viernes, marzo 27, 2015

Boxeadores cubanos en "Mayami" La mala costumbre y la promocion equivocada

boxeomundial
Por Andrés Pascual
Barthelemy noquea a Perez/ www.miamiherald.com
Un poco más de 1,500 fanáticos presenciaron la cartelera de ayer jueves en el Hipódromo de Hialeah ¿Buena cantidad? Al modo mío de verlo, insuficiente para complacer a todos los implicados en la puesta en marcha del show boxístico.
El programa fue movido, atractivo, a pesar de que no pelearon figuras de permanencia en las ternas como Rigondeaux o Lara; Gamboa hizo acto de presencia como espectador y Barthelemy noqueó como debutante en el peso welter jr.
Todavía no acabo de entender por qué los promotores miamenses mantienen la participación mayoritaria de los cubanos recién llegados en los programas de boxeo, por encima de otras nacionalidades de interés que también viven en la ciudad.
Hay detalles y detallistas, como parte del trabajo ideológico, porque no podían emular al pasado en brillantez, porque lo que proponían (y proponen) no valía un centavo en el aspecto artístico; pues, en 1968, el castrocomunismo “autorizó” las actividades deportivas sin pagar la entrada, no gratis; ese dinero, el miserable que invertían, lo recuperaban de otras formas, como han hecho con la salud y la educación.
Quiero decir que el llamado “hombre nuevo” nunca va a constituir un guarismo de interés para la caja contadora promotoril, porque, por mal acostumbrados viciosamente, no comulgan con el pago de la entrada, o no acaban de entender las normas de convivencia civilizada bajo condiciones de vida capitalista y esta es una de ellas: al atleta y a su entorno se le paga y el dinero no crece en el huerto particular de Luis de Cubas o de Tutico Zavala.
En la Cuba y el boxeo de los Castro, donde prevalece el concepto “A CABALLO REGALA’O NO SE LE MIRA EL COLMILLO”, la actividad de entretenimiento es a “como salga”, sin posibilidad “amoral” de quejarse porque “te lo estoy regalando”, con el agravante de que no tienen opciones para comparar, sino cuando llegan aquí, a pesar de que están en un lugar donde pueden tomar y comerse desde uno a 100 refrescos o 25 sandwiches, rechazan el acto de presencia en la actividad porque hay que pagar la entrada, pero discuten sobre la superioridad de “su hermano” aún sin ayudarlo con el apoyo del público natural que se supone sean.
El peleador cubano recién llegado, una vez que no puede arrastrar a 5,000 “hermanos” a estadio abierto para que lo vean pelear, porque su compatriota carece de la educación sobre qué es un negocio limpio, de cuándo y por qué se paga o se regala propina, debe cesar como objetivo de la promotora local, las que, más tarde o más temprano, se verán obligadas a tratar de facturar ídolos locales para gusto de la fanaticada de Venezuela, que mantienen la mentalidad capitalista, traen dinero y apoyan al de ellos en presencia (observe las gradas cuando la llamada “vino tinto” juega en Miami), si no lo hacen, en cualquier momento tendrán que enfrentar la competencia en el oficio de venezolanos, de colombianos o de ambos asociados, sin descartar a los peruanos, con posibles resultados desastrosos para la parte cubana o afiliada a la promoción de cubanos de nueva edición.
De Venezuela, de Colombia o de dónde sea, menos de la Cuba de hoy, porque no tienen los valores que hacen falta para mantener el pabellón en alto, deben ser los peleadores, mayoritariamente necesarios, para levantar el alicaído boxeo del Sur de la Florida.
No se puede pensar que los cubanos nuevos vayan a pagar un ticket para ver a Rancés Barthelemy contra lo que mandan para la Isla o contra lo que gastan en precios del pasaje más la visa, sin contar el equipaje y lo que llevan cash, tanto para la familia, como para el policía que los “asalta o soborna” en la aduana.
Todavía no me explicó por qué no entienden ciertas razones los que viven de este negocijo, sin ídolos locales no puede “prender” el boxeo en la ciudad, pero no precisamente con ídolos cubanos será posible rehacer la vieja máxima de desarrollo del pugilismo…PORQUE NO LOS VAN A VER SI TIENEN QUE PAGAR LA ENTRADA. A fin de cuentas, otro crimen del castrismo contra la personalidad de quien debió nacer cubano.

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