martes, abril 21, 2015

Emilio Ichikawa » Hazte Rey

 
Emilio Ichikawa
Cuando en el anuncio de su abdicación el Rey Juan Carlos I de España dijo “he querido ser Rey de todos los españoles”, abría más (sin proponérselo, claro) la posibilidad interpretativa de una recomendación que según la leyenda le habría hecho Felipe González a Fidel Castro.
Cuentan que durante la II Cumbre Iberoamericana de 1992 celebrada en Madrid, González y Castro sostuvieron el siguiente intercambio:
CASTRO: Me he hecho Realista…
GONZALEZ: Aprovecha entonces porque tienes por delante 12 meses para convocar elecciones libres… Hazte Rey y convoca elecciones de Primer Ministro.
Si miramos el consejo de Felipe González a través de la confesión del Rey Juan Carlos, Fidel Castro podría haber escuchado lo siguiente: olvídate de gobernar y “conviértete en el representante de todos los cubanos”.   
Posicionarse como un Rey por encima de las clases, exilios, emigraciones, grupos y títulos, de modo que se pueda actuar como equilibrador de las desavenencias sociales, es una aspiración recurrente entre los compatriotas cubanos de mayor autoestima. Recuerdo que hace unos años el cubanólogo Juan Antonio Blanco se auto-propuso para mediar en una aparente disputa entre Oscar Elías Biscet y Jorge Luis García Pérez Antúnez; y casi como ayer el trovador Silvio Rodríguez ha pretendido mediar en un subcapítulo abierto a propósito de la querella cubana de Panamá.
Como todo el mundo sabe, dos grupos de cubanos se liaron a golpes e insultos en el panameño Parque Porras, durante la celebración de la VII Cumbre de las Américas. Un Rey Cubano quizás hubiera podido detener la trifulca; pero por razones históricas la monarquía no ha cuajado en la preferencia de las élites políticas de la isla; quizás porque esas mismas élites encontraron contornos tratándose de diferenciar de una metrópolis que parecía gravitar más hacia esa forma de  Estado que hacia la República.
Consta que Fidel Castro desobedeció a Felipe González y no se hizo Rey. Insistió en seguir sentado delante del gabinete y no del trono; con lo que su influencia y su experiencia solo vale para una de las partes cubanas en el Parque Porras (o El Porrazo). Raúl Castro hubiera podido parar la bronca si retiraba a sus púgiles; pero no amansando con su palabra y autoridad a los dos grupos de cubanos, como hubiera hecho un gran Rey. Un Soberano.
Al Cardenal Jaime Ortega Alamino tampoco le alcanza como alzarse, equidistando, entre rivales cubanos. Más que “ser”, porque su voluntad de unir es sincera, se le “percibe” corrido favorablemente hacia uno de los polos del diferendo. Aunque igual tiene la excusa de que él es solo el Pastor del rebaño católico, y en Panamá había guerreros de varios Dioses. Y por supuesto ateos. Por cierto, en una de las legiones en fragua se encontraba un espiritista muy motivado.
Resumiendo: en este momento los cubanos (de dentro y de fuera de la geografía insular) no poseemos ninguna figura espiritual (ni un poeta, ni un místico, ni un cantor, ni un maestro, ni un escritor, ni un deportista) que equidiste razonablemente de los frentes en batalla, para que pueda convertirse en un sanador nacional.
Ese vacío no deja muchas opciones respecto a la neutralidad. Se pudo no haber estado en Panamá, pero una vez allí, no había otra opción natural que la de reclutarse en uno de los dos bandos. Intentar mediar era imposible por lo que he dicho: No hay en este momento una figura nacional que merezca reconocimiento simultáneo de las partes.
Por demás, ponerse a mediar en una valla donde los rivales están echando el resto, es cuando menos una descortesía. El que va ha de batallar. La otra alternativa es no ir; o hacer como los resbalosos miembros de Cuba Posible: vas… pero te vas echando a “ejercitar la prosa digital”, para tomar una frase de un texto de Iroel Sánchez relacionado con estos eventos.
Por último el punto más sensible. La llamada “solución cubana” existe como la tentación que siente una parte de aplastar definitivamente a la otra. Una pulsión por pisotear el cadáver del vencido que es visible hasta en algunos grupos que han hecho del diálogo, los puentes y el intercambio entre cubanos el núcleo o marketing de su agenda.
El problema de fondo es que no se puede lograr una salida integradora para Cuba. Así, la perdurabilidad del encono está planteada… a menos que… A menos que intervenga un arbitraje extranjero.
Un arbitraje extranjero que no se parcialice con una de las fuerzas cubanas en pugna; que tenga buena fe. Para lo que es necesario que a ese árbitro le convenga la solución del conflicto intra-cubano y no su agravamiento, que parece es lo que le resulta útil a la mayor parte de la prensa que cubre los acontecimientos cubanos.
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-IMAGEN: Tomada de “elsol.com.ar”

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