miércoles, febrero 18, 2015

Alarma en La Habana… y oportunidades que se desperdician

cubanalisis
Dr. Eugenio Yáñez
Hay alarma en el régimen. El Presidente Barack Obama es más popular entre los cubanos de a pie que cualquier personero de la camarilla gobernante, incluido Raúl Castro. Y de Fidel Castro ya pocos se acuerdan a estas alturas.

Con un discurso en diciembre y otro en enero, más el anuncio de un conjunto de medidas para facilitar los intercambios entre Estados Unidos y Cuba, Obama desencadenó los perros de la paz, que a la vez son vistos como lobos feroces por los beneficiarios de la dictadura, temerosos de que su poder y sus privilegios terminen más temprano que tarde.
 
El régimen diseñaba tranquilamente el modelo post-castrista que dejaría a los sucesores, cualesquiera que fueran, al frente de un país con una economía dominada por los militares, sin atisbos de democracia alguna y mucho menos de un Estado de derecho, así como una población tan silenciada y explotada que se sometería sin demasiadas dificultades a los caprichos y órdenes de los mandarines criollos a cambio de unas migajas de comida y alcohol, es decir, la variante tropical del pan y circo romano.
 
Sin embargo, todo eso desapareció de la escena en unos pocos días, dando paso entre los cubanos a nuevas esperanzas e ilusiones gracias a las palabras del presidente de Estados Unidos, a pesar de que no han conocido todo lo que ordenó hacer Barack Obama en este sentido, pues la prensa del régimen, como de costumbre, se ha encargado de ocultar una buena parte de la información, tergiversar otra parte que no ha tenido más remedio que dejar pasar, y condicionar la otra con epítetos, advertencias y suspicacias que tienen la intención de confundir a los cubanos y desvirtuar los objetivos y los compromisos del mandatario norteamericano frente a la dictadura cubana.

Por eso el régimen se ha lanzado en un desesperado intento para convencer a la población de la Isla de que “el imperialismo” sigue siendo tan malo como siempre, y que lo que persigue esta nueva política de Estados Unidos hacia Cuba no es la mejoría de las condiciones de vida de los cubanos, sino someterlos más sutilmente. De donde se desprende, con ese discurso engañoso y absurdo, que es la dictadura de los hermanos Castro, aferrada al poder desde hace más de cincuenta y cinco años, quien vela y garantiza las condiciones de vida de los habitantes de la mayor de las Antillas.
 
Aunque la cruda realidad demuestra cuales son en estos momentos las verdaderas condiciones de vida de la gente de a pie, eso no es óbice para que el régimen intente seguir mintiendo como siempre ha hecho. Sin poder comprender que hoy en día la información viaja mucho más rápidamente y tiene más profundidad y alcance que cuando los barbudos de Fidel Castro bajaron de las lomas y monopolizaron el poder, ignorando al resto de los luchadores contra la tiranía batistiana, siguen considerando que la población cubana solamente conoce lo que la dictadura les dice, y que además se lo cree ciegamente.

Sin saber qué contestar en los nuevos escenarios, ni cómo decirlo, las pocas voces del régimen que hablan en estos momentos se marean con su propia retórica y terminan diciendo menos que nunca, en un discurso tan aburrido y sonso que hace dormirse a los periodistas-propagandistas que deben reportar esos eventos “históricos” (¿o histéricos?) en los que hablan los más altos personeros de la dictadura.

Así, el inefable súper-burócrata de pura sangre y segundo secretario del Partido Comunista de Cuba, ha generado en estos días la siguiente nota periodística en la Agencia de Información Nacional:

“José Ramón Machado Ventura, Segundo Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) y vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, se interesó hoy en San Antonio de los Baños por las limitaciones que frenan la producción y comercialización de alimentos agrícolas.
 
 Al intervenir  en la Asamblea  de Balance de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) de ese municipio, uno de los más productivos de la provincia de Artemisa, Machado Ventura puntualizó en la responsabilidad de los campesinos de producir para el pueblo, más allá de la poca disponibilidad de recursos imprescindibles como el combustible”.
 
