Por Andrés Pascual
Barthelemy noquea a Perez/ www.miamiherald.com |
Un poco más de 1,500 fanáticos presenciaron la
cartelera de ayer jueves en el Hipódromo de Hialeah ¿Buena cantidad? Al
modo mío de verlo, insuficiente para complacer a todos los implicados en
la puesta en marcha del show boxístico.
El programa fue movido, atractivo, a pesar de que no
pelearon figuras de permanencia en las ternas como Rigondeaux o Lara;
Gamboa hizo acto de presencia como espectador y Barthelemy noqueó como
debutante en el peso welter jr.
Todavía no acabo de entender por qué los promotores
miamenses mantienen la participación mayoritaria de los cubanos recién
llegados en los programas de boxeo, por encima de otras nacionalidades
de interés que también viven en la ciudad.
Hay detalles y detallistas, como parte del trabajo
ideológico, porque no podían emular al pasado en brillantez, porque lo
que proponían (y proponen) no valía un centavo en el aspecto artístico;
pues, en 1968, el castrocomunismo “autorizó” las actividades deportivas
sin pagar la entrada, no gratis; ese dinero, el miserable que invertían,
lo recuperaban de otras formas, como han hecho con la salud y la
educación.
Quiero decir que el llamado “hombre nuevo” nunca va a
constituir un guarismo de interés para la caja contadora promotoril,
porque, por mal acostumbrados viciosamente, no comulgan con el pago de
la entrada, o no acaban de entender las normas de convivencia civilizada
bajo condiciones de vida capitalista y esta es una de ellas: al atleta y
a su entorno se le paga y el dinero no crece en el huerto particular de
Luis de Cubas o de Tutico Zavala.
En la Cuba y el boxeo de los Castro, donde prevalece
el concepto “A CABALLO REGALA’O NO SE LE MIRA EL COLMILLO”, la actividad
de entretenimiento es a “como salga”, sin posibilidad “amoral” de
quejarse porque “te lo estoy regalando”, con el agravante de que no
tienen opciones para comparar, sino cuando llegan aquí, a pesar de que
están en un lugar donde pueden tomar y comerse desde uno a 100 refrescos
o 25 sandwiches, rechazan el acto de presencia en la actividad porque
hay que pagar la entrada, pero discuten sobre la superioridad de “su
hermano” aún sin ayudarlo con el apoyo del público natural que se supone
sean.
El peleador cubano recién llegado, una vez que no
puede arrastrar a 5,000 “hermanos” a estadio abierto para que lo vean
pelear, porque su compatriota carece de la educación sobre qué es un
negocio limpio, de cuándo y por qué se paga o se regala propina, debe
cesar como objetivo de la promotora local, las que, más tarde o más
temprano, se verán obligadas a tratar de facturar ídolos locales para
gusto de la fanaticada de Venezuela, que mantienen la mentalidad
capitalista, traen dinero y apoyan al de ellos en presencia (observe las
gradas cuando la llamada “vino tinto” juega en Miami), si no lo hacen,
en cualquier momento tendrán que enfrentar la competencia en el oficio
de venezolanos, de colombianos o de ambos asociados, sin descartar a los
peruanos, con posibles resultados desastrosos para la parte cubana o
afiliada a la promoción de cubanos de nueva edición.
De Venezuela, de Colombia o de dónde sea, menos de la
Cuba de hoy, porque no tienen los valores que hacen falta para mantener
el pabellón en alto, deben ser los peleadores, mayoritariamente
necesarios, para levantar el alicaído boxeo del Sur de la Florida.
No se puede pensar que los cubanos nuevos vayan a
pagar un ticket para ver a Rancés Barthelemy contra lo que mandan para
la Isla o contra lo que gastan en precios del pasaje más la visa, sin
contar el equipaje y lo que llevan cash, tanto para la familia, como
para el policía que los “asalta o soborna” en la aduana.
Todavía no me explicó por qué no entienden ciertas
razones los que viven de este negocijo, sin ídolos locales no puede
“prender” el boxeo en la ciudad, pero no precisamente con ídolos cubanos
será posible rehacer la vieja máxima de desarrollo del pugilismo…PORQUE
NO LOS VAN A VER SI TIENEN QUE PAGAR LA ENTRADA. A fin de cuentas, otro
crimen del castrismo contra la personalidad de quien debió nacer
cubano.
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