lunes, enero 16, 2012

2012: Raúl Castro y el año del Dragón ( I I y FINAL)

Cubanálisis El Think-Tank/ 

Eugenio Yáñez, Juan Benemelis, Antonio Arencibia y Lázaro González

Uno de los más influyentes intelectuales de la Nueva Izquierda, el profesor británico de la UCLA Perry R. Anderson, nada sospechoso de simpatizar con el capitalismo moderno, refiriéndose a los sistemas económicos sustentados en la planificación central concluyó:

“…la planificación centralizada realizó proezas notables en condiciones de asedio o de guerra, tanto en las sociedades comunistas como en las capitalistas. Pero en tiempos de paz, el sistema administrativo en los países comunistas se demostró totalmente incapaz de controlar el problema de la coordinación de los agentes en economías cada vez más complejas, y engendró niveles de derroche e irracionalidad que superan con creces los de las economías de mercado en el mismo período, para manifestar finalmente un síntoma de crac potencial”.

Lo más probable es que ni Raúl Castro ni sus asesores hayan tenido la oportunidad de conocer tales conclusiones, pero sin comulgar plenamente con ellas, en tanto significaría la perdida del instrumento -la planificación central- mediante el cual sostienen el monopolio del poder económico, reconocen su inviabilidad en todas aquellas zonas del tejido económico que no son intensivas en capital, tecnología, o siendo productos tradicionales, no tienen impacto en el mercado internacional.

De lo que realmente se trata es que en lo económico, el Clan de Birán es una gran corporación estructurada en un “holding” de empresas estratégicas con 11.2 millones de clientes, que trata de optimizar sus operaciones. La tropicalización neocastrista de la estrategia china de “Zhuanda Fangxiao”, es decir: “mantener lo grande, deshacerse de lo pequeño”, ha sido erigida al nivel de concepción central de un modelo transicional cubano (que la mayoría de los autores insisten en no apreciar solo porque el mismo no transcurre en consonancia con la ortodoxia de la academia occidental), y la directriz de todas las medidas implementadas y previstas. En tal sentido, las reformas en ejecución constituyen la garantía de que la inevitable concentración de la riqueza ocurra solo en aquellos nichos de poder autorizados para ello.
 
Allá quienes deseen seguir creyendo, para ser felices, que “la burocracia” es capaz de detener, y lo está haciendo, el proyecto neocastrista que dirige Raúl Castro, como si esa “burocracia” tuviera vida propia y no hubiera sido creada por los mismos que controlan el poder totalitario en Cuba. Si los “delfines” de Fidel Castro, que habían sido colocados estratégicamente en cargos clave, fueron sacados completamente del juego en un instante, con un solo escobazo raulista, ¿qué tiempo podría realmente mantenerse “la burocracia” cobrando sus salarios si la gerontocracia decidiera que ha llegado la hora de que no molesten más?

Porque la realidad es que lo que no avanza más en Cuba es porque el verdadero poder no quiere que avance más; porque lo que tiene que avanzar, avanza y no lo detiene nadie, desde la conversión del ineficiente Ministerio de la Industria Azucarera en un combinado empresarial, hasta el desarrollo de tres gigantescas inversiones multimillonarias, en la refinería de Cienfuegos, el puerto de El Mariel, y la extracción petrolera en aguas profundas, que avanzan firmemente sin demasiado aspaviento, mientras muchos “expertos” en el exterior se concentran en el análisis de timbiriches de venta de pan con mayonesa, proyectos de construcción de campos de golf, y de cuartos particulares que se alquilan a los turistas, para “descubrir”, con su aguda observación, rasgos ocultos de capitalismo incipiente debajo de las sábanas del “bed and breakfast”, en el hoyo número catorce, o en los pedales de los bicitaxis.
 
La batalla contra la corrupción elevada a la categoría de contrarrevolución, los limites precisos y coercitivos al desarrollo de la pequeña propiedad mercantil, y la prohibición a la inversión para los emigrados cubanos, van dirigidas a prevenir, con todos los medios a su alcance, la aparición de oligarcas cubanos como los rusos Mijaíl Jodorkovski o Mijaíl Prójorov. De hecho los Jodorkovski y Prójorov ya existen, solo que pertenecen a la nomenklatura selecta de la elite del Clan Biránico.

