León Padrón Azcuy |
LA HABANA, Cuba, enero, www.cubanet.org
-Una prueba del desinterés del gobierno cubano hacia su pueblo lo
constituye el barrio La Timba, en El Vedado, muy cerca a la Plaza de
la Revolución, centro del poder comunista. La Timba sufre una terrible
marginalidad, incluso por encima de otros barrios de La Habana.
Las ventajas que debiera suponer para una comunidad colindar con el
Consejo de Estado y con la avenida Paseo, -vía expedita para el
traslado de los jefes de la revolución-, no existen para La Timba.
Irónicamente, la pobreza que encierra en sus entrañas es tapiada con
planchas de zinc durante las realizaciones de actos conmemorativos y
desfiles, a fin de esconderlos de las cámaras.
Los vecinos de allí se quejan de que nada se ha hecho en favor de
esta comunidad. Al contrario, varios centros que en el pasado
desempeñaban funciones sociales importantes, han sido escindidos al
convertirlos en albergues para damnificados, pero no para los propios
residentes del barrio, donde muchas casas se caen a pedazos por la falta
de materiales y recursos.
Ahí están, convertidos en refugios, la otrora posada (casa de citas)
de las calles 2 y 31, y la Casa de la Cultura de 37 y Paseo, donde
viven hoy más de treinta familias que desde hace años esperan por un
hogar. La posada, desde hace tiempo dejó de ser una alternativa para las
necesidades sexuales de parejas sin hogar, y el otro lugar, entre otras
cosas, vio truncas las clases de danza, ensayo de comparsas, y juegos
de mesa (dominó) para personas de la tercera edad. Ni qué decir del
proyecto socio-cultural contra el alcoholismo que allí tuvo lugar en su
día.
Un nativo del barrio que vive desde hace mucho tiempo en uno de estos
albergues, porque su casa se derrumbó, y que prefirió el anonimato para
este reportaje, dijo:
-Más allá de promesas que terminaron en alguna pintura para
enmascarar, jamás las autoridades de este Municipio se han preocupado en
lo más mínimo por el deterioro de este barrio y mucho menos por la
prosperidad de la gente. Mis abuelos y mis padres vivieron aquí antes de
1959; eran trabajadores, no ricos, pero no vivieron un infortunio tan
grande como el que padecemos ahora.
En los últimos años, en este barrio se han incrementado las
construcciones de solares, utilizando los más increíbles materiales que
la pobreza obliga, sin que las autoridades brinden algún apoyo. Solo los
militares han sido beneficiados con la construcción de, al menos, dos
edificios en esta zona: Uno en la esquina de 6 y 39, cercano al
Consejo de Estado, compuesto por 32 apartamentos, pero solo doce
asignados a pobladores de La timba, a los que se les había derrumbado
el solar. Los otros veinte, cedidos a oficiales de la policía.
La otra edificación de cinco plantas fue construida en la esquina de
35 y 4, entregada íntegramente a militares de la Dirección de
Cárceles y Prisiones del Ministerio del Interior.
Si algún barrio de la capital cubana tiene razones suficientes para
no agradecer nada al poder revolucionario, es La Timba. 55 años después
de aquella “nacionalización” que se apoderó de todas las bellas
edificaciones que rodean el centro de poder de Cuba, La Timba se erige
hoy como testigo de la infertilidad del régimen comunista, que nunca ha
mirado hacia allí a pesar de tenerlo tan cerca.
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