Dr. Eugenio Yáñez
Hay alarma en el régimen. El
Presidente Barack Obama es más popular entre los cubanos de a pie
que cualquier personero de la camarilla gobernante, incluido Raúl
Castro. Y de Fidel Castro ya pocos se acuerdan a estas alturas.
Con un discurso en diciembre y
otro en enero, más el anuncio de un conjunto de medidas para
facilitar los intercambios entre Estados Unidos y Cuba, Obama
desencadenó los perros de la paz, que a la vez son vistos como lobos
feroces por los beneficiarios de la dictadura, temerosos de que su
poder y sus privilegios terminen más temprano que tarde.
El régimen diseñaba
tranquilamente el modelo post-castrista que dejaría a los sucesores,
cualesquiera que fueran, al frente de un país con una economía
dominada por los militares, sin atisbos de democracia alguna y mucho
menos de un Estado de derecho, así como una población tan silenciada
y explotada que se sometería sin demasiadas dificultades a los
caprichos y órdenes de los mandarines criollos a cambio de unas
migajas de comida y alcohol, es decir, la variante tropical del pan
y circo romano.
Sin embargo, todo eso
desapareció de la escena en unos pocos días, dando paso entre los
cubanos a nuevas esperanzas e ilusiones gracias a las palabras del
presidente de Estados Unidos, a pesar de que no han conocido todo lo
que ordenó hacer Barack Obama en este sentido, pues la prensa del
régimen, como de costumbre, se ha encargado de ocultar una buena
parte de la información, tergiversar otra parte que no ha tenido más
remedio que dejar pasar, y condicionar la otra con epítetos,
advertencias y suspicacias que tienen la intención de confundir a
los cubanos y desvirtuar los objetivos y los compromisos del
mandatario norteamericano frente a la dictadura cubana.
Por eso el régimen se ha
lanzado en un desesperado intento para convencer a la población de
la Isla de que “el imperialismo” sigue siendo tan malo como siempre,
y que lo que persigue esta nueva política de Estados Unidos hacia
Cuba no es la mejoría de las condiciones de vida de los cubanos,
sino someterlos más sutilmente. De donde se desprende, con ese
discurso engañoso y absurdo, que es la dictadura de los hermanos
Castro, aferrada al poder desde hace más de cincuenta y cinco años,
quien vela y garantiza las condiciones de vida de los habitantes de
la mayor de las Antillas.
Aunque la cruda realidad
demuestra cuales son en estos momentos las verdaderas condiciones de
vida de la gente de a pie, eso no es óbice para que el régimen
intente seguir mintiendo como siempre ha hecho. Sin poder comprender
que hoy en día la información viaja mucho más rápidamente y tiene
más profundidad y alcance que cuando los barbudos de Fidel Castro
bajaron de las lomas y monopolizaron el poder, ignorando al resto de
los luchadores contra la tiranía batistiana, siguen considerando que
la población cubana solamente conoce lo que la dictadura les dice, y
que además se lo cree ciegamente.
Sin saber qué contestar en los
nuevos escenarios, ni cómo decirlo, las pocas voces del régimen que
hablan en estos momentos se marean con su propia retórica y terminan
diciendo menos que nunca, en un discurso tan
aburrido y sonso que hace dormirse a los periodistas-propagandistas
que deben reportar esos eventos “históricos” (¿o histéricos?) en los
que hablan los más altos personeros de la dictadura.
Así,
el inefable súper-burócrata de pura sangre y segundo secretario del
Partido Comunista de Cuba, ha generado en estos
días la siguiente nota periodística
en la Agencia de Información Nacional:
“José Ramón Machado Ventura, Segundo Secretario del Comité Central
del Partido Comunista de Cuba (PCC) y vicepresidente de los Consejos
de Estado y de Ministros, se interesó hoy en San Antonio de los
Baños por las limitaciones que frenan la producción y
comercialización de alimentos agrícolas.
Al intervenir en la Asamblea de Balance de la Asociación Nacional
de Agricultores Pequeños (ANAP) de ese municipio, uno de los más
productivos de la provincia de Artemisa, Machado Ventura puntualizó
en la responsabilidad de los campesinos de producir para el pueblo,
más allá de la poca disponibilidad de recursos imprescindibles como
el combustible”.
