viernes, diciembre 13, 2013

Rigondeaux, lo mismo que Luis Manuel

FleaBOXING
andyp24
Por Andrés Pascual
El cubano Guillermo Rigondeaux acusa el mismo problema que su compatriota Luis Manuel Rodríguez durante por lo menos los primeros 4 años de su gloriosa carrera, consistente en que podía escurrirse, evitar el castigo contrario, pero sin llenar las expectativas de un público acostumbrado a aplaudir al coliflorista que se cayera a golpes con otro sin el mínimo asomo de cuidado por nada ni por nadie.

De hecho, fue creencia común en Cuba que el estilista “no pegaba”, desmentido por su récord final que contempla más de 45 nocaos propinados.

Al revés de Benny Paret, figura presente en todos los programas de interés de “costa a costa” desde el Garden porque “tiraba mucho” sin tomar la mínima precaución ante los golpes contrarios, el camagueyano, un cirujano del ring, necesitó hacerle ajustes a su estilo, dejando virtualmente fuera de su manual la pelea desde afuera, en la que era un maestro por el uso del jab, pero con tendencia a generar la crítica porque "aburría" al respetable que asistía a la velada en varios lugares del Este Americano.

Incluso Luis Manuel debió ser el retador del campéon welter Don Jordan en 1960 por haber ocupado durante más de un año el número 1 en el escalafón, sin embargo, se decidieron por Paret, no solo porque tenía detrás figuras capaces de mover cielo y tierra como Teddy Brenner, entonces matchmaker del MSQ; sino porque, posiblemente, al villareño, boxeador de media e infight capaz de convertir en arena romana cualquier escenario por la cantidad más que generosa de sangre que producían sus peleas de constantes intercambios, deben haberlo considerado capaz de rehacer el interés por un pleito de bajo costo y menos entusiasmo en la más difícil división del boxeo.

Una pelea con Jordan como campéon welter de la época, gladiador abrumado por mil problemas ajenos al ring, era un total fracaso de taquilla; entonces escogieron a Paret, que había perdido dos veces contra Luis Manuel, pero que, desde la posición 9, escaló hasta ganarle a Scott, segundo en el ranking, para optar por la faja de las 147 ½, porque "le gustaba al público de la televisión Americana", porque tiraba mucho y nunca rehuía el combate.

En pocas palabras, durante aquellos años, la víctima fatal de Griffith era la taquilla porque satisfacía el ansia eterna del fanático boxístico como no podía Luis Manuel, un virtuoso de Fistiana al que acusaban de monótono y cansón en Nueva York, al extremo de provocar el peligroso bostezo en el público, porque la larga distancia, a pesar del jab increíble, no tiene mucho futuro en el boxeo, a fin de cuentas, un negocio de dinero, no de medallas olímpícas.

Ese es el síndrome que ronda a Rigondeaux, como su compatriota ex campeón mundial Luis Manuel Rodríguez, son virtuosos, capaces de moverse como esgrimistas, pero no hacen taquilla porque no están dispuestos a convertir el ring en una arena romana de nueva edición.

Luis Manuel logró hacer ajustes en su estilo y se especializó en la media, donde podía moverse con autoridad, porque tuvo uno de los sidesteps más gráciles y precisos de la historia del boxeo, entonces logró mejores peleas, mejores bolsas y un disparo por la faja welter que ganó y otro por la mediana que perdió con Benvenutti. Aun así, el camagueyano “nunca compartió la pelea adentro con nadie”, porque acusaba debilidad ante los golpes al plexo.

Yo no sé si en el buró de los apoderados del cubano hay alguna gaveta con la posibilidad de trabajo en otras distancias, sin embargo, repito, si bien Luis Manuel hizo ajustes con éxito, a Rigondeaux pudiera complicársele el arreglo del estilo a otra tónica más acorde con el gusto fanático, porque, posiblemente, nunca haya boxeado un minuto ni en media ni en infight; es decir, que la técnica defensiva de esas distancias, las más peligrosas y más atractivas del pugilato, no cuentan en su arsenal, entonces tendrá que continuar desilusionando a quienes le exigen un par de rounds de intercambio de vez en cuando para reconocer su clase.

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