Lo cual significa, según la lógica del Partido, que es necesario producir “para el pueblo” en cantidades suficientes y con calidad, independientemente de que los campesinos no dispongan “de recursos imprescindibles como el combustible”. Como si la producción de alimentos fuera un acto de magia o una versión criolla del milagro de los panes y los peces. Y como si no existiera el antecedente de cincuenta y cinco años de fracasos e incumplimientos en la agricultura, provocados básicamente por la injerencia partidista y gubernamental en la producción agropecuaria y en toda la economía.

Es decir, lenguaje vacío, pura palabrería. Bla, bla, bla. Y así pretenden que se les crea el cuento de que se dedican a construir un socialismo próspero y sustentable. Como si los cubanos fueran tontos.

Sin embargo, no es un hecho aislado del siempre aburrido segundo secretario del PCC. Otro dirigente supuestamente de alto nivel, el Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros generó otra información surrealista, esta vez en el diario provincial El Artemiseño:

“A sostener el reto de inculcar sentimientos de identidad en los artemiseños convocó Miguel Díaz-Canel Bermúdez, miembro del Buró Político y primer vicepresidente de los Consejos de Estados y Ministros, en intercambio efectuado este lunes en la sede del Comité Provincial del Partido.
 
“La estrategia de comunicación no es un simple mecanismo divulgativo; tiene que lograr interactividad con el público, e incluir la historia, los antecedentes de cada proceso, lo que no debe ser olvidado por las más jóvenes generaciones, que también puede resumirse como las razones de los cubanos para defender nuestra obra revolucionaria”, aseguró Díaz-Canel”.

¿Qué “sentimientos de identidad” puede tener un cubano empobrecido a quien no se respetan sus más elementales derechos, que no gana con su trabajo lo suficiente para mantener decorosamente a su familia, que puede ser repudiado, golpeado y detenido si manifiesta opiniones contrarias a las oficiales, que habita en una casi vivienda en condiciones extremadamente precarias, y que no sabe cuál puede ser el futuro lejano o inmediato de su familia ni de él mismo, pues todo depende de la voluntad y los humores con que amanezca el régimen cada día.

Y no es solamente la situación de los habitantes de esa provincia. No hay diferencia si en vez de Artemisa se tratara de Guantánamo, Cienfuegos o Las Tunas.

Por el mismo camino de los dos casos mencionados anteriormente transitó Adel Yzquierdo Rodríguez, miembro del Buró Político del Partido y Viceministro Primero de Economía y Planificación, de visita en Santiago de Cuba para chequear la marcha de la construcción de viviendas tras el huracán Sandy junto al secretario provincial del partido y el jefe del gobierno provincial. El visitante se mostró muy feliz al conocer que en el 2014 se habían construido en esa ciudad 3,214 inmuebles, como parte del plan para recuperar las más de 171,000 viviendas afectadas por el paso de ese gran huracán en el año 2012, que provocó 15,889 derrumbes totales.

Y para no ser menos que sus colegas del Buró Político en cuanto a discursos huecos y vacíos, espetó esta maravilla a los corifeos allí presentes que le miraban con atención como si les importara lo que decía, y le reían los comentarios supuestamente graciosos que todo dirigente partidista que se respete debe hacer al menos una sola vez:

“Hay que concluir la firma de los contratos entre inversionistas y constructores, exigir que sean casas habitables, es decir con calidad, que no haya deficiencias en las redes hidrosanitarias, en las instalaciones eléctricas y la urbanización, y que se cumpla el cronograma establecido”.

No son casos aislados de tres conspicuos altos funcionarios del partido y del gobierno, expresando palabras vacías y poco creíbles por absurdas, sino la constante manifestación de un enfoque retrógrado, soso y desactualizado, que no se acaba de atemperar a nuevos escenarios que se han creado ante sus propias narices, pero que no logran entender.

Según informa la agencia española EFE, el periódico Granma hizo un llamado a reforzar los valores socialistas y patrióticos en Cuba, mantener la cultura nacional “en primera línea” y no pecar de “ingenuos” en la nueva etapa de relaciones con Estados Unidos.

