miércoles, junio 25, 2014

Cuba: ¿Por qué las “actualizaciones” raulistas tienen escasos resultados?

cubanalisis
Dr. Rolando H Castañeda
Los resultados de las actualizaciones” raulistas para mejorar el desempeño socioeconómico de Cuba muestran, en el mejor de los casos, débiles resultados.  Como señaló recientemente Pavel Vidal las reformas no dan frutos a pesar de la sostenida y significativa ayuda venezolana durante el siglo XXI.[1]  Cuba está lejos del socialismo próspero y sostenible.  O, está en la fuácata, como comenta el laureado Leonardo Padura en su reciente novela Herejes.
 
Raúl Castro, a partir de su discurso del 26.07. 2007, ha adoptado medidas para actualizar (perfeccionar) el modelo socialista en varias áreas, con algunos cambios más amplios y profundos que los de principios de los años 1980s y 1990s, así como la eliminación de muchas prohibiciones absurdas que hacen menos pesada la vida ciudadana. Sin embargo, con base en las estadísticas oficiales, la Isla continúa con un bajo crecimiento económico, bajos niveles de inversión y atraso tecnológico, bajos niveles de remuneración real de los empleados estatales, inflación reprimida, nóminas infladas, deterioro de los servicios de educación y salud -incluso con brotes periódicos de cólera, dengue y ahora de Chikungunya-, y expansión del déficit habitacional con marcada carencia de abastecimiento de agua potable.  Ese tipo de problemas socioeconómicos eran típicos de las economías socialistas de Europa oriental, la antigua URSS y Viet Nam en los años 1980s antes que decidieran abandonar el socialismo soviético.
 
Hay pocas explicaciones convincentes del limitado resultado de los cambios en Cuba, un tema amplio y complejo.  La mayoría de las explicaciones señalan que los cambios son insuficientes, que hay que ampliarlos y profundizarlos. Sin embargo, como se verá a continuación se requiere algo más, o sea que afecten la naturaleza misma del sistema, es decir, que sean sistémicos.
 
El marco conceptual y analítico de János Kornai, destacado economista húngaro y profesor emérito de la Universidad de Harvard, presenta una explicación apropiada de los problemas que encaran los cambios cubanos.[2]  Kornai ha dedicado su extensa carrera a examinar el socialismo soviético, así como la transición del mismo al capitalismo, particularmente desde 1989.
 
Los dos sistemas
 
Kornai considera que después de la segunda guerra mundial han predominado dos sistemas económicos básicos, aunque con algunas variantes, con tres características distintivas esenciales, estrechamente interrelacionadas que se refuerzan sinérgicamente.  Esos tres atributos distintivos determinan las conductas de los agentes económicos y de los funcionarios públicos, así como los resultados del sistema.
 
El socialismo estalinista se caracteriza por: (1) El monopolio o hegemonía política del partido comunista con un abarcador y exclusivo control de las instituciones y funciones del estado. No hay poderes independientes; el legislativo y el judicial están sometidos al ejecutivo. Existe una definida intención de perpetuarse en el poder, utilizando privilegios y prebendas, concesiones y represión. Hay una cultura de intransigencia y rechazo a todo tipo de oposición, críticas y propuestas sistémicas alternativas. Las instituciones políticas no son incluyentes, no hay un estado de derecho, ni autonomía, ni pluralismo. (2) El énfasis en el control estatal del aparato productivo y el rechazo a la iniciativa y la propiedad privada. Las autoridades concentran la propiedad y la producción en empresas estatales, muchas de ellas consolidadas como oligopolios y monopolios porque son más fáciles de controlar y administrar centralmente. Tienen una relación antagónica con la iniciativa y la propiedad privada y salvo algunas excepciones minimalistas las restringen y se prescinde de la competencia. (3) La utilización de órdenes centrales y de controles y regulaciones administrativas para que el estado coordine (oriente, dirija y determine) la asignación y uso de los recursos y la actividad económica intentando fijar cantidades y precios.
 
Por su parte, el capitalismo descansa sobre tres pilares: (1) Un sistema político inclusivo, ya sea autoritario o democrático, que permita y garantice un estado de derecho para la iniciativa y la propiedad privada, provea incentivos apropiados, y efectúe la coordinación productiva por los mecanismos de mercado; (2) el predominio de la propiedad privada del aparato productivo; y (3) el empleo del mercado como mecanismo para coordinar las actividades económicas, o sea, hay libertad para iniciar y terminar actividades empresariales. Las últimas dos características, (2) y (3), suelen desarrollarse espontáneamente. El sistema es coherente y auto sostenible internamente.
 
