RUI FERREIRA
Las autoridades estadounidenses han decidido promover el comercio con
Cuba como una forma de incentivar el desarrollo económico de la isla
comunista. "Nuestro trabajo no está completo", ha dicho la secretaria de
Comercio de Estados Unidos, Penny Pritzker, al
anunciar que piensa viajar a La Habana tan pronto se reanuden las
relaciones diplomáticas a nivel de embajador entre ambas naciones.
Para Washington un incremento de las ventas a Cuba apenas favorece a los empresarios estadounidenses, pero sí tiene el potencial de colocar a la isla como uno de los principales mercados en la región latinoamericana.
Aunque las exportaciones globales de Estados Unidos alcanzaron una
cifra récord de 2.340 millones de dólares el año pasado, "necesitamos
ampliar nuestra exportaciones aún más", ha enfatizado la funcionaria en
un discurso ante una audiencia de empresarios de Tampa, al centro de
Florida.
Pese al embargo económico, en 2014 Estados Unidos vendió a Cuba unos
100 millones de dólares en alimentos y productos agrícolas, los únicos
billetes permitidos de momento tras un permiso especial expedido por el
ex presidente Bill Clinton en el año 2000, dentro de un paquete de ayuda
de emergencia a la región caribeña después que sufriera tres huracanes
ese año.
"La nueva política hacia Cuba del presidente Barack Obama, permitirá a
la comunidad empresarial ser la cara de un cambio positivo en Cuba", ha
enfatizado la subsecretaria, dejando entrever que el embargo económico podía ser parcialmente desmantelado tan pronto se reanuden las relaciones entre embajadas como acordaron los dos países en diciembre del año pasado cuando anunciaron el deshielo de sus relaciones.
Pritzker ha subrayado que su ministerio tiene el "importante rol de
facilitar el comercio bilateral ya que creemos que el lado económico de
la relación puede muy importante". Sin embargo, ha admitido, la reanudación del comercio es un proceso lento y no inmediato. "No es algo que se logre durante un fin de semana", ha asegurado.
Nueva ley de inversiones cubana
El Gobierno cubano anunció el sábado que ha aprobado una nueva ley de
inversiones. Sin embargo todavía no la ha publicado en la Gaceta
Oficial, por lo que no se conocen grandes detalles. Lo poco que se sabe
indica que los impuestos a las empresas extranjeras dispuestas a invertir en la isla ha bajado de 30% a 15% y durante los primeros ocho años de operaciones no pagarían tributos.
Un escollo en el intercambio comercial con Estados Unidos sería, en opinión de Matthew Borman,
subsecretario de Comercio y asistente de la Oficina de Industria y
Seguridad, el hecho de que el Gobierno cubano controla todas las
importaciones y no dispone de un mecanismo para la exportación de la
producción de la incipiente iniciativa privada, un sector en el cual
EEUU está sumamente interesado. "Reconocemos que la estructura actual
está a cargo de entidades del gobierno. Si tomamos la posición de que el gobierno cubano no toque nada, entonces nada va a ocurrir", ha dicho Borman, quien participó en la reunión.
Una solución, ha puntualizado el funcionario, sería que las entidades
importadoras del Gobierno de la isla se encarguen de facilitar la
exportaciones estadounidenses y dejar que el empresario estadounidense
contacte directamente a la iniciativa privada y haga negocios sin pasar
por el circuito gubernamental.
"Si las exportaciones de Estados Unidos son únicamente para el uso
del gobierno cubano, entonces la respuesta es un no rotundo. Tiene que
involucrar la iniciativa privada", ha subrayado.
Cuba no exporta nada a Estados Unidos, solo importa, porque los
empresarios estadounidenses pueden vender gracias al permiso excepcional
dado por Clinton en el año 2000. Si los dos países quieren formalizar
sus relaciones económicas necesitan de un acuerdo bilateral que es lo que Pritzker pretende logar en La Habana tan pronto se normalicen las relaciones.
El embargo económico, establecido a inicios de los años 60 del siglo
pasado solo puede ser derogado por el Congreso. Sin embargo, Obama
dispone de algunas prerrogativas ejecutivas que pueden debilitarlo, como
prometió en diciembre cuando anunció el acuerdo de normalización junto a
su homólogo cubano Raúl Castro.
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