jueves, agosto 21, 2014

Gobiernos extranjeros, exilio y sociedad civil en Cuba

cubanalisis
Dr. Eugenio Yáñez
A medida que se consolida el neocastrismo y se avanza en las decisiones que va tomando el régimen con vistas al establecimiento de un post-castrismo como resultado de una sucesión que en lenguaje moderno se llamaría light, y en puro cubano “suave, fresca y bajita de sal”, se tornan más complejas las tareas para todos aquellos que sinceramente buscan una salida al drama cubano.

Una salida verdadera, que responda a las necesidades e intereses de la gran mayoría de la población y no a los de una camarilla corrupta y dictatorial, ni tampoco los de un puñado de oportunistas gobernantes y hombres de negocios que ven la democracia y el estado de Derecho solamente a través de los informes de sus embajadas en La Habana, o de los reportes de contabilidad de sus negocios y las cuentas bancarias de sus corporaciones.
 
Para ellos Cuba es -todavía- un lugar insoportable para vivir con su familia, pero tal vez sea un destino agradable para pasarse unos días de arena, sol y playa en Varadero o Cayo Guillermo, lejos del mundanal ruido y de la chusma diligente de los “nativos” cubanos.
 
Esa es la óptica que prevalece en Europa y Estados Unidos, y en menor escala en América Latina, mientras que rusos y chinos apuestan a la dictadura habanera pura y dura con un barniz de “oportunidades económicas”, pero sin preocuparse demasiado por las formas que al fin y al cabo se adopten.
 
Pero las realidades para los cubanos de a pie, desde el Cabo de San Antonio a la Punta de Maisí, son muy diferentes: necesidades, escaseces, arbitrariedades, maltratos, tumultos, desinformación, interminables colas, cortes de agua y electricidad, derrumbes, desalojos forzosos, adoctrinamiento permanente, precios oficiales descabellados e inaccesibles, insalubridad, secretismo, epidemias, hambre, inspectores deshonestos, promesas falsas del gobierno, indigencia.
 
Y todo eso mientras los máximos jerarcas y los militares bien posicionados en la escala de castas verde-olivo, así como sus familiares y amantes, viven una vida de abundancia y excesos.

Mientras, para quienes se atrevan a quejarse, se dediquen a organizar protestas, o agruparse en cualquier forma no autorizada por el régimen, les caen encima mítines de repudio, descalificaciones, golpizas, insultos, prisión, expulsiones del trabajo, acosos, amenazas, detenciones sin acusaciones ni juicios, fiscales y tribunales venales, policías corruptos, presiones constantes, mazmorras, incomunicación, vigilancia paranoica, prohibiciones ilegales, segregaciones vejatorias y exclusiones caprichosas.

La emergente sociedad civil en Cuba

En ese entorno tienen que moverse dentro de Cuba los disidentes, opositores, periodistas independientes, blogueros, activistas, bibliotecarios independientes, algunos líderes comunitarios y religiosos, y cuanto cubano pretenda contribuir al desarrollo de la nación, de una región o de una pequeña localidad, formando parte de eso que ahora se insiste en llamar “sociedad civil” -sin que muchos se atrevan a definir ese concepto seriamente- resistiendo y combatiendo los caprichos, disposiciones, arbitrariedades y antojos de un régimen interesado solamente en mantenerse en el poder a toda costa.
 
En el verdadero concepto de “sociedad civil” en Cuba no incluyo a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), Federación de Mujeres Cubanas (FMC), Central de Trabajadores de Cuba (CTC) o Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), como pretende hacer el régimen en los últimos tiempos de cara a su imagen internacional, porque no es cierto que esas instituciones, ni ninguna de las “organizaciones de masas” en un régimen totalitario en cualquier país, sean independientes del gobierno y puedan y deseen actuar por iniciativa propia sin seguir las directivas que reciben del partido comunista y de las autoridades estatales.

