Recibir ayudas de diferentes organizaciones extranjeras, y ocultárselo a los cubanos, es una bajeza de indignos y miserables.
Lo
hace el régimen, sin sonrojarse. Recibe millones de dólares de
Organizaciones No Gubernamentales europeas y guarda silencio, a la vez
que acusa a Europa de ser cómplice “del imperio” para dañar al gobierno
cubano.
No se trata aquí de operaciones comerciales, donde por
ejemplo Estados Unidos vende al gobierno de Cuba cientos de millones de
dólares en alimentos anualmente, aunque la prensa y sus esbirros en el
mundo mantienen la cantaleta del “criminal bloqueo imperialista”.
Martínoticias.com está publicando, bajo la firma Pablo Alfonso, agudo conocedor de la realidad cubana, una serie de reportajes
donde muestra cómo se han canalizado hacia Cuba alrededor de 26
millones de dólares en los últimos cinco años, por parte de numerosas
ONG, (Organizaciones No Gubernamentales), para ayudar a financiar
proyectos culturales, comunitarios y de desarrollo agrícola. Para
conocer detalles de las ONG europeas que ayudan en Cuba al desarrollo de
esos proyectos se puede consultar el listado que ofrecen varias páginas
digitales, además de martínoticias.com.
La prensa del régimen,
sin embargo, ha ofrecido muy poca información sobre el tema, y en muchos
casos ha mantenido vergonzoso silencio. Porque “los tipos duros” no
hablan de esas cosas. Y sabemos que la máxima jerarquía cubana la
componen “tipos duros”.
Organizaciones e individuos de Italia,
España, Portugal, Suiza, Holanda, Gran Bretaña, Francia, Alemania,
Austria, Bélgica, Luxemburgo, Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia,
entre otros, colaboran de alguna forma con los cubanos. No porque apoyen
a la dictadura, sino porque consideran que canalizando ayudas
comunitarias y culturales, o proyectos de desarrollo agrícola,
contribuyen a mejorar las condiciones de vida de los cubanos,
independientemente de la situación política en el país.
La
colaboración no se limita a las ONG europeas, aunque estas son las más
visibles. Organizaciones de Japón, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, y
países árabes, también colaboran al desarrollo de programas en Cuba,
entre ellos un proyecto de rehabilitación de la red de acueductos y
otros de agricultura suburbana.
Sin embargo, el agradecimiento del
régimen a esta colaboración, al menos públicamente, es limitado o nulo.
Reciben mucha más divulgación en la prensa oficial y discursos de
funcionarios y burócratas los aportes desde países “hermanos”, y se
destacan más las ayudas de Venezuela, Rusia, China, Vietnam, Irán,
Belarús o Siria, como antes se hacía con las del Irak de Saddam Hussein y
la Libia de Muammar el Gadafi, que las nada despreciables ayudas
concretas y específicas de todos esos países que a los ojos del Palacio
de la Revolución no clasifican como “antiimperialistas”.
Hacia
estos últimos, doble moral como todo lo que hace el régimen, se mantiene
la hipócrita política de “no quiero, no quiero, échamelo en el
sombrero”, y si acaso una breve nota informativa en la prensa, no mucho
más.
No hay nada denigrante en recibir esas ayudas. Normalmente
las organizaciones las ofrecen a muchísimos países en el mundo, y por
regla general las proponen y ejecutan sin condicionamientos políticos ni
exigencias ideológicas, basadas en que quienes tienen más y están en
mejores condiciones ayuden a quienes tienen menos y estén más
necesitados.
Ayudar no es humillar al receptor ni mucho menos,
sino, al contrario, colaborar para que esas comunidades tengan mayores
oportunidades de prosperar y mejorar sus condiciones de vida. Casi todos
los receptores de ayuda, en todas partes del mundo, se sienten honrados
de recibir esa colaboración y no tienen reparos en que se sepa ni en
agradecerlo públicamente cuantas veces consideren.
Menos en Cuba.
Además, el gobierno cubano, independientemente de la colaboración por la
que cobra, también ha ofrecido y ofrece ayuda a muchos países, sobre
todo en salud pública, cuando una tragedia, como terremoto, tsunami,
huracán o epidemia golpea. No hay por qué negarlo.
Sin embargo, en
el caso de la colaboración cubana, no son las ONG, sino instituciones
del gobierno. Aunque los sicarios verbales del régimen juren que el
Ministerio de Salud Pública o el Departamento de Seguridad del Estado
puedan ser Organizaciones No Gubernamentales. Además, lo de que la ayuda
se preste sin condicionamientos políticos ni exigencias ideológicas de
ningún tipo no es siempre así, diciéndolo benévolamente: pregunten a
venezolanos, bolivianos, nicaragüenses, ecuatorianos, angoleños, o
etíopes.
Lo peor, sin embargo, es la conducta del régimen de no
reconocer toda la ayuda que recibe de todas partes del mundo, y destacar
solamente aspectos negativos de países que colaboran con la intención
de aliviar penurias de los cubanos.
No es correcto morder la mano que da de comer.
A no ser que se trate de los jerarcas del régimen cubano.
Porque esos, además de malandros, son malagradecidos.
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