la cual a principios de
1958 fui expulsado del centro.
¿En qué organización política militabas en esa época?
Estuve en el movimiento estudiantil vinculado al Directorio
Revolucionario 13 de Marzo hasta el triunfo de la revolución. Entonces,
cuando se reorganizó la JS, que era la organización juvenil del Partido
Socialista Popular, empecé de nuevo mis vínculos con esa organización.
Fui su presidente en Cienfuegos y miembro del Comité Provincial en la
antigua provincia de Las Villas, hasta que se produjo la integración de
las organizaciones juveniles en la AJR, en la que llegué a ocupar el
frente de propaganda en el Comité Provincial en Las Villas y a integrar
el Comité Nacional. En esta organización participé en la creación de los
comités de base en Cienfuegos, incluso en zonas rurales donde habían
alzados contra el Gobierno.
Recuerdo que un dirigente campesino con quien participábamos en esas
tareas, Juan González, más tarde perdió la vida en una emboscada. Mucho
después, cuando ya estaba en el Comité Provincial, uno de nuestros
choferes también murió en otra emboscada; se llamaba Héctor Martínez, un
joven humilde de origen campesino y como todos nosotros, lleno de
ilusiones. Fue una etapa muy triste en la que los cubanos nos
enfrentamos en una guerra que no tenía sentido, porque era entre
hermanos. Después el Gobierno de forma cruel desalojó de las montañas a
muchas familias, con la pérdida de sus tierras y pertenencias bajo el
pretexto de que cooperaban con los alzados en armas. Con esas familias
se crearon pueblos fantasmas en Pinar del Río y en otras provincias. Fue
una etapa sangrienta en la que se impuso el odio. Duró varios años y
solo salió victorioso el totalitarismo, al implantar el miedo en la
sociedad. Los cubanos en su conjunto, incluidos los que arriesgaron sus
vidas por un ideal, salimos derrotados.
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