Porque si bien no es obligatorio el apoyo explícito a la política del régimen por parte de los nuevos empresarios cubanos, así como de los inversionistas extranjeros, se aprecia altamente al menos el mutismo. La promisoria concentración de la riqueza en proceso, al igual que la capitalizada, acumulada y/o atesorada en más de medio siglo, sigue fielmente el patrón del sistema de castas en que se sustenta socio-demográficamente el régimen.

Eso no quiere decir que las relaciones de mercado se vayan imponiendo en estos momentos en la producción de níquel, calzado, petróleo o cemento, pero sin lugar a dudas que la presencia del mercado ya se comienza a sentir en la venta de alimentos elaborados por cuentapropistas, en servicios elementales que se brindan a la población por manos privadas, en la producción agropecuaria y la construcción de viviendas. Naturalmente, todavía se trata de situaciones que se encuentran a nivel primario y elemental, pero que son el germen de un desarrollo futuro contra el que la propiedad estatal no puede ni quiere competir.

Esto debe verse de conjunto con los pasos destinados a que los productores agropecuarios puedan vender directamente su producción a las instalaciones turísticas del país, sin tener que utilizar los mecanismos estatales de acopio o depender de ellos; a las todavía escasas y demasiado caras pero ya reales posibilidades de adquirir en el mercado determinados insumos para la producción agropecuaria o urbana de servicios y productos elementales, sea privada o cooperativa; y a la organización de la producción azucarera del país en su conjunto en un complejo empresarial, que aunque en estos momentos todavía sea de propiedad estatal, tendrá que funcionar de manera muy diferente a como se hacía cuando la zafra azucarera y toda la producción de derivados se manejaban desde un elefante blanco ministerial que interfería constantemente en la más mínima de las decisiones.

Mientras prolíficos analistas como Espinosa Chepe, López-Levi y Dilla aprecian con optimismo la conformación de una economía “mixta”, otros como Amor Bravo consideran que las medidas aplicadas son incongruentes, limitadas y anti sistémicas. Lo cierto es que en una primera fase han permitido “reflotar” en cierta medida el vastísimo mercado sumergido de transacciones de bienes y servicios y el trafico de influencias, pero la “legalización” de los sujetos y hechos económicos que ello supone es de por si un paso de inestimable alcance. Es una condición sine qua non para transitar a una sociedad transparente e institucionalizada con arreglo a un sistema jurídico coherente, pero en los marcos conspirativos y de ejercicio oportunista de la ley, que predominan en Cuba, es igualmente una poderosa arma en el arsenal del régimen.

En lo que constituye un hecho inédito que revela la decisiva voluntad de extender (aunque debidamente acotada) la pequeña propiedad privada, es decir, “lo pequeño”, el régimen anunció un “úkase” perentorio para la conversión ineludible en cuentapropistas de los trabajadores estatales de las empresas que prestan servicios de reparación de efectos electrodomésticos a la población a partir del primer día laborable del mes de enero. Sin cobertura logística de ninguna índole en términos de piezas de repuestos, materiales y herramientas, el hasta hoy trabajador asalariado deberá ahora pagar no solo su licencia obligatoria, sino también impuestos sobre los ingresos, y rentar el local en el que hasta ahora laboraba.

No escapa al régimen que esta es un área de extrema sensibilidad popular entre una población que puede no cuestionarse el retraso en designar oficialmente un nuevo ministro de las FAR o quiénes conformarán el relevo a la gerontocracia enquistada en el poder, pero sí que reaccionaría vigorosamente ante un refrigerador descompuesto. Cortar pelos y cutículas solo requiere de quienes los expongan, pero la garantía de que todos los efectos electrodomésticos funcionen en cada hogar cubano es un asunto de política de estado en un país como Cuba y eso si tiene el potencial de provocar inestabilidades puntuales.