Lo cual significa, según la
lógica del Partido, que es necesario producir “para el pueblo” en
cantidades suficientes y con calidad, independientemente de que los
campesinos no dispongan “de recursos imprescindibles como el
combustible”. Como si la producción de alimentos fuera un acto de
magia o una versión criolla del milagro de los panes y los peces. Y
como si no existiera el antecedente de cincuenta y cinco años de
fracasos e incumplimientos en la agricultura, provocados básicamente
por la injerencia partidista y gubernamental en la producción
agropecuaria y en toda la economía.
Es
decir, lenguaje vacío, pura palabrería. Bla, bla, bla. Y así
pretenden que se les crea el cuento de que se dedican a construir un
socialismo próspero y sustentable. Como si los cubanos fueran
tontos.
Sin
embargo, no es un hecho aislado del siempre aburrido segundo
secretario del PCC. Otro dirigente supuestamente de alto nivel, el
Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros
generó otra información surrealista, esta vez en el diario
provincial El Artemiseño:
“A sostener el reto de inculcar sentimientos de
identidad en los artemiseños convocó Miguel Díaz-Canel Bermúdez,
miembro del Buró Político y primer vicepresidente de los Consejos de
Estados y Ministros, en intercambio efectuado este lunes en la sede
del Comité Provincial del Partido.
“La estrategia de comunicación no es un simple
mecanismo divulgativo; tiene que lograr interactividad con el
público, e incluir la historia, los antecedentes de cada proceso, lo
que no debe ser olvidado por las más jóvenes generaciones, que
también puede resumirse como las razones de los cubanos para
defender nuestra obra revolucionaria”, aseguró Díaz-Canel”.
¿Qué “sentimientos de
identidad” puede tener un cubano empobrecido a quien no se respetan
sus más elementales derechos, que no gana con su trabajo lo
suficiente para mantener decorosamente a su
familia, que puede ser repudiado, golpeado y detenido si manifiesta
opiniones contrarias a las oficiales, que habita en una casi
vivienda en condiciones extremadamente precarias, y que no sabe cuál
puede ser el futuro lejano o inmediato de su familia ni de él mismo,
pues todo depende de la voluntad y los humores con que amanezca el
régimen cada día.
Y
no es solamente la situación de los habitantes de esa provincia. No
hay diferencia si en vez de Artemisa se tratara de Guantánamo,
Cienfuegos o Las Tunas.
Por
el mismo camino de los dos casos mencionados anteriormente transitó
Adel Yzquierdo Rodríguez, miembro del Buró Político del Partido y
Viceministro Primero de Economía y Planificación, de visita en
Santiago de Cuba para chequear la marcha de la construcción de
viviendas tras el huracán Sandy junto al secretario provincial del
partido y el jefe del gobierno provincial. El visitante se mostró
muy feliz al conocer que en el 2014 se habían construido en esa
ciudad 3,214 inmuebles, como parte del plan para recuperar las más
de 171,000 viviendas afectadas por el paso de ese gran huracán en el
año 2012, que provocó 15,889 derrumbes totales.
Y
para no ser menos que sus colegas del Buró Político en cuanto a
discursos huecos y vacíos, espetó esta maravilla a los corifeos allí
presentes que le miraban con atención como si les importara lo que
decía, y le reían los comentarios supuestamente graciosos que todo
dirigente partidista que se respete debe hacer al menos una sola
vez:
“Hay que concluir la firma de los contratos entre
inversionistas y constructores, exigir que sean casas habitables, es
decir con calidad, que no haya deficiencias en las redes
hidrosanitarias, en las instalaciones eléctricas y la urbanización,
y que se cumpla el cronograma establecido”.
No
son casos aislados de tres conspicuos altos funcionarios del partido
y del gobierno, expresando palabras vacías y poco creíbles por
absurdas, sino la constante manifestación de un enfoque retrógrado,
soso y desactualizado, que no se acaba de atemperar a nuevos
escenarios que se han creado ante sus propias narices, pero que no
logran entender.
Según informa la agencia española EFE, el periódico Granma hizo un
llamado a reforzar los valores socialistas y patrióticos en Cuba,
mantener la cultura nacional “en primera línea” y no pecar de
“ingenuos” en la nueva etapa de relaciones con Estados
Unidos.
