Mientras la Venezuela chavista y post-chavista han garantizado todos estos años la supervivencia económica del régimen de La Habana, y chinos, vietnamitas y rusos, entre otros antiguos camaradas, contribuyen al funcionamiento, aunque sea limitado, de la economía del país, sin dudas han sido los gobernantes brasileños los que han mostrado una visión a más largo plazo en las relaciones con el régimen, primero con Punto Cero y posteriormente con La Rinconada.
Y aunque diferentes personas, entre las que hay que mencionar a destacados periodistas, están muy al día en estos temas y se interesan en descifrarlos continuamente, diferentes órganos de prensa, organizaciones, grupos políticos, personalidades, supuestos expertos, e instituciones académicas, no pueden decir lo mismo.
El periódico en español de más circulación en el sur de La Florida destacaba en sus titulares de estos días, en la sección sobre Cuba, la participación que tendrían varios cubanos que no residen en Cuba en un festival de jazz latino en París, el talento y versatilidad de una artista que interpreta diversos personajes en una presentación en un centro de arte en Miami, o el próximo combate de un boxeador cubano que reside en Estados Unidos. O reflejaba mansamente las continuas denuncias del régimen sobre los daños que hace a Cuba “el bloqueo”, cantaleta que se repite cada año en estas fechas, semanas antes de la votación anual en Naciones Unidas de una reunión condenando ese “bloqueo” y pidiendo su levantamiento. O la participación de dos millones de cubanos en las asambleas para discutir el nuevo Código del Trabajo, como si eso sirviera para algo.
Nadie, sin embargo, parece dar demasiada importancia a la noticia de que las armas encontradas en el buque norcoreano capturado en Panamá serían cualquier cosa menos obsoletas, ya que los dos aviones MIG estaban en perfectas condiciones opereacionales, y los motores de avión encontrados eran completamente nuevos, por lo que no tiene sentido plantear que se enviaban a Corea del Norte para ser reparados.
Mientras esto ocurría, un exitoso empresario de Miami, muy conocido en el sector de ventas de automóviles -donde sin dudas ha triunfado ampliamente- decía en televisión que los cubanos en Cuba no tenían derecho a recibir títulos de propiedad de autos y viviendas. Obviamente, este exitoso empresario, concentrado en sus actividades de negocios, no parecía informado de los cambios en estos aspectos en la legislación cubana últimamente, y sobre todo de las autorizaciones para la compraventa de automóviles y viviendas, que entraron en vigor hace ya un tiempo.
Así que, si en eso se concentran medios de prensa que supuestamente deberían mostrar una aguda especialización y conocimiento de la temática cubana, no es de extrañar que no se interesen demasiado ni entiendan la importancia estratégica del puerto de El Mariel en los proyectos del post-castrismo, y la visión a largo plazo con que los gobiernos de Brasil, primero con el presidente Luiz Inacio (Lula) da Silva (2003-2010) y después con Dilma Rousseff (desde el 2011 a la fecha), ha planeado y diseñado su entrada y permanencia prolongada en el escenario cubano.
Algo que demuestra que no todos han comprendido la trascendental importancia del proyecto del Mariel, y el permanente despiste sobre muchos temas de la realidad cubana, es que hace pocos días cierta prensa informaba que antes de fin de año se inaugurarían los primeros “700 pies” de muelles en esa instalación portuaria al oeste de La Habana. Craso error: en “pies” se mide en Estados Unidos y otros pocos países; en el resto del mundo se utiliza el sistema internacional de unidades, donde la longitud se mide en metros y sus múltiplos, de manera que lo que será inaugurado próximamente en Mariel serán “700 metros” de muelles, que representan 2,296 pies, es decir, más del triple de los 700 pies mal mencionados por esa mala prensa.
Sobre el tema del megaproyecto de El Mariel se ha hablado en anteriores ocasiones en Cubanálisis, y no será asunto de repetir ahora. No debe olvidarse, sin embargo, que antes de llegar a los niveles actuales de compromiso del gobierno brasileño con la dictadura cubana, ya se venían produciendo acercamientos exploratorios cada vez más cercanos y complejos entre los dos gobiernos, entre los que cabe destacar los relativos a los temas de la biotecnología y medicamentos, incluidas vacunas, que La Habana vendía gustosamente al gigante suramericano.