Papá-Estado se quita de encima un gran problema, pues los servicios a la población que llevaban a cabo esos trabajadores estatales son altamente sensibles, al cubrir reparaciones de electrodomésticos y artículos de primera necesidad, y de uso diario, entre otros. En lo adelante, cuando tales productos no puedan ser reparados, ya no será culpa del ineficiente gobierno totalitario, sino de los cuentapropistas, que no tendrán las piezas y repuestos necesarios -al no existir ni un mercado mayorista ni la suficiente producción nacional o importación- o pretenderán cobrar precios muchas veces inaccesibles para buena parte de la población. Como consuelo para la contraparte, podemos esperar que los ahora ex-trabajadores estatales tratarán mejor y respetarán más a sus clientes, que ya no tendrán que ser “usuarios”.

Además, en el plano ideológico, será un respiro para el régimen, pues hasta el momento todas las actividades que han quedado en manos privadas o cooperativas han sido mucho más eficientes y efectivas que cuando estaban en manos estatales, y al gobierno le resultaría muy conveniente que exista una actividad tan sensible a la población que no pueda dar muestras evidentes de mejoría al pasar a manos privadas o cooperativas, lo que puede utilizar como bandera para intentar “demostrar” que no necesariamente la propiedad estatal es la peor.

Pero lo innegable es que el proceso no se detiene: a apenas un mes de aplicadas las limitadas reformas al mercado inmobiliario y de vehículos, y a pesar de las naturales reservas de la población, se registraron 2,352 transacciones de inmuebles (364 compra-ventas, 1,579 donaciones, y 409 permutas), mientras se emitieron unos 15 mil certificados de propiedad de autos y se ejecutaron mas de 3,500 actos de compra-venta.

Por otro lado, una tímida y ciertamente insuficiente apertura a la concesión de créditos a la actividad cuentapropista y la pequeña producción agropecuaria, contribuye a la micro financiación de los proyectos de PYMES que se vienen desplegando. La exigencia de las garantías de amortización con respaldo de colaterales pondrá a prueba no solo el renombrado espíritu empresarial del cubano, sino que emplazará una encrucijada de difícil pronóstico, cuando por imperativos de la propia dinámica éxito-fracaso se requiera ejecutarlas. Un vendedor de “pan con timba” devorado por la competencia vecinal, con un préstamo asegurado con una garantía contra su vivienda es, además de un evento trágico factible, una catarsis insurrecta. Por menos que eso estalló Túnez en 2011.

Mientras los sectores estratégicos de la economía cubana en acelerado proceso de reconversión en clusters [agrupaciones] permanecen, como es natural, bajo las riendas de la planificación central, es decir, del Clan de Birán, por aquello de que las relaciones de propiedad son ante todo relaciones de apropiación, el régimen es renuente a la apertura de un mercado mayorista [wholesales] para las áreas privadas y cooperativas.

Dado que la decisión es abandonar paulatinamente aquellos sectores no claves o de elevada intensidad en capital y tecnología para que sean ocupados por las PYMES, la única razón subyacente para que no se amplíe el mercado mayorista, que sí existe para el sector estatal, (aunque algunos alejados de la realidad económica de la isla aun no lo hayan percibido), reside en conservar las utilidades monopolistas del mercado minorista no normado por la vía de los leoninos márgenes comerciales con que se cargan artificialmente los precios directos al consumidor. Ello permite además acotar (es decir, limitar), a los niveles que la cúpula considera prudentes, la acumulación de ciertas masas de circulante con potencialidades capitalizadoras y/o de atesoramiento.

En esta propia dirección, la solidaridad familiar de la emigración y/o intereses conjuntos en la prosperidad de los pequeños negocios autorizados, ha sido rápida y tajantemente restringida con las nuevas restricciones aduaneras que entraron en vigor a fines de año.

Y esto es mercado, limitado, embrionario y en cierta medida cautivo, pero mercado, que tiene la potencialidad no solo de expresar necesidades insatisfechas por la tradicional vía de la “asignación” centralizada, sino demandas con capacidad solvente, que genera ofertas de bienes y servicios que la planificación central no puede percibir ni satisfacer.

