Antonio Arencibia
Ya
es lunes y empieza septiembre y hemos llegado en Europa al fin
oficial del verano, aunque la población todavía disfruta de las
fiestas tradicionales y las playas del Mediterráneo están atestadas
de los vacacionistas que se lo pueden permitir. Los jefes de estado
y de gobierno han vuelto un poco antes, y empezaron desde la semana
pasada sus reuniones y ruedas de prensa, y en Bruselas se iniciaba
la segunda ronda del “diálogo político y cooperación” entre el
régimen de Cuba y la Unión Europea.
La
visita a España de Ángela Merkel y su marcha de cinco kilómetros por
el Camino de Santiago junto a su obsequioso anfitrión, el presidente
del gobierno Mariano Rajoy, se enmarcaba en las alianzas para
presentar candidatos a la renovación de cargos en los órganos de la
Unión Europea en los primeros días de septiembre. La presencia de la
canciller alemana, y sus favorables declaraciones han dado aliento
al gobernante Partido Popular, ya que España ha salido del grupo de
los países europeos en recesión al lograr en junio un crecimiento
del PIB de 1.2% en el cierre estadístico de los últimos doce meses.
Pero
la tarea que sigue es más difícil, llevar la recuperación a la
fuerza laboral, hoy lastrada por casi 4 millones y medio de
desempleados españoles, entre los cuales la desocupación de jóvenes
menores de 25 años alcanza el 53.8%, la mayor de Europa.
Europa ante una grave coyuntura económica y de seguridad
Aparte de España, ya en lenta recuperación, la Unión Europea no pasa
por un buen momento. Alemania, la locomotora del bloque, está casi
frenada al contraerse un 0.5% el PIB en el segundo trimestre de
este año; Italia pronostica un crecimiento menor del 0.8% previsto,
y Francia está en espiral negativa con un crecimiento del 0.3% en lo
que va del 2014.
Hay
que tener en cuenta, además, que las inversiones y las exportaciones
de la UE a Rusia se han visto reducidas por las sanciones impuestas
a los bancos estatales rusos y a algunas de sus empresas
energéticas, y también se están afectando por las contramedidas
rusas que prohíben la importación de frutas y vegetales de los
países comunitarios.
Entre las soluciones para la reactivación urgente de las
exportaciones los tecnócratas europeos están sugiriendo rebajar el
valor del euro frente al dólar para incentivar la competitividad de
sus productos en el mercado mundial. Por su parte, los
“euro-escépticos”, que forman un importante sector de ciudadanos de
este continente que rechazan la Unión Europea, no dejan de criticar
los malos resultados de su gestión económica.
Un
reflejo de esa posición la trae el semanario británico The Economist
en un artículo donde vaticina que si Alemania, Italia y Francia no
logran reflotar la economía de la zona euro, puede que esa moneda
desaparezca (1).
Pero
mucho más difícil que rehacer una maltrecha integración económica es
hacerlo mientras se está tratando de capear una situación donde van
en incremento las acciones agresivas de Rusia contra Ucrania.
La
semana pasada hubo un encuentro esperanzador en Minsk, capital de
Bielorusia, cuando se reunieron a solas el presidente de Ucrania,
Petro Poroshenko y el de Rusia, Vladimir Putin para discutir el cese
al fuego entre el gobierno de Kiev y los separatistas pro-rusos del
Este de Ucrania.
No
habían transcurrido 24 horas y dos noticias disipaban los anhelos de
paz: primero fue la captura en territorio ucraniano de diez
paracaidistas rusos, y luego llegó el reconocimiento de Moscú de que
“algunos” de sus militares “de vacaciones” estaban apoyando a los
separatistas.
Para
tener idea de lo que esa afirmación significa, los líderes de los
rebeldes pro-rusos han indicado que se trata de varios miles de
“voluntarios”. Ahora el secretario general de la OTAN, tras
denunciar la entrada de una columna de blindados y tropas rusas en
Ucrania, se ha mostrado conforme con que se inicie el proceso de
ingreso a ese bloque militar que ha solicitado el gobierno de Kiev.
Ante
esa gravísima situación, la celebración de una segunda ronda de
negociaciones Cuba-Unión Europea solo fue una noticia en páginas
interiores, que ni siquiera en España tuvo mucho relieve en la
prensa.