Poco a poco se han ido estableciendo determinadas correlaciones políticas e ideológicas, y la emergente y verdadera sociedad civil en la Isla, instituciones y personas que actúan a manera de mediadores o intermediarios entre los intereses del Estado y los de los cubanos de a pie dentro de Cuba, y a la vez también con los cubanos en el exterior, que a su vez actúan o pueden actuar como proyecto de la sociedad civil interna a medida que cooperan con los compatriotas dentro de nuestra isla.

En dependencia de esas afinidades -mucho más pragmáticas que planificadas- se han ido estableciendo y desarrollando relaciones en el triángulo cubanos disidentes dentro de Cuba--cubanos contra el régimen en el exterior--gobiernos democráticos extranjeros, que se comprueba constantemente por la cantidad de interacciones que se producen entre ellos, la frecuencia y profundidad de las mismas, así como la significativa ausencia de otros componentes en esa coalición.
 
Así, para algunos cubanos en el exterior -en Miami, pero también en todos los Estados Unidos, así como en España, Canadá, México, y el resto de Europa y América Latina- parecería que determinadas agrupaciones contestatarias o alternativas dentro de Cuba, o algunos de sus líderes, simplemente no existen, mientras, por el contrario, otros líderes y agrupaciones aparecen en todas las fotografías que se publican.

Lo mismo sucede con relación a diferentes gobiernos y partidos políticos extranjeros, fundamentalmente en Europa y América Latina. Sin entrar a mencionar nombres de países o de organizaciones alternativas cubanas dentro de la Isla, lo que a larga podría complicar este análisis, está claro que determinadas tendencias políticas europeas y latinoamericanas, que se agrupan internacionalmente en organizaciones que son calificadas como democratacristianas, socialdemócratas o liberales, por solamente mencionar algunas, no tienen las más cálidas relaciones con sus supuestas organizaciones “homólogas” dentro de la Isla, y en ocasiones esas relaciones llegan a ser casi nulas.

El exilio y la sociedad civil en Cuba

No estoy señalando causas ni culpas para ese fenómeno, sino constatando una realidad que en muchas ocasiones se nos escapa y diluye entre el calor de las emociones y las tensiones del día a día; hablo de las necesidades de la supervivencia diaria de estos protagonistas y sus familias dentro de Cuba, ya que prácticamente ninguno de ellos se pueden considerar “cuadros políticos profesionales”.
 
Por consiguiente, cuando no se pueden superar esas dificultades, se dañan estratégicamente las posibilidades y las opciones no solamente de las organizaciones alternativas directamente afectadas, sino en la práctica de todas las organizaciones de la sociedad civil dentro de Cuba, a la vez que se limita y cercena la efectividad de todos los factores externos que pretenden interactuar con los internos dentro de Cuba.

Insisto en que pretender aferrarnos a nombres en este análisis público resultaría mucho más dañino que efectivo, pero no se trata de lanzar cortinas de humo ni nebulosas impenetrables. Cualquiera de los lectores puede revisar mentalmente cuáles son las organizaciones de cubanos fuera de Cuba que más se conocen y más aparecen en la información pública, por una razón o por otra. A la vez, revise el lector cuales son las organizaciones y los líderes alternativos dentro de Cuba que, igualmente, más se conocen y más aparecen dentro de Cuba, y con esto no pretendo evaluar a ninguna organización ni ningún líder, sino simplemente constatar realidades.

¿Existe correlación en las relaciones entre las organizaciones de cubanos fuera de Cuba que más se conocen y las instituciones y líderes dentro de Cuba más conocidas y mencionadas? O, por el contrario, no siempre se puede percibir claramente tal correlación e interacciones entre ambos componentes de esta ecuación.

Si no se perciben porque no existen estas interrelaciones, es obligado preguntarse el por qué de este fenómeno tan desafortunado y dañino para la lucha por la libertad y la democracia en Cuba, que es lo que se supone que debe movilizar a todos quienes estén involucrados en este proceso de una manera o de otra.