“No podemos permitirnos ser ingenuos frente a los actuales retos que tenemos por delante e ignorar la naturaleza que ha distinguido las relaciones entre los dos gobiernos; mucho menos obviar el hecho de que se pretende, desde territorio norteamericano, erosionar la institucionalidad revolucionaria a través de métodos diferentes”.

El órgano oficial del Partido Comunista de Cuba avisa que el sistema educativo, los medios masivos de difusión y las instituciones culturales deberán desempeñar un “rol insustituible”, y que

“Urge, pues, continuar fortaleciendo el trabajo educativo en las escuelas para reforzar valores asociados al socialismo, la soberanía y el patriotismo”.

Para las escuelas Granma exige enseñar la historia de Cuba considerando “las verdaderas contradicciones y multiplicidad de matices que la caracterizan”, con protagonistas y héroes “de carne y hueso”, que permitan encontrar “las respuestas a muchas de las interrogantes actuales”.

Naturalmente, nadie cree que Granma realmente desee eso que proclama para guardar las formas, pues para hacerlo habría que virar de cabeza completamente no solamente la enseñanza de la historia en el país, sino también todo el sistema educacional de la Isla.

A los medios de comunicación el libelo les recuerda que deben estar

“más alerta que nunca para contrarrestar la avalancha seudocultural que llega de la industria hegemónica norteamericana del entretenimiento y pretende a veces confundir 'lo estadounidense' con 'lo moderno'".

Sin embargo, para poder conseguir ese sueño de todo totalitarismo necesita poner a todos, y no solamente a quienes se pliegan voluntaria y alegremente a los dictados del régimen, al servicio de la estulticia, el despiste y la mentira, convirtiéndolos a todos en cómplices de la inmoralidad dictatorial:

“Corresponde a maestros y profesores, promotores culturales, artistas y escritores, instructores de arte, realizadores y directivos de los medios, trabajar de manera articulada para que nuestras mejores esencias y principios lleguen de modo coherente a la población, sin conceptos extranjerizantes de por medio”.

Naturalmente, Granma no define lo que serían, según sus puntos de vista, o mejor dicho, según su punto de vista, pues ese periódico es incapaz de manejar dos ideas diferentes al mismo tiempo, lo que considera como “mejores esencias y principios”, pero de seguro que no serán los mismos que los que los que considera la población sencilla y humilde del país, todos esos cubanos a los cuales nunca Granma ni el Partido Comunista han representado en ninguna circunstancia más allá de la demagogia y el populismo barato.

Continuando con la cantaleta diseñada desde el Departamento Ideológico del Partido con el objetivo de embrutecer a la población, el periódico estelar de la dictadura presenta el inicio de la nueva etapa en las relaciones EEUU-Cuba como un triunfo del régimen, y entonces se suscribe a una increíble historia que resulta una interpretación surrealista de lo que está sucediendo entre ambos países. Por eso, ahora el periodicucho partidista proclama que las intenciones del “imperio” son las de siempre, las que siempre han sido y siempre serán, destacando que solamente ha cambiado el “escenario y son otros los matices”.

Y deja claro, para que ningún cubano se embulle pensando que las cosas podrían mejorar:

“No obstante, nadie imagine ni por un momento que ahí termina para Cuba la batalla que hemos librado durante tantos años”.

Naturalmente, que nadie imagine que ahí terminaría para la camarilla que desgobierna el país (que se identifica a sí misma como “Cuba”) la brutal represión y desinformación que desde el primer momento ha utilizado para mantenerse en el poder a toda costa, a la que la dictadura se refiere como “la batalla que hemos librado durante tantos años”.

No puede ser cierto todo eso que proclaman Granma y los jerarcas del régimen, pues todos no hacen más que repetir lo mismo con diferentes palabras, aunque no sean muchas esas otras palabras, porque por regla general viven sin riqueza alguna en el vocabulario.

Si realmente fuera una victoria del régimen lo que ha sucedido entre diciembre del año pasado y enero del presente, la pandilla dictatorial no estaría tan preocupada, y el discurso oficial aún dentro de la monotonía que lo caracteriza, que incluye repetir consignas vacías, sería más coherente y estable.