Consideraciones sobre los sistemas
 
El funcionamiento y la dinámica de los tres componentes esenciales del socialismo soviético conducen intrínseca e inevitablemente a problemas y contradicciones prácticos, distorsiones y desequilibrios económicos insuperables. En particular a los presupuestos blandos o pérdidas de las empresas estatales que entorpecen los equilibrios económicos, la estabilidad macroeconómica y determinan una economía de escasez.  Una organización productiva cuyos gastos superan consistentemente sus ingresos por ineficiencia, despilfarro, corrupción y carencia de incentivos privados y públicos apropiados, es insostenible. Ello se acentúa por la falta de competencia que inhibe la actualización y el progreso tecnológico.
 
Por esas deficiencias, así como por la intransigencia e inmovilismo de la cultura política, Kornai concluyó que el socialismo soviético no es reformable y que se necesitan transformaciones simultáneas en las tres áreas básicas y no acciones parciales que no son efectivas. Más aún señaló que el intento de impulsar el socialismo de mercado determina un sistema incoherente, en el que hay dos componentes principales en conflicto: el predominio de la propiedad estatal y el funcionamiento efectivo de los mercados.
 
En el caso de China, y en menor grado de Viet Nam, las autoridades han sustituido la cultura de la lucha de clases por enaltecer la riqueza y el progreso; si bien han mantenido el rol hegemónico del partido, han permitido la incorporación de empresarios y profesionales privados; y han establecido los objetivos sociopolíticos de lograr la armonía, la felicidad y la dignidad individuales. Particularmente, han ampliado y transformado los espacios sistémicos de la iniciativa y propiedad privada, tanto nacional como extranjera y de los emigrados, y han empleado crecientemente los mecanismos de mercado para coordinar la asignación de los recursos y gestionar la economía con mayor flexibilidad y rapidez. En este sentido el sistema vigente en esos dos países es un sistema en transición que tiene características mixtas, particularmente sobre la propiedad e iniciativa privada y el uso de los mecanismos de mercado. Actualmente el nuevo dirigente chino XI Jinping está impulsando un programa de reformas para modernizar las empresas estatales con la participación del sector privado internacional y para dar un mayor rol a la coordinación por los mercados.
 
En su libro How China became capitalist, [3] Ronald Coase y Ning Wang consideraron que China ha desarrollado un capitalismo diferente, sui generis, limitado por la falta de un mercado de ideas independientes y críticas. La élite envía a sus hijos a realizar estudios superiores al extranjero porque China generalmente no tiene universidades de suficiente calidad (independencia intelectual crítica) y la economía es líder mundial en productos industriales pero sin marcas reconocidas a nivel internacional.
 
La importancia de utilizar los mecanismos de mercado para la coordinación de la asignación de los recursos no solo es para determinar que existan precios apropiados para mejorar la eficiencia estática sino para que los agentes económicos puedan reaccionar a ellos sin regulaciones y controles burocráticos.  Por ejemplo para que puedan entrar y salir con agilidad y flexibilidad a las actividades económicas y conseguir mejorar la eficiencia dinámica.
 
Algunas medidas de ajuste económico, como la devaluación de la moneda para mejorar la eficiencia estática al hacer la tasa de cambio realista, no son sistémicas. En contraste la introducción de la convertibilidad de la moneda sí lo es en la medida que permite la coordinación por el mercado y mejora la eficiencia dinámica.  Una reducción del número de camas de los hospitales, determinado por la burocracia no es un cambio sistémico, pero sí lo es la privatización de los servicios médicos que permita la iniciativa y la propiedad privada y brindar mejores y nuevos servicios.
 
La distinción entre cambios sistémicos y no sistémicos no necesariamente determina la importancia de los cambios en sí. Un cambio no sistémico puede ser muy importante, inevitable y urgente, como lo es la unificación y ajuste cambiario en Cuba, a fin de mejorar la eficiencia estática, mientras que algunos cambios sistémicos pueden ser menores y no tienen gran importancia en sí mismos. Sin embargo, la distinción es fundamental, porque es el conjunto y acervo de cambios en los tres componentes sistémicos lo que determina la transformación del socialismo al capitalismo.
 
