LA
HABANA, Cuba. — Luis tiene dos años de edad y ya bebe ron. Los adultos
se divierten cuando el niño se escabulle por un sorbo de sus botellas, y
el bebedor local de la calle Rigoberto Santa Cruz se jacta de que Luis
ya es el más grande borracho del barrio.
Santa Cruz, que vive en Atarés, un barrio marginal del municipio
Cerro de La Habana, cree que “mojar el tete” en alcohol es sólo un
entrenamiento para su futuro. “Ninguno de ellos va ser médico, ni
abogado… Que se preparen para la vida que les toca”, dijo Santa Cruz de
46 años de edad, refiriéndose a su propia nieta quien forma parte de los
niños bebedores del barrio.
Luis puede ser inusualmente joven, pero en un país donde el consumo
de alcohol es socialmente aceptable, no es extraño que los niños
comiencen a beber a una edad temprana. Los expertos dicen que esto lleva
a un consumo excesivo de alcohol entre los adolescentes, que son
vulnerables a la presión de grupo y tienen pocas opciones para el
entretenimiento.
Serguei Iglesias de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana y
coordinador de la campaña “Tú Decides”, contra el abuso del alcohol,
dice que los adolescentes generalmente comienzan el consumo de alcohol
alrededor de los 15 años. Pero Carmen Beatriz Borrego, una psiquiatra
del Ministerio de Salud de Cuba, pone la cifra más cerca de los diez
años de edad.
Jóvenes bebiendo ron en una calle de La Habana (Foto archivo) |
Yesnier, de 20 años de edad, del municipio Centro Habana quien ahora
bebe todos los días, dijo que su primera experiencia con el alcohol fue
cuando tenía 12 años.
“Fue aquí, en el barrio… con dos tragos me sentí rico. La verdad… me sacó de todo [los problemas]”, confiesa.
Los jóvenes entrevistados para este reportaje no consideraron que el
consumo excesivo sea irresponsable o riesgoso. Lo ven simplemente como
una oportunidad para el escapismo y la diversión inofensiva.
Todos los días al caer la noche, los jóvenes se reúnen en el malecón
de La Habana. Después de las nueve de la noche, el parque en la Avenida G
en Vedado comienza a llenarse de adolescentes que vienen a compartir
una botella de ron o cartones de Planchao, envasados como jugos, se
venden por el equivalente a un dólar estadounidense. Otras opciones
baratas incluyen ron hecho en casa que se vende en vasos desechables de
cinco pesos (alrededor de 20 centavos de dólar), botellas de plástico de
ron a granel, Ron del Punto, y cerveza La Flecha, reenvasada en
botellas de refresco.
Algunos se limitan a borracheras los fines de semana, pero los
expertos dicen que esto también conlleva riesgos.“Cuando el adolescente
no se divierte si no hay alcohol, se trata de un consumo de riesgo”,
advirtió el presidente de la Sección de Adicciones de la Sociedad Cubana
de Psiquiatría, Juan Emilio Sandoval, en una entrevista publicada en el
diario oficial Granma.
Foto Augusto C. San Martín |
De acuerdo a Lisset Argota Mora, médico toxicóloga en el Centro de
Salud Mental en Centro Habana que se especializa en el tratamiento del
alcoholismo, “Los pacientes de 15 a 35 años no buscan asistencia médica;
el consumo irresponsable conspira contra la solicitud de ayuda”.
Debido a que los bebedores jóvenes les resulta difícil aceptar que
tienen un problema, la mayoría de los pacientes que buscan ayuda en su
centro tienen entre 40 y 60 años de edad.
En algunos casos, sólo cuando los jóvenes se tornan violentos sus familias buscan tratamiento.
“Están los casos de los jóvenes con ‘embriaguez patológica’, cuyas
familias solicitan ayuda médica ante la agresividad que genera el
consumo de alcohol¨, dijo Argota Mora.
Un estudio oficial realizado en Santiago de Cuba y publicado en la
Revista Biomédica, revisada por Pares en enero de 2013 reveló: que la
violencia relacionada con el alcohol causó más de 60 por ciento de los
problemas con la ley. Una fuente policial del municipio Centro Habana
confirmó que la mayoría de los arrestos de jóvenes por delitos
violentos, se asociaron con “el consumo de alguna droga, principalmente
alcohol”.
Beber alcohol es una de las formas de escapar de la realidad (Foto Augusto C. San Martín) |
La fuente, que habló de forma anónima con IWPR, dijo que las tasas
más altas de consumo de alcohol en Centro Habana estaban en Colón y
Sitios, entre el 90 y el 81 por ciento de la población, respectivamente.
Los expertos dicen que han aumentado las tasas de consumo de alcohol entre los jóvenes desde los años noventa.
El alcohol, incluido el vino espumoso, el ron y la cerveza, fue
vendido indiscriminadamente durante el “Período Especial”, un período de
crisis económica que siguió al fin de los subsidios del colapso de la
Unión Soviética.
En las calles de La Habana, dos o tres asientos improvisados señalan
el lugar donde se bebe alcohol. Se puede compartir la botella, que se
pasea de mano en mano, si usted conoce a uno o dos de los bebedores
habituales, independientemente de su edad o su solvencia económica.
La Revista Médica Cubana destacó recientemente el problema de beber
en la vía pública, concluyendo que era esencial hacer frente a la
costumbre de consumir alcohol en espacios públicos como parques, calles y
autobuses.
Argota
Mora está de acuerdo en que la prohibición de beber en lugares públicos
y aumentar el número de señalizaciones en los bares y cafés con la
advertencia de los peligros del alcoholismo podría ayudar a frenar el
problema.
En Septiembre, la policía comenzó a detener a personas por beber en
público a lo largo de la avenida Cristina en el municipio Cerro,
multando a los infractores con 100 pesos (cuatro dólares) a cada uno.
Los esfuerzos para disuadir a los jóvenes de beber están teniendo un éxito más limitado.
Argota Mora explicó que el sistema de salud estatal estaba
implementando una estrategia preventiva, basada en volver a capacitar a
los médicos de la familia. Estos médicos se supone que sostienen
reuniones con la comunidad, mediante el apoyo de las instituciones del
Estado, como los Comités de Defensa de la Revolución, los Consejos
Populares locales, la Federación de Mujeres Cubanas y la Asociación
Nacional de Combatientes de la Revolución.
Cuba también cuenta con una red de centros de desintoxicación para
alcohólicos y una línea telefónica antinarcóticos gratuita y
confidencial.
Sin embargo, estas iniciativas parecen ser en gran medida ineficaces.
Las personas no están al tanto de los programas de prevención, o bien
los tratan con desconfianza, ya que son apoyados por un gobierno visto
como represivo e intrusivo.
Los encuentros alrededor del alcohol suenan más divertidos que un
juego de ajedrez, un partido de fútbol o una rueda de bordado, costura y
pintura, las actividades propuestas en los programas de prevención del
gobierno.
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