Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
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"¿Saludar, pedir, sonreír, dar nuestra mano, ver a la caterva que florece sobre nuestra angustia, como las mariposas negras y amarillas que nacen del estiércol de los caminos? Otros podrán, nosotros no podemos".
José Martí
sobre los viajes a Cuba, el 10 de Octubre de 1887.
Hay verdades que resulta doloroso decirlas pero, para quienes no aspiramos a mayor satisfacción que el respeto a nosotros mismos, resulta mucho más doloroso callarlas y hacernos cómplices de la mentira. En el caso de nosotros los cubanos, la mentira es que la mayoría de nuestro pueblo ha librado y libra una batalla desigual contra la tiranía. La verdad es que, desde sus inicios, esa lucha ha estado limitada a una minoría que, con el transcurso de los años, se ha convertido en cada día más exigua.
Esa minoría de patriotas de antes y de ahora, en Cuba y en el exilio, se enfrentó y se enfrenta no solamente al formidable aparato represivo de la tiranía sino a la indiferencia de quienes han antepuesto sus intereses a los de su pueblo y puesto el amor a sí mismos por encima del amor a su patria. La secuela de un pueblo que primero se rindió a ciegas ante el hechizo de un diletante diabólico y después ha acatado por más de medio siglo con esporádicas y mínimas muestras de rebeldía las órdenes y maltratos de una manada de lobos.
¿Qué me ha impelido a incurrir en la temeridad de entrar en este campo minado de las pasiones de mis compatriotas en todo lo que tenga que ver con nuestra gran tragedia nacional? Respuesta: la histeria desatada entre los cubanos en el exterior que planeaban viajar a Cuba en las navidades por la decisión del consulado del régimen comunista en Washington de suspender los trámites sobre los documentos que deberían obtener para realizar dicho viaje.
Para mucha de esta gente, la "pachanga" navideña en la Cuba Comunista de los Castro es más importante que la restauración de un sistema de democracia y libertad para su patria. Se aprovecharon de los privilegios de La Ley de Ajuste Cubano y del Decreto de "Pies Secos, Pies Mojados" para instalarse en los Estados Unidos, medrar en el sistema capitalista que les enseñaron a odiar, regresar haciendo ostentación y alarde ante los míseros familiares que dejaron atrás y financiar a la misma tiranía de la que escaparon argumentando persecución. ¡Qué dolor tan intenso es contemplar la ruina moral del pueblo al que pertenezco, que amo con todas las fibras de mi corazón y al que, a pesar de sus defectos y de mis recriminaciones, serviré hasta el último aliento de mi vida!
Si se le pregunta a algunos de estos viajeros, aquellos a quienes les queda alguna dosis de pudor dirán que viajan por razones familiares o humanitarias. Según ellos, van a llevar medicinas a enfermos, a enterrar a un familiar fallecido o visitar a la madre, la esposa o los hijos que dejaron atrás. Argumentos tan cargados de emociones intensas que muy pocos se arriesgarían a refutar. Yo, sin embargo, se los refuto diciéndoles que quienes llegamos en los primeros 20 años de este exilio somos tan buenos padres, hijos y esposos como ellos y nunca tuvimos el privilegio de regresar para enterrar a un familiar fallecido. El ejemplo más divulgado, aunque definitivamente no el único, fue el de una Celia Cruz a quien los tiranos le negaron el permiso para asistir al sepelio de su señora madre.
Otros, me aventuro a decir que la mayoría, no tendrán el menor reparo en admitir que van en son de fiesta. Son el producto tóxico de medio siglo de opresión, terror, maltrato, miseria e hipocresía. Podría describirlos con muchos otros calificativos pero no quiero cansar al lector. Si es oportuno destacar que este daño a la psiquis del cubano será el legado más trágico que dejarán los tiranos en su paso por nuestra patria. Quienes hemos sido sus víctimas tenemos la obligación de contar la trágica historia en todos sus pormenores para inocular contra este daño a las generaciones que nos seguirán y tendrán la tarea de echar las bases de una Cuba libre, democrática y soberana.
Por otra parte, si lo analizamos en términos cuantitativos, el régimen comunista cubano no sería capaz de sobrevivir siquiera un año sin las divisas proporcionadas por la comunidad cubana en el exterior. (Fíjense que no digo el exilio cubano porque los verdaderos exiliados no financiamos tiranos). Aunque las cifras pueden variar según las fuentes, se calcula que por lo menos 260,000 cubanos viajaron a la Isla como turistas en el 2012, los cuales proporcionaron ingresos superiores a los 2,600 millones de dólares a las arcas de la tiranía.
Pero ahí no termina la historia. Existen otros dos reglones que constituyen una fuente de ingreso limpio a los tiranos porque no tienen que invertir un solo centavo para generarlos. Se trata de las remesas y de las llamadas telefónicas. Según reputados analistas económicos de la realidad cubana, si se suman las remesas, las llamadas telefónicas y las visitas de turistas cubanos, el régimen recibe más de 5,000 millones (5,000 millones) de dólares anuales en moneda dura. Estos tres renglones sumados superan con creces a la ayuda petrolera venezolana y a cualquiera de las distintas exportaciones de Cuba. Las víctimas nos hemos convertido en los banqueros de nuestros victimarios. Me cuesta trabajo encontrar una ignominia mayor en la historia de Cuba.
No puedo, sin embargo, terminar este trabajo sin recordar una frase de Montesquieu que he citado en ocasiones anteriores: :"Es más difícil sacar un pueblo de la servidumbre, que subyugar uno libre". Esa es la única explicación que puedo encontrar a la pasividad ovejuna de los cubanos ante el horror desatado sobre nosotros por los diablos de Birán. Pero, a diferencia de quienes se rinden, los cubanos que, aunque golpeados por los años, atormentados por los dolores y martirizados por las decepciones, mantenemos la esperanza de ver una Cuba libre debemos encontrar en esta cita un poderoso estímulo para continuar la lucha.
Esos que por desidia o por ignorancia contribuyen a la prolongación de esta pesadilla no pueden desanimarnos en nuestra lucha por la libertad de nuestra patria. Los regalos materiales no pueden competir con los beneficios de la libertad a la hora de hacer ciudadanos dignos y pueblos felices. Ese es el mejor regalo que podemos hacer al pueblo de Cuba y sólo se hará realidad cuando los propios cubanos decidamos dejar de ser esclavos y dejemos de financiar a los tiranos que nos oprimen.
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