“No podemos permitirnos ser ingenuos frente a los
actuales retos que tenemos por delante e ignorar la naturaleza que
ha distinguido las relaciones entre los dos gobiernos; mucho menos
obviar el hecho de que se pretende, desde territorio norteamericano,
erosionar la institucionalidad revolucionaria a través de métodos
diferentes”.
El
órgano oficial del Partido Comunista de Cuba avisa que el sistema
educativo, los medios masivos de difusión y las instituciones
culturales deberán desempeñar un “rol insustituible”, y que
“Urge, pues, continuar fortaleciendo el trabajo
educativo en las escuelas para reforzar valores asociados al
socialismo, la soberanía y el patriotismo”.
Para las escuelas Granma exige enseñar la historia de Cuba
considerando “las verdaderas contradicciones y multiplicidad de
matices que la caracterizan”, con protagonistas y héroes “de
carne y hueso”, que permitan encontrar “las respuestas a
muchas de las interrogantes actuales”.
Naturalmente, nadie cree que Granma realmente desee eso que proclama
para guardar las formas, pues para hacerlo habría que virar de
cabeza completamente no solamente la enseñanza de la historia en el
país, sino también todo el sistema educacional de la Isla.
A
los medios de comunicación el libelo les recuerda que deben estar
“más alerta que nunca para contrarrestar la
avalancha seudocultural que llega de la industria hegemónica
norteamericana del entretenimiento y pretende a veces confundir 'lo
estadounidense' con 'lo moderno'".
Sin
embargo, para poder conseguir ese sueño de todo totalitarismo
necesita poner a todos, y no solamente a quienes se pliegan
voluntaria y alegremente a los dictados del régimen, al servicio de
la estulticia, el despiste y la mentira, convirtiéndolos a todos en
cómplices de la inmoralidad dictatorial:
“Corresponde a maestros y profesores, promotores
culturales, artistas y escritores, instructores de arte,
realizadores y directivos de los medios, trabajar de manera
articulada para que nuestras mejores esencias y principios lleguen
de modo coherente a la población, sin conceptos extranjerizantes de
por medio”.
Naturalmente, Granma no define lo que serían, según sus puntos de
vista, o mejor dicho, según su punto de vista, pues ese periódico es
incapaz de manejar dos ideas diferentes al mismo tiempo, lo que
considera como “mejores esencias y principios”, pero de
seguro que no serán los mismos que los que los que considera la
población sencilla y humilde del país, todos esos cubanos a los
cuales nunca Granma ni el Partido Comunista han representado en
ninguna circunstancia más allá de la demagogia y el populismo
barato.
Continuando con la cantaleta diseñada desde el
Departamento Ideológico del Partido con el
objetivo de embrutecer a la población, el periódico estelar de la
dictadura presenta el inicio de la nueva etapa en las relaciones
EEUU-Cuba como un triunfo del régimen, y entonces se suscribe
a una increíble historia que resulta una interpretación surrealista
de lo que está sucediendo entre ambos países. Por eso, ahora el
periodicucho partidista proclama que las intenciones del “imperio”
son las de siempre, las que siempre han sido y siempre serán,
destacando que solamente ha cambiado el “escenario y son otros
los matices”.
Y deja
claro, para que ningún cubano se embulle pensando que las cosas
podrían mejorar:
“No obstante, nadie imagine ni por un momento que
ahí termina para Cuba la batalla que hemos librado durante tantos
años”.
Naturalmente, que nadie imagine
que ahí terminaría para la camarilla que desgobierna el
país (que se identifica a sí misma como “Cuba”) la brutal represión
y desinformación que desde el primer momento ha utilizado para
mantenerse en el poder a toda costa, a la que la dictadura se
refiere como “la batalla que hemos librado durante tantos años”.
No
puede ser cierto todo eso que proclaman Granma y los jerarcas del
régimen, pues todos no hacen más que repetir lo mismo con diferentes
palabras, aunque no sean muchas esas otras palabras, porque por
regla general viven sin riqueza alguna en el vocabulario.
