Ha sido la noticia del día, del mes, y hasta ¿del año? Evidentemente,
aunque lo de lograr la liberación de Alan Gross se veía venir, y no era
imposible algún tipo de canje de prisioneros, lo que más ha sorprendido
fue, más allá del intercambio, la cantidad de aparentes concesiones que
el Presidente Obama estaría ofreciendo al régimen a cambio de no
sabemos qué.
Naturalmente, Miami se sintió en shock cuando
comenzaron a aparecer las noticias, y tras las intervenciones públicas
de Raúl Castro y Barack Obama, las pasiones de los exiliados cubanos
hirvieron, lo que inmediatamente garantizaba que la objetividad de
análisis se perdiera en la misma medida que subía la temperatura
pasional.
El resultado inmediato del encontronazo de la dictadura
con Washington parece haber sido un evidente triunfo para el régimen
castrista. Como el gobierno de EEUU repitió hasta la saciedad que el
caso de Alan Gross no era equiparable con el de los tres espías, la
dictadura incluyó en el intercambio al cubano Rolando Sharraf Trujillo,
preso durante más de veinte años acusado de pasar información a los
órganos de inteligencia estadounidenses.
Sin embargo, todas las
noticias del miércoles no implican, como dicen algunos, que se deba a
que Obama sea comunista, traidor, musulmán o cualquier otra cosa. El
Presidente debe velar por los intereses de Estados Unidos. Si definió
correctamente o no esos intereses es otro punto del análisis, pero lo
que buscaba queda claro en pocas palabras, al referirse a la necesidad
de asegurar la estabilidad en la Isla, y aseverar que “es mejor fomentar
y respaldar las reformas que imponer políticas que convierten a los
países en estados fallidos”. A nada le teme más Estados Unidos que a una
situación de inestabilidad en Cuba que provoque un éxodo masivo
descontrolado que constituiría un evidente riesgo para esta nación, y
garantizar esa supuesta tranquilidad para este país pesa más en los
intereses geopolíticos y estrategias americanas que las dificultades de
once millones de cubanos en la Isla. No se trata de cinismo
estadounidense, sino de algo mucho más concreto: realpolitik.
Por
otra parte, el gobierno de Estados Unidos, a través del Presidente,
anunció una serie de medidas que podrían beneficiar a los cubanos de la
Isla, haciéndoles llegar diversas formas de ayuda que no dependerían del
gobierno cubano. Lo cual demuestra, entre otras cosas, que durante los
últimos sesenta años los gobiernos de Estados Unidos han evidenciado que
no acaban de comprender cómo es que funciona realmente la Cuba de los
Castro, ni como y con qué lógica actúa el gobierno cubano.
¿Qué le
hace pensar a Estados Unidos que haciendo espontáneas concesiones al
régimen podrá lograr beneficios para los cubanos de a pie? Sinceramente,
no creo que las cosas puedan pasar mucho más allá de las buenas
intenciones y las utopías, dada la naturaleza genética de la dictadura
cubana. ¿Podemos imaginarnos a usufructuarios de tierras recibiendo
tractores y equipos de labranza desde Estados Unidos sin la intromisión,
el control, la participación y el chantaje del Ministerio de Comercio
Exterior, el Ministerio de Agricultura y la Asociación Nacional de
Agricultores Pequeños, además de la perpetua presencia de “los
compañeros de la seguridad? ¿Cómo ayudar a cooperativas no
agropecuarias, paladares, taxistas, barberías y peluquerías
cuentapropistas, si el gobierno no tiene interés en que reciban esa
ayuda?
¿Habrá menos represión en Cuba después de estas acciones?
¿No habrá presos políticos, aunque ahora soltaran a los que se consumen
actualmente en las mazmorras del régimen, porque se comenta que serán
liberados 43 prisioneros más? ¿Tendrán los cubanos más acceso a Internet
a precios decentes? ¿Se ampliarán la libertad de expresión y de
movimiento dentro del país? ¿Se respetará la libertad de asociación? ¿Se
reducirán las fuerzas represivas, y sus presupuestos y gastos, a partir
de ahora?
En este momento podremos considerar lo que nos dicte la
razón o la pasión, pero habrá que esperar el paso del tiempo para tener
respuestas exactas a esas y muchas más preguntas, aunque ahora a todos
nos parezca que nos sabemos las respuestas y que poseemos la verdad.
Aunque la vida nos va enseñando, con los años, que no hay nada más
seguro que un día tras del otro. No tengo dudas que en los comentarios
habrá criterios divergentes a lo que aquí menciono, y a otros les podrá
parecer certero lo que señalo. Aclaro, para todos, que ni me considero
que poseo la verdad absoluta ni por ningún motivo me interesa poseerla.
Así
que abierto ya un espectro para la discusión sana y seria, no para
groserías ni insultos, permítanme añadir cuatro puntos más que considero
se podrían tener en cuenta para analizar todo lo que gira alrededor de
estas noticias.
1.- Raúl Castro vestido de general y hablando a
los cubanos desde el Ministerio de las Fuerzas Armadas (MINFAR). ¿Por
qué no de civil y desde el Palacio de la Revolución? Porque el mensaje
subliminal tenía que ser muy claro: no se equivoque nadie, que aquí
mandamos nosotros, los “guardias”, sin tener que pedirle permiso a
nadie.
2.- El señor Nicolás Maduro quedó en la estacada. Después
de desgañitarse gritando contra Estados Unidos y sus presidentes,
amenazándolos con llevarlos a las cortes internacionales de justicia, su
guía y ejemplo, el castrismo cubano, “cuadra la caja” con Estados
Unidos, y Maduro queda automáticamente en ridículo.
3.- ¿Dónde
está Fidel Castro? Porque esta es su victoria, aunque le haya
correspondido a Raúl Castro disfrutarla. Tiene que aparecer en público, o
al menos una “reflexión” o cualquier cosa, aunque sea hablando de la
moringa. De lo contrario, los rumores se dispararán.
4.- Habrá que
esperar para ver si realmente EEUU concedió bastante a cambio de muy
poco, o hay otras cosas que saldrán a la palestra.
Este no es un
tema cerrado. Queda mucho por analizar en las próximas semanas. Pero,
indudablemente, este miércoles 17 de diciembre, día de San Lázaro para
los cubanos, marcará un antes y un después en las relaciones La
Habana-Washington después de más de medio siglo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario