jueves, enero 23, 2014

Cuba: “Borracho es como puedo resistir los problemas”

LA HABANA, Cuba – En Cuba, cada año cientos de personas mueren debido al alcoholismo. Un estudio sobre el tema del alcoholismo en las Américas publicado recientemente, en la revista Addiction, asevera que los índices de mortalidad afectan mayormente a  los cubanos comprendidos entre los 50 y 69 años de edad.
La información, avalada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), es de gran utilidad para acercarse a un fenómeno que se manifiesta en todos los estratos sociales. El asunto pudiera ser más dramático que lo que expone el estudio, y afectar también a la juventud. Es harto conocido que el consumo de alcohol entre los jóvenes es una práctica en ascenso.
Un periplo por cualquier zona de capital, sobre todo en los barrios periféricos, es suficiente para sentirse desalentado en cuanto a la solución del problema.
Además de que las dósis de alcohol que se consumen son cada vez más elevadas, hay que destacar la baja calidad del producto. Existen múltiples fábricas clandestinas donde se producen bebidas alcohólicas adulteradas. Cualquier bebida que salga de los artilugios llenos de mugre y óxido se vende como pan caliente.
Buena parte del mercado se abastece de esas producciones. Incluso, las tiendas dolarizadas se aprovechan del suministro ilegal de rones y licores, elaborados con la materia prima robada en las instalaciones del estado.
Además de las muertes fulminantes que se han producido, los adictos que consumen estos productos de baja calidad pueden sufrir daños neurológicos y en el sistema digestivo a largo plazo. Los programas de ayuda carecen de sistematicidad y solo alcancen a una ínfima parte de los afectados.
La proliferación de focos de indigencia, el aumento en espiral de las infracciones de tránsito y la estandarización de hechos de violencia asociados al alcoholismo son los efectos, a todas luces irreversibles, de un proceso de descomposición política, social y económica.
Mujer en estado con botella de ron
“Borracho es como único puedo resistir los problemas”, me dijo Roberto, un hombre de unos 60 años, poco antes de empinarse un pomo de plástico lleno de ron barato en las inmediaciones de un parque donde se reúne con otros alcohólicos.
La falta de vivienda, de un empleo justamente remunerado y la ausencia de perspectivas en el futuro, son algunas de las causas de su problema para la mayoría de los cubanos que no pueden vivir sin el alcohol.
“Tengo trabajo, ¿y qué?  .El salario no me alcanza. Para colmo vivo en una casa que está a punto de caerse con nueve personas más y sin esperanzas de nada”, refirió una mujer llamada Marlén, que realiza labores de limpieza en una empresa del Ministerio de Transporte.
“Con el alcohol alivio un poco la carga. Bebo todos los días. No puedo dormir sin darme un trago. Mi vida es un callejón sin salida”, agregó.
Según el informe, Cuba aparece junto a Argentina, Canadá, Costa Rica Paraguay y Estados Unidos entre los países con mayor índice de adicción entre los rangos de edades citados al comienzo del artículo.
Ese dato nunca aparecerá en la prensa oficial. Mucho menos la cantidad de muertes relacionadas con el alcoholismo,  los confinados a los manicomios y los que vagan por las calles como zombis.

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