Las informaciones que traen en estos tiempos el Parte Operativo y los reportes de Estado de Opinión y de Situación Operativa, elaborados por los órganos represivos del régimen, así como los resultados que llegan a través de esas informaciones-secretas-casi-delaciones escandalosamente consideradas por el corrillo de los militantes como “encuestas” del sistema partidista conocido como “Opinión del Pueblo”, permiten ver claramente algunas realidades que no hacen ninguna gracia ni en las estancias de La Rinconada ni en las oficinas del Palacio de la Revolución:

  • El régimen ha caído en su propia trampa, porque siempre ha acusado a EEUU de todas las desdichas, limitaciones y miserias de los cubanos, y ahora la población considera que si EEUU logra normalizar las relaciones con la dictadura sus tribulaciones terminarán

  • Los cubanos saben que de “esta gente” del régimen no pueden esperar nada, pero, por el contrario, entienden, o por lo menos creen, que Estados Unidos es la pieza  clave para que mejoren sus condiciones de vida, es decir, la solución no la ven en su propio gobierno, sino en “el enemigo”

  • El régimen, más allá de la continua palabrería hueca y consignas insensatas, no tiene programa, proyecto, plan específico o ideas sensatas para superar la crisis en que se encuentra el país

  • Tampoco tiene fuentes confiables de financiamiento para intentar acometer algo serio, realista y rápido, pues la situación en Venezuela cada vez se deteriora más, entre la caída de los precios del petróleo y la ineptitud y mediocridad de Nicolás Maduro y sus compinches carcomidos por la corrupción y debilitados por el rechazo creciente.

  • Los cubanos saben que, aunque lo griten Granma y los personeros de la dictadura,  no ha habido ninguna “victoria” del régimen ni mucho menos, sino simplemente un aferrarse desesperadamente a la única tabla de salvación que le quedaba a La Habana, que era la “normalización” de relaciones con el enemigo inventado desde hace más de medio siglo.

Entonces, cada vez está más claro que la supuesta verticalidad e intransigencia mostrada por Raúl Castro en su discurso ante CELAC en Costa Rica no expresó ni la estrategia absurda para una negociación imposible en esas condiciones, ni resultó una patada para derribar la mesa de los negociadores antes incluso de que se sentaran en ella, sino solo fue un burdo intento de actuación y escenografía para complacer y tranquilizar a La Caverna cubana a todos los niveles, que se encuentra nerviosa y confundida con la nueva situación, y teme no poder continuar en los tiempos de los mítines de repudio, las golpizas y la intransigencia a toda prueba y contra todo el sentido común.

Y de paso el discurso de marras complace también a la izquierda carnicera del continente y de todo el mundo, todos esos tarados y vagos que ven a La Habana como trinchera inexpugnable de un desfasado antiimperialismo más propio de la guerra fría que del siglo 21.

Y también, ¿por qué no?, a esos jefes de Estado y gobierno de América Latina y el Caribe que tanto disfrutan cuando la dictadura y sus representantes gritan a Estados Unidos lo que ellos mismos, cada uno desde sus países, no se atreve ni a decirles en voz baja.

Sin embargo, es una gran pena que en estos momentos, cuando el régimen se encuentra en una coyuntura difícil aunque pretenda disimularlo con lenguaje y actitudes de guapo de barrio y comportándose como si no pasara nada, ni los opositores dentro de la Isla ni el exilio estén desarrollando estrategias inteligentes para enfrentarse a la dictadura en los nuevos escenarios, mientras se desgastan protestando y acusando al gobierno de Estados Unidos sin darse cuenta de que han identificado al enemigo equivocado.

Desaprovechando oportunidades históricas al hablar ante comisiones del Senado y de la Cámara de Estados Unidos, los opositores plantearon posiciones muy diferentes. No se trata de que debieran haber asistido con una sola propuesta, ni mucho menos pretender que se padeciera el tumor de la unanimidad. Pero al menos hubiera sido muy estimulante que se hubieran presentado ideas consensuadas entre los ponentes, y no tan contradictorias con las de los demás compatriotas invitados.
 
