Augusto Cesar San Martin
LA HABANA, Cuba. – Alejandro Torrado Clemente tiene ahora 18 años.
Pudo ser un adolescente normal pero la demora de 9 días de la cesaría
programada, cambio su vida. El feto se defecó en el vientre materno y
broncoaspiró el líquido amniótico. Al nacer convulsionó durante cuatro
días, soportó edemas cerebrales moderados y distres respiratorio.
El retraso del nacimiento fue justificado por la dirección del
hospital materno América Arias (maternidad de Línea) por la rotura de
las calderas del centro. La negligencia médica no otro responsable. La
madre, Belkis Clavel González de 47 años, es enfermera pediatra,
profesión que la ayuda a superar los obstáculos para mantener vivo a su
hijo.
¨La responsabilidad ha sido solo mía con mi hijo en estos 18 años¨,
declaro a Cubanet. El diagnostico de Alejandro es de Paralasis Cerebral
Isquémica (PCI), padecimiento que lo convirtió en postrado crónico.
Poca ayuda del estado
La ayuda que Belkis recibe de la asistencia social del gobierno la
mantiene en el desamparo. Una libra de pollo a la que se suma media en
meses alternos y una bolsa de leche en polvo. Ella no calificó como
¨madre cuidadora¨ por su desvinculación laboral en el momento del
embarazo. Alejandro recibe una pensión de 235 pesos. ¨Lo que me dan se
me va en viandas y vegetales¨, señala Belkis.
La leche le provoca Alejandro problemas respiratorios, Belkis debe
comprar en días alternos una bolsa de yogurt en 6 pesos. La abuela, Olga
Clavel de 68 años, se retiró para ayudar mejor en la casa.¨Me jubile y
tengo que seguir trabajando para mantenerlos¨, señala la anciana.
Belkis intento solicitar una licencia de cuentapropista pero le
advirtieron que perdería la pensión otorgada a su hijo. Alejandro lleva
cinco años con una traqueotomía quirúrgica debido a complicaciones
respiratorias. Desde finales del 2013 el mayor temor de Belkis se hizo
realidad. La aspiradora de succión que llevaba un año con el pedal de
calamina partido, enmendado con bolsas de nailon, dejo de funcionar. La
madre y la abuela aspiraron al enfermo con la boca hasta que el pasado
día 13 emplazó a los funcionarios de EMSUME (Empresa Nacional de
Suministros Médicos). El mismo día fue sustituido el equipo.
Hasta entonces ENSUME manifestaba a la administración de la
Policlínica local, encargados de proveer al enfermo los materiales
médicos, la carencia del equipo. Desde octubre del pasado año, Belkis no
recibe las 60 sondas y 4 cánulas que necesita Alejandro en el mes. En
septiembre del mismo año la trabajadora social le entrego el último
paquete de culeros desechables.
Falta de suministros
La doctora Sarinma, directora de la Policlínica Reina, declaro a
Cubanet que existen dificultades con la numeración de cánulas indicadas
al enfermo. Alego que el suministro de sondas había presentado problemas
pero se espera la normalización este año.
Sin embargo confirmó que el pedido de estos materiales a ENSUME
esperado los primeros días de enero, no había llegado. Explicó también
que el suministro de culeros desechables es limitado en correspondencia
con los demandantes que incluyen los ancianos de la localidad.
Agrego que una de las soluciones a la falta de estos suministros es
mediante convenios con los hospitales pediátricos. Belkis también
realiza convenios extraoficiales en los hospitales pediátricos de La
Habana para resolver las cánulas y las sondas de aspiración para su
hijo. ¨Tengo que estar de hospital en hospital pidiendo favores cuando
me lo deben mandar por el Policlínico¨, plantea.
El derrumbe
En noviembre el derrumbe del edificio colindante en la calle
Campanario, Centro Habana, afectó el techo de la casa de Belkis. Ella
tuvo que ubicar a su hijo en una posición de la casa donde no se filtra
cuando llueve. El mismo día del derrumbe funcionarios del
gubernamentales aseguraron que enviarían una ambulancia para
trasladarlos a un hospital materno.
¨Confié en la palabra del presidente del Consejo pero nadie ha venido
a preocuparse. Todavía estoy esperando la ambulancia¨, manifiesta. Las
ruinas del inmueble comenzaron a ser demolidas por una grúa pero al
segundo día se rompió.¨Todavía quedan tres pisos por caerse pegados a la
pared de mi casa… Todos pueden correr pero yo tengo que cargar a mi
hijo y buscar una persona para ayudarme con la aspiradora¨, señala.
La abuela de Alejandro entregó a la Dirección Municipal de Vivienda
(DMV) la documentación que la acreditaba como usufructuaria para
solicitar un subsidio que le permitiera reparar la casa. Después de un
año de infructuosas gestiones, otra gota de insensibilidad cae sobre la
familia. La documentación se perdió en la burocracia de la DMV.
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