La estrategia brasileña en Cuba
Brasil, por su parte, en su camino hacia sentirse y actuar como potencia mundial, siendo ya en estos momentos la séptima o la octava economía mundial -en dependencia de cómo se mida- no veía a Cuba solamente como un mercado potencial relativamente pequeño (la ciudad de Sao Paulo tiene casi el doble de habitantes que toda la Isla de Cuba, y muchas veces más su poder adquisitivo), sino como algo mucho más trascendente.
El ministro brasileño de Desarrollo, Industria y Comercio declaró recientemente en la Cámara baja del parlamento de su país que Cuba estaba en una fase de transición hacia una economía de mercado y que, cuando eso ocurriera, Brasil podría beneficiarse por el apoyo que está ofreciéndole a la isla. “Podemos ser francos. Cuba está en un momento de transición y se está preparando para convertirse en una economía de mercado. Aún no lo es pero está llegando a eso”.
Uno de los primeros acercamientos importantes del gobierno brasileño con la dictadura cubana posibilitaba la participación de PETROBRAS en la exploración y producción de petróleo y gas en la zona económica exclusiva de Cuba en el Golfo de México, lo que posteriormente no fructificaría dadas las dificultades para la prospección y extracción petrolera en aguas profundas cubanas. También en ese sector se acordó un estudio conjunto por parte de la cubana CUPET y PETROBRAS para la creación de una empresa mixta para producción y comercialización de aceites y grasas lubricantes en Cuba.
En la misma sesión de conversaciones y convenios de los acuerdos relativos al petróleo y lubricantes, hubo convenios de cooperación técnica y tecnológica entre ambos países, donde Brasil implementaría un proyecto de Fortalecimiento institucional del Centro para el Control Estatal de Sanidad y Medicamentos y la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria. También se acordó implementar un proyecto de Fortalecimiento institucional de las oficinas internacionales del Ministerio de Salud Pública de Cuba, y del Ministerio de la Salud de Brasil. Y finalmente, otro convenio sobre implementación del proyecto de Soporte técnico y extensión institucional del Sistema de Información de Aguas Subterráneas de Cuba.
En esas sesiones se declaraba la aprobación por el Comité brasileño de Financiamiento y Garantía de las Exportaciones (COFIG) de varios créditos para financiamiento de compra de alimentos, ampliación y modernización de la planta de níquel Ernesto Che Guevara, y equipamientos para el área de la piscicultura en Cuba.
Asimismo, en esas reuniones se señaló la voluntad de COFIG de analizar el otorgamiento de nuevos financiamientos destinados a proyectos de hotelería, farmacia, biotecnología, infraestructura vial, industria azucarera y transporte.
En las miras brasileñas a largo plazo, Cuba volvía a ser esa “llave del Golfo”, como se le conoció en un tiempo, capaz de abrir la entrada a Estados Unidos desde condiciones geográficas muy ventajosas, y si Brasil garantizaba una sólida y profunda presencia en la Isla estaría en condiciones envidiables para desarrollar sus relaciones comerciales con el gigante del Norte.
Naturalmente, para el éxito de este proyecto resulta fundamental la normalización de relaciones entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, y en ese tema Brasil también tiene las miras enfocadas hacia el largo plazo. Que no sea sensato considerar que eso pueda lograrse con Fidel Castro en vida, no es impedimento para apostar fuertemente en ese sentido. Cuando una persona tiene 87 años de edad y padece una grave enfermedad, puede considerarse realistamente que su presencia en esta tierra no debería prolongarse demasiado, y al menos en los aspectos formales ya los brasileños han vislumbrado un relevo generacional en Cuba después de Raúl Castro.
Una estrecha relación económica y comercial entre los colosos del Norte y del Sur -vía Cuba- haría parecer secundaria cualquier otra relación de Estados Unidos con América Latina, aun considerando las relaciones con México con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), o la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile como los mayores socios) que comienza a desarrollarse ahora, agrupaciones ambas en las que, obviamente, no participa Brasil por razones específicamente geográficas.
Con las vacunas y los medicamentos cubanos que se vendieron a Brasil en las primeras operaciones comerciales que comenzaron a llevarse a cabo hace años hubo problemas, y los resultados y calidad resultaron lejanos a lo que se esperaba y se había anunciado, pero el gobierno brasileño no enfocó el asunto en términos estrictamente comerciales o económicos, sino geopolíticos y estratégicos, por lo cual esos fracasos de los productos cubanos no desembocaron en crisis comerciales insuperables.