Si
al terminar en mayo pasado la primera ronda en La Habana, el jefe
negociador de la UE, Christian Leffler aseguraba que la Unión “está
en desacuerdo con la posición de Cuba sobre la crisis en Ucrania”,
hoy suscita mayor repudio la continuada defensa por parte de la
dictadura castrista de las ambiciones territoriales de Moscú a
expensas de su vecino.
La
segunda ronda (y también la tercera) evitan los temas políticos
Como
sabemos, desde el pasado mes de febrero la UE había relajado su
Posición Común y aprobado abrir negociaciones para el primer acuerdo
bilateral con Cuba, tras asegurar que en aquel país se han producido
“cambios” en áreas de la economía y las estructuras sociales.
Las
rondas de conversaciones Cuba-Unión Europea estaban previstas a
desarrollarse cada dos meses, pero entre el fin de la primera, que
culminó el 30 de abril en La Habana, transcurrieron casi cinco meses
para la celebración de la segunda ronda en Bruselas.
En
el nuevo encuentro se mantuvieron los jefes de las delegaciones de
la primera ronda, Abelardo Moreno, viceministro de exteriores del
régimen, y Christian Leffler, director general para América del
Servicio Europeo de Acción Exterior. En declaraciones a la prensa,
los voceros de la comunidad adelantaron que la segunda ronda se
centraría en la cooperación de cara al futuro acuerdo y que no se
abordarían cuestiones políticas e institucionales más amplias.
Tras
dos días de reuniones, el 28 de agosto concluyeron las
conversaciones que según las delegaciones participantes, lograron
“importantes progresos”. También se anunció que el tema de la
tercera ronda será el capítulo económico del futuro pacto entre Cuba
y la Unión, por lo que tampoco se debatirán los temas políticos.
Según el corresponsal de “El País”, Christian Leffler reconoció que
se trata de un acuerdo “complejo” y que “llevará tiempo”,
pero considera que se ha avanzado, hasta tener una “visión común”
en el tema cooperación, que incluye la participación de la sociedad
civil.
El
jefe negociador europeo señaló también los “enormes” desafíos
que se abren para el régimen de La Habana por el control que ejerce
sobre la economía y la sociedad, y dijo que “debe avanzar hacia
un sistema más abierto y flexible. Queremos acompañar a Cuba este
proceso, pero aún tenemos que encontrar la manera apropiada”
(2).
Hay
que remarcar que el tema político hasta ahora pospuesto es la parte
más complicada para lograr el “complejo” acuerdo entre las dos
partes, porque en este hay que incluir no solo las cuestiones de
política interna como son libertades ciudadanas y los derechos
humanos de los cubanos, sino también la posición política
internacional del régimen neocastrista.
Eso
quedó explícito al final de la primera ronda en La Habana, cuando
Leffler criticó la posición de la dictadura sobre la crisis de
Ucrania, y precisó que ese “es un punto de gran preocupación para
la UE. Este es un ejemplo de lo que estaríamos discutiendo en el
diálogo político”.
Si
nos guiamos por lo que ha expresado el jefe de la delegación
europea, si no hay cambios políticos internos ni en política
exterior tras las rondas del próximo año, el diálogo deberá
estancarse indefinidamente, por muchos avances que se hayan
alcanzado en el ámbito económico.
Dudas sobre supuestos avances en temas económicos
El
académico Arturo López-Levy, cubano residente en Estados Unidos y
defensor de las supuestas reformas del gobierno de Raúl Castro, ha
comentado las actuales conversaciones Cuba-UE en un artículo
aparecido en “Infolatam”, que podrían firmar perfectamente Ricardo
Alarcón o Bruno Rodríguez, donde dice que el régimen de La Habana
está hoy más fortalecido por haberse afiliado estratégicamente con
Venezuela, China y Rusia, porque eso le permitió “aminorar el
peso de Europa y Canadá como incómodos socios comerciales e
inversionistas”.
También plantea que una vez firmado el pacto entre Cuba y la Unión
Europea podrían ser movilizados “los emigrados cubanos en Europa,
un sector con apegos importantes dentro de la sociedad cubana,
europea y cubano-americana. Ese sector que no está limitado por el
embargo estadounidense ha expresado un alto nivel de inseguridad
política como barrera a su participación como empresarios en la
reforma económica cubana” (3).