Si realmente fuera una victoria
del régimen lo que ha sucedido entre diciembre del año pasado y
enero del presente, la pandilla dictatorial no estaría tan
preocupada, y el discurso oficial aún dentro de la monotonía que lo
caracteriza, que incluye repetir consignas vacías, sería más
coherente y estable.
Las
informaciones que traen en estos tiempos el Parte Operativo y los
reportes de Estado de Opinión y de Situación Operativa, elaborados
por los órganos represivos del régimen, así como los resultados que
llegan a través de esas informaciones-secretas-casi-delaciones
escandalosamente consideradas por el corrillo de los militantes como
“encuestas” del sistema partidista conocido como “Opinión del
Pueblo”, permiten ver claramente algunas realidades que no hacen
ninguna gracia ni en las estancias de La Rinconada ni en las
oficinas del Palacio de la Revolución:
- El régimen ha caído en su propia trampa, porque siempre ha acusado a EEUU de todas las desdichas, limitaciones y miserias de los cubanos, y ahora la población considera que si EEUU logra normalizar las relaciones con la dictadura sus tribulaciones terminarán
- Los cubanos saben que de “esta gente” del régimen no pueden esperar nada, pero, por el contrario, entienden, o por lo menos creen, que Estados Unidos es la pieza clave para que mejoren sus condiciones de vida, es decir, la solución no la ven en su propio gobierno, sino en “el enemigo”
- El régimen, más allá de la continua palabrería hueca y consignas insensatas, no tiene programa, proyecto, plan específico o ideas sensatas para superar la crisis en que se encuentra el país
- Tampoco tiene fuentes confiables de financiamiento para intentar acometer algo serio, realista y rápido, pues la situación en Venezuela cada vez se deteriora más, entre la caída de los precios del petróleo y la ineptitud y mediocridad de Nicolás Maduro y sus compinches carcomidos por la corrupción y debilitados por el rechazo creciente.
- Los cubanos saben que, aunque lo griten Granma y los personeros de la dictadura, no ha habido ninguna “victoria” del régimen ni mucho menos, sino simplemente un aferrarse desesperadamente a la única tabla de salvación que le quedaba a La Habana, que era la “normalización” de relaciones con el enemigo inventado desde hace más de medio siglo.
Entonces, cada vez está más
claro que la supuesta verticalidad e intransigencia mostrada por
Raúl Castro en su discurso ante CELAC en Costa Rica no expresó ni la
estrategia absurda para una negociación imposible en esas
condiciones, ni resultó una patada para derribar la mesa de los
negociadores antes incluso de que se sentaran en ella, sino solo fue
un burdo intento de actuación y escenografía para complacer y
tranquilizar a La Caverna cubana a todos los niveles, que se
encuentra nerviosa y confundida con la nueva situación, y teme no
poder continuar en los tiempos de los mítines de repudio, las
golpizas y la intransigencia a toda prueba y contra todo el sentido
común.
Y de paso el discurso de marras
complace también a la izquierda carnicera del continente y de todo
el mundo, todos esos tarados y vagos que ven a La Habana como
trinchera inexpugnable de un desfasado antiimperialismo más propio
de la guerra fría que del siglo 21.
Y
también, ¿por qué no?, a esos jefes de Estado y gobierno de América
Latina y el Caribe que tanto disfrutan cuando la dictadura y sus
representantes gritan a Estados Unidos lo que ellos mismos, cada uno
desde sus países, no se atreve ni a decirles en voz baja.
Sin embargo, es una gran pena
que en estos momentos, cuando el régimen se encuentra en una
coyuntura difícil aunque pretenda disimularlo con lenguaje y
actitudes de guapo de barrio y comportándose como si no pasara nada,
ni los opositores dentro de la Isla ni el exilio estén desarrollando
estrategias inteligentes para enfrentarse a la dictadura en los
nuevos escenarios, mientras se desgastan protestando y acusando al
gobierno de Estados Unidos sin darse cuenta de que han identificado
al enemigo equivocado.
Desaprovechando oportunidades
históricas al hablar ante comisiones del Senado y de la Cámara de
Estados Unidos, los opositores plantearon posiciones muy diferentes.
No se trata de que debieran haber asistido con una sola propuesta,
ni mucho menos pretender que se padeciera el tumor de la unanimidad.
