Dr. Rolando H Castañeda
Los resultados de las
“actualizaciones”
raulistas para mejorar el desempeño socioeconómico de Cuba muestran,
en el mejor de los casos, débiles resultados. Como señaló
recientemente Pavel Vidal las reformas no dan frutos a pesar de la
sostenida y significativa ayuda venezolana durante el siglo XXI.[1]
Cuba está lejos del socialismo próspero y sostenible. O,
está en la fuácata, como comenta el laureado Leonardo Padura en su
reciente novela Herejes.
Raúl Castro, a partir de su discurso del 26.07. 2007, ha adoptado
medidas para actualizar (perfeccionar) el modelo
socialista en varias áreas, con algunos cambios más amplios y
profundos que los de principios de los años 1980s y 1990s, así como
la eliminación de muchas prohibiciones absurdas que hacen menos
pesada la vida ciudadana. Sin embargo, con base en las estadísticas
oficiales, la Isla continúa con un bajo crecimiento económico, bajos
niveles de inversión y atraso tecnológico, bajos niveles de
remuneración real de los empleados estatales, inflación reprimida,
nóminas infladas, deterioro de los servicios de educación y salud
-incluso con brotes periódicos de cólera, dengue y ahora de
Chikungunya-, y expansión del déficit habitacional con marcada
carencia de abastecimiento de agua potable. Ese tipo de problemas
socioeconómicos eran típicos de las economías socialistas de Europa
oriental, la antigua URSS y Viet Nam en los años 1980s antes que
decidieran abandonar el socialismo soviético.
Hay pocas explicaciones convincentes del limitado resultado de los
cambios en Cuba, un tema amplio y complejo. La mayoría de las
explicaciones señalan que los cambios son insuficientes, que hay que
ampliarlos y profundizarlos. Sin embargo, como se verá a
continuación se requiere algo más, o sea que afecten la naturaleza
misma del sistema, es decir, que sean sistémicos.
El marco conceptual y analítico de János Kornai, destacado
economista húngaro y profesor emérito de la Universidad de Harvard,
presenta una explicación apropiada de los problemas que encaran los
cambios cubanos.[2]
Kornai ha dedicado su extensa carrera a examinar el socialismo
soviético, así como la transición del mismo al capitalismo,
particularmente desde 1989.
Los dos sistemas
Kornai considera que después de la segunda guerra mundial han
predominado dos sistemas económicos básicos, aunque con algunas
variantes, con tres características distintivas esenciales,
estrechamente interrelacionadas que se refuerzan sinérgicamente.
Esos tres atributos distintivos determinan las conductas de los
agentes económicos y de los funcionarios públicos, así como los
resultados del sistema.
El socialismo estalinista se caracteriza por: (1) El monopolio o
hegemonía política del partido comunista con un abarcador y
exclusivo control de las instituciones y funciones del estado. No
hay poderes independientes; el legislativo y el judicial están
sometidos al ejecutivo. Existe una definida intención de perpetuarse
en el poder, utilizando privilegios y prebendas, concesiones y
represión. Hay una cultura de intransigencia y rechazo a todo tipo
de oposición, críticas y propuestas sistémicas alternativas. Las
instituciones políticas no son incluyentes, no hay un estado de
derecho, ni autonomía, ni pluralismo. (2) El énfasis en el
control estatal del aparato productivo y el rechazo a la iniciativa
y la propiedad privada. Las autoridades concentran la propiedad
y la producción en empresas estatales, muchas de ellas consolidadas
como oligopolios y monopolios porque son más fáciles de controlar y
administrar centralmente. Tienen una relación antagónica con la
iniciativa y la propiedad privada y salvo algunas excepciones
minimalistas las restringen y se prescinde de la competencia. (3) La
utilización de órdenes centrales y de controles y regulaciones
administrativas para que el estado coordine (oriente, dirija y
determine) la asignación y uso de los recursos y la actividad
económica intentando fijar cantidades y precios.
Por su parte, el capitalismo descansa sobre tres pilares: (1) Un
sistema político inclusivo, ya sea autoritario o democrático,
que permita y garantice un estado de derecho para la iniciativa y la
propiedad privada, provea incentivos apropiados, y efectúe la
coordinación productiva por los mecanismos de mercado; (2) el
predominio de la propiedad privada del aparato productivo; y (3)
el empleo del mercado como mecanismo para coordinar las
actividades económicas, o sea, hay libertad para iniciar
y terminar actividades empresariales. Las últimas dos
características, (2) y (3), suelen desarrollarse espontáneamente. El
sistema es coherente y auto sostenible internamente.