Y mientras tanto, el gobierno cubano adquiría en Brasil, gracias a los generosos créditos ya mencionados, otorgados por Brasilia, productos alimenticios, de industria ligera, y maquinaria agrícola, con lo cual los empresarios brasileños se mantenían contentos y no rechazaban el comercio con la Isla a pesar de las decepciones con algunos productos cubanos. Al fin y al cabo, era el gobierno brasileño quien cargaba con las pérdidas y los desengaños, no los productores ni los comerciantes.
Brasil ha llegado hace años a ser el segundo socio comercial del gobierno cubano en toda América Latina, solamente superado por Venezuela, como es lógico. El intercambio comercial entre ambas naciones ha crecido continuamente, y ya en el 2011 (primer año de Dilma Rousseff) alcanzaba los 642 millones de dólares, un crecimiento del 31% comparado con el 2010 (último año de Lula da Silva), aunque el balance era sumamente favorable a Brasil, que alcanzó excedentes de 458 millones.
Soya, maíz, azúcar y derivados, y gestión empresarial
Brasil exporta a Cuba en la actualidad aceite de soya, maíz, pollo, arroz, carne y café, y considera tener buenas oportunidades de mercado en los sectores de la carne de res y cerdo, productos de confitería, lácteos, pastas, calzado, muebles, maquinaria, tractores, generadores eléctricos e instrumentos de precisión, entre otros muchos. Además, hay posibilidades de inversión en la economía cubana, específicamente en la industria petrolera, minería e industria básica, principalmente en la producción de aluminio. Cuba, por su parte, solamente podía ofrecer a Brasil medicamentos, productos farmacéuticos y cemento, antes de que apareciera el filón de la exportación de servicios médicos, que analizaremos posteriormente.
Tras visitas del presidente Lula da Silva a Cuba, y posteriormente de Dilma Rousseff, y sus reuniones “fraternales” con los hermanos Castro, y visitas de Raúl Castro al Brasil, el gobierno del coloso suramericano comprometió también su colaboración con la Isla no solamente en la producción de soya y de caña de azúcar, dos renglones donde los brasileños son punteros a nivel mundial, sino también en algo tan importante como la gestión empresarial para tales producciones. Y aunque todo comenzó en pequeña escala, es indudable que las intenciones brasileñas apuntaban desde el comienzo a la gran escala y la penetración total.
A pesar de la “genialidad” de Fidel Castro de declarar la industria azucarera como la causa de los males del país, condenada al fracaso productivo y tecnológico y a los bajos precios permanentemente, lo que hizo que ordenara el desmantelamiento de esa industria que siempre fue la columna vertebral de la economía cubana durante varios siglos, en nuestros días la producción azucarera del planeta dista mucho de estar en decadencia ni mucho menos: el 70% del suministro mundial de azúcar proviene de la caña azucarera, lo que supera ampliamente al azúcar de remolacha y de otras fuentes. La caña de azúcar en la actualidad se cultiva en alrededor de 15 millones de hectáreas en todo el mundo, en más de 100 países tropicales y subtropicales, y los precios en el mercado mundial siguen gozando de buena salud y no muestran perspectivas inmediatas de derrumbarse ni mucho menos.
Obviamente, desde el mismo comienzo de esos proyectos de colaboración Brasil estaba pensando todo el tiempo en la producción de soya y maíz transgénicos, y de etanol a partir del azúcar, dos proyectos que Fidel Castro rechazaba tajantemente para Cuba apoyándose en la soberbia e insolencia de su ignorancia y megalomanía, pero el entonces presidente brasileño no se tomó ese rechazo como algo personal, sino como un asunto estrictamente de negocios, y apoyó y mantuvo los proyectos pensando a largo plazo, y sabiendo que el Comandante, aunque se lo crea, no es inmortal, y que ya está su octava década de vida, de manera que, cuando él ya no esté, algo que no debería tardar demasiado, ya estarán los brasileños dentro de los campos cubanos para la producción de soya, maíz, caña de azúcar, y de todo lo que se derive de ello, tanto para la producción de alimentos para humanos y animales como de derivados industriales de las producciones agrícolas.
Desde los primeros momentos, la producción de soya, y la de maíz como rotación de cultivos y, por lo tanto, complemento productivo, se consideró la elaboración de yogurt para el consumo humano, y de alimentos para el ganado. Las primeras hectáreas del programa conjunto con los brasileños se establecieron en Ciego de Ávila, con la intención de irlas ampliando paulatinamente a otras cinco provincias del país. El proyecto a largo plazo supone que para el 2015, cuando finalizaría la asesoría brasileña, estén sembradas y en producción por parte de una empresa cubana creada al efecto, Cubasoy, dirigida por los militares, cincuenta mil hectáreas. Sin embargo, como Brasil controla en exclusiva el suministro de semillas y maquinaria, no se descarta que después de esa fecha puedan existir otros proyectos o empresas conjuntas para tales actividades.