Los cambios socioeconómicos en Cuba desde los años 1980s
 
El gobierno cubano comenzó a realizar cambios socioeconómicos desde principios de los años 1980s. Algunos trataron de mejorar el funcionamiento del sistema socialista, particularmente en la dirección central de la economía, la estabilidad macroeconómica mediante el más estricto control presupuestario-monetario y la descentralización a los gerentes de algunos aspectos del manejo de las empresas estatales. Dichos cambios pretendieron una mayor racionalidad, orden y disciplina económica para corregir los errores de la nefasta variante guevarista-castrista del socialismo soviético, pero no intentaron modificar el sistema en cuanto a la propiedad de los medios de producción, ni a la iniciativa privada ni al empleo de los mecanismos de mercado.  En cambio la trinidad de cambios en el sector agrícola, el trabajo por cuenta propia y la inversión extranjera sí estuvieron enfocados a realizar cambios sistémicos en cuanto a la propiedad y la iniciativa privada, así como al empleo de los mecanismos de mercado, pero aún son marginales y han avanzado lenta e incrementalmente en los últimos 34 años.
 
Específicamente Cuba ha tenido tres rondas o asaltos de cambios socioeconómicos desde principios de los 1980s, sin continuidad y con fuertes reversiones y sin ningún cambio sustantivo en el sistema político ni en su cultura totalitaria. La primera ronda fue en 1980-1985 y fue revertida por el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas; la segunda en 1993-1996 durante el periodo especial y fue revertida a partir del 2007 por la campaña de la batalla de ideas, el socialismo es irrevocable y fue facilitada por la ayuda externa venezolana. La tercera desde 2007 ha sido realizada por Raúl Castro en forma tardía y tímida, llena de inconsecuencias y contradicciones, con el leitmotif de perfeccionar el socialismo vigente. Esta ronda impulsada por Raúl Castro ha sido para mantener la hegemonía y el control político, no para impulsar el desarrollo socioeconómico. El modelo socialista estalinista es el único congruente con la cultura implícita en la ronda raulista, y no habrá cambios sistémicos -o los anunciados no serán implementados efectivamente- mientras predomine esa cultura porque son contradictorios.
 
La falta de continuidad con las reversiones señaladas, explican por qué a pesar que Cuba comenzó los cambios socioeconómicos solo dos años después que China ha avanzado poco en las reformas individuales y en su conjunto. Asimismo, mientras en 1986 Viet Nam comenzó el proceso de reformas básicas hacia el mercado y la propiedad privada, Cuba dio marcha atrás en sus incipientes reformas.
 
A mediados de los años 1990s Cuba inició un proceso de cambios orientado a movilizar recursos externos para compensar la pérdida de la ayuda y el comercio de la URSS.  Entre ellos: la despenalización de la tenencia de divisas que facilitó la captación de remesas familiares, la promoción del turismo que se convirtió en la locomotora de la economía en los años 1990s y la inversión extranjera, importante para la expansión del turismo y la producción de petróleo y níquel. Este proceso de apertura externa resultó exitoso y permitió al país acceder a divisas y recuperarse parcialmente. Raúl Castro aún no ha emprendido ningún proceso similar tal vez confiado en el levantamiento del embargo y así atraer el turismo estadounidense y las inversiones de los cubanoamericanos.
Un ejemplo de que aún no ha habido mayor cambio en la “cultura” es la nueva ley de inversiones extranjeras, la tercera desde 1982, la comparación de los cambios de esta nueva ley con la anterior (de tomar decisiones de autorización más rápidas, ampliar los sectores de inversión y la proporción de la propiedad de las nuevas inversiones) ilustra el inmovilismo de Raúl Castro. También el control total se muestra con el carguero norcoreano que partió de las nuevas instalaciones del Mariel, presumiblemente manejado independiente del gobierno, pero que obviamente no lo es.
El entrampado socialismo cubano
 
Después de las tres rondas de los cambios señalados, el sistema socialista cubano permanece entrampado en el atraso y un bajo crecimiento por el extremismo en las tres características básicas del socialismo soviético, acentuados por el desorden desarrollado por las campañas guevaristas-castristas.  Las nefastas influencias guevaristas-castristas particularmente durante los 1960s, 1986-1990 (con el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas) y 1997-2006 (con la batalla de ideas y el socialismo es irrevocable) insistieron en el fracasado hombre nuevo, el rechazo de los estímulos materiales, la eliminación de la contabilidad y las estadísticas, la prohibición de las pymes privadas y no dieron la autonomía efectiva a las empresas estatales, determinando así que la variante cubana del socialismo soviético sea en extremo ineficiente.
 
