MIAMI,
Florida -Se suele creer que las dictaduras ideológicas no incurren en
crímenes extrajudiciales y menos aun practicar la desaparición de
quienes se les oponen, no porque sean más tolerante que el despotismo
uniformado, sino porque como controlan las instituciones del estado,
legitiman cualquier crimen por horrible que haya sido.
No obstante en Cuba, aunque la pena de muerte se ha aplicado miles de veces, hay muchos desaparecidos.
Andrew de Graux Villafana/ Ver Emilio Ichikawa » ¿Adónde van los desaparecidos >> |
El más notorio es Andrew de Graux Villafana, cuya hermana, Mary,
lleva décadas reclamando a la dictadura cubana información sobre su
hermano.
Andy, ciudadano estadounidense por vía paterna, con menos de 19 años,
se unió a las guerrillas del Escambray para luchar contra el castrismo.
El joven guerrillero fue herido en la finca Limones Cantero durante
un enfrentamiento con las milicias el 13 de septiembre de 1962. Recibió
dos balazos. Uno de los proyectiles entró por el hombro, impacto la
quinta vértebra dejándolo inmóvil.
Capturado fue conducido al hospital de Trinidad, su pueblo natal, a
dos cuadras de la casa de sus padres. Conocía al médico y le pidió que
avisara a su madre, pero otro galeno, mas represor que curador, Cuco
Lara, ordenó que el herido fuera sacado de la sala y recluido en un
cuarto aislado, en consecuencia,cuando los padres llegaron al sanatorio,
no lo pudieron ver.
No recibió atención médica. Después de ser torturado física y
psicológicamente, le trasladaron por orden de la Seguridad del Estado al
hospital de Cienfuegos.
Mientras, la madre de Andy, Maria, visitó a la delegación suiza en La
Habana que representaba a Estados Unidos en Cuba. Se entrevistó con un
funcionario, pero las gestiones fueron infructuosas.
Recuerda Mary que su hermano había sido operado por el doctor
Rodriguez Marcoleta. La cirugía fue un éxito, pero la familia seguía sin
saber de él.
El 18 de septiembre el galeno Rodriguez Marcoleta fue a ver a Andy.
No lo encontró. Preguntó por el operado y le respondieron que había
muerto. En la morgue pidió ver el cadáver, tampoco estaba.
Días después la Seguridad del Estado le pidió que firmara el
certificado de defunción de Graux Villafana, a lo que el médico se negó
rotundamente.
Mary de Louise de Graux Villafaña, quien no cesa en la búsqueda de su
hermano, también expresa preocupación por otros jóvenes desaparecidos
que se alzaron en armas contra la dictadura.
Recuerda a los hermanos Pedrozo y los Becerra, quienes también se
habían sumado a los insurgentes. Los cuatro jóvenes trinitarios fueron
absorbidos por la tierra en la que habían nacido.
Desaparecidos están Orlando Collazo y Lázaro Fernández. Se supone que
murieron en combate. Los restos de Fernández según algunas versiones,
fueron expuestos en el parque del pueblo de Guao, pero sus familiares
nunca vieron su cadáver. Tampoco fueron informados de su muerte.
Hace varios años la señora Yolanda Ibáñez, presentó al Comité Cubanos
Pro Derechos Humanos en La Habana, Cuba, una denuncia por la
desaparición de su padre, el agricultor Carlos M. Ibáñez, quien según
las autoridades había sido arrestado y fusilado sumariamente en 1965.
La familia Ibáñez nunca ha visto el cuerpo de su deudo, ni tampoco donde fue sepultado.
Situación similar deben vivir los familiares de los 18 enterrados en
una tumba colectiva, sin identificación, en el cementerio de San José de
los Ramos en Colón, Matanzas.
Miles de familias cubanas, suponen que sus familiares fueron
sepultados o muertos en combate, pero nunca pudieron velarlos ni
sepultarlos, aun peor, ignoran donde están los restos mortales de sus
parientes.
Según investigaciones de José Luis Fernández Maymo, en la finca San
Gabriel, Las Villas, los guerrilleros Juan Antonio Benítez, Gabriel
Morales y Onelio Pérez fueron abatidos por la milicia, sin embargo, es
un supuesto. No hay quien atestigüé que vio los cadáveres o diga conocer
donde están enterrados.
José Alberto Álvarez Bravo, ha denunciado públicamente la
desaparición de Alberto Sigas, avalada con los testimonios de su esposa,
Carmen Núñez Armesto y su señora madre, Elia Echevarría.
Alberto Sigas le dijo a su esposa que iría a casa de su madre el 18
de enero del 2010. Núñez Armesto hizo la denuncia y horas más tarde le
informaron que Sigas estaba arrestado en Villa Marista y que antes de 72
horas estaría en su casa. Han trascurrido cinco años y Sigas sigue
desaparecido.
Poco se ha escrito sobre los desaparecidos por el totalitarismo
cubano y es que hasta en ese aspecto el control de la información
instaurado por la dictadura le ha sido útil.
Hay mucho que investigar al respecto, por suerte el activista Álvarez
Bravo, en Cuba y en Miami, el ex prisionero político Fernández Maymó,
se han impuesto la tarea de investigar sobre los desaparecidos del
castrismo, otra cuenta pendiente con el pueblo cubano de los hermanos
Castro.
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