Hay que preguntarse el porqué, aunque estén en todo su derecho de hacerlo, determinadas organizaciones fuera de Cuba se concentran o privilegian a determinadas organizaciones y líderes de dentro del país, a la vez que ignoran o ningunean a muchos otros.

Y por qué, a pesar de determinados apoyos y recursos a favor de algunos y no de otros, parte de los beneficiados dentro del país no logran elevar su estatura política o su nivel de aceptación entre los cubanos de a pie, que aunque es un fenómeno que lamentablemente afecta a prácticamente todas las organizaciones e instituciones contestatarias dentro del país, en algunas es mucho más evidente que en otras, a pesar de los sostenes mediáticos y de recursos desde el extranjero.

Gobiernos extranjeros y la sociedad civil en Cuba

Sin embargo, el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos, como dijera el trovador, pero no cambian los enfoques con que abordamos estos temas ni mucho menos las estrategias para superar estas limitaciones, suponiendo que exista algún tipo de estrategia para algo en muchos de los intérpretes de este drama cubano que ya dura más de medio siglo y no da muestras de que vaya a aparecer muy pronto la luz al final del túnel.
 
Así, a los efectos de las relaciones con gobiernos e instituciones extranjeras, es casi absolutamente irrelevante si una agrupación alternativa dentro de Cuba se considera o es catalogada de liberal, socialdemócrata, democratacristiana, monárquica, ecologista, o cualquier otra etiqueta de las tantas que existen en estos momentos en el mundo político. Porque ese etiquetado no necesariamente significa que quienes deberían ser aliados naturales en el extranjero lo serían preferentemente hacia esas organizaciones dentro del país.

Para ampliar lo anterior con un ejemplo, y solo como ejemplo ilustrativo y nada más, un partido de corte democrático como el partido de los socialistas en Francia, en estos momentos en el poder, no necesariamente apoya inequívocamente ni mantiene relaciones cercanas con algunas instituciones contestatarias dentro de Cuba que se consideran y se proclaman socialistas. Y no tiene sentido alegar que se trata de que ese partido mantenga estrechas relaciones con el régimen, porque no es el caso.
 
La realidad es que no existe suficiente conexión ideológica o lazos de empatía con instituciones dentro de la Isla que supuestamente se deberían estar moviendo en las mismas coordenadas socialistas de ese partido, aunque las diferencias geográficas, culturales y de entorno no posibiliten, naturalmente, repetir dentro de Cuba estrategias, tácticas y posiciones programáticas de un partido socialista europeo.
 
Lo mismo sucede entre países, sobre todo en Europa. Aunque en sentido general todos se proclaman a favor de la democracia y el estado de Derecho, las experiencias, intereses y perspectivas de unos y otros influyen grandemente en la medida en que llevan a cabo las relaciones con los embriones de la sociedad civil cubana y con el régimen.
 
Naciones que vivieron -y sufrieron- el totalitarismo comunista, como la República Checa o Polonia, son mucho más sensibles a los dolores y necesidades del pueblo cubano que otros países que, aunque simpaticen con la causa de la libertad y la democracia en todas partes del mundo, no acumulan esas vivencias del totalitarismo en su memoria histórica, aun que también hayan sufrido en épocas relativamente recientes extensas e incómodas dictaduras, como España y Portugal.
 
Los miembros de la Unión Europea pretenden, según ellos mismos señalan, profundizar más aun sus relaciones con La Habana, “acompañar” las reformas emprendidas por la isla y fomentar un mayor respeto por los derechos humanos en Cuba. Retórica aparte, lo que se intenta desde hace muchos años, bajo la promoción, primero del gobierno socialista de España, y ahora del gobierno del Partido Popular, es debilitar la Posición Común mediante un mecanismo de consulta que conduzca a un hipotético entendimiento dentro de determinadas normas, con el objetivo de que la UE pueda salvar la cara y vestir su desnudez ideológica con hojas de parra, destacando referencias abstractas al respeto de los derechos humanos en la Isla caribeña o recalcando ilusiones y supuestos importantes avances en el programa de “actualización” del régimen.

