lunes, noviembre 28, 2011

Cuba: el presidente Rajoy tiene la oportunidad

araluce afirma: "En un mundo que es víctima reciente de la avaricia desmedida de un grupo importante de sus propios capitalistas....", es algo que firmaria cualquier castrato sea de punto cero o un anarquista inadaptado de occupy. y no solo por ello, sino porque es conceptual y practicamente erronea y conduce a sostener criterios politicos naive y potencialmente peligrosos. no le quiero etiquetear porque quiero percibir que es emocional.

la tesis del enemigo externo: los problemas que tenemos son responsabilidad de otros, es la justificacion del maniqueismo y la frustracion politica desde fidel castro hasta marta beatriz que ahora le manda una carta a rajoy con mas de 700 firmas. no repito lo que expreso
arencibia de manera magistral, pero la decepcion en lo concreto sera devastadora al margen de declaraciones de "alta" politica. rajoy esta tan ocupado porque al mes siguiente a su toma de posesion no se despierte con un asalto simultaneo en todas las ciudades, pueblos y aldeas espanoles que la unica oportunidad que realmente tiene es sentar las premisas para que espana vuelva al camino de querer ser la alemania latina.
ÓSCAR DEL POZO
El líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, junto con un grupo de disidentes cubanos deportados en España, en la sede de los populares en Génova

Cubanálisis El Think-Tank/Huber Matos Araluce

El resultado de las elecciones en España enfrenta al Partido Popular con importantes retos en el orden interno y externo. La oportunidad es única. En el marco nacional, la crisis por la que atraviesa la Unión Europea ha puesto al descubierto las graves deficiencias estructurales de la economía española. Mariano Rajoy podrá manejar el asunto como un estadista o como un político más. Veremos.
En el orden internacional, España puede continuar con una política subordinada a los intereses económicos de sus empresarios, o puede poner en vigor una política exterior fundamentada en los mismos principios que practica en su territorio. Incluyendo los acuerdos sobre derechos humanos aprobados por todos los miembros de la Unión Europea.
En un mundo que es víctima reciente de la avaricia desmedida de un grupo importante de sus propios capitalistas, el nuevo líder de España se arriesga a perder influencia si sigue los pasos de la política exterior de los gobiernos socialistas. En este terreno Rajoy puede hacer la diferencia. También veremos.
Estamos ante un hecho histórico trascendental. Por primera vez en mucho tiempo los países desarrollados padecen las consecuencias del principio de que las ganancias están por encima de cualquier consideración moral. Ciudadanos y empresarios han perdido una buena parte de un patrimonio ganado con esfuerzo y honestidad.
Hasta ahora el primer mundo había cerrado sus ojos. En la mayoría de los casos ha apoyado el hecho de que sus empresarios han estado enriqueciéndose en tratos con déspotas asesinos y dictadores ladrones de otros países.
Los recientes acontecimientos en el mundo árabe han puesto en clara evidencia esa contradicción. Las democracias occidentales, en su afán de apoyar a sus empresarios, han sido aliadas tácitas de regímenes tiránicos.
Por lo visto, también para el capitalismo salvaje el fin justifica los medios. El saldo de esa práctica puede llegar a millones de víctimas. Patrimonios nacionales se convirtieron en botín de los tiranos y sus aliados.
La primavera árabe ha puesto en evidencia el daño acumulado causado por el apoyo de los países democráticos a regímenes que violan los derechos humanos.
Si alguna vez se lograran estadísticas de las atrocidades cometidas por los aliados del occidente democrático en esa región, los datos harían palidecer de vergüenza a más de un abanderado de la democracia.
Los hechos recientes demuestran una vez más que la política de amistad y negocios con las dictaduras árabes sirvió para consolidar a los tiranos, empobrecer a los pueblos, y enriquecer a las empresas extranjeras.
En los casos en que se trató de racionalizar esta política siempre hubo excusas; a veces fueron argumentos de seguridad nacional. En muchos ni se intentó una justificación.
El caso cubano es uno de ellos. Durante más de medio siglo España ha sido uno de los socios comerciales más importantes de la tiranía castrista. Esta relación no solo ha beneficiado a la dictadura en el campo económico, sino que también le ha brindado un manto de legitimidad política.
El régimen castrista ha utilizado esto para insistir ante la población que es el representante genuino del pueblo y quienes se le oponen -los demócratas- son terroristas, mercenarios, parias y traidores. En una sociedad totalitaria, donde el Estado tiene que controlar lo que piensan los individuos, el tema de la legitimidad es importante. Es parte del esquema represivo.
La defensa de esa estrecha relación comercial y política entre gobiernos democráticos españoles y la dictadura totalitaria en Cuba ha consistido en señalar el supuesto fracaso del embargo estadounidense.
Se ha argumentado que el embargo no había logrado el respeto de los derechos humanos en Cuba; perjudicaba a la población cubana; le daba una justificación al régimen para reprimir; y no propiciaba una relación que permitiera influenciar al castrismo para que respetara los derechos humanos.
Esta argumentación conducía a una política diametralmente opuesta a la del embargo. Una que lograría concesiones que conducirían al respeto de los derechos humanos en Cuba.
La realidad ha sido diferente. Los países que, como España, por medio siglo han practicado una política de amistad y negocios con el castrismo, nunca han podido demostrar que lograron avanzar la causa de los derechos humanos en Cuba.
Sin embargo, se ha continuado insistiendo en el sofisma de que las buenas relaciones comerciales entre una democracia y una dictadura conducirían a un eventual buen comportamiento en el campo de las libertades en el país donde no se respetan.
Premisas y conclusiones que siempre han sido máscaras detrás de la cual se esconden el lucro y los intereses políticos particulares, ambos desprovistos de cualquier indicio de solidaridad humana. La ganancia a toda costa, de la mano del oportunismo político.
La dictadura castrista, conciente de la contradicción ética de un gobierno democrático que apoya a uno tiránico, siempre ha sabido ayudar a justificar la conducta española con algunas concesiones. Por ejemplo, la liberación de presos políticos.
La última de estas maniobras, y la más famosa, fue orquestada con la ayuda de la Iglesia católica cubana. La tiranía dio la libertad a los presos políticos conocidos como el grupo de los 75 que todavía se encontraban en prisión. La realidad es que estos hombres están libres como consecuencia de una crisis provocada por el asesinato del preso político Orlando Zapata Tamayo. Continuar leyendo en  Cubanalisis >>

No hay comentarios:

Publicar un comentario