Por Juan Reinaldo Sánchez*
El gobierno cubano acaba de prohibir el “aleteo de tiburón”, una
práctica muy difundida a nivel internacional y que consiste en cortarle
las aletas al animal y desechar el resto de su cuerpo. La disposición
fue publicada esta semana en la Gaceta Oficial y viene a
implementar las recomendaciones hechas por la Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).
La Resolución 252/2014 del Ministerio de la Industria Alimenticia
establece que a partir de ahora “todo tiburón descargado en puerto debe
contar con sus aletas adheridas al cuerpo”.
La obtención de las aletas de tiburón ha sido una práctica largamente
cuestionada por los ecologistas, pues el procedimiento es cruel. Al
escualo capturado le cortan las extremidades y lo devuelven al mar,
donde muere sin remedio al perder su capacidad de nadar, sin poder
aprovecharse además la carne para otros usos alimentarios y medicinales.
De comidas exóticas
Leyendo el documento me vinieron a la mente algunas de las comidas
exóticas que Fidel Castro consumía en la Embajada de la República
Popular China en La Habana, donde asistía regularmente el primero de
octubre a la fiesta nacional del país asiático.
La carta menú que entregaban los funcionarios chinos a los invitados
contaba siempre de 15 o más de 15 platillos, compuestos de porciones
pequeñas de comidas tradicionales chinas, pero que en su conjunto
sumaban una gran cantidad de comida.
Entre algunos de estos platos exóticos figuraban los llamados huevos
milenarios. Eran huevos de patos, gallinas o codornices enterrados en
una mezcla de arcilla, y cenizas por varias semanas o meses, y luego
extraídos para consumir. Tenían un color marrón y verde que, a mi
parecer, resultaban lo más parecido a un huevo podrido.
Fidel los comió. La mayoria de nosotros ni siquiera nos atrevimos a
mirarlos fijamente, pues a simple vista -vista criolla- semejaban huevos
podridos. Una exquisitez milenaria, pero nada que ver con nuestro
paladar cubano.
Durante una de esas visitas a la embajada china se le presentó a
Fidel la sopa de aleta de tiburón y, como de costumbre, la consumió y
preguntó por la forma de obtener tan preciado caldo. Fue un manjar que
le produjo especial deleite, pues al otro día, sin perder tiempo, ordenó
que uno de sus dos barcos pesqueros, atracados en la marina Caleta del
Rosario le enviaran cuatro aletas de tiburón frescas.
Cocineros a la tarea
Sus dos cocineros de Punto Cero, José María Alvarez y Nicolás Mons
del Llano se dieron a la tarea de cocinar el alimento con la receta
asiática.
La obtención de las aletas de tiburón ha sido una práctica largamente
cuestionada por los ecologistas, pues el procedimiento para obtenerlas
es brutal. tiburón, le cortan esta extremidad y lo
devuelven al mar, donde muere irremediablemente al perder su capacidad
natatoria, un método que los ecologistas consideran de extrema crueldad,
además de un despilfarro.
La preparación de la sopa es compleja. Después de varias horas de
herviduras y constantes cambios del agua donde se hervían las aletas, de
un olor penetrante a medio camino entre la orina y el queso Roquefort,
se le extraen unos filetillos cartaginosos muy parecidos a fideos que se
encuentran en el interior de las aletas.
Estos filetillos es lo único que se utiliza para este tipo de sopa;
lo demás, como otras partes del tiburón, se desecha. A los filetillos ,
introducidos en una olla, se le agregan porciones de pollo, jamón, carne
de ternera y huevos de codorniz, y después de un tiempo de cocción
tenemos terminada de famosa sopa.
El caldo tiene propiedades antinflamatorias, antibacterianas,
analgésicas y anticancerígenas. Se trata de un plato de lujo en la
milenaria gastronomía china.
Los que conocíamos de esta nueva predilección de Fidel Castro nos
reíamos y comentábamos que con todos esos ingredientes se podían
suprimir los filetillos y con el pollo, el jamón, la carne de ternera y
demás podíamos echar dos piedras y hacer una sopa de piedra. Estaba
más que claro que el sabor estaba determinado, no por los fideos de
aletas de tiburón, sino por los demás componentes de la sopa.
Eliminada del menú
La sopa de aleta de tiburón ha sido eliminada ya de las comidas y
recepciones oficiales en China en medio de las reiteradas críticas de
los ecologistas a nivel mundial. Una orden del Consejo de Estado chino
del 2012 ordenó que se dejara de servir en los banquetes que jefes de
Estado y gobierno reciben en sus visitas oficiales a China.
La orden formó parte de una campaña estatal para reducir gastos
suntuosos en las recepciones oficiales, aunque también se implementó
después de que por años grupos ecologistas pidieron que se dejara de
consumir la aleta de tiburón en el país, y se pusiera fin a la frueldad y
el despilfarro en torno a esta práctica pesquera.
Leyendo ahora las regulaciones del gobierno cubano sobre el aleteo de
tiburón pensé que al primero que debían enviárselas y con letras
mayúsculas es al mismísimo Fidel Castro, no vaya a ser que en sus
momentos de lucidez le dé por repetir la receta de la sopa china de
tiburón. Confío en que ya la haya sustituido por la sopa de moringa.
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*Juan Reynaldo Sánchez perteneció al cuerpo de seguridad personal de
Fidel Castro entre 1968 y 1994, con grado de teniente coronel. Fue
destituido y cumplió prisión en Cuba. Logró abandonar la isla en el 2008
y actualmente reside en Miami. Su libro testimonial La vida oculta de Fidel Castro, en colaboración con el periodista Axel Gylden, se publicó este año en Francia por la editorial Michel Lafon.
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