Holanda es un caso claro de cómo funcionan estas cosas entre los europeos: nadie pone en duda el compromiso de ese país y su gobierno con los valores democráticos de la humanidad. Sin embargo, últimamente se ha mostrado particularmente activa en la promoción de un todavía impreciso “acuerdo de diálogo político y cooperación” con La Habana, sin insistir demasiado en el mantenimiento de la Posición Común aun vigente en la Unión Europea.

Hasta donde pueden pesar los intereses económicos holandeses en su política exterior se comprobó ampliamente hace pocas semanas, cuando el gobierno del Reino de Holanda cedió a las presiones de Caracas para liberar y devolver a Venezuela a un corrupto general “bolivariano” en retiro que se encontraba detenido en Antillas Holandesas a petición de Estados Unidos, que tramitaba su extradición para juzgarlo por delitos de narcotráfico.

Posiciones encontradas en el exilio

Por otra parte, con los cubanos que se encuentran en el exterior, tanto los que radican en Estados Unidos -que indudablemente constituyen la abrumadora mayoría de la diáspora cubana, y dentro de ese universo el área metropolitana de Miami- como los que radican en otros países europeos, Canadá y América Latina, a pesar de que existen diversidad de organizaciones, y por consiguiente también diversidad de posiciones, programas, estrategias y tácticas, se pueden deslindar con relativa precisión dos posiciones muy concretas.

Una de ellas, que representa a la vez la más antigua, masiva y radical, prioriza, en lo que sería la continuación histórica de la línea tradicional de Miami desde los primeros momentos, una confrontación sin matices, que defiende la política de apretar las clavijas al régimen en todo lo posible y sin concesiones de ningún tipo.
 
Sin embargo, en los últimos tiempos, fundamentalmente desde el comienzo de la administración Obama, un grupo de cubanos de esa línea, a pesar de favorecer una política fuerte hacia La Habana, no se oponen a los envíos de remesas ni a las visitas familiares a la Isla, así como tampoco a la visita a Estados Unidos de familiares cubanos residentes en Cuba.
 
Aunque tal vez algunos salten al leer el párrafo anterior que he escrito, téngase en cuenta que las cifras que se conocen hablan de envíos de remesas y productos que se mueven en el orden de los miles de millones de dólares anuales. Tal vez las cantidades que más se manejan podrían requerir un ajuste o precisión a la baja, dado que los per cápitas resultantes de esas cifras que se hacen públicas podrían resultar demasiado elevados, teniendo en cuenta las características laborales y los ingresos de muchos de los cubanos que envían remesas a sus familiares o viajan a la Isla a visitarlos, pero como quiera que sea son números que muestran claramente un masivo interés de cubanos en Estados Unidos y otras partes del mundo de enviar ayuda a familiares y amigos en Cuba.

Y si no bastaran las cifras de remesas y envíos, las cifras de viajeros cubanoamericanos que visitan la Isla cada año supera ampliamente los cuatrocientos mil, y se mantiene en aumento, lo que indica también que las posiciones de “cierre total” y guerra a muerte a todo tipo de relaciones y acercamiento con la Isla, que defienden los grupos más radicales de esa línea tradicional de confrontación que hemos mencionado, no se comparte por cientos de miles de cubanos que envían remesas y paquetes y viajan a la Isla.
 
Sin embargo, y es lo más curioso, muchos de estos que favorecen y realizan los envíos y visitas familiares se expresan también en contra de acercamientos políticos con la dictadura, y a favor del embargo y de impedir a toda costa que La Habana pueda recibir créditos y financiamientos garantizados por instituciones de Estados Unidos, alegando que al final del día serían los contribuyentes americanos quienes deberían cargar con esos gastos, porque los Castro tienen fama de pagar mal, tarde y corto, si es que pagan en algún momento.