De hecho el “kubishe”, en tanto recién nacido “homo economicus” en tiempos del neocastrismo, es decir, sujeto económico activo y no mero objeto pasivo, se enfrenta al clásico dilema de la “elección”: escoger la manera más satisfactoria de emplear sus recursos disponibles de acuerdo a los objetivos que intenta alcanzar.

Raúl Castro tiene que seguir con su proyecto de “actualización”, simplemente porque no tiene alternativa: la economía se derrumba, las tensiones sociales se multiplican, y cada vez más los cubanos van perdiendo el miedo. No puede pensar en escenarios estáticos, porque en 2012 habrá elecciones presidenciales en Venezuela y Estados Unidos, y ambos resultados pueden incidir fuertemente en las realidades cubanas, en sentido positivo o negativo, y como militar experimentado sabe que necesita tener “variantes” para poder enfrentar las eventuales realidades.

Las decisiones las tendrá que tomar el general-dictador tratando de consensuarlas con el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés, los dos únicos verdaderos ejecutivos en el poder de la gerontocracia. Además, tendrá en cuenta al núcleo duro y leal de generales-guerrilleros al frente de los principales cargos en las instituciones militares y represivas. El resto de la camarilla de administradores y corre-ve-y-diles, encabezados por José Ramón Machado Ventura, partirán solícitos a cumplir lo que haya consensuado el General de Ejército en el núcleo de los verdaderos jerarcas neocastristas.

Y un pequeño grupo de verdaderos tecnócratas, muy bien y pacientemente preparados durante largos años, continuará implementando día tras día los proyectos del general, sin preocuparse demasiado de lo que se opine en las calles de La Habana y de toda Cuba, ni en las de Miami, Madrid o Ciudad México.

Para los que opongan, de cualquier manera, a los proyectos del “pragmático” dictador, siempre estará listo “el aparato”, capaz de darle una golpiza a cualquiera o enviarle a la prisión, desacreditar a quien haga falta, forzar a otros a un lejano destierro disfrazado de exilio, o “trabajar” a algunos para que parezca que sí, pero no, o para que parezca que no, pero sí.

Resulta interesante constatar que mientras algunos opositores continuamente reciben golpizas y son enviados a prisión, otros pueden tener una vida más muelle y sosegada, expresar opiniones o publicar criterios con relativa tranquilidad, aun en medio de oleadas represivas, sin que reciban la visita de “compañeros” segurosos para llamarles la atención, amenazarlos, o sin que les interrumpan las actividades programadas. Como no resulta demasiado convincente considerar que se trata de un problema que se defina en términos de buena y mala suerte, es lícito preguntarse, lógicamente, que si aunque todos los opositores sean enemigos para el régimen, algunos pueden ser más enemigos que otros.

No se trata de dar espacio gratuito a la paranoia, sino de tener en cuenta que uno de los proyectos del régimen para doblegar y disminuir a disidentes y opositores, aunque no el único, es privilegiar una oposición y una disidencia “light” que pueda ser perfectamente percibida por la prensa y la opinión pública extranjera como crítica del régimen, pero que no ahonde demasiado en la médula de los temas a criticar, y que se quede encerrada en la crítica de superficialidades y pecados veniales.

No quiere decir esto que la única oposición que debamos reconocer como legítima y nada sospechosa sea la que recibe golpes y condenas de prisión, ni que debamos o tengamos derecho a acusar a todos aquellos que se las arreglan durante mucho tiempo sin ser visitantes por la fuerza de estaciones de policía o centros de salud para curarse de golpes y magulladuras que reciben de los esbirros policiales o del “pueblo enardecido”. Simplemente, hay que estar atentos y no perder de vista algunos señalamientos que refieren el hecho de las intenciones del régimen en este sentido, así como la evolución de determinadas actividades y eventos, y de las organizaciones que los promueven o que participan.