Y en lo relativo a la producción de la industria azucarera, Brasil también propuso producir electricidad con bagazo, algo que aunque ya se hacía en Cuba requería de la modernización de las plantas. Los brasileños tenían gran experiencia en esas actividades, sus plantas energéticas ya eran muy eficientes, y se proyectaba también la oportunidad para vender al gobierno cubano calderas y turbinas para la producción de electricidad en la Isla a partir del bagazo de caña.
Sin demasiado alboroto, como quien no quiere las cosas, los brasileños también firmaron convenios de colaboración con la industria azucarera cubana, tanto desde los tiempos del Ministerio de la Industria Azucarera como con la nueva unidad empresarial denominada AZCUBA, que sustituyó al MINAZ, y entre los acuerdos firmados está la participación brasileña en la gestión empresarial del central azucarero cienfueguero “5 de Septiembre”, (ya no se utiliza la tontería de denominar a los centrales azucareros como “complejos agroindustriales”, establecida en los años ochenta del siglo pasado, aunque en realidad nunca lo fueron).
Con la experiencia de gestión empresarial que acumulan los brasileños en muchas ramas de la economía, y concretamente en la industria azucarera, la comparación con la absurda administración voluntarista, improvisadora y desorganizada de la “dirección científica de la economía” azucarera cubana, los brasileños parecerán extraterrestres a los cubanos, y los resultados de su gestión, a pesar de las inevitables trabas continuas que suponen la burocracia y el inmovilismo cubanos, se verán como imágenes de ciencia-ficción.
Así que será relativamente fácil que Brasil logre una participación mucho más profunda y decisiva en la industria azucarera cubana y en la producción de los múltiples derivados que conlleva, sobre todo después que se produzcan los Grandes Funerales del Máximo Líder, que inevitablemente tendrán que realizarse más temprano que tarde.
Acaba de celebrarse en La Habana una reunión de intercambio de experiencias entre unos 80 empresarios del sector azucarero de Brasil y Cuba, donde uno de los objetivos fue la evaluación de tecnologías brasileñas de producción y procesamiento de caña de azúcar y combustibles renovables, tales como etanol, biodiesel y biomasa, entre otros derivados. Los brasileños pretenden establecer en Cuba 19 procesadoras de biomasa. La reticencia y torpedeo de Fidel Castro a estos proyectos brasileños, aparentemente, es cada vez menos efectiva, dada la imperiosa necesidad de elevar la producción azucarera y de derivados que tiene el país.
Al mismo tiempo, en la mencionada reunión se analizó la marcha del ya mencionado primer convenio de administración empresarial mixta en el área azucarera, que había sido suscrito en noviembre del 2012 con la brasileña Compañía de Obras e Infraestructura (COI), que proyecta triplicar la producción actual del central “5 de septiembre” de 30,000 a 90,000 toneladas de azúcar, y a la vez duplicar sus rendimientos de caña. Los cubanos, por su parte, se plantean mantener los incrementos en la raquítica producción de azúcar logrados en los últimos tres años e ir rescatando poco a poco la desaparecida eficiencia industrial, así como elevar los resultados en el área energética a través del montaje de diversos equipos para la producción bioeléctrica.
Simultáneamente, en la reunión se expresó que los esfuerzos inversionistas de la parte cubana se dirigen al aumento del área bajo riego, hasta un 30 por ciento, y continuar la renovación de las cosechadoras y equipos para el transporte de caña, mientras se proyecta también la fabricación de combinadas y otros equipos de tecnologías de avanzada, en un desesperado intento por rescatar y dar utilidad a los ineficientes dinosaurios de la tecnología soviética construidos cuando se proyectaba producir azúcar cubana en grandes cantidades para garantizar el suministro creciente del dulce a todos los países del “campo socialista”.
“Más Médicos”
Ya todo eso es historia, y es necesario comenzar desde cero en muchos campos, pero la economía cubana se mantiene en estado ruinoso y bancarrota virtual, descapitalizada y con tecnología obsoleta proveniente de la Unión Soviética y la Europa oriental satélite, y las escasas tecnologías más modernas de origen chino, ruso, iraní, brasileños, argentino, mexicano, argelino, ucraniano y de otras naciones no pueden dar abasto a las necesidades del país ni se entregan sin el correspondiente pago o con un crédito garantizado, por lo que las opciones del gobierno cubano están seriamente limitadas en cualquier dirección que pretenda moverse.
