viernes, mayo 16, 2014

Neocastrismo: Además de malandros, malagradecidos

Recibir ayudas de diferentes organizaciones extranjeras, y ocultárselo a los cubanos, es una bajeza de indignos y miserables.
Lo hace el régimen, sin sonrojarse. Recibe millones de dólares de Organizaciones No Gubernamentales europeas y guarda silencio, a la vez que acusa a Europa de ser cómplice “del imperio” para dañar al gobierno cubano.
No se trata aquí de operaciones comerciales, donde por ejemplo Estados Unidos vende al gobierno de Cuba cientos de millones de dólares en alimentos anualmente, aunque la prensa y sus esbirros en el mundo mantienen la cantaleta del “criminal bloqueo imperialista”.
Martínoticias.com está publicando, bajo la firma Pablo Alfonso, agudo conocedor de la realidad cubana, una serie de reportajes donde muestra cómo se han canalizado hacia Cuba alrededor de 26 millones de dólares en los últimos cinco años, por parte de numerosas ONG, (Organizaciones No Gubernamentales), para ayudar a financiar proyectos culturales, comunitarios y de desarrollo agrícola. Para conocer detalles de las ONG europeas que ayudan en Cuba al desarrollo de esos proyectos se puede consultar el listado que ofrecen varias páginas digitales, además de martínoticias.com.
La prensa del régimen, sin embargo, ha ofrecido muy poca información sobre el tema, y en muchos casos ha mantenido vergonzoso silencio. Porque “los tipos duros” no hablan de esas cosas. Y sabemos que la máxima jerarquía cubana la componen “tipos duros”.
Organizaciones e individuos de Italia, España, Portugal, Suiza, Holanda, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Austria, Bélgica, Luxemburgo, Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia, entre otros, colaboran de alguna forma con los cubanos. No porque apoyen a la dictadura, sino porque consideran que canalizando ayudas comunitarias y culturales, o proyectos de desarrollo agrícola, contribuyen a mejorar las condiciones de vida de los cubanos, independientemente de la situación política en el país.
La colaboración no se limita a las ONG europeas, aunque estas son las más visibles. Organizaciones de Japón, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, y países árabes, también colaboran al desarrollo de programas en Cuba, entre ellos un proyecto de rehabilitación de la red de acueductos y otros de agricultura suburbana.
Sin embargo, el agradecimiento del régimen a esta colaboración, al menos públicamente, es limitado o nulo. Reciben mucha más divulgación en la prensa oficial y discursos de funcionarios y burócratas los aportes desde países “hermanos”, y se destacan más las ayudas de Venezuela, Rusia, China, Vietnam, Irán, Belarús o Siria, como antes se hacía con las del Irak de Saddam Hussein y la Libia de Muammar el Gadafi, que las nada despreciables ayudas concretas y específicas de todos esos países que a los ojos del Palacio de la Revolución no clasifican como “antiimperialistas”.
Hacia estos últimos, doble moral como todo lo que hace el régimen, se mantiene la hipócrita política de “no quiero, no quiero, échamelo en el sombrero”, y si acaso una breve nota informativa en la prensa, no mucho más.
No hay nada denigrante en recibir esas ayudas. Normalmente las organizaciones las ofrecen a muchísimos países en el mundo, y por regla general las proponen y ejecutan sin condicionamientos políticos ni exigencias ideológicas, basadas en que quienes tienen más y están en mejores condiciones ayuden a quienes tienen menos y estén más necesitados.
Ayudar no es humillar al receptor ni mucho menos, sino, al contrario, colaborar para que esas comunidades tengan mayores oportunidades de prosperar y mejorar sus condiciones de vida. Casi todos los receptores de ayuda, en todas partes del mundo, se sienten honrados de recibir esa colaboración y no tienen reparos en que se sepa ni en agradecerlo públicamente cuantas veces consideren.
Menos en Cuba. Además, el gobierno cubano, independientemente de la colaboración por la que cobra, también ha ofrecido y ofrece ayuda a muchos países, sobre todo en salud pública, cuando una tragedia, como terremoto, tsunami, huracán o epidemia golpea. No hay por qué negarlo.
Sin embargo, en el caso de la colaboración cubana, no son las ONG, sino instituciones del gobierno. Aunque los sicarios verbales del régimen juren que el Ministerio de Salud Pública o el Departamento de Seguridad del Estado puedan ser Organizaciones No Gubernamentales. Además, lo de que la ayuda se preste sin condicionamientos políticos ni exigencias ideológicas de ningún tipo no es siempre así, diciéndolo benévolamente: pregunten a venezolanos, bolivianos, nicaragüenses, ecuatorianos, angoleños, o etíopes.
Lo peor, sin embargo, es la conducta del régimen de no reconocer toda la ayuda que recibe de todas partes del mundo, y destacar solamente aspectos negativos de países que colaboran con la intención de aliviar penurias de los cubanos.
No es correcto morder la mano que da de comer.
A no ser que se trate de los jerarcas del régimen cubano.
Porque esos, además de malandros, son malagradecidos.

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