El neocastrismo (como el universo) en expansión

Un chiste atribuido a Reynaldo Escobar recorre las filas de la disidencia y la oposición cubana: “Se encuentran dos disidentes en un parque y, tras saludarse, uno le dice al otro: ‘Compañero, mejor escóndete detrás del árbol porque si te ven conmigo te vas a perjudicar’. El otro disidente le contesta: ‘No, compañero, al contrario mejor escóndete tú que yo te puedo perjudicar’. Y así se la pasan todo el rato”. [Risas] “Ya ves. En este país las cosas son al revés. Aquí uno se enorgullece más por lo que perjudica que por lo que conviene”.

Un prestigioso analista de los temas cubanos ha afirmado que “… [los] ancianos [están] totalmente divorciados de la realidad nacional…”. Sin embargo lo que se aprecia es que esa gerontocracia que estuvo introduciendo cambios en segmentos de prohibiciones obsoletas a ritmo de “rana hervida”, ha incrementado exponencialmente la transmutación del castrismo-fidelista tradicional en un neocastrismo cuyo paradigma social de “lucha tu alpiste, pichón” (alusión al termino empleado por el tenebroso Ramiro Valdés), ha sido consensuado y asumido por una masa social critica. Esto, si bien no es capaz de otorgar  “legitimidad”, al menos logra conservar la gobernabilidad que permite sofocar cualquier brote potencial de inestabilidad social.

Las personas que desde el amplio espectro posicional con que se aborda el tema cubano claman por una mayor celeridad en las reformas eufemísticamente denominadas por la jerarquía oficial cubana como “actualización del modelo económico”, omiten o desconocen que a los mandarines chinos y a los herederos del aguerrido Vietcong les tomó mas de dos décadas arribar al punto donde se encuentra el neocastrismo hoy.

Conciente de su importancia, el Granma en su editorial de fin de año insiste en el tema:

“El Primer Secretario del Partido ha dicho en varias ocasiones que la actualización del modelo económico no es un milagro que pueda obrarse de la noche a la mañana, como algunos piensan; su despliegue total se logrará gradualmente en el transcurso del quinquenio, pues es mucho el trabajo de detalle, planificación y coordinación, tanto en el plano jurídico como en la preparación minuciosa de todos los que intervengan en su ejecución práctica”.

Es ciencia constituida que el futuro no está predeterminado (como muchos aun siguen considerando, incluyendo a castristas, opositores y analistas), y no importa cuan rigurosamente se haya elaborado la “Visión” del sistema en el proceso de Planificación Estratégica. Todo “Futuro” está sesgado por lo imponderable y la incertidumbre. Lo que ocurrió en Eslovenia, Rusia, China o Rumania (solo para mencionar algunas experiencias diferenciales), es válido en tanto experiencia histórica, pero en modo alguno prefija los límites del ámbito transformacional en Cuba, como tanto se esfuerzan muchos por probar.

De esta manera, el “Pasado”, en tanto experiencia histórica previa, no es condición necesaria para arribar a un “Futuro Deseado” particular e inexorable, sino que el mismo es potencialmente múltiple, flexible, alternativo, incierto y caótico; por tanto, es cognoscible y manipulable, siempre y cuando las sucesivas aproximaciones conceptuales al mismo consideren a la realidad que se nos presenta, ante todo, en su naturaleza holográfica. 

La crisis de percepción que se observa en los estudios cubanos y en la concreción del futuro deseado por los sujetos políticos históricos en todas sus tendencias, desde los castristas ortodoxos y los neocastristas oportunistas, el burócrata conservador y temeroso y el cuentapropista entusiasmado, así como el exilio histórico, la emigración “apolítica” por chantaje filial, la oposición tradicional y la disidencia contemporánea, se asocia a la simplificación de que a iguales causas siempre le sucederán similares efectos.

Teniendo en cuenta que el orden y la predicción apriorística suponen un patrón previo, como es posible apreciar en la mayoría de las aproximaciones analíticas al tema, y que para Cuba el patrón suele ser el de las transiciones de Europa del Este, China y Vietnam, entonces ocurre que lo que no concuerda con éste se desecha, encasillando la transición cubana en el “modelo” chino, checo, ruso, o cualquier otro que hubiese sido previamente considerado.

Y lo que no se acaba de entender es que el régimen de La Habana se encuentra ejecutando una profunda anti-terapia de choque gradual, que se concreta en el nuevo paradigma social a asumir por la nomenklatura y la población.