Además de todo lo anterior, en los últimos tiempos han surgido otras posiciones que aunque no son nuevas y ya habían existido anteriormente, han ido cobrando fuerza otra vez recientemente.
 
Ya se sabe que poderoso caballero es Don Dinero, y evidentemente Don Dinero está detrás de estas nuevas estrategias, que encabezan empresarios de origen cubano que radican en Estados Unidos y que cuentan con capitales suficientes para poder abrirse camino en la madeja de posiciones y estrategias hacia el tema cubano que se mueven en el sur de La Florida. En función de los eventuales beneficios que traerían aparejados estas estrategias en caso de poder materializarse exitosamente, la felicidad y el futuro de los cubanos en la Isla es pecatta minuta vista desde algunas oficinas refrigeradas en el sur de La Florida.

Cuentan estos señores, a su vez, con el complemento y la colaboración -voluntaria o involuntaria, eso no tiene importancia- de un amplio grupo de entretenidos, despistados y tontos útiles, casi todos cubanos de nacimiento o descendientes de cubanos, que no se caracterizan precisamente por sus grandes capitales pero sí por su gran abyección, que a cambio de ser recibidos en las legaciones del régimen o permitidos a visitar una que otra vez los cuarteles habaneros de la dictadura, y de vez en cuando ser obsequiados con un mojito aguado -la corrupción, ya sabemos-, venden su alma al diablo diariamente, y si no lo hacen más a menudo es porque no pueden, no porque no quieran. Aunque no se les deba llamar agentes de influencia del régimen, pues no existen evidencias en este momento para demostrarlo, se puede decir con absoluta certeza que son lo que más se puede parecer a eso.
 
A ellos se suma un grupo de norteamericanos, muchos de ellos con posiciones en la academia y los medios, algunos con un odio visceral y paranoico a al propio país en que nacieron -aunque disfrutan de la vida en esos mismos Estados Unidos que insultan y desprecian- y que claman por el levantamiento del embargo y la liberación de los espías convictos de la Red Avispa, sin ni siquiera pedirle al régimen de La Habana que permita a los pescadores vender el producto de su pesca a los cubanos sin acosos de la policía o los inspectores que someten al pueblo a carencias y hambre a nombre de sistemas “superiores” de producción, como serían las ineficientes empresas estatales.

Esos inefables personajes estadounidenses que forman parte del elenco del extraordinario circo de las relaciones con el régimen en tiempos del cólera y en pleno siglo 21, se dedican continua y exclusivamente a buscar resquicios que permitan realizar y ampliar negocios e inversiones en la isla con el visto bueno de La Habana, y facilitar espacios que relajen las tensiones entre la dictadura y Estados Unidos, para beneficio de los muy poderosos intereses económicos de diferentes magnates de origen cubano y cubanoamericanos, a los que interesan más las ganancias que los valores morales y el futuro de todos nuestros compatriotas. 
 
Están en su derecho a pensar y actuar así cada vez que lo deseen -¡viva la democracia y God bless America (Dios bendiga a América)!-, pero eso no significa que tales posiciones se puedan justificar fácilmente en términos éticos y morales, ni mucho menos que la historia podrá ser benigna al evaluarlos.

El mundo visto desde la sociedad civil cubana

Ahora bien, no olvidemos que si estos temas son complejos y espinosos vistos desde fuera de Cuba y con extraordinarios caudales de información pública a disposición nuestra, cuan difícil debe ser para nuestros compatriotas dentro de Cuba enterarse de todos estos fenómenos, poder comprender lo que está sucediendo y cuáles son las posiciones, estrategias y programas de cada uno de los grupos con los que deben interactuar en un entorno tan complejo y difícil, y con cuáles establecer las relaciones más cordiales o las más distantes.
 