Pero al menos hubiera sido muy estimulante que se hubieran
presentado ideas consensuadas entre los ponentes, y no tan
contradictorias con las de los demás compatriotas invitados.
Peor aún, otros grupos, tanto
de opositores dentro de la Isla como exiliados fuera del país,
pelean entre ellos con más o menos elegancia o discreción. Algunos
se consideran desde el exilio que son los “orientadores” de los
grupos de opositores en la Isla según sus coincidencias e ideas
comunes, otros se acusan mutuamente, sacan a la luz trapos sucios
que deberían ventilarse en casa, y llegan hasta los extremos del
absurdo y la incoherencia al realizar un acto de repudio contra sus
propios compañeros. ¡Que feliz se tienen que haber sentido el
régimen y sus esbirros cuando conocieron de esta colosal torpeza!
Las
escenas que, lamentablemente, hemos visto en la televisión en el
caso de las Damas de Blanco, no pueden menos que dejar desasosiego y
preocupación. La institución de las Damas de Blanco, a través de los
años, ya ha aportado una mártir como Laura Pollán, y las valerosas
mujeres que la constituyen han enfrentado año tras año todo
tipo de golpizas, presiones, amenazas, detenciones, interrogatorios,
chantajes, delaciones y abusos, sin ceder en su lucha por la
libertad de los cubanos, gladiolo en mano como símbolo del amor
frente a la violencia del régimen, con lo que no solo se han ganado
el prestigio que merecen sino también el respeto de los cubanos y de
todo el mundo.
Todo eso no puede ser lanzado por la borda con ningún pretexto.
Aunque la líder de esas mismas Damas de Blanco asegure que no se
trató de un mitin de repudio, que hasta ahora es lo único que ha
dicho sobre el tema, lo que se puede ver en ese infortunado evento
que ha sido transmitido en video por la
televisión en español en el sur de La Florida, se puede asegurar sin
temor a ninguna equivocación que lo que sucedió en esa casa de La
Habana es lo que más se parece a los actos represivos masivos que
históricamente han sido organizados y aupados por la dictadura. Tal
vez lo único que haya faltado para no resultar una fotocopia de los
que lleva a cabo el régimen utilizando a lo más bajo de la sociedad
cubana, haya sido repartir cajitas de arroz congrí y pescado a los
participantes en la turba infame, como “compensación” y
agradecimiento por sus servicios “a la patria”.
Y
hay que decir claramente que ningún acontecimiento ni ninguna
desavenencia, ninguna discrepancia o
malestar interno, ninguna dificultad en las relaciones entre
opositores, cuando todos deberían estar concentrados pensando cómo
enfrentar al régimen antes que en ninguna otra cuestión, ninguna
situación, repito, podrá justificar nunca una manera de actuar,
frente a quien o quienes disienten, y mucho menos copiando métodos
similares a los que utilizaría y utiliza la dictadura cubana.
El
objetivo de los opositores no es cambiar unos dictadores por otros,
sino eliminar toda dictadura para poder vivir en democracia y en un
verdadero Estado de derecho, ausentes de nuestra patria desde hace
más de medio siglo.
Todo lo demás sobra, no se justifica ni se podrá justificar nunca, y
en última instancia lo que logra es facilitarle el trabajo sucio y
repugnante al régimen y a sus esbirros. Y eso no es algo que pueda
enorgullecer a un verdadero opositor al régimen o a un verdadero
luchador por la democracia.
En
el exilio, por su parte, hay quienes insisten en el disparate y en
pensar de una manera umbilicus-céntrica, mirándose el
ombligo, antes que pensar en asuntos verdaderamente trascendentes.
Ignoro de donde sale el peregrino criterio de que el gobierno de
Estados Unidos debería hacer consultado “al exilio” antes de
comenzar a negociar con el régimen, porque, en primer lugar, ningún
gobierno soberano en el mundo consulta a ningún “exilio” cuando
pretende acometer determinadas acciones de política exterior.
Y,
peor y más triste aún, si el gobierno de Estados Unidos quisiera,
por cualquier motivo que no vale la pena analizar ahora, consultar
con “el exilio”, ¿a quién debería dirigirse?