Esto, que en ciencias políticas se conoce como ingeniería social fragmentaria, en contraposición a la utópica por la que se despeñaron las élites rusas en su momento, es el sendero -nos guste o no- por el que acertadamente se despliega el neocastrismo, siguiendo discrecionalmente a chinos y vietnamitas, pero también a un Putin y a la dinastía Kim.

De ahí que el neocastrismo requiere la modificación de los esquemas mentales actuales heredados del castro-fidelismo tradicional, no solo de la nomenklatura, sino ante todo de la población, como insistentemente pone en el centro de sus intervenciones Raúl Castro.

El mencionado editorial insiste:

“Continuaremos haciendo realidad todo lo acordado, sin prisa, pero sin pausa, con la integralidad y gradualidad requeridas, sin apresuramientos ni improvisaciones, contribuyendo a la superación de la vieja mentalidad dogmática y corrigiendo oportunamente los errores que podamos cometer. No descuidaremos, ni un instante, la unidad de la mayoría de los cubanos en torno al Partido y la Revolución, esa unidad que nos ha servido para llegar hasta aquí y seguir adelante en la construcción de nuestro Socialismo”. [Las letras negritas en el original].

La construcción de un nuevo paradigma social, en el cual el Estado se transmuta de totalitario en autoritario, pero controlador y fiscalizador, está ocurriendo en estos precisos momentos, y constituye una ruptura que debe ser instrumentada paulatinamente para evitar el caos.

Por otra parte, los “pesos pesados” anticastristas en la política norteamericana lamentablemente lo son respecto al tema Cuba, pero no en el establishment global en el contexto dentro del cual actúa una administración norteamericana que preconiza la política de If we see positive movement we will respond in a positive way.... Es cierto que ese liderazgo anticastrista no desmaya en la denuncia, pero es igualmente incuestionable que la actual administración no les presta absolutamente ninguna atención.

La aplicación del “Zhuanda Fangxiao” isleño, tropicalizado en la nueva comandancia de “La Rinconada”, se ejecuta al menos en tres direcciones principales con una eficiencia notable:

  • Cuentapropismo cautivo y con tope que actúa como un “entretenimiento” social que contrarresta y/o inhibe el proceso de transformación del descontento en protesta y de esta en inestabilidad social y potencial ingobernabilidad. A favor del régimen funciona la tradicional apatía social concretada en la clásica “doble moral” y en el “no coger lucha” de una gente que está 24 horas diarias los siete días de la semana ocupada con sus “negocios”, las ansiadas remesas familiares en forma de bienes de uso y/o monetarios, la acumulación y el  enriquecimiento, pero  hay que contar también a los sectores más vulnerables de personas mayores de 50 años, ancianos y negros, muchos de ellos acicateados por la angustia de la supervivencia cotidiana y sin negocio que atender ni remesa que recibir.

  • En lo macro-estratégico, el polo petroquímico cienfueguero permite controlar buena parte del mercado petrolero del caribe insular y las esferas de influencias geopolíticas correspondientes, al que se añade el oleoducto a la costa norte, con serias intenciones de transformarse en un puerto exportador de crudos y derivados al gigantesco y voraz mercado del vecino del norte.

Junto a ello, el acelerado desarrollo del complejo portuario del puerto de Mariel, con atención priorizada desde “La Rinconada” y a una distancia de las costas norteamericanas que minimizan hasta el infinitésimo los gastos de fletes, con capacidad de operar de ochocientos mil a un millón de contenedores anuales en su primera fase, en un país donde para las exportaciones no mineras bastan un par de aviones semanales,  indica que la maquiladora china, norteamericana,  rusa o incluso cubana, se hará extremadamente competitiva para el mercado norteamericano, por concepto de reducciones fabulosas de fletes, seguros y salarios (la empobrecida población rural china que antaño emigraba por oleadas de millones a las ciudades, para trabajar por un dólar al día en condiciones de semiesclavitud, ya se resiste a ello por el impacto del inevitable consumo urbano).