De ahí que en los últimos años, y sobre todo a partir de la experiencia en Venezuela, el régimen haya concentrado grandes esfuerzos en la exportación de médicos y servicios de salud a todo el mundo, teniendo en la actualidad “cooperantes” del sector de la salud en unos 55 países en todos los continentes (médicos, enfermeras, técnicos y paramédicos, en todas las especialidades de la medicina), lo que representa, a través de la explotación despiadada del trabajo de los cubanos en el exterior por parte del régimen, que se apropia de la mayor parte de los ingresos de los profesionales, mayores entradas de divisas para el gobierno que los que obtiene a través del turismo, las remesas familiares, o el resto de las industrias cubanas.
De ahí que, al darse la oportunidad recientemente, cuando el gobierno brasileño enfrentó protestas sociales, incluidas demandas en el sector de la salud pública, entre otros temas, se dieron las condiciones para materializar un proyecto que se gestaba desde tiempo atrás, para enviar miles de médicos, técnicos y personal de salud cubano a Brasil, en el marco del programa gubernamental llamado “Más Médicos”, que llamó al país suramericano no solamente a profesionales cubanos, sino también a españoles, portugueses, argentinos, chilenos y de otras nacionalidades, para cubrir plazas donde los galenos brasileños no mostraban el más mínimo interés en estar presentes.
Las agrias protestas de los gremios médicos brasileños tenían muy pocas posibilidades de prosperar, ya que los galenos extranjeros no desplazarían a los profesionales del país, sino que irían a cubrir posiciones y plazas en territorios inhóspitos y alejados de las grandes ciudades donde ejercen los médicos brasileños. Poner en duda la capacidad de los médicos y profesionales extranjeros que vendrían al país, alegando una plañidera preocupación por la salud del pueblo brasileño, cuando esos gremios médicos ni cubrían ni estaban dispuestos a cubrir las zonas y territorios donde irían los cubanos y demás profesionales de otros países, además de hipócrita resultaba inmoral.
Si algo quisieran haber aprendido los médicos brasileños de situaciones como estas, hubieran podido mirar a Venezuela, donde sucedió lo mismo hace años y los médicos venezolanos quisieron torpedear la llegada de los galenos cubanos, pero como estos fueron enviados a zonas donde los médicos venezolanos ni estaban ni les interesaba estar, sus protestas fueron perdiendo fuerza rápidamente hasta convertirse en nada.
Y si los médicos ecuatorianos hubieran aprendido algo de todo lo anterior buscarían otra estrategia para enfrentar los proyectos del presidente Rafael Correa de llevar al país a mil médicos cubanos, pues cuando existen territorios sin cubrir por los médicos nacionales, y los ciudadanos no reciben asistencia médica, es difícil convencer a los habitantes del país en cuestión, cualquiera que sea, de que no deberían recibir a los médicos cubanos, por la sencilla razón de que a los galenos del país no le hace ninguna gracia esa situación o les afecta sus intereses.
Miami se desgañitará próximamente con los médicos cubanos hacia Ecuador, igual que lo hizo cuando conoció que cuatro mil profesionales cubanos irían a Brasil, alegando que más que médicos serían propagandistas del régimen. Lo cual denota incomprensión de las realidades más elementales: para cualquier médico, en cualquier lugar del mundo, la más completa y mejor propaganda que puede existir a su favor es ofrecer servicios médicos de calidad con un trato humano comprensivo y bondadoso. Haciendo eso, a los pacientes no les preocupa si el médico que les atiende, les alivia y les cura vino de Cuba, de China o del infierno, pues hasta entonces, simplemente, no tenían ningún médico.
Eso lo saben perfectamente en La Habana, y también en Caracas y en Brasilia, y por lo tanto el proyecto médico con Brasil seguirá adelante. Se supone que el programa “Más Médicos” del gobierno brasileño durará tres años, pero no parece factible que en ese plazo Brasil ya pueda cubrir todas sus necesidades médicas en todo el país.
Así que no sería extraño que el gobierno solicitara entonces que los médicos cubanos se mantengan en Brasil por más tiempo. No hay que sorprenderse con esa perspectiva: en Venezuela los médicos cubanos llevan ya diez años y en Angola más de veinte, pero en la ciudad y puerto de Mostaganem, en el noroeste de Argelia, la misión médica cubana ya cumplió cincuenta años, y continúa.