Relaciones y apoyos que tienen que buscar en el extranjero de manera casi forzada, teniendo en cuenta que el régimen les niega no solamente posibilidades reales de intentar subsistir como agrupaciones o instituciones legales en el país, sino incluso la posibilidad de subsistir como seres humanos y de trabajar honestamente y ganar el sustento para ellos y sus familiares. Es sabido, incluso, que las represalias laborales y económicas no se aplican solamente a todos los miembros de instituciones de la emergente sociedad civil en la Isla, sino también a todos sus familiares más cercanos, como cónyuges, padres, hijos y hermanos, y también hasta a amistades cercanas.

De la misma manera que la aplastante mayoría de los cubanos acabados de llegar a Estados Unidos deseando establecer su residencia permanente en este país no “escogen” su primer trabajo, su primer auto o su primera vivienda, sino tienen que aferrarse y conformarse con lo que aparezca y puedan conseguir hasta que se vayan estabilizando las cosas y la situación mejore, los verdaderos componentes de la emergente sociedad civil cubana dentro de la Isla establecen relaciones de colaboración para recibir apoyo moral y material de grupos de exiliados, o de instituciones y gobiernos extranjeros, primero que todo en la medida de sus posibilidades reales mucho más que de sus preferencias, y solo posteriormente buscarán esas relaciones de colaboración con grupos o instituciones afines a sus políticas, programas y estrategias.
 
No quiere decir esto que cualquier componente de la sociedad civil cubana necesitaría aceptar ayuda o vincularse a cualquier grupo o institución de dudoso historial financiero, moral o administrativo, ni se justificaría, por ejemplo, aceptar dinero de organizaciones terroristas o de grupos de narcotraficantes alegando simplemente las necesidades de los grupos o personas dentro del país para justificar pactos con el diablo que, además de ilegales, serían profundamente inmorales.
 
Entonces, dentro de las normas éticas, morales, legales y funcionales que deben presidir todo tipo de relaciones entre opositores, disidentes, activistas, periodistas independientes, blogueros y líderes comunitarios y religiosos con grupos e instituciones en el resto del mundo, sean cubanos o extranjeros, será necesario definir de la mejor manera posible, por ambas partes, cuáles serán las reglas del juego y lo que se espera de cada parte para que de esta manera se pueda reducir el riesgo de decepciones y frustraciones por la existencia de expectativas que no se corresponden con las realidades o con las posibilidades reales de los proyectos, estrategias y programas de colaboración establecidos.
 
Es cierto que, en todas partes y todas las épocas, el que paga manda, Sin embargo, aun dentro de este tan difícil de rebatir precepto fundacional se pueden encontrar ajustes y acomodos suficientes para hacer la relación llevadera y aceptable para todas las partes sin humillaciones ni lenguajes hirientes o que cierren los diálogos, en vez de abrirlos y facilitarlos.
 
La crisis con “Primavera Digital”

Algo de este tipo es la situación que está viviendo en estos momentos la prestigiosa publicación independiente cubana “Primavera Digital”, a la que los patrocinadores suecos parecen querer cortarle el agua y la luz y le han cambiado los códigos de acceso al servidor que les permite publicar sus trabajos, a la vez que amenazan con no facilitar ni posibilitar la continuidad de esta veterana publicación del periodismo independiente cubano después del año 2014.

Primavera Digital (PD) recibe fondos de patrocinadores privados suecos a través del Centro Internacional Demócrata Cristiano de Suecia (KIC en sueco, CIDCS en español), una Organización No Gubernamental con lazos ideológicos con el Partido Demócrata Cristiano sueco, que según expresa en su página de internet, desarrolla sus proyectos en colaboración con sus asociados de cada país en base a sus necesidades específicas, y en países con regímenes represivos haciendo énfasis en el apoyo a medios independientes de comunicación y a los movimientos demócrata-cristianos.
 
De manera que el KIC o CIDCS canalizaría tanto fondos asignados por el presupuesto sueco como donaciones de “financistas” o instituciones privadas suecas. “Primavera Digital” no es un movimiento demócrata-cristiano, sino un medio independiente de comunicación, que por el hecho de funcionar en un país donde impera un régimen represivo, recibía fondos del Centro Internacional.
 