El próximo emplazamiento y puesta en operaciones del nuevo “acorazado atómico” usualmente conocido como Scarabeo 9, a solo varias decenas de millas de la costa sur norteamericana es, independientemente de sus éxitos en la perforación y extracción de crudos, un chantaje geopolítico por la vía del posible desastre ecológico que un accidente pudiera ocasionar, lo que se erige en un arma mucho mas poderosa que la tradicional amenaza de una nueva oleada migratoria, y renueva la inmunidad adquirida con el pacto Kennedy-Jrushov como resultado de la Crisis de los Misiles de 1962.

  • Un efectivo sistema de propagada y manipulación social que opera siguiendo los procedimientos de la inteligencia y la contrainteligencia, tanto en lo interno, donde reduce o amortigua aquellas perturbadoras influencias externas no deseadas que impacten en la población, así como a nivel global, captando y/o “comprando” tanto a idiotas como a inteligentes útiles en funciones de agentes de influencia. Ello se complementa con un  empleo muy calibrado de la fuerza represiva, que se aplica ante todo preventivamente, pero también de forma puntual, selectiva y minimalista en términos de resonancia social

El Síndrome del Neocastrismo

Otro fenómeno que de manera subrepticia está penetrando a la nación cubana en su casi total integralidad, y de ello no se excluye a la emigración, es la versión tropical del síndrome de Estocolmo, que podríamos llamar el Síndrome del Neocastrismo. Solamente algunos disfrutan -quizás por el momento- de inmunidad ante esta aberración en la conducta humana. Aquí lo novedoso reside en que en el neocastrismo la víctima es colectiva y no se identifica con la singularidad del individuo, sino que adquiere una dimensión supra-personal que abarca la estructura social de la nación, entendida no solo como un conjunto de individuos sino, ante todo, como una cultura con identidad propia y sentido de pertenencia, independientemente de que las relaciones victimas-victimarios sean directas o mediatas, espaciales o temporales.

Asimismo se observa el despliegue en sus primeros estadios de manifestaciones de des-individuación, observable en la dinámica de las muchedumbres, donde prevalecen los sentimientos de anonimato, en tanto elemento de protección individual frente a los retos asumidos en las relaciones grupales y sociales. Conducta social por cierto muy conveniente para el régimen por cuanto responde a patrones conductuales de inhibición social.

El parasitismo sistémico del castro-fidelismo tradicional, incapaz de generar sus propias estructuras desarrollistas, articuló una dependencia de la dicotomía “Amigo Externo - Enemigo Externo”, a cuya entropía se asocian sus oscilaciones entre los estados de depresión-crisis, recuperación-expansión, prosperidad, y recesión. Por su parte, el neocastrismo -es decir, el castrismo sistémico estructurado en torno al nuevo paradigma social de “Lucha tu alpiste, pichón”-, es asimismo consustancialmente dependiente de esta dinámica.

Y ello explica meridianamente la identificación de las “Oportunidades” y “Amenazas” por parte del régimen, y sus consecuentes acciones en este ámbito. La apertura solo para invitados “especiales” del bar Ernest Hemingway en la sede de la Oficina de Intereses de Cuba a solo unas cuadras de la Casa Blanca, es una interesada nota folclórica de ello. 

La “batalla” por la conquista del electorado floridano por un lado, y la prometida y tangencial reforma migratoria “propagandizada” semi-oficialmente por otro, para solo explicitar dos de las líneas de trabajo mas “populares”, se inscriben en la asunción del nuevo paradigma social hacia lo interno y en la potenciación de la concreción de la relación “Amigo Externo - Enemigo Externo”, mediante el empleo de las técnicas y procedimientos propios del Carril II de una ley Torricelli de signo neocastrista.

Entonces a todos, a pichones y emigrados, a amigos y enemigos, a burócratas del partido, a oficiales de las fuerzas armadas y a ministros, a intelectuales “orgánicos” y a inversionistas y corruptos empresarios extranjeros, se les aplica un integral, pero diferencial, programa conductual conminatorio, enfocado a provocar la simpatía, o al menos la tolerancia senso-racional, por su victimario.