Consideraciones sobre los sistemas
El funcionamiento y la dinámica de los tres componentes esenciales
del socialismo soviético conducen intrínseca e inevitablemente a
problemas y contradicciones prácticos, distorsiones y desequilibrios
económicos insuperables. En particular a los presupuestos blandos
o pérdidas de las empresas estatales que entorpecen los equilibrios
económicos, la estabilidad macroeconómica y determinan una economía
de escasez. Una organización productiva cuyos gastos superan
consistentemente sus ingresos por ineficiencia, despilfarro,
corrupción y carencia de incentivos privados y públicos apropiados,
es insostenible. Ello se acentúa por la falta de competencia que
inhibe la actualización y el progreso tecnológico.
Por esas deficiencias, así como por la intransigencia e inmovilismo
de la cultura política, Kornai concluyó que el socialismo soviético
no es reformable y que se necesitan transformaciones
simultáneas en las tres áreas básicas y no acciones parciales que no
son efectivas. Más aún señaló que el intento de impulsar el
socialismo de mercado determina un sistema incoherente, en el que
hay dos componentes principales en conflicto: el predominio de la
propiedad estatal y el funcionamiento efectivo de los mercados.
En el caso de China, y en menor grado de Viet Nam, las autoridades
han sustituido la cultura de la lucha de clases por enaltecer la
riqueza y el progreso; si bien han mantenido el rol hegemónico del
partido, han permitido la incorporación de empresarios y
profesionales privados; y han establecido los objetivos
sociopolíticos de lograr la armonía, la felicidad y la dignidad
individuales. Particularmente, han ampliado y transformado los
espacios sistémicos de la iniciativa y propiedad privada, tanto
nacional como extranjera y de los emigrados, y han empleado
crecientemente los mecanismos de mercado para coordinar la
asignación de los recursos y gestionar la economía con mayor
flexibilidad y rapidez. En este sentido el sistema vigente en esos
dos países es un sistema en transición que tiene características
mixtas, particularmente sobre la propiedad e iniciativa privada y el
uso de los mecanismos de mercado. Actualmente el nuevo dirigente
chino XI Jinping está impulsando un programa de reformas para
modernizar las empresas estatales con la participación del sector
privado internacional y para dar un mayor rol a la coordinación por
los mercados.
En su libro
How China became capitalist,
[3]
Ronald Coase y Ning Wang consideraron que China ha desarrollado un
capitalismo diferente, sui generis, limitado por la falta de
un mercado de ideas independientes y críticas. La élite envía a sus
hijos a realizar estudios superiores al extranjero porque China
generalmente no tiene universidades de suficiente calidad
(independencia intelectual crítica) y la economía es líder mundial
en productos industriales pero sin marcas reconocidas a nivel
internacional.
La importancia de utilizar los mecanismos de mercado para la
coordinación de la asignación de los recursos no solo es para
determinar que existan precios apropiados para mejorar la eficiencia
estática sino para que los agentes económicos puedan reaccionar a
ellos sin regulaciones y controles burocráticos. Por ejemplo para
que puedan entrar y salir con agilidad y flexibilidad a las
actividades económicas y conseguir mejorar la eficiencia dinámica.
Algunas medidas de ajuste económico, como la devaluación de la
moneda para mejorar la eficiencia estática al hacer la tasa de
cambio realista, no son sistémicas. En contraste la introducción de
la convertibilidad de la moneda sí lo es en la medida que permite la
coordinación por el mercado y mejora la eficiencia dinámica. Una
reducción del número de camas de los hospitales, determinado por la
burocracia no es un cambio sistémico, pero sí lo es la privatización
de los servicios médicos que permita la iniciativa y la propiedad
privada y brindar mejores y nuevos servicios.
La distinción entre cambios sistémicos y no sistémicos no
necesariamente determina la importancia de los cambios en sí. Un
cambio no sistémico puede ser muy importante, inevitable y urgente,
como lo es la unificación y ajuste cambiario en Cuba, a fin de
mejorar la eficiencia estática, mientras que algunos cambios
sistémicos pueden ser menores y no tienen gran importancia en sí
mismos. Sin embargo, la distinción es fundamental, porque es el
conjunto y acervo de cambios en los tres componentes sistémicos lo
que determina la transformación del socialismo al capitalismo.
