Diego Trinidad, PhD
Castro y Nixon [abril 1959]/ cubaninsider.blogspot.com |
El 26 de julio de 1953 un grupo de jóvenes aventureros y confundidos decidieron seguir a un abogado sin experiencia en el derecho, pero muy experimentado en las luchas violentas estudiantiles en la Universidad de La Habana, en un proyecto demencial: un ataque al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba (y al cuartel Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo). La idea, pues no se le puede llamar plan, era tomar el cuartel y mediante un levantamiento conjunto en la ciudad (la segunda de Cuba), producir una “revolución” política que eventualmente derrocaría al gobierno dictatorial de Fulgencio Batista.
Batista había interrumpido el corto ritmo constitucional de solo 12 años en Cuba cuando el 10 de marzo de 1952, a tres meses de las elecciones presidenciales, con un golpe militar que dejó un saldo de un muerto, tomó el poder, y decidió a Fidel Castro, que estaba postulado a representante en esas elecciones de 1952 por el Partido Ortodoxo, a encaminarse a la violencia para derrocar a Batista. Pero se debe destacar que la gran mayoría del pueblo cubano recibió el golpe de estado de Batista con indiferencia (excepto los estudiantes universitarios) y hasta con alivio, en el deseo de restablecer el “órden” en Cuba. Pocos querían regresar a la violencia política en 1953. Batista, en definitiva, había gobernado con “mano dura” desde 1934 a 1944 (los últimos 4 años como presidente constitucionalmente electo) y había traído relativo orden y seguridad a la república, sino libertad política y “democracia”.
Pero ¿cómo explicar que esos 160 jóvenes, mal armados, sin ningún entrenamiento militar y muchos hasta ignorando, hasta la noche ántes, el objetivo del ataque, siguieran a Fidel Castro en su primera gran aventura? Según el historiador Antonio de la Cova, en su gran libro The Moncada Attack: Birth of the Cuban Revolution, Castro no estaba interesado en el triunfo de la operación, sino en el protagonismo, en el hecho que ese ataque lo haría famoso y lo convertiría de pronto en un líder -quizás en El Líder- de la oposición a Batista. De cualquier manera, con ese fracasado ataque en realidad nació la revolución cubana. Por el firme convencimiento de lo que debía ser el “destino” de un hombre: Fídel Castro. Y Fídel Castro ES la revolución cubana. Por su férrea voluntad.
El 5 de junio de 1958, escribiendo desde la Sierra Maestra, Fidel Castro le envió a su principal colaboradora, Celia Sánchez, la siguiente nota escrita a mano: “Celia: Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario, me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta que ése va a ser mi destino verdadero”. [1](Énfasis mío).
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