El sistema político es obstinado hasta el punto que no permite interpretaciones y posiciones alternativas sobre el socialismo aún dentro del partido comunista, lo que determina un sistema rígido y oscurantista, carente del indispensable pensamiento crítico e innovador para efectuar los cambios y modernizaciones efectivas. En 1996 el gobierno, con la intervención directa de Raúl Castro, purgó a los intelectuales del Centro de Estudios sobre América (CEA) que proponían reformas dentro del socialismo y 18 años después aún no los ha rehabilitado. En marzo de 2014 el gobierno impidió el encuentro conjunto de los impulsores de la oposición leal”, o nacionalismo revolucionario, de Espacio Laical con Carmelo Mesa-Lago (CML) respetado académico y crítico moderado, hasta benigno, de las reformas en curso, ya que el gobierno no le otorgó la visa de entrada. En junio los directores de Espacio Laical renunciaron. En su libro de 2012 CML señaló que las reformas en curso están bien orientadas y que unas de las reformas administrativas exitosas es que el gobierno permite críticas dentro del socialismo, una especie de glasnost.[4] Cuba tampoco ha ratificado los Convenios de Derechos Fundamentales que suscribió el 28 de febrero de 2008.
 
Así, el sistema político-institucional no permite el disenso, ni la oposición leal, ni las críticas moderadas a las reformas en curso. Las pretendidas aperturas y aceptación de críticas y la firma de los Convenios de Derechos Fundamentales han sido campañas de relaciones públicas y retórica en vez de flexibilizar la intransigencia política. Sergio Bitar, el líder socialista chileno que visitó a Cuba en marzo de 2014, consideró patético el sistema político vigente.
 
Mientras el gobierno reduce los gastos sociales mantiene una costosa administración pública con abultados cuerpos (represivos) de seguridad y de propaganda, y asegura los privilegios y prebendas, o las mieles del poder”, a la élite dirigente que considera los cambios imprescindibles una amenaza a sus privilegios y prebendas, aunque fueron realizados exitosamente por China y Viet Nam.
 
Con la ofensiva revolucionaria de marzo de 1968 el gobierno cubano erradicó la pequeña y mediana empresa (pymes) privada y confiscó las 55,636 unidades existentes. Esta situación persiste 46 años después a pesar de que el gobierno sabe que no puede administrar apropiadamente las pymes estatales y que la mayoría incurren en pérdidas por lo que ha recurrido al improvisado, pero burocrático, establecimiento de 246 cooperativas artificiales de producción y servicios.
 
El experimento de cooperativas artificiales constituidas y promovidas por el estado en la agricultura con la mutación de las granjas estatales en unidades básicas de producción cooperativa (UBPC), o cooperativas agrícolas, a partir de 1993, ha sido un desastre. Es parte esencial del problema existente por la falta de incentivos a los trabajadores, disciplina laboral y empresarial, y la abundancia de regulaciones y controles burocráticos.  Culminó con que el 50% de las tierras agrícolas estuvieran ociosas y cubiertas de marabú en 2007.
 
El gobierno continúa preocupado con el nivel de eficiencia de las empresas estatales, pero aún no concreta la autonomía empresarial que está en activa consideración desde principios de los 1980s y que es indispensable para mejorar la eficiencia y efectividad de las empresas estatales. Ahora la Organización Superior de Dirección Empresarial intermediará entre las empresas y los ministerios correspondientes.  En una serie de tres artículos, Eugenio Yáñez detalló y explicó la tortuosa experiencia de las empresas estatales que han sido tan afectadas adversamente por la nefasta improvisación guevarista-castrista.[5]
 
La experiencia histórica en los antiguos países socialistas de Europa y la URSS muestra que los controles sobre las empresas estatales se deterioraron con el tiempo. Posiblemente con base en una experiencia similar desde mediados de los años 1990s China decidió privatizar las empresas estatales en los sectores no estratégicos y recientemente el nuevo líder XI Jinping ha decidido alentar la participación del sector privado en las empresas estatales remanentes para mejorar su eficiencia y de la economía en su conjunto. En contraste en Cuba aún no se ha producido ese tipo de experiencia. Las pymes estatales no se han privatizado, ni se ha permitido la constitución de nuevas pymes privadas que compitan con ellas y las hagan más eficientes, tampoco se ha permitido la participación de empresas privadas internacionales en las grandes y medianas empresas estatales.
 