Los cambios socioeconómicos en Cuba desde los años 1980s
El gobierno cubano comenzó a realizar cambios socioeconómicos desde
principios de los años 1980s. Algunos trataron de mejorar el
funcionamiento del sistema socialista, particularmente en la
dirección central de la economía, la estabilidad macroeconómica
mediante el más estricto control presupuestario-monetario y la
descentralización a los gerentes de algunos aspectos del manejo de
las empresas estatales. Dichos cambios pretendieron una mayor
racionalidad, orden y disciplina económica para corregir los errores
de la nefasta variante guevarista-castrista del socialismo
soviético, pero no intentaron modificar el sistema en cuanto a la
propiedad de los medios de producción, ni a la iniciativa privada ni
al empleo de los mecanismos de mercado. En cambio la trinidad de
cambios en el sector agrícola, el trabajo por cuenta propia y la
inversión extranjera sí estuvieron enfocados a realizar cambios
sistémicos en cuanto a la propiedad y la iniciativa privada, así
como al empleo de los mecanismos de mercado, pero aún son marginales
y han avanzado lenta e incrementalmente en los últimos 34 años.
Específicamente Cuba ha tenido tres rondas o asaltos de cambios
socioeconómicos desde principios de los 1980s, sin continuidad y con
fuertes reversiones y sin ningún cambio sustantivo en el sistema
político ni en su cultura totalitaria. La primera ronda fue en
1980-1985 y fue revertida por el proceso de rectificación de
errores y tendencias negativas; la segunda en 1993-1996 durante
el periodo especial y fue revertida a partir del 2007 por la campaña
de la batalla de ideas, el socialismo es irrevocable y
fue facilitada por la ayuda externa venezolana. La tercera desde
2007 ha sido realizada por Raúl Castro en forma tardía y tímida,
llena de inconsecuencias y contradicciones, con el leitmotif
de perfeccionar el socialismo vigente. Esta ronda impulsada por Raúl
Castro ha sido para mantener la hegemonía y el control político, no
para impulsar el desarrollo socioeconómico. El modelo socialista
estalinista es el único congruente con la cultura implícita en la
ronda raulista, y no habrá cambios sistémicos -o los anunciados no
serán implementados efectivamente- mientras predomine esa cultura
porque son contradictorios.
La falta de continuidad con las reversiones señaladas, explican por
qué a pesar que Cuba comenzó los cambios socioeconómicos solo dos
años después que China ha avanzado poco en las reformas individuales
y en su conjunto. Asimismo, mientras en 1986 Viet Nam comenzó el
proceso de reformas básicas hacia el mercado y la propiedad privada,
Cuba dio marcha atrás en sus incipientes reformas.
A mediados de los años 1990s Cuba inició un proceso de cambios
orientado a movilizar recursos externos para compensar la pérdida de
la ayuda y el comercio de la URSS. Entre ellos: la despenalización
de la tenencia de divisas que facilitó la captación de remesas
familiares, la promoción del turismo que se convirtió en la
locomotora de la economía en los años 1990s y la inversión
extranjera, importante para la expansión del turismo y la producción
de petróleo y níquel. Este proceso de apertura externa resultó
exitoso y permitió al país acceder a divisas y recuperarse
parcialmente. Raúl Castro aún no ha emprendido ningún proceso
similar tal vez confiado en el levantamiento del embargo y así
atraer el turismo estadounidense y las inversiones de los
cubanoamericanos.
Un ejemplo de que aún no ha habido mayor cambio en la “cultura” es
la nueva ley de inversiones extranjeras, la tercera desde 1982, la
comparación de los cambios de esta nueva ley con la anterior (de
tomar decisiones de autorización más rápidas, ampliar los sectores
de inversión y la proporción de la propiedad de las nuevas
inversiones) ilustra el inmovilismo de Raúl Castro. También el
control total se muestra con el carguero norcoreano que partió de
las nuevas instalaciones del Mariel, presumiblemente manejado
independiente del gobierno, pero que obviamente no lo es.
El entrampado socialismo cubano
Después de las tres rondas de los cambios señalados, el sistema
socialista cubano permanece entrampado en el atraso y un bajo
crecimiento por el extremismo en las tres características básicas
del socialismo soviético, acentuados por el desorden desarrollado
por las campañas guevaristas-castristas. Las nefastas influencias
guevaristas-castristas particularmente durante los 1960s, 1986-1990
(con el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas)
y 1997-2006 (con la batalla de ideas y el socialismo es irrevocable)
insistieron en el fracasado hombre nuevo, el rechazo de los
estímulos materiales, la eliminación de la contabilidad y las
estadísticas, la prohibición de las pymes privadas y no dieron la
autonomía efectiva a las empresas estatales, determinando así que la
variante cubana del socialismo soviético sea en extremo ineficiente.