¿A
qué líder, organización o grupo del “exilio”? ¿Debería consultar
solamente al “exilio” de Miami? ¿Es que no hay “exilio” en New
Jersey ni Tampa? ¿Ni en California ni Texas? ¿Ni en México ni
Madrid? ¿Ni en América del Sur ni Canadá? ¿Ni en Suecia ni París?
¿Ni en Praga ni Moscú?
Imaginemos, hipotéticamente, lo
que sucedería si el gobierno de Estados Unidos pidiera públicamente
a los cubanos que designaran a un representante de “el exilio”, el
que quisieran, pero solamente a uno, no podría ser más de uno, que
sería incorporado como representante de ese “exilio” a la delegación
de Estados Unidos que participaría en las negociaciones con el
régimen. No es ni un anuncio ni una predicción, solo una hipótesis
para analizar.
¿Habría muertos en la Calle Ocho luchando entre los mismos exiliados
para obtener esa representación? O, suponiendo que la sangre no
llegara al río -pues algún día deberíamos aprender, ¿no?- habría que
definir cuantos y quiénes participarían en la toma de esa decisión.
¿Cuánto tiempo se necesitaría para ponerse de acuerdo y determinar
quién sería el representante de los exiliados. ¿Se decidiría por
elección o consenso? Y si fuera por elección, ¿quiénes podrían votar
y quiénes no? ¿Y podría haber garantías de que nadie impugnaría los
resultados de la elección ni lanzaría acusaciones de fraude?
No
todos los cubanos tienen que estar de acuerdo con la nueva política
que sigue en este momento el gobierno de Estados Unidos hacia Cuba,
y todos en este gran país tienen el derecho de poder expresarlo
libremente y sin temor a represalias, y es muy bueno para la salud
de la democracia que lo hagan como lo están haciendo.
Lo
que no parece lo más inteligente es que cuando la representación de
ese mismísimo gobierno de Estados Unidos invita a representantes del
exilio en Miami a conversar en privado para que expongan sus puntos
de vista, algunos invitados decidan no asistir a esa reunión, como
forma de expresar su desacuerdo con el camino que han tomado las
cosas.
Y,
también, aunque no fuera la intención conciente de quienes no
aceptaron la invitación, esa negativa resultó una forma de desprecio
hacia el gobierno del país que nos ha acogido a todos los que hemos
llegado a estas costas cuando decidimos, por las razones que fueran,
no seguir viviendo en Cuba.
Con lo que, además de la falta
de cortesía evidente, se desperdició una magnífica oportunidad de
hacerle saber directamente a representantes y funcionarios del
gobierno las opiniones discrepantes que se sustentaban y las razones
por las cuales se mantenían, y a la vez, poder escuchar directamente
sus puntos de vista y sus argumentos.
Parecería más conveniente asistir y discrepar en vez de discrepar
sin asistir, con lo cual lo único que logramos es que se haga
evidente, una vez más, nuestra congénita dificultad y casi
incapacidad como cubanos de lidiar con opiniones diferentes a las
nuestras, que ya nos han costado en los últimos tiempos más de
cincuenta y cinco años de totalitarismo, a pesar de lo cual no se
acaba de despertar y dar un paso al frente.
De
manera que, ahora que el régimen está en un momento más difícil,
cuando la nueva política del presidente de Estados Unidos hacia el
gobierno cubano -nos guste o no nos guste esa política- ha creado
nuevas realidades y nuevos escenarios para los cuales el régimen no
está preparado ni se siente cómodo con ellos, es una verdadera pena
que se desperdicien tantas oportunidades entre los que quieren,
tanto dentro como fuera de la Isla, que ese régimen de oprobio que
aplasta a nuestro pueblo termine para siempre, ya sea diseñando las
mejores estrategias posibles contra el enemigo equivocado, o
perdiendo el tiempo y comportándose infantil o totalitariamente
intolerantes ante quienes piensan diferente, o llegar hasta el
extremo del ridículo y el despiste de querer organizar mítines de
repudio contra quienes no compartan determinados puntos de vista.
Actuar de una manera tan similar a como lo hace el régimen no
contribuye ni a reforzar el currículum de nadie como luchador por la
democracia, y mucho menos a debilitar al régimen causante de todas
las tristezas, limitaciones, insuficiencias y sufrimientos de
nuestro pueblo.
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