Peor aún, otros grupos, tanto de opositores dentro de la Isla como exiliados fuera del país, pelean entre ellos con más o menos elegancia o discreción.  Algunos se consideran desde el exilio que son los “orientadores” de los grupos de opositores en la Isla según sus coincidencias e ideas comunes, otros se acusan mutuamente, sacan a la luz trapos sucios que deberían ventilarse en casa, y llegan hasta los extremos del absurdo y la incoherencia al realizar un acto de repudio contra sus propios compañeros. ¡Que feliz se tienen que haber sentido el régimen y sus esbirros cuando conocieron de esta colosal torpeza!

Las escenas que, lamentablemente, hemos visto en la televisión en el caso de las Damas de Blanco, no pueden menos que dejar desasosiego y preocupación. La institución de las Damas de Blanco, a través de los años, ya ha aportado una mártir como Laura Pollán, y las valerosas mujeres que la constituyen  han enfrentado año tras año todo tipo de golpizas, presiones, amenazas, detenciones, interrogatorios, chantajes, delaciones y abusos, sin ceder en su lucha por la libertad de los cubanos, gladiolo en mano como símbolo del amor frente a la violencia del régimen, con lo que no solo se han ganado el prestigio que merecen sino también el respeto de los cubanos y de todo el mundo.

Todo eso no puede ser lanzado por la borda con ningún pretexto. Aunque la líder de esas mismas Damas de Blanco asegure que no se trató de un mitin de repudio, que hasta ahora es lo único que ha dicho sobre el tema, lo que se puede ver en ese infortunado evento que ha sido transmitido en video por la televisión en español en el sur de La Florida, se puede asegurar sin temor a ninguna equivocación que lo que sucedió en esa casa de La Habana es lo que más se parece a los actos represivos masivos que históricamente han sido organizados y aupados por la dictadura. Tal vez lo único que haya faltado para no resultar una fotocopia de los que lleva a cabo el régimen utilizando a lo más bajo de la sociedad cubana, haya sido repartir cajitas de arroz congrí y pescado a los participantes en la turba infame, como “compensación” y agradecimiento por sus servicios “a la patria”.

Y hay que decir claramente que ningún acontecimiento ni ninguna desavenencia, ninguna discrepancia o malestar interno, ninguna dificultad en las relaciones entre opositores, cuando todos deberían estar concentrados pensando cómo enfrentar al régimen antes que en ninguna otra cuestión, ninguna situación, repito, podrá justificar nunca una manera de actuar, frente a quien o quienes disienten, y mucho menos copiando métodos similares a los que utilizaría y utiliza la dictadura cubana.

El objetivo de los opositores no es cambiar unos dictadores por otros, sino eliminar toda dictadura para poder vivir en democracia y en un verdadero Estado de derecho, ausentes de nuestra patria desde hace más de medio siglo.

Todo lo demás sobra, no se justifica ni se podrá justificar nunca, y en última instancia lo que logra es facilitarle el trabajo sucio y repugnante al régimen y a sus esbirros. Y eso no es algo que pueda enorgullecer a un verdadero opositor al régimen o a un verdadero luchador por la democracia.

En el exilio, por su parte, hay quienes insisten en el disparate y en pensar de una manera  umbilicus-céntrica, mirándose el ombligo, antes que pensar en asuntos verdaderamente trascendentes.

Ignoro de donde sale el peregrino criterio de que el gobierno de Estados Unidos debería hacer consultado “al exilio” antes de comenzar a negociar con el régimen, porque, en primer lugar, ningún gobierno soberano en el mundo consulta a ningún “exilio” cuando pretende acometer determinadas acciones de política exterior.

Y, peor y más triste aún, si el gobierno de Estados Unidos quisiera, por cualquier motivo que no vale la pena analizar ahora, consultar con “el exilio”, ¿a quién debería dirigirse?

¿A qué líder, organización o grupo del “exilio”? ¿Debería consultar solamente al “exilio” de Miami? ¿Es que no hay “exilio” en New Jersey ni Tampa? ¿Ni en California ni Texas? ¿Ni en México ni Madrid? ¿Ni en América del Sur ni Canadá? ¿Ni en Suecia ni París? ¿Ni en Praga ni Moscú?

