Por David Adams
Miami/La Habana (Reuters) – Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos experimentaron una sorpresiva mejoría en los últimos meses, situación que generó expectativas de eventuales acuerdos que deriven en un mayor acercamiento entre ambos países tras más de 50 años de hostilidades.
Funcionarios estadounidenses y cubanos superaron una serie de incidentes potencialmente conflictivos durante este verano boreal, con demostraciones mutuas de pragmatismo raramente vistas desde la revolución socialista de 1959 que llevó al poder al ex presidente Fidel Castro.
El mandatario estadounidense, Barack Obama, pareció reconocer esto públicamente el 8 de noviembre, cuando en un evento de recaudación de fondos de campaña en Miami dijo que puede ser el momento para que Estados Unidos revise su política hacia Cuba.
“Tenemos que ser creativos y tenemos que ser más cuidadosos, y tenemos que seguir actualizando nuestras políticas”, sostuvo.
La retórica hostil ha caracterizado a las relaciones entre los dos países, separados apenas por unos 140 kilómetros por mar. Sin embargo, ahora funcionarios cubanos y estadounidenses expresan en privado su reconocimiento del manejo que han hecho cada uno de los incidentes.
Estos eventos incluyen la decisión de Cuba de no dar refugio al prófugo y ex empleado de la Agencia Nacional de Seguridad Edward Snowden, buscado por Washington por supuesto espionaje; así como el hábil manejo diplomático que hizo Washington con un barco de Corea del Norte detenido en Panamá que portaba armas cubanas, en una posible violación a sanciones de la ONU.
“Creo que hay una voluntad de ambas partes de participar de una manera más pragmática, pero no estamos en el umbral de grandes cambios políticos”, dijo un funcionario estadounidense vinculado a las discusiones sobre política hacia Cuba.
“No somos tan optimistas como los cubanos, pero hay interés en que las cosas avancen”, agregó.
Cuba no ha respondido oficialmente al discurso de Obama, pero optó por no criticarlo luego de que llamara campeones de la democracia a dos disidentes cubanos que asistieron a la recaudación de fondos.
Tampoco reaccionaron a la celebración del evento en la casa del presidente de la Fundación Nacional Cubano Americana, un antiguo enemigo del Gobierno de Castro. En el pasado, las autoridades cubanas criticaban públicamente a ex presidentes estadounidenses en circunstancias similares.
“Para Obama decir eso en Miami no es fácil. Eso no pasó desapercibido aquí”, dijo en La Habana Carlos Alzugaray, un diplomático cubano retirado y ex embajador de la Unión Europea. “Todavía existe una gran falta de confianza entre las dos partes, pero pienso que ambas partes quieren hacer algo”, agregó.
DIPLOMACIA
Pese a la ausencia de relaciones diplomáticas formales entre Cuba y Estados Unidos, funcionarios de ambos países tienen contacto “cuando es de nuestro interés hacerlo”, dijo a Reuters un funcionario de alto rango del Gobierno de Washington.
Funcionarios estadounidenses se reunieron con un diplomático cubano en Washington para solicitarle a La Habana que negara la entrada a Snowden, dijeron a Reuters autoridades en Estados Unidos. Cuba no ofreció garantías pero, a diferencia de algunos de sus aliados en América Latina, decidió no extender la mano a Snowden.
“Hay una gran simpatía por la causa de Snowden aquí, pero no le convenía a Cuba involucrarse”, dijo Alzugaray.
En julio, cuando el Gobierno de Obama detectó un buque de Corea del Norte con un cargamento oculto de armamento cubano, que incluía aviones de combate MiG-21 y motores de jet 15 MiG que salieron de un puerto de Cuba, funcionarios estadounidenses dijeron que decidieron no intervenir directamente para evitar un incidente bilateral de alto perfil.