Actualmente las actividades privadas y semiprivadas se restringen a los pequeños agricultores, las limitadas actividades de los trabajadores por cuenta propia, las cooperativas y las empresas extranjeras que en conjunto ocupan alrededor del 20% de la fuerza laboral. Por consiguiente, predominan las ineficientes empresas estatales y la burocrática administración pública que explican por qué la economía fue tan dependiente de la ayuda soviética hasta 1990 y lo es de la ayuda venezolana actualmente.
 
Cuba carece de un mercado de trabajo, de tierras, de libertad de comercio exterior y de transacciones financieras externas porque son monopolios estatales. Como parte del bloque socialista Cuba utilizó los precios fijados por el CAME y estuvo supeditada a controles y regulaciones administrativas. La administración pública tiene un estamento de capas burocráticas (consejos de administración municipal, consejos de administración provincial, ministerios correspondientes y consejo de ministros) que dificultan decisiones ágiles y flexibles hasta para aprobar una simple cooperativa .
 
A partir del Periodo Especial en los 1990s Cuba estableció una dualidad cambiaria con un diferencial de 24 a 1 que ha distorsionado la economía (los precios y los salarios) y que ahora se pretende corregir con la unificación cambiaria gradual. Ese diferencial también se ha utilizado para que los inversores extranjeros paguen por la mano de obra nacional que contratan. Ahora Cuba enfrenta el arduo reto no solo de ajustar su sistema de cambio externo, sino también los precios y salarios para hacerlos más realistas (o sea, para que reflejen las reales escaseces y abundancias de la economía) y eliminar las ineficiencias vigentes sino también para que los agentes económicos puedan utilizarlos y reaccionen dinámicamente a ellos.
 
Mientras persista el ineficaz y negligente socialismo soviético es de esperar que la economía cubana continúe entrampada en un bajo nivel de ingreso y de crecimiento, no genere productos competitivos internacionalmente, y sea muy dependiente y vulnerable a las variaciones de la ayuda externa venezolana, que a su vez está en una difícil situación por imitar el modelo cubano. Por consiguiente, Cuba deberá emprender sin más dilaciones cambios sistémicos significativos para progresar y reducir su vulnerabilidad de la ayuda externa.
 
Cuba requiere un cambio sistémico, o una restauración capitalista, sin complejos, con un rostro y alma humana. Incluyente, fundamentada moralmente en las libertades y los derechos ciudadanos esenciales, que garantice la iniciativa y la propiedad privada, individual y asociativa, a todos los ciudadanos por igual, independiente de donde residan, así como utilice la coordinación y flexibilidad de los mercados como instrumento flexible y ágil para apoyar y sustentar el postergado progreso y el pleno reintegro a la economía internacional. El socialismo vigente, además de mantener empobrecido y estancado al país, explota, o extrae la plusvalía sin normas morales ni principios éticos, de los profesionales y técnicos que envía al exterior bajo la deplorable modalidad de contratación diferenciada, así como de los empleados por las empresas extranjeras en la Isla. Igualmente, mantiene elevados impuestos para los cuentapropistas mientras contempla exenciones tributarias hasta por ocho años para los inversionistas extranjeros, lo que es una discriminación injusta e innecesaria.
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[1] http://thecubaneconomy.com/wp-content/uploads/2014/02/Vidal-Cuba-sin-Venezuela.pdf
[2] Principalmente, János Kornai,  What the Change of System From Socialism to Capitalism Does and Does Not Mean, Journal of Economic Perspectives, Volume 14, Number 1, Winter 2000, p. 27-42.
[3] Ronald Coase and Ning Wang, How China Became Capitalist, Palgrave Macmillan: 2012.
[4] Carmelo Mesa Lago, Cuba en la era de Raúl Castro, Reformas económico-sociales y sus efectos, Madrid: Editorial Colibrí, 2012, p. 278-280.
[5] La “Empresa Socialista” Cubana, los Mitos y la Desmemoria Histórica, http://www.cubanalisis.com/ARTÍCULOS/EUGENIO%20-%20LA%20EMPRESA%20SOCIALISTA%20CUBANA,%20LOS%20MITOS%203.htm

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