En los últimos tiempos parece que los “financistas” suecos patrocinadores de Primavera Digital, según dijo desde La Habana Juan González Febles, director de PD, “empezaron primero con exigencias de que hacía falta jóvenes en el periódico. Luego hablaron de cuotas raciales, de cuotas de homosexuales, pero Primavera Digital es un espacio sin censura para todos los cubanos”.
 
También han protestado, dijo González Febles, por la publicación de artículos firmados por Huber Matos y otros exiliados “porque eran gente vieja”… “Fue una exigencia que no toleramos”.
 
Tanto en la redacción como en el equipo de colaboradores de Primavera Digital, hasta donde se puede comprobar revisando sus páginas, entre los 108 cubanos vinculados a la publicación de una u otra manera aparecen mujeres, personas de piel negra, jóvenes y viejos, es decir, no parece fácil referirse a exclusiones raciales, de género o edad en el colectivo de PD. Muchos de ellos también publican en “Cubanet”, prestigioso sitio digital editado en Miami que publica a numerosos periodistas independientes de la Isla.
 
Por la parte sueca, la señora secretaria general del KIC declaró a Diario de Cuba que Primavera Digital había mostrado “incomprensión” y “falta de respeto” en este diferendo. Explicó que el KIC intentó modernizar la publicación “sin tener respuesta positiva”, agregando que “como cualquier proyecto nos trazamos metas y si estas no se cumplen porque consideran innecesario mejorar la calidad, pues se debe cambiar el rumbo. Implementar procesos para mejorar la calidad y la capacidad de sus socios es algo que se hace en todas las organizaciones, empresas y corporaciones del mundo”.
 
Alegó que KIC intentó capacitar periodistas y fomentar estructuras internas democráticas y modernas para PD, “sin tener respuesta positiva”, y aunque señala haber mantenido “una relación buena” con la publicación, dijo algo que suena a despedida: “no queremos concluir de esta manera el proyecto conjunto (…) aunque ellos sabían que siempre ha habido la intención de traspasar la responsabilidad absoluta del periódico a la redacción en Cuba, y estábamos considerando todas las posibilidades para apoyarles a seguir su labor”. Como si ya no fuera a continuar el apoyo.
 
Sin necesidad de renunciar a su línea editorial de análisis y confrontación a la dictadura y denuncia de arbitrariedades, desmanes, golpizas y abusos contra los cubanos, esta notoria publicación podría intentar lograr consenso con los financistas y patrocinadores (que se entiende que son amigos) suecos, ideando posiciones y posibilitando acciones creativas que satisfagan a los mecenas suecos sin tener que vender su alma al diablo ni convertir a Primavera Digital, como dijo con amargura González Febles, en una publicación de “temas de jardinería, recetas de cocina o moda”, algo que indudablemente resultaría muy “irrespetuoso, teniendo en cuenta la situación de un país con una dictadura”.
 
Si por alguna absurda razón no se lograra acercar posiciones y obtener consensos entre Primavera Digital y los financistas suecos que la han mantenido funcionando durante tanto tiempo, tanto Juan González Febles como Luis Cino Álvarez, director y subdirector de la publicación, tendrán que buscar ayuda en otras partes, mientras continúan manteniendo la posición de reproducir los trabajos de Primavera Digital en sus blogs personales Infierno de Palo y Círculo Cínico, respectivamente, que aunque en el plano formal y visual no alcancen los niveles de Primavera Digital, garantizan que todos esos contenidos que definieron a PD como publicación anticastrista seria, responsable y muy comprometida con la libertad de los cubanos.
 
