By Laguna Larga
Una de las frases que más se ha repetido en los últimos días en Washington es esta del presidente de Estados Unidos, Barack Obama: “Yo tengo un bolígrafo y tengo un teléfono”.
Obama la pronunció en su primera reunión del año con su gabinete para
ejemplificar el mensaje que está presentando la Casa Blanca para 2014:
un “año de acción” en el que el presidente firmará órdenes ejecutivas
cuando no pueda trabajar con el Congreso y llamará a más personas en
busca de apoyo.
En su discurso del Estado de la Unión,
ayer, el mandatario volvió a reiterarlo: explicó que está “deseoso” de
trabajar con el Congreso, pero que actuará “donde sea y cuando sea que
pueda dar un paso sin legislación para ampliar las oportunidades de más
familias que viven en Estados Unidos”.
Ese enfoque es una reacción clara tanto a sus fallas internas del año
pasado como a la parálisis política que afectó su agenda en temas como
el control de las armas o la reforma migratoria.
El gobierno, esencialmente, quiere que su desempeño no se mida por
sus relaciones con el Congreso, pero la idea de gobernar a través de
órdenes ejecutivas (como llaman a los decretos en Estados Unidos) ha
generado una reacción negativa en el Partido Republicano.
El representante y ex candidato vicepresidencial Paul Ryan, por
ejemplo, dijo que le suena a que Obama “quiere evadir la Constitución”. Y
el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, explicó que
su partido estará vigilando para asegurar que el gobierno no exceda su
autoridad.
Poder “muy limitado”
El discurso de Obama ante el pleno del Congreso se enfocó en la lucha
contra la desigualdad del país porque es precisamente un área en la que
ya empezó a tomar decisiones ejecutivas que no necesitan la aprobación
del Capitolio.
La Casa Blanca, por ejemplo, anunció que Obama ordenaría el aumento
del salario mínimo (a US$10,10) para quienes trabajen para contratistas
federales. Esto, según la versión oficial, beneficiará por ejemplo a
porteros, trabajadores de la construcción, cajeros o quienes lavan los
platos y la ropa. Boehner respondió poco después con el argumento de que
la medida ayudará a muy pocas personas.
La orden es una versión limitada de su meta de elevar el salario
mínimo general, que presentó en su discurso del Estado de la Unión del
año pasado, pero que languideció en el Congreso como tantas otras de sus
propuestas.
A su vez, es un ejemplo que explica el alcance de lo que puede lograr
el gobierno con esta estrategia de la acción ejecutiva, que ha
resultado novedosa más por la intensidad con que la ha defendido
recientemente que por el hecho mismo de utilizarla.
Como todos sus predecesores, Obama ha recurrido a ellas y, como todos
los presidentes anteriores, lo ha hecho con el objetivo de evitar el
Congreso. El presidente, además, fue profesor de derecho constitucional,
así que debe conocer muy bien sus alcances. Son acciones legalmente
vinculantes, aunque pueden ser anuladas por la rama judicial.
Y, como le explica a BBC Mundo Elaine Kamarck, experta en políticas
públicas de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Harvard, tienen
un poder “muy limitado”.
“Cualquier cosa significativa no puede hacerse por una orden
ejecutiva a menos que lo consienta el Congreso -dice-. No hay nada nuevo
en las órdenes ejecutivas, pero lo que no se valora de manera
suficiente es que no pueden llevarse muy lejos porque las cortes las
tumbarán”.
La reforma migratoria
Una de esas áreas en las que no está previsto que el gobierno utilice
una orden ejecutiva es la reforma migratoria, que fue mencionada en el
discurso de ayer pero no ocupó un lugar central.
Obama reiteró que quiere que el tema se solucione este año y explicó
que “si hablamos en serio sobre el crecimiento económico, es hora de
responder al llamado de nuestros líderes empresariales, líderes
laborales, líderes espirituales y de cumplimiento del orden público para
arreglar nuestro sistema de inmigración que no funciona”.
El proyecto de reforma fue aprobado en junio del año pasado en el
Senado, de mayoría demócrata, pero está estancado en la Cámara de
Representantes, que controla el Partido Republicano. En 2012, el
presidente utilizó su poder para suspender las deportaciones de ciertos
jóvenes inmigrantes indocumentados y abrirles el camino para la
solicitud de permisos de trabajo.
Un funcionario de alto rango de la Casa Blanca, que pidió que no se
revelara su nombre, le explicó a BBC Mundo que el presidente ha dejado
“muy claro que el camino para arreglar lo que está dañado de nuestro
sistema migratorio pasa de lleno por el Congreso de Estados Unidos”.
“Este es el momento para que la Cámara determine cómo quiere actuar y
la buena noticia es que hay indicios de que está buscando tomar esa
decisión”, agregó el mismo funcionario.
El gobierno considera que el presidente no tiene las herramientas
administrativas para solucionar, sin recurrir al Congreso, el complejo
tema de 11 millones de indocumentados que se cree viven en el país. La
Casa Blanca, además, ha insistido en que busca una reforma “completa”.
En ese sentido, el aumento parcial del salario mínimo y la reforma
migratoria representan dos lados del debate sobre las órdenes
ejecutivas.
Mientras el primero es un ejemplo de las decisiones limitadas que
puede tomar el gobierno por cuenta propia, el segundo es una muestra de
que Obama, por más que lo intente, no podrá lograr todos sus objetivos
sin lo que decidan los legisladores en los corredores del Capitolio.
La respuesta republicana
La respuesta oficial del Partido Republicano al discurso del Estado
de la Unión estuvo a cargo de la representante Cathy McMorris Rodgers,
la mujer de más alto rango en la Cámara.
McMorris Rodgers explicó que “demasiadas personas están quedándose
más relegadas porque, ahora, las políticas del presidente están haciendo
más difícil la vida de las personas”.
En su discurso, la congresista presentó una “visión republicana más
esperanzadora” que defiende el libre mercado y “confía en que las
personas tomen sus propias decisiones, no un gobierno que decide por
ellas”.
También dijo que “es hora de honrar nuestra historia de inmigración
legal” y explicó que su partido está trabajando en una solución “paso a
paso” para reformar el tema.
A diferencia de lo que dicta la tradición, según la cual el partido
opositor escoge una sola voz para su respuesta al discurso presidencial,
en este caso los republicanos presentaron también mensajes de los
senadores Rand Paul y Mike Lee, este último en nombre del movimiento del
Tea Party.
La respuesta en español estuvo a cargo de la representante Ileana Ros-Lehtinen.
Fuente: La Nación (Argentina)
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