Mermelada/ FERNANDO DÁMASO
El problema del ganado vacuno es un gran problema en Cuba, desde hace decenas de años. De ocupar el cuarto lugar mundial en cabezas de ganado vacuno por habitante (seis millones de cabezas de ganado contra seis millones quinientos mil habitantes, para un 0,90) en 1958, sólo superada por Uruguay (3,01), Argentina (2,39) y Brasil (1,01) -como datos curiosos Estados Unidos tenía 0,59 y España 0,11-, hoy se encuentra en uno de los últimos lugares, con el agravante de que la mayoría de la población no consume carne de res. En la década de los años cincuenta, se sacrificaban para consumo humano 930,000 reses por año.
En los medios de comunicación se escribe y se habla, sobre las pérdidas y el sacrificio ilegal de ganado en todo el país, así como sobre el descontrol existente sobre la masa ganadera (a pesar de existir un denominado Centro de Control Pecuario CENCOP-). Algunas cifras dan que pensar: hasta el cierre de agosto del presente año, se habían perdido 22,980 cabezas de ganado mayor, debido al hurto y sacrificio ilegal; en el primer semestre del año, el CENCOP registró sólo 1752 nacimientos sin reportar en todo el país, cuando sólo en el camagüeyano municipio de Guáimaro, en un operativo, se detectaron 1500; como masa ganadera que se desarrolla en cría extensiva, fuera de control, se estiman en Pinar del Río unas 52,000 cabezas, en Sancti Spíritus 30,000, etcétera; existen además más de 26,000 propietarios de ganado sin tierras, cuyos animales pastan en la vía pública o en zonas indebidas; Camagüey ha perdido hasta el momento 115,000 pesos a causa del hurto y sacrificio ilegal, mientras que por desnutrición y otras causas, las pérdidas superan los tres millones de pesos. Como se puede apreciar, el panorama es bastante tétrico.
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