Dada la correlación de fuerzas e intereses existentes en estos momentos, ni muchos europeos, ni tampoco los aspirantes desde Estados Unidos a convertirse en protagonistas en el drama cubano en contubernio con los Castro y sus herederos, serían los más probables para simpatizar preferentemente con la línea editorial de Primavera Digital y propiciar y materializar esa ayuda que tanto necesita ese valioso grupo de periodistas independientes que se mantiene día a día en el combate periodístico en La Habana.
 
Los descafeinados personajes de las estrategias tanto de conciliación y aperturas de un solo lado, como los de ese peculiar “acompañamiento” anteriormente mencionados, sin dudas  preferirían apoyar, como ya están haciendo, otras publicaciones y personalidades más “leales”.
 
Con lo cual va surgiendo una lamentablemente conclusión: si Primavera Digital no logra el apoyo de grupos o instituciones fuera de Cuba que apoyen una línea de enfrentamiento conceptual e ideológico con la dictadura sin llegar a los extremos cavernícolas del todo o nada, su continuidad más allá del 2014 está seriamente comprometida y amenazada.

Los cubanos dentro y fuera de Cuba frente a la crisis con Primavera Digital

Si eso sucede, perdemos todos los cubanos que favorecemos y deseamos la libertad, la prensa libre y una democracia en serio para nuestra Patria, aunque no siempre estemos de acuerdo con todo lo que se publica por parte de los cubanos ni con la línea editorial de una o de cualquier publicación. Si eso ocurre y Primavera Digital no puede continuar, ganaría el régimen. Aunque algunos que pretenden ayudar, y ayudan generosamente, no logren entenderlo.

En medio de todas estas circunstancias, es imprescindible evitar a toda costa todo tipo de confrontaciones tontas entre periodistas independientes, blogueros, opositores, disidentes y activistas en la isla, independientemente de los programas políticos, posiciones o simpatías y preferencias personales de cada uno.
 
Todo intento enfocado a combatir a quienes deben ser aliados naturales frente al totalitarismo que aplasta a los cubanos termina siendo, además de absurdo, y a la larga criminal, aunque de momento no se entienda, un regalo que se otorga festinadamente al régimen dictatorial por obra y gracia de la cortedad de miras o afanes desmedidos de protagonismo y ego de petimetres y sietemesinos políticos.

De la misma manera que tampoco resulta útil a alguien más que a la dictadura el silencio cobarde o, peor aún, cómplice, ni el ninguneo de aquellos a quienes tontamente se ven como adversarios en vez de como hermanos de lucha.
 
Tiene que ser una obligación moral y profesional de todos los periodistas independientes y blogueros dentro de Cuba, así como de todos los que escribimos y hablamos en la prensa digital o tradicional en cualquier lugar fuera de Cuba, declarar claramente y sin ambigüedades nuestra solidaridad con todos los que dentro de Cuba, sean quienes sean, y nos simpaticen o no, reciban presiones para publicar criterios basados en intereses, deseos o políticas ajenas a sus propias convicciones, independientemente de quiénes pretendan exigírselo o de quiénes contribuyan a financiar las publicaciones.
 
Quienes no sean capaces de hacerlo ya tendrán que venir con cualquier pretexto o justificación posterior, pero no estaremos ni obligados a creerles ni mucho menos a decir que lo entendemos.

Naturalmente que en un mundo de consensos y colaboración siempre se podrán negociar matices editoriales, formalidades, contenidos y detalles de lo que se publique o deje de publicar en cualquier medio, mientras que no se trate de principios elementales que definan nuestra razón de ser, porque esos nunca podrían ser motivo ni de negociación ni de comercio.

Llegados determinados extremos, sería preferible hasta distribuir a mano una prensa libre elaborada con instrumentos artesanales que tener que depender de puñados de dólares o de dineros aportados que lo único que vendrían a representar sería el salario del miedo o el botín de los cobardes.
 
Porque depender de esos recursos de esa forma ya no sería periodismo, sino miserias humanas. Y en este análisis hemos estado hablando todo el tiempo de Primavera Digital, en ningún momento de “Los Miserables” de Víctor Hugo.

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