En Cuba, como en Macondo, sucede cualquier cosa. Que una vaca sea
“revolucionaria” o que se reclame rescate por un canadiense preso, como
en tiempos de corsarios y piratas.
Por eso a unos genios del
marketing socialista se les ocurrió crear perfumes de hombre para el
mercado internacional, nombrados “Ernesto” (Guevara) y “Hugo” (Chávez).
Según los portentos revolucionarios y científicos que los crearon, las
marcas podrían incitar a compradores a relacionarlos con atributos como
heroicidad y gallardía.
Además del absurdo de esos nombres para
vender perfumes en un mundo donde imperan la economía de mercado y los
valores que ambos sediciosos repudiaban, ¿se relaciona con heroicidad el
nombre del único combatiente de la guerrilla boliviana capturado vivo?
¿Se relaciona con gallardía el nombre de quien, al dar un golpe de
Estado o recibirlo, lo único que hacía era rendirse?
Se supo en el
congreso internacional Labiofam 2014, en La Habana, organizado por el
Grupo Empresarial de igual nombre, el mayor laboratorio de Cuba que
investiga y elabora productos de veterinaria, bioplaguicidas,
suplementos dietéticos, alimentos probióticos, medicamentos
homeopáticos, artículos de higiene y envases plásticos.
La línea
de perfumes —que incluye también los femeninos Amalia y Alba— se basa en
esencias obtenidas por Labiofam a partir de productos naturales, y
elaboradas por una firma comercial francesa. Labiofam, no casualmente,
lo dirige el Dr. José Antonio Fraga Castro, sobrino de Fidel y Raúl
Castro e hijo de Ángela, la mayor de los hermanos Castro Ruz, fallecida
en 2012. Es decir, Labiofam es asunto “de familia”.
Tan viral fue
la información del perfume “revolucionario” que muchos ni se fijaron que
Marino Murillo regresó al Ministerio de Economía y Planificación, sin
abandonar otros cargos, y Adel Yzquierdo bajado a viceministro primero.
Lo que parece confirmar que la “actualización” enfrenta dificultades y
sigue empantanada, aunque algunos asegurarán que todo marcha de
maravillas y viento en popa (¿hacia Miami?).
Sin embargo, algo
salió mal en el aquelarre. Poco más de 24 horas después del anuncio se
informó que nadie autorizó la presentación de las fragancias
revolucionarias, y el Consejo de Ministros calificó el hecho de “acción
irresponsable”, advirtiendo que “por este grave error serán tomadas las
medidas disciplinarias que correspondan”.
Se aclaró que los
productos estaban aún en fase de desarrollo y no se habían producido
comercialmente ni registrado, y que los familiares de Guevara y Chávez
nunca aprobaron la utilización de sus nombres para la promoción del
perfume, aunque Associated Press, últimamente muy cercana a lo que le
gusta al régimen, había informado que uno de los funcionarios que hizo
el anuncio manifestó que “las familias de ambos líderes habían sido
consultadas y se mostraron satisfechas con el homenaje”.
La nota oficial decía tajantemente que “Iniciativas de esta naturaleza no serán aceptadas jamás por nuestro pueblo [es decir, por el régimen]
ni por el Gobierno Revolucionario. Los símbolos ayer, hoy y siempre,
son sagrados”. Curioso que no se haya visto así en los casos de las
lociones Alejandro, Celia, y Lina, nombradas así por Fidel Castro, Celia
Sánchez, y Lina Ruz, la madre de los Castro.
Una posterior
declaración oficial del director de Labiofam aseguraba que la noticia
había sido tergiversada por una periodista “mal intencionada” de la
Associated Press, y acusaba a la agencia de crear “un show mediático”
para alimentar la “campaña de desinformación a la que someten a [la]
nación y al mundo”. Tesis conveniente con la que la “acusada” Andrea
Rodríguez puede enjuagar su imagen de periodista que “denuncia”
continuamente acciones “anticubanas” de Estados Unidos y defiende
“razones” del régimen. Parecería una acción para mejorar la imagen
“imperialista” de la empleada de la Associated Press.
Algo huele
mal en Labiofam. El show no termina aquí. El sobrino de los Castro
identificó inmediatamente al totí que cargará con la culpa: el anuncio
de los perfumes lo lanzó un “especialista con una vasta experiencia
profesional, de origen humilde, admirado por sus compañeros…”, algo así
como un hombre nuevo, ¿no?, “motivado por sus sentimientos
revolucionarios”, pero que afortunadamente ya había “reconocido su
injustificable error de haber expresado que los nombres de los dos
perfumes fueron consultados con los familiares de ambos líderes”.
Estalinismo tropical.
¿Cómo fue posible hacer esos anuncios en un
congreso internacional sin la aprobación de “las instancias
correspondientes”? ¿Por qué se dijo haber consultado a los familiares de
Guevara y Chávez si no era cierto? ¿Hubo realmente manipulación de la
AP? ¿Quiénes son los familiares que aprueban esas actividades que
ingresan bastante dinero en todo el mundo, explotando la imagen de esos
mitos para soñadores, nostálgicos, revolucionarios de caviar y champán,
resentidos, comunistas, y guerrilleros y terroristas sin trabajo?
Algún
día se sabrá qué sucedió realmente en el “bisne” del perfume
revolucionario. Tal vez algunos pretendieron excluir a quienes no
podrían ser excluidos. O el reparto de territorios y ganancias entre
“familias” no se concibió con los esquemas establecidos. O tal vez un
eslabón aislado quiso jugar a cuentapropista y le cortaron las alas. O
quizás todo podría haber sido para fortalecer la imagen “imperialista”
de la periodista de AP. El tiempo dirá.
Por ahora, está claro que
no combinan marketing socialista y perfumería revolucionaria, ni aun con
estrategias peculiares en tiempos del cólera y la “actualización”.
Porque con el poder de “la familia” no se juega… ni aunque se perfume el juego.
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