Recientemente, la prensa estatal ha dado a conocer cifras brindadas por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), relacionadas con el último censo efectuado en el país, en septiembre de 2012.
A un año del sondeo, entre los resultados que se divulgan llaman la atención los pronósticos oficiales: para el 2030 la población cubana actual, de 11.163.934 habitantes al momento del levantamiento censal, habrá pasado a ser de 10.904.985 habitantes. Dicho de otra forma: en 17 años la población cubana habrá disminuido un 2.3%.
Como contraste, recordemos que Cuba experimentó un aumento poblacional a partir de 1959 que superó el 80% en los 30 años siguientes. De tal suerte que para 1989 la cantidad de habitantes en el país había superado los 11 millones, cuando al principio de la "revolución" eran alrededor de 6 millones de ciudadanos.
Se trató de un crecimiento demográfico impulsado, primeramente, por los espejismos del joven régimen, cuyas quimeras no habían tenido tiempo de fracasar, al que luego se sumó la bonanza económica sustentada en los subsidios soviéticos.
Pero con la desaparición del "socialismo real" en la última década del siglo pasado, los números en las tablas demográficas descendieron hasta volverse negativos. El envejecimiento de los cubanos comenzó a hacerse tan evidente, que fue reconocido como un fenómeno preocupante por las altas esferas del poder.
Como resultado, en la actualidad la cifra de habitantes en el país está mermando, pese al empeño que parece poner la dirección del Estado en lograr índices económicos alentadores y un estado de opinión favorable con relación al futuro. Al parecer, ni los anuncios de reformas socioeconómicas ni su implementación incentivan a los cubanos a tener suficiente descendencia.
Además, el abandono del país se incrementa. Decenas de miles de cubanos, en su mayoría jóvenes con edades que oscilan entre 15 y 49 años (período reproductivo promedio), abandonan cada año la Isla y construyen sus familias en otras naciones, aun con todos los trabajos y riesgos que impone la emigración.
Algunas parejas jóvenes en Cuba no tienen hijos sencillamente porque "eso no se le hace a un niño", refiriéndose a que no quieren ver a su prole vivir en una miseria garantizada por el racionamiento, la falta de libertad, la violencia creciente, el colapso de los servicios y el envilecimiento en las prestaciones sociales. Incluso con los éxodos masivos anteriores a 1990, la población cubana no se había visto tan afectada dado el alto índice de fecundidad en aquel entonces.
En los medios de comunicación se habla de producción, licencias y flexibilizaciones, pero las cubanas siguen renuentes a dar a luz más "pioneros por el comunismo".
Paradójicamente, los gobernantes aseguran caminar por la senda del progreso y contar con el apoyo del pueblo; pero el análisis oficial de la ONEI indica que la contracción demográfica no solo no va revertirse, sino que tampoco va a detenerse. Los resultados del censo han demorado todo un año en publicarse para arrojar resultados desalentadores que se contradicen con las promesas gubernamentales de crecimiento económico. ¿Quiénes trabajarán para mantener a toda la futura superpoblación en edad de retiro?
Al parecer, en un plazo no muy lejano Cuba será una isla de ancianos, un retiro de proporciones bíblicas, por demás dantesco; la contraparte real del islote llamado Chairman que el escritor francés Julio Verne tomase como escenario para su obra de ficción Dos años de vacaciones. Con tal desajuste, será todavía más difícil alcanzar el desarrollo anunciado por los voceros de las reformas actuales.
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