SIGFREDO BARROS
sigfredo.bs@granma.cip.cu
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Solo
tenía 18 años. Lucía radiante enfundado en el uniforme del equipo
Cuba. Se le salía la alegría por los poros. Nadie podía imaginar que
andando el tiempo establecería marcas históricas en la pelota
cubana. Una frase que me dijo aquel día se me quedó grabada: "Usted
no sabe con cuánto sacrificio he llegado hasta aquí".
Días después, ya en la ciudad canadiense de Windsor, sede del Campeonato Mundial Juvenil de 1986, se paseaba por el dugout y a cada rato le recordaba al desaparecido mentor Juan Delís: "Profe, yo estoy listo para jugar". Por fin le llegó su oportunidad, en la esquina caliente, y lo hizo muy bien, maravillando a todos por su velocidad en el corrido de las bases.
Han transcurrido 25 años. Y Enrique Esteban Díaz Martínez sigue jugando a la pelota, con el mismo entusiasmo de cuando era juvenil. Ayer fue, quizás, su día más feliz: rompió una marca en poder de uno de los grandes peloteros cubanos, Antonio Pacheco, al conectar su jit número 2 357 —una línea al jardín derecho— sobre un envío del zurdo pinareño Julio Alfredo Martínez, a quien más tarde le disparó otro sencillo, el 2 358.
En eso de romper marcas establecidas por gigantes de nuestra pelota no hay quien le gane. Ya había dejado atrás a Omar Linares en carreras anotadas y desde hace más de un mes es el único que sobrepasa las 1 600, exactamente 1 623. Ninguno se ha parado en el home más veces que él, ya anda por 7 877 turnos oficiales y es el líder histórico en comparecencias, 9 540.
Días después, ya en la ciudad canadiense de Windsor, sede del Campeonato Mundial Juvenil de 1986, se paseaba por el dugout y a cada rato le recordaba al desaparecido mentor Juan Delís: "Profe, yo estoy listo para jugar". Por fin le llegó su oportunidad, en la esquina caliente, y lo hizo muy bien, maravillando a todos por su velocidad en el corrido de las bases.
Han transcurrido 25 años. Y Enrique Esteban Díaz Martínez sigue jugando a la pelota, con el mismo entusiasmo de cuando era juvenil. Ayer fue, quizás, su día más feliz: rompió una marca en poder de uno de los grandes peloteros cubanos, Antonio Pacheco, al conectar su jit número 2 357 —una línea al jardín derecho— sobre un envío del zurdo pinareño Julio Alfredo Martínez, a quien más tarde le disparó otro sencillo, el 2 358.
En eso de romper marcas establecidas por gigantes de nuestra pelota no hay quien le gane. Ya había dejado atrás a Omar Linares en carreras anotadas y desde hace más de un mes es el único que sobrepasa las 1 600, exactamente 1 623. Ninguno se ha parado en el home más veces que él, ya anda por 7 877 turnos oficiales y es el líder histórico en comparecencias, 9 540.
Cuando Víctor Mesa se retiró, sus 588 bases robadas fueron
consideradas por muchos como una cota muy alta, difícil de igualar o
romper. Enriquito la hizo añicos: suma 724 estafas gracias a unas
piernas tan veloces que le permitieron también apuntarse 98 triples.
En total seis lideratos históricos. Una hazaña que, personalmente,
dudo que algún otro pelotero pueda igualar.
¿Su secreto? Jugar al béisbol por amor. Sin pensar en si hacía o no el equipo Cuba. Solo así se puede estar activo durante 26 temporadas y seguir siendo regular, primer bate con 43 años que no han hecho mella en su anatomía. Un dato adicional: de sus 2 358 indiscutibles, 1 046 fueron conectados con bate de aluminio y 1 312 con el de madera. Y otro más: su tacto le ha permitido ser el segundo en bases por bolas recibidas, 1 414, solo superado por otro coloso, Antonio Muñoz.
El día que le diga adiós al béisbol lo vamos a extrañar. Por su entrega diaria, en el entrenamiento y en el juego.
¿Su secreto? Jugar al béisbol por amor. Sin pensar en si hacía o no el equipo Cuba. Solo así se puede estar activo durante 26 temporadas y seguir siendo regular, primer bate con 43 años que no han hecho mella en su anatomía. Un dato adicional: de sus 2 358 indiscutibles, 1 046 fueron conectados con bate de aluminio y 1 312 con el de madera. Y otro más: su tacto le ha permitido ser el segundo en bases por bolas recibidas, 1 414, solo superado por otro coloso, Antonio Muñoz.
El día que le diga adiós al béisbol lo vamos a extrañar. Por su entrega diaria, en el entrenamiento y en el juego.
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