En su lugar, avisaron a las autoridades panameñas, que registraron la nave y encontraron las armas, permitiendo que el caso fuera manejado más discretamente de forma multilateral por el Consejo de Seguridad de la ONU, que está investigando si el envío violó la prohibición contra las transferencias de armas a Corea del Norte.
Cuba sostiene que las viejas armas de origen soviético fueron enviadas para ser reparadas y para luego ser devueltas a la isla. Desde entonces las autoridades han mantenido silencio, no han planteado objeciones al modo en que está siendo manejado el asunto y han cooperado con los inspectores de armas de la ONU que visitaron Cuba el mes pasado.
“Ambas partes, Cuba y Estados Unidos, están actuando con mucha cautela”, dijo Alzugaray.
El presidente Raúl Castro, que reemplazó a su convaleciente hermano Fidel en el 2008, se ha ganado la reputación de político pragmático. Su actitud hacia Estados Unidos también puede ser una protección contra la incertidumbre política en Venezuela, la potencia petrolera que ha sido la aliada y socia más firme de la isla en los últimos años.
Funcionarios estadounidenses están siguiendo de cerca la forma en que Cuba implementa una serie de reformas dirigidas al libre mercado en la economía de estilo soviético.
La Habana no muestra signos de cambiar su sistema político de partido único, con el Gobierno comunista al frente, aunque ha relajado las restricciones de viaje, permitiendo a los disidentes realizar viajes al extranjero.
“Debido a las reformas económicas en curso en Cuba, se están dando las condiciones para una relación más normalizada con Estados Unidos”, dijo Richard Feinberg, miembro de Brookings Institution de Washington.
POTENCIALES OBJECIONES DEL CONGRESO
Es probable que los intentos de Obama de descongelar las relaciones con Cuba enfrenten oposición en el Congreso, en un momento en que ya es objeto de críticas por tratar de llegar a un acuerdo con Irán sobre sus ambiciones nucleares.
Dos poderosos senadores de origen cubano, el demócrata de Nueva Jersey Robert Menéndez y el republicano de Florida Marco Rubio, mantienen una línea dura respecto al tema cubano.
“El Gobierno está dispuesto a ignorar todos los signos evidentes de continuidad e incluso de la creciente represión porque está demasiado ansioso por mejorar las relaciones entre nuestros países”, dijo a Reuters la congresista Ileana Ros-Lehtinen, una republicana estadounidense de origen cubano en Miami.
El Gobierno de Obama tiene las manos atadas por el embargo económico de Estados Unidos contra Cuba, basado en un decreto del Poder Ejecutivo publicado por primera vez por el presidente John F. Kennedy y reforzado por el Congreso en la década de 1990.
El destino del contratista estadounidense Alan Gross, condenado a 15 años de cárcel en Cuba por su papel en la creación de una red ilegal de Internet fuera del control estatal, también provocó un impasse diplomático; así como la condena de cuatro agentes de la inteligencia cubana presos en Estados Unidos por espionaje.
Funcionarios estadounidenses dicen que el caso de Gross sigue siendo “un serio impedimento” para mejorar las relaciones, pero su detención no ha impedido los contactos oficiales con Cuba.
“Él es un prisionero estadounidense, y debemos hacer todo lo posible para conseguir su liberación, pero no debemos dejar que guíe la política exterior de Estados Unidos”, dijo el congresista Joe García, un demócrata cubano-estadounidense de Miami.
Los funcionarios estadounidenses también son optimistas sobre el papel de Cuba como sede de las negociaciones de paz entre los guerrilleros izquierdistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno de Colombia.
El Secretario de Estado estadounidense, John Kerry, también agradeció a Cuba por su ayuda el mes pasado al brindar seguridad en torno a la liberación de un veterano del Ejército de Estados Unidos en poder de las FARC en Colombia.
Uno de los signos del acercamiento podría ser la eliminación de Cuba de la lista del Gobierno de Obama de países patrocinadores del terrorismo, lo que podría facilitar a la isla hacer más transacciones financieras con ciudadanos estadounidenses.
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