El
también docente de la Universidad de Denver no llega a explicar por
qué “incomodaban” a la dictadura los inversionistas y comerciantes
de Europa y Canadá, o si la molestia se debía a la posición pro
derechos humanos de los gobiernos de los países de origen de esos
empresarios.
Pero
tampoco explica cómo resolver dos obstáculos para la participación
de los emigrados cubanos en Europa como posibles empresarios en la
Isla.
El
primer problema es que el canciller neocastrista ha declarado que el
régimen no acepta inversiones extranjeras para pequeñas o medianas
empresas, sino solo consorcios, con grandes capitales y en sectores
claves.
El
segundo problema es que las declaraciones de Bruno Rodríguez cierran
la posibilidad de invertir en Cuba a nuestros compatriotas emigrados
a Estados Unidos, que tienen muchísimo más peso numérico y mayores
recursos en comparación con los que estamos en el viejo continente.
Aquí cabría preguntarle si su propuesta de favorecer a los que
vivimos en Europa llega a prosperar ¿no supondría una discriminación
con los cubano-americanos?
Pero
me atrevo a decir que tan confundido parece el profesor López-Levy
como el mismísimo Christian Leffler, representante de la UE en el
diálogo con los enviados de Raúl Castro.
¿Cómo es posible que el europeo diga que La Habana y Bruselas tienen
una “visión común” en el tema cooperación, que incluye la
participación de la sociedad civil? En Cuba, como lo sabe muy bien
Leffler, pues así lo ha dicho en días recientes, no hay nada en la
sociedad ni la economía fuera del control estatal.
No
puede hablar entonces de “participación de la sociedad civil”
cuando los cuentapropistas no se pueden agrupar en una Asociación de
Pequeñas y Medianas Empresas, e incluso son coaccionados a afiliarse
a la central sindical gubernamental.
En
el proceso iniciado en febrero para una posible eliminación de la
Posición Común de la Unión Europea y la firma del Pacto de
cooperación con el régimen neocastrista se ha recorrido un camino en
lo que va de año donde aparecen cada vez más y mayores obstáculos.
Las
barreras políticas internas y el cambio en la proyección política
internacional de la dictadura son insuperables. Parece obvio que
cuando se debata el tema político se estancará el diálogo, pues
nadie en su sano juicio cree que el gobierno de Raúl Castro va a
permitir que se restablezcan las libertades ciudadanas, que se
organice y funcione una verdadera sociedad civil, y que se rompan
las alianzas con otras dictaduras o regímenes autocráticos como los
de Rusia, China, Irán o Siria.
Las
cuentas están claras: si la Unión Europea aspira a lograr esos
propósitos el camino está cerrado y no conduce a ninguna parte.
Si
en cambio le bastan las promesas de los enviados del
general-presidente, y la firma de un compromiso, (como ocurrió en el
2008 con el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y
el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, que no han sido ratificados), esa hoja de parra les
permitirá la cooperación económica con el régimen represivo de la
dictadura militar que rige Cuba a perpetuidad, aunque para éste los
compromisos sean papel mojado.
De
todos modos, y gracias a la excepción que los presidentes
norteamericanos han venido dando a sus aliados de la Unión Europea
al suspender la aplicación del artículo III de la Ley Helms Burton
desde la aprobación de la misma en 1996, distintas corporaciones y
empresas europeas de España, Italia y Reino Unido han invertido en
la Isla en sectores como hotelería, industria tabacalera y
telefonía, e incluso han arriesgado sin obtener resultados en la
prospección petrolera en aguas profundas del Golfo de México.
En
estos momentos no hay mucho más donde medrar, y no sería ni decente,
ni un buen negocio, que Europa acepte falsas promesas del régimen
cubano a cambio de un poco más de ganancias.
NOTAS
(1) That sinking
feeling (again), The Economist, Aug 30th, 2014.
(2)
Ignacio Fariza, La UE y Cuba avanzan hacia la firma de su primer
acuerdo bilateral, El País, 28 Ago 2014.
(3)
Arturo López-Levy, Una Oportunidad para relanzar las Relaciones
Cuba-Unión Europea, Infolatam, agosto 30 de 2014.
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