Imaginemos, hipotéticamente, lo que sucedería si el gobierno de Estados Unidos pidiera públicamente a los cubanos que designaran a un representante de “el exilio”, el que quisieran, pero solamente a uno, no podría ser más de uno, que sería incorporado como representante de ese “exilio” a la delegación de Estados Unidos que participaría en las negociaciones con el régimen. No es ni un anuncio ni una predicción, solo una hipótesis para analizar.

¿Habría muertos en la Calle Ocho luchando entre los mismos exiliados para obtener esa representación? O, suponiendo que la sangre no llegara al río -pues algún día deberíamos aprender, ¿no?- habría que definir cuantos y quiénes participarían en la toma de esa decisión. ¿Cuánto tiempo se necesitaría para ponerse de acuerdo y determinar quién sería el representante de los exiliados. ¿Se decidiría por elección o consenso? Y si fuera por elección, ¿quiénes podrían votar y quiénes no? ¿Y podría haber garantías de que nadie impugnaría los resultados de la elección ni lanzaría acusaciones de fraude?

No todos los cubanos tienen que estar de acuerdo con la nueva política que sigue en este momento el gobierno de Estados Unidos hacia Cuba, y todos en este gran país tienen el derecho de poder expresarlo libremente y sin temor a represalias, y es muy bueno para la salud de la democracia que lo hagan como lo están haciendo.

Lo que no parece lo más inteligente es que cuando la representación de ese mismísimo gobierno de Estados Unidos invita a representantes del exilio en Miami a conversar en privado para que expongan sus puntos de vista, algunos invitados decidan no asistir a esa reunión, como forma de expresar su desacuerdo con el camino que han tomado las cosas.

Y, también, aunque no fuera la intención conciente de quienes no aceptaron la invitación, esa negativa resultó una forma de desprecio hacia el gobierno del país que nos ha acogido a todos los que hemos llegado a estas costas cuando decidimos, por las razones que fueran, no seguir viviendo en Cuba.

Con lo que, además de la falta de cortesía evidente, se desperdició una magnífica oportunidad de hacerle saber directamente a representantes y funcionarios del gobierno las opiniones discrepantes que se sustentaban y las razones por las cuales se mantenían, y a la vez, poder escuchar directamente sus puntos de vista y sus argumentos.

Parecería más conveniente asistir y discrepar en vez de discrepar sin asistir, con lo cual lo único que logramos es que se haga evidente, una vez más, nuestra congénita dificultad y casi incapacidad como cubanos de lidiar con opiniones diferentes a las nuestras, que ya nos han costado en los últimos tiempos más de cincuenta y cinco años de totalitarismo, a pesar de lo cual no se acaba de despertar y dar un paso al frente.

De manera que, ahora que el régimen está en un momento más difícil, cuando la nueva política del presidente de Estados Unidos hacia el gobierno cubano -nos guste o no nos guste esa política- ha creado nuevas realidades y nuevos escenarios para los cuales el régimen no está preparado ni se siente cómodo con ellos, es una verdadera pena que se desperdicien tantas oportunidades entre los que quieren, tanto dentro como fuera de la Isla, que ese régimen de oprobio que aplasta a nuestro pueblo termine para siempre, ya sea diseñando las mejores estrategias posibles contra el enemigo equivocado, o perdiendo el tiempo y comportándose infantil o totalitariamente intolerantes ante quienes piensan diferente, o llegar hasta el extremo del ridículo y el despiste de querer organizar mítines de repudio contra quienes no compartan determinados puntos de vista.

Actuar de una manera tan similar a como lo hace el régimen no contribuye ni a reforzar el currículum de nadie como luchador por la democracia, y mucho menos a debilitar al régimen causante de todas las tristezas, limitaciones, insuficiencias y sufrimientos de nuestro pueblo.

Ni no somos capaces de dejar atrás estas aberraciones frente a quienes son compañeros de lucha aunque piensen de manera diferente, ¿cómo se puede lógicamente pretender lidiar con la dictadura, plantearle exigencias, presentar propuestas, y en un momento tener que negociar con el gobierno actual o con sus herederos, si no somos capaces ni siquiera de negociar entre nosotros mismos? 

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