Por consiguiente el “no coger lucha” del actual homo economicus cubano no es una actitud de indolencia social, como suele impugnarse, sino es en sí misma su manera de “coger lucha”, en tanto norma conductual de adaptabilidad a un entorno hostil y enclaustrado. Si a la relación entre las personas que se mueven en un mismo contexto la denominamos “lo social”, y la cultura por su parte es el consenso en significados, a los cuales se les asignan similares valores, entonces una de las claves del neocastrismo reside en qué medida el paradigma social impuesto por el régimen dominante se corresponde con la cultura social, porque mientras en ésta se comparten significados comunes, en una sociedad se establecen relaciones.

De ahí que, en el proceso de reingeniería social que es el neocastrismo, este esté obligado ontogenéticamente a la reproducción estructural y funcional del entorno hostil y enclaustrado, y por consiguiente de la pobreza estructural, lo que es congruente con las férreas acotaciones al trabajo privado antes mencionadas, y se erige en una de las condiciones per se de su supervivencia. A tenor de ello, y desde la óptica de la teoría del caos, que analiza lo sociopolítico como un sistema complejo, la modificación del paradigma social actúa como un factor anti-entrópico, es decir, que contribuye a facilitar cierto orden en su relación con la cultura compartida.

Porque lo único cierto en el tema cubano es que el kubishe, ahora en el rol de homo economicus -considerando que se encuentra inmerso en un medio hostil y enclaustrado por 53 años-, es que la única alternativa que no considera es la de desaparecer, por lo que asume su participación en el entorno posible y no en el promisorio, pero etéreo-especulativo para él, de la democracia y la libertad. Cierto que no todos los individuos lo asumen en igual grado, pero el castrismo antes y el neocastrismo ahora consideran inaceptables esos últimos escenarios, haciéndoles pagar un elevado precio a los que luchan por sus derechos.

La aceptación del paradigma social modificado transcurre mediante la auto-calibración de la interacción por parte del individuo con su entorno, en tanto proceso dinámico de adaptación social, desplegándose no solo mediante la asunción temporal de las experiencias, sino también a través de la verificación de su capacidad de representar los roles sociales pre-establecidos por el régimen. En este proceso de afinamiento conductual, el aprendizaje permite interiorizar el óptimo operatorio para representar el rol que se le ha destinado. ¿Brutalmente cínico?: es posible, pero en cuestiones de supervivencia real, la dignidad humana es ciertamente más escasa que las que nos muestra Hollywood.

Y es que el neocastrismo no es solo totalitarismo, como frecuentemente se conceptúa, aunque lo suponga: es, ante todo, un proyecto estratégico de modelación conductual a escala social.

Si el consentimiento es aquella actitud individual con la que los miembros de una sociedad reaccionan ante el poder, se observa con claridad que el impacto de las reformas está trasladando progresivamente el centro de gravedad del consentimiento social de la población mayoritaria (que rechaza a los gobernantes y al sistema), desde un consentimiento pasivo hacia uno pasivo asumible, en el sentido de adscribirse activamente al paradigma social propuesto. Paradigma que, desideologizado y en cierta medida despolitizado, ofrece, desde el enclaustramiento neocastrista, un entorno real de supervivencia.

Es cierto que la “lealtad” al régimen es fetichista pero, también es efectiva y, alcanzada de esta manera, se imbrica con los atractores sociales, como son: supervivencia, seguridad, poder, logros, estabilidad, integración; todos ellos principios que rigen las modalidades de la existencia humana. Estos se concretan en el paradigma social, como factor de cohesión, es decir, de orden, anti-entrópico, del sistema, y aunque sea explícitamente oportunista y manipulador, el kubishe asume incluso ese fetiche en su proceso de afinamiento para desempeñar el rol social que se le ha asignado. 

Y es que solo en el embeleso enajenado de la realidad concreta es posible construir futuros deseables sin lograr consensuar hacia sus significados paradigmáticos a una masa crítica de individuos pasivos política y socialmente.

El neocastrismo lo está logrando, a pesar de unos, y sobre otros. Lamentable.

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