“Nosotros sencillamente le vamos a dar una paliza. La paliza que se merecen”,
dice en Cuba un jefe de pandilla preparando a sus pandilleros
revolucionarios para lanzarse contra opositores, según un video que
circula en estos días.
Que el muy energúmeno no sepa hablar ni lo
que es la concordancia gramatical no demerita su liderazgo: todo lo
contrario. Mientras más bruto mejor. “No vamos a discutir con nadie.
Nosotros no tenemos que discutir aquí con nadie. Además no le vamos a
convencer a ninguno de ellos. A los mercenarios no se les convence”.
Son mercenarios, no seres humanos. Ese es el súmmum de la arenga a sus
canallas, expresa la superioridad del castrismo sobre todas las demás
ideas políticas en todo el mundo y todas las épocas.
Infame
dictadura que recurre a miserables y cobardes muertos de hambre morales
para imponerse con excesos y golpizas, incapaz de apelar a razones y
resultados positivos para ganar corazones y mentes. Tras más de medio
siglo prometiendo el paraíso y llamando a formar el hombre nuevo, ese es
el gran legado que deja a las generaciones futuras eso que todavía
algunos llaman “la revolución cubana”.
Ya no es cuestión de nivel
de vida, proteínas y calorías, cifras, estadísticas, derrumbes de
viviendas, demoras del transporte, precio de los alimentos,
coeficientes, hacinamiento, jineteras, remesas, venta de autos, salarios
insuficientes, mafia de Miami, vertederos de basura, profesores
emergentes, falta de higiene, jubilados sin recursos, prisiones
repletas, bloqueo-embargo, actualización de modelo, cuentapropismo,
marabú, reforma migratoria, detenciones arbitrarias, chispa’etrén,
falta de urbanidad, sino “sencillamente” imponer el sometimiento a
palos y golpes a quien no desee seguir siendo un esclavo apabullado o
explotado en la enorme finca de los hermanos Castro.
Moral de
prostíbulo, disciplina de presidio, lenguaje de potrero, bajas pasiones,
honor de proxenetas, amenazas, chantajes, paroxismo, insultos,
descalificaciones, patadas a mujeres, abusos como norma, delaciones,
falsas acusaciones, indolencia ante problemas sin resolver, desprecio a
la población, envidia, bajeza, alarmas infundadas, tergiversación,
tremendismo, prensa amañada, gobierno tramposo, privilegios inmorales,
discursos huecos, promesas vacías. Cada día peor que el anterior. Y sin
perspectivas de mejorar.
Todo eso y más es lo que ha logrado el
general-presidente casi ocho años después de adueñarse del poder.
Mientras continúa sin aprender: un país no se dirige como se manda un
campamento. Mucho menos como se maneja un burdel en el Caribe.
Sus
esbirros en Cuba y el mundo, incluidos los de foros digitales, acorde
con esa moral prostibularia del régimen, continúan tergiversando
información, denigrando e insultando a quienes no pueden defenderse,
ocultando realidades, falsificando noticias, mintiendo, amañando
juicios, desviando la atención hacia problemas de todos los demás en
todo el mundo, para que no se observen, mucho menos se señalen, los
bochornos de la dictadura.
Hablarán de unidad en la diversidad en
la Conferencia de CELAC, mientras detenían arbitrariamente a cientos de
opositores por pensar diferente. Pedirán “respeto” a la Unión Europea
mientras no respetan opiniones opuestas a las de La Habana. Dirán de
pobrezas, hambre y miseria en países desarrollados, mientras en Cuba
cada vez escasean alimentos y los precios se elevan sin límites. Se
rasgarán las vestiduras por abusos policiales en Estados Unidos si
alguien maltrata a un detenido o dispara contra un delincuente armado. Y
ocultarán que ese alguien será investigado y sancionado si se le prueba
responsabilidad en abusos o excesos. O que nunca podrá justificarse
diciendo que el delincuente era un mercenario, aunque lo fuera.
¿Cuántos
represores han sido sancionados en Cuba por golpear opositores, por
patear Damas de Blanco? ¿Cuántos han respondido ante los tribunales por
participar en un mitin de repudio, lanzar excremento, piedras o pintura
contra la vivienda de un opositor? ¿Cuántos trabajadores salen del
trabajo, o estudiantes de sus aulas, incluso niños, para participar
“espontáneamente” en un infame mitin de repudio? Esa es la moral
socialista. Así actúan los hombres nuevos.
Nunca sancionados, los
bestias al servicio de los intereses más bajos de la tiranía son los
“duros” que defienden al “pueblo” frente al enemigo. No reciben
demasiados estímulos, porque no son parte de la camarilla en el poder;
tal vez una vaga promesa de resolverles en algún momento un problemita
material, lo que nunca ocurrirá, naturalmente. Sin embargo, en su
oprobio compartido, se conformarán con recibir de algún seguroso de
tercera categoría una palmadita en la espalda, o una cajita con un poco
de congrí frío y pescado al horno para “ir tirando” mientras gritan e
insultan durante horas a sus semejantes, sin saber ni a quién gritan ni
por qué: simplemente porque se les ordenó.
Cada dictadura tiene
los esbirros que merece. El totalitarismo cubano corriente no cambiará y
continuará dando palizas y abusando de los cubanos.
Hasta el día en que a los esbirros y los dictadores les llegue la justicia que se merecen.
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