El sistema político es obstinado hasta el punto que no permite
interpretaciones y posiciones alternativas sobre el socialismo aún
dentro del partido comunista, lo que determina un sistema rígido y
oscurantista, carente del indispensable pensamiento crítico e
innovador para efectuar los cambios y modernizaciones efectivas. En
1996 el gobierno, con la intervención directa de Raúl Castro, purgó
a los intelectuales del Centro de Estudios sobre América (CEA) que
proponían reformas dentro del socialismo y 18 años después aún no
los ha rehabilitado. En marzo de 2014 el gobierno impidió el
encuentro conjunto de los impulsores de la oposición
“leal”, o nacionalismo revolucionario, de Espacio Laical con
Carmelo Mesa-Lago (CML) respetado académico y crítico moderado,
hasta benigno, de las reformas en curso, ya que el gobierno no le
otorgó la visa de entrada. En junio los directores de Espacio Laical
renunciaron. En su libro de 2012 CML señaló que las reformas en
curso están bien orientadas y que unas de las reformas
administrativas exitosas es que el gobierno permite críticas dentro
del socialismo, una especie de glasnost.[4]
Cuba tampoco ha ratificado los Convenios de Derechos Fundamentales
que suscribió el 28 de febrero de 2008.
Así, el sistema político-institucional no permite el disenso, ni la
oposición leal, ni las críticas moderadas a las reformas en curso.
Las pretendidas aperturas y aceptación de críticas y la firma de los
Convenios de Derechos Fundamentales han sido campañas de relaciones
públicas y retórica en vez de flexibilizar la intransigencia
política. Sergio Bitar, el líder socialista chileno que visitó a
Cuba en marzo de 2014, consideró patético el sistema político
vigente.
Mientras el gobierno reduce los gastos sociales mantiene una costosa
administración pública con abultados cuerpos (represivos) de
seguridad y de propaganda, y asegura los privilegios y prebendas, o
“las
mieles del poder”, a la élite dirigente que considera los cambios imprescindibles
una amenaza a sus privilegios y prebendas, aunque fueron realizados
exitosamente por China y Viet Nam.
Con la ofensiva revolucionaria de marzo de 1968 el gobierno
cubano erradicó la pequeña y mediana empresa (pymes) privada y
confiscó las 55,636 unidades existentes. Esta situación persiste 46
años después a pesar de que el gobierno sabe que no puede
administrar apropiadamente las pymes estatales y que la mayoría
incurren en pérdidas por lo que ha recurrido al improvisado, pero
burocrático, establecimiento de 246 cooperativas artificiales de
producción y servicios.
El experimento de cooperativas artificiales constituidas y
promovidas por el estado en la agricultura con la mutación de las
granjas estatales en unidades básicas de producción cooperativa (UBPC),
o cooperativas agrícolas, a partir de 1993, ha sido un desastre. Es
parte esencial del problema existente por la falta de incentivos a
los trabajadores, disciplina laboral y empresarial, y la abundancia
de regulaciones y controles burocráticos. Culminó con que el 50% de
las tierras agrícolas estuvieran ociosas y cubiertas de marabú en
2007.
El gobierno continúa preocupado con el nivel de eficiencia de las
empresas estatales, pero aún no concreta la autonomía empresarial
que está en activa consideración desde principios de los 1980s y que
es indispensable para mejorar la eficiencia y efectividad de las
empresas estatales. Ahora la Organización Superior de Dirección
Empresarial intermediará entre las empresas y los ministerios
correspondientes. En una serie de tres artículos, Eugenio Yáñez
detalló y explicó la tortuosa experiencia de las empresas estatales
que han sido tan afectadas adversamente por la nefasta improvisación
guevarista-castrista.[5]
La experiencia histórica en los antiguos países socialistas de
Europa y la URSS muestra que los controles sobre las empresas
estatales se deterioraron con el tiempo. Posiblemente con base en
una experiencia similar desde mediados de los años 1990s China
decidió privatizar las empresas estatales en los sectores no
estratégicos y recientemente el nuevo líder XI Jinping ha decidido
alentar la participación del sector privado en las empresas
estatales remanentes para mejorar su eficiencia y de la economía en
su conjunto. En contraste en Cuba aún no se ha producido ese tipo de
experiencia. Las pymes estatales no se han privatizado, ni se ha
permitido la constitución de nuevas pymes privadas que compitan con
ellas y las hagan más eficientes, tampoco se ha permitido la
participación de empresas privadas internacionales en las grandes y
medianas empresas estatales.
