Eduardo del Llano Rodríguez
Regresé a Cuba el lunes 7, y, para machacar en caliente, ya hay una nueva candela. Resulta que la Comisión que selecciona las películas para el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano rechazó mi ópera prima, Vinci -a pesar de que la película fue producida, e inscrita en el Festival, por el ICAIC- y lanzó el último corto de Nicanor, Exit, a la sección Hecho en Cuba, que garantiza una, y sólo una, exhibición durante el Festival, pero no da derecho a competir por los premios principales. Y no sólo mis películas: rechazaron un número ingente de producciones cubanas, de realizadores mucho más importantes que yo. Bueno, escribí una carta de pataleo, y alguna gente se ha solidarizado, y luego la Oficina del Festival me contestó, y yo les repliqué de nuevo… en fin, aquí va lo ocurrido hasta ahora.
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CUANDO SÓLO SE TIENE EL ARTE PARA SOBREVIVIR
Recién me he enterado de que mi ópera prima como realizador de largometrajes, Vinci, no ha resultado seleccionada para competir en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, pese a haber sido inscrita hace tres meses por el mismísimo organismo productor, el ICAIC. Eso me resulta inconcebible. Me siento orgulloso de ser una molécula en el organismo del Instituto (pese a los catarros, fiebres y parásitos que le resultan crónicos) y estoy agradecido por su apoyo y confianza, pero con esa misma pasión desconfío de un Festival que, debiendo promover el cine nacional, rechaza mi película, privándola de la posibilidad de competir en la palestra de diciembre. Y no sólo la mía ni sólo este año; digamos que los criterios de selección del Comité del Festival a menudo generan el mismo entusiasmo que el herpes crónico. Pero no voy a escudarme en la masa: quiero hablar de mi película.
De mis últimos seis cortos del decálogo de Nicanor, cinco han sido enviados, durante los últimos cuatro años, a la sección Hecho en Cuba del Festival, que implica una exhibición pero manteniéndose fuera de la competencia principal. Claro que en esos casos se trataba de películas independientes, así que al principio incluso me consideré afortunado por su inclusión, aunque el patrón que parecía emerger a lo largo de los años comenzaba a preocuparme. Pero Vinci es una película del ICAIC, lo que hace evidente la divergencia de métodos y pareceres: en tanto el Instituto estrenará Vinci el viernes 13 de enero de 2012, y ya toda la batería de pósters, plegables, tráiler y gigantografía está en marcha, el Festival –que, repito, por más internacional que sea, tendría que dar una oportunidad al producto nacional de entrar en la lid- excluye con la frialdad del verdugo. Me pregunto qué esclarecidos cerebros, qué profundos conocedores y teóricos del cine, detrás de esa barricada –o más atrás todavía- deciden lo que merece vivir y lo que no.
Discurro que sólo dos razones explicarían semejante proceder. Una, algún tipo de suspicacia política. No tanto con la película –se desarrolla en Florencia en 1476- como con el realizador. Ese criterio resulta patético a estas alturas, y no voy a honrarlo con una discusión, mucho menos a explicar aquí mi pensamiento, mucho más de izquierda que el de cualquier censor: el interesado puede entrar a mi blog en eduardodelllano.com. La otra razón sería que la obra es mala. Eso no ha sido óbice para que el Festival acepte bodrios nacionales y extranjeros con lamentable frecuencia, pero tampoco voy a defenderme con el “no sé por qué no ponen lo mío, total, pá la mierda que ponen”. No, si mi obra no bastara para avalarme, desde luego bastaría con la de Pérez Ureta, Fabelo, Urdanivia, Osvaldo Montes, Gonzalvo, Hechavarría, Romero y Medina, entre muchos otros amigos de indiscutido talento que participaron en ella. Por otra parte, no se engañen: mi película está buenísima.
Esto es un resumen de lo ocurrido en los últimos días. En lo que me atañe, la cosa termina acá: ya dije lo que deseaba decir. De ahora en adelante, Vinci tendrá su vida, y el Festival la suya.
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(…) Hoy, Alfredo Guevara, que fundó y preside el Festival de Nuevo Cine Latinoamericano, indicó que el criterio general es que éste es un certamen internacional, al tiempo que respaldó a su Comité de Selección.
“Siempre me encontré con un problema a resolver: la no comprensión de la parte cubana de que por ser sede no fuésemos privilegiados”, dijo Guevara, quien añadió que ningún director suele estar conforme con que sus películas no sean seleccionadas.
“No lo vamos a ser (privilegiados) mientras yo esté aquí (…) Y a mí hay que sacarme de aquí a cañonazos. (…) El día en que encuentren a alguien, me voy tranquilamente. Pero tiene que tener mis propias convicciones, y mis convicciones son de que América Latina es una conjunción de países que se tienen que respetar en condiciones de igualdad y que sus alianzas tienen que ser en condiciones de igualdad”, sostuvo (…)
Extracto de las noticias
15 de noviembre 2011
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SEÑORAS Y SEÑORES, BUENAS NOCHES
Bueno, compañeritos, se acabó la actividad. Vinci será presentada en el Chaplin la noche del 29 de noviembre, en función especial, y luego tendrá su estreno en cines el 13 de enero. De Festival, nada.
Lo irónico de todo este asunto es que, si Vinci fuese una película norteamericana o europea, no concursaría pero probablemente hubiera sido exhibida dentro de la sección Panorama Internacional del Festival sin mayores titubeos, como lo fueron tantas otras en estos años, desde Pulp Fiction a Dancer in the Dark; en cambio, siendo latinoamericana, el Festival que lucha por la identidad latinoamericana y caribeña sugiere como un favor excepcional agraciarla con una presentación.
Si algo positivo debe emerger de este incidente para los años que vienen, tendría que ser un replanteamiento de lo que se entiende por cine latinoamericano. No he visto nunca que una película norteamericana acerca de Espartaco o Los Tres Mosqueteros sea vetada para los Óscares porque no aborda un tema local. Uno se pregunta si la posición del Festival busca de veras la identidad latinoamericana y caribeña o, como diría Martínez Villena, engrosa la costra tenaz del coloniaje.
Alfredo Guevara dice que mientras él dirija el Festival, este no privilegiará al cine cubano. Qué duda cabe, ha cumplido con eso. De hecho, tanto ha cumplido que a menudo escora hacia el otro lado. También dice que a él hay que sacarlo de su puesto a cañonazos. Muy elocuente. Si quiere un consejo, mejor es que no lance al viento ese tipo de sugerencias.
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