Dentro de pocos meses será la inauguración oficial de la primera etapa del megaproyecto de El Mariel, en la que participará la presidenta Dilma Rousseff. En esa misma fecha comenzará a funcionar la nueva instalación portuaria, administrada por una compañía asiática especializada en administración portuaria, y se estará materializando la llamada Zona Especial de Desarrollo de Mariel (ZEDM), que abarcará unos 475 Kilómetros cuadrados alrededor del Puerto de ese mismo nombre, donde entre los sectores priorizados estarán los de biotecnología, farmacéutica, energía renovable, industria agroalimentaria, turismo, inmobiliarias, envases y embalajes, agricultura, industria en general, telecomunicaciones e informática, en lo que deberá ser el territorio más dinámico de la economía cubana y donde ya el régimen ha invitado cálidamente a inversionistas chinos, vietnamitas, rusos, hindúes, europeos y de muchos países más, y como es natural e imprescindible, a los brasileños.
Delineando el post-castrismo
¿Qué necesita el gobierno de Brasil para poder culminar exitosamente todo su complejo proyecto estratégico a largo plazo en Cuba, desde la producción de soya, maíz y azúcar, pasando por la minería, petróleo e industria, hasta la colaboración médica, biotecnológica y farmacéutica, el apoyo tecnológico a los productores cubanos en diferentes sectores de la economía, así como el funcionamiento exitoso y efectivo del puerto de Mariel y de la Zona Especial de Desarrollo?
Algo relativamente sencillo: una imagen más presentable de la dictadura cubana hacia el exterior, con un sistema económico “actualizado” mediante los lineamientos del Partido, y un funcionamiento de aparente democracia, reforma migratoria incluida, que elimine las muchas presiones internacionales sobre el régimen. Y si para ello es más conveniente no el modelo chino ni el ruso ni el vietnamita, sino el modelo mexicano que funcionó exitosamente durante setenta años, el de la dictadura perfecta, ¿por qué no hacerlo?
No con un partido único, sino con uno preponderante, donde otros que existan no puedan nunca tener demasiado peso específico. Donde se permita una oposición “light”, es decir, vegetariana y sin demasiadas pretensiones, que pueda contar con algunos asientos en la Asamblea Nacional del Poder Popular, que seguirá siendo tan dócil como siempre, pero funcionando en el Capitolio habanero en vez de en el Palacio de las Convenciones. Y si fuera necesario o conveniente, se podría permitir hasta la existencia de algún órgano de prensa, fundamentalmente digital, que sea crítico pero no tanto, es decir, que juegue continuamente con la cadena, pero sabiendo que en ninguna circunstancia puede hacerlo con el mono.
Con este juego de roles y posiciones, y un presidente “civil” al frente de un gobierno en que los hombres fuertes sean los militares, pero que no den la cara innecesariamente en la administración pública, tanto los intereses del post-castrismo como los de los brasileños estarían protegidos por pompas y circunstancias, y Estados Unidos, no hay que dudarlo, estaría encantado de poder normalizar las relaciones con Cuba, y mucho más con Brasil como garante de la buena marcha de las cosas y de la estabilidad en la Isla, tan deseada siempre por el coloso del Norte.
Para el pueblo cubano la estrategia brasileña no aporta nada bueno: pretende reducir a la población cubana a autómatas de maquiladoras, prácticamente sin derechos sindicales, ni derechos de ningún tipo, viviendo en condiciones materiales miserables y con ingresos irrisorios, en un país donde las riquezas fundamentales se dilapidaron en proyectos faraónicos sin resultados concretos, y donde buena parte de la población ha podido subsistir básicamente por la ayuda familiar que llega desde el exterior a través de remesas y envíos. ¡Eso es lo que pretenden el gobierno y las élites brasileñas para Cuba y los cubanos!
Algunos podrán comenzar a gritar ahora mismo: no es mi intención provocar a nadie con todo lo que he señalado, y me encantaría escuchar o leer argumentos que demuestren que este escenario aquí dibujado tiene pocas posibilidades o probabilidades de materializarse en algún momento. Sería maravilloso estar equivocado en un asunto como éste.
Lo cual ni significa, sin embargo, que cualquier otra explicación debería ser aceptada por la sencilla razón de que sea mucho más agradable de escuchar o leer que la que se sugiere en este análisis.
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