Actualmente las actividades privadas y semiprivadas se
restringen a los pequeños agricultores, las limitadas actividades de
los trabajadores por cuenta propia, las cooperativas y las
empresas extranjeras que en conjunto ocupan alrededor del 20% de la
fuerza laboral. Por consiguiente, predominan las ineficientes
empresas estatales y la burocrática administración pública que
explican por qué la economía fue tan dependiente de la ayuda
soviética hasta 1990 y lo es de la ayuda venezolana actualmente.
Cuba carece de un mercado de trabajo, de tierras, de libertad de
comercio exterior y de transacciones financieras externas porque son
monopolios estatales. Como parte del bloque socialista Cuba utilizó
los precios fijados por el CAME y estuvo supeditada a controles y
regulaciones administrativas. La administración pública tiene un
estamento de capas burocráticas (consejos de administración
municipal, consejos de administración provincial, ministerios
correspondientes y consejo de ministros) que dificultan decisiones
ágiles y flexibles hasta para aprobar una simple cooperativa .
A partir del Periodo Especial en los 1990s Cuba estableció una
dualidad cambiaria con un diferencial de 24 a 1 que ha distorsionado
la economía (los precios y los salarios) y que ahora se pretende
corregir con la unificación cambiaria gradual. Ese diferencial
también se ha utilizado para que los inversores extranjeros paguen
por la mano de obra nacional que contratan. Ahora Cuba enfrenta el
arduo reto no solo de ajustar su sistema de cambio externo, sino
también los precios y salarios para hacerlos más realistas (o sea,
para que reflejen las reales escaseces y abundancias de la economía)
y eliminar las ineficiencias vigentes sino también para que los
agentes económicos puedan utilizarlos y reaccionen dinámicamente a
ellos.
Mientras persista el ineficaz y negligente socialismo soviético es
de esperar que la economía cubana continúe entrampada en un bajo
nivel de ingreso y de crecimiento, no genere productos competitivos
internacionalmente, y sea muy dependiente y vulnerable a las
variaciones de la ayuda externa venezolana, que a su vez está en una
difícil situación por imitar el modelo cubano. Por consiguiente,
Cuba deberá emprender sin más dilaciones cambios sistémicos
significativos para progresar y reducir su vulnerabilidad de la
ayuda externa.
Cuba requiere un cambio sistémico, o una restauración capitalista,
sin complejos, con un rostro y alma humana. Incluyente, fundamentada
moralmente en las libertades y los derechos ciudadanos esenciales,
que garantice la iniciativa y la propiedad privada, individual y
asociativa, a todos los ciudadanos por igual, independiente de donde
residan, así como utilice la coordinación y flexibilidad de los
mercados como instrumento flexible y ágil para apoyar y sustentar el
postergado progreso y el pleno reintegro a la economía
internacional. El socialismo vigente, además de mantener empobrecido
y estancado al país, explota, o extrae la plusvalía sin
normas morales ni principios éticos,
de los profesionales y técnicos
que envía al exterior bajo la deplorable modalidad de
contratación diferenciada, así como de los empleados por las
empresas extranjeras en la Isla. Igualmente, mantiene elevados
impuestos para los cuentapropistas mientras contempla exenciones
tributarias hasta por ocho años para los inversionistas extranjeros,
lo que es una discriminación injusta e innecesaria.
---------
[1]
http://thecubaneconomy.com/wp-content/uploads/2014/02/Vidal-Cuba-sin-Venezuela.pdf
[2] Principalmente, János
Kornai, What the Change of System From Socialism to Capitalism
Does and Does Not Mean, Journal of Economic Perspectives, Volume
14, Number 1, Winter 2000, p. 27-42.
[3] Ronald Coase and Ning
Wang, How China Became Capitalist, Palgrave Macmillan: 2012.
[4]
Carmelo Mesa Lago, Cuba en la era de Raúl Castro, Reformas
económico-sociales y sus efectos, Madrid: Editorial Colibrí,
2012, p. 278-280.
[5]
La
“Empresa Socialista” Cubana, los Mitos y la Desmemoria
Histórica,
http://www.cubanalisis.com/ARTÍCULOS/EUGENIO%20-%20LA%20EMPRESA%20SOCIALISTA%20CUBANA,%20LOS%20MITOS%203.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario