jueves, julio 25, 2013

Polémico ex coronel del MININT está con familiares en Pensilvania

Por Miguel Fernández-Díaz
El coronel retirado del Ministerio del Interior (MININT) Crescencio Marino Rivero [foto], acusado por supuestos abusos en las cárceles cubanas, se encuentra viviendo en el estado de Pensilvania junto a la familia de su cuñado desde que regresó hace meses de la isla.
La noticia fue confirmada por fuentes allegadas a Rivero y es conocida por sus amigos en Cuba, pero la prensa de Miami vino a enterarse hace 10 dias de que “había regresado a alguna parte de los Estados Unidos", citando fuente anónima “con información directa". Tanto fue el alboroto que el diario El Nuevo Herald dejó pasar la noticia de la visita a Miami de dos funcionarios consulares cubanos, con variada agenda, y todavía sus lectores siguien sin enterarse. 
La nota de El Nuevo Herald propició la segunda temporada del culebrón “El caso del coronel Marino" que contó el jueves 11 con la presencia en AméricaTeVe (grabado) y Mega TV (en vivo) del disidente y sicólogo Guillermo Fariñas, quien al vestir la misma camisa daba divertida impresión de ubicuidad.
Hasta el momento nadie había aprovechado la gira de Fariñas por Miami para abundar en el caso, que afloró el 27 de octubre del 2012 con el artículo “Afirman que represor cubano vive en el sur de la Florida” (El Nuevo Herald), y tuvo a Fariñas por teléfono como testigo excepcional de “la esencia criminal de este represor".
Miami se pone difícil
Marino Rivero, de 71 años, y su esposa Juana Ferrer, también ex oficial del MININT, se asentaron en Miami junto a su hija, en el 2010. El matrimonio estaba viviendo en un modesto apartamento del suroeste de Miami en el momento en que se destapó el escándalo.
La primera temporada del caso Rivero incluyó episodios como el contacto de abogados cubanoamericanos con la fiscalía federal, la carta de los congresistas Ileana Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart a secretarios de la administración Obama e incluso la réplica del coronel del caso, a quien el disidente Jorge Luis Artiles detectaría en Santa Clara a fines de noviembre del 2012. La Oficina de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) abrió un expediente para indagar en torno al proceso migratorio de Rivero y su esposa, aunque aún no se han revelado conclusiones sobre el caso.
Rivero habría explicado su retorno “porque estaba muy difícil la situación en Miami", pero acotó tener planeado volver a Estados Unidos al cabo de algún tiempo (El Nuevo Herald, 1ro de diciembre de 2012).
Así lo hizo y su caso parece confirmar que, así en la paz como en la guerra, el castrismo sigue ganando. Hace medio siglo salían desde territorio estadounidense comandos a infiltrarse en Cuba. Hoy en día salen de Cuba no sólo disidentes a dar giras internacionales, sino también oficiales retirados del MININT y las FAR, quienes al amparo del "ajuste cubano” vienen de visita y emprenden la transición pacífica, en un año y un día, a la residencia permanente, que da acceso inmediato a pasar mejor la jubilación con fondos federales de seguridad social.
La verdad de las mentiras
Según El Nuevo Herald, Marino Rivero “ha sido identificado como jefe provincial de los reformatorios y programas de reeducación de jóvenes en la década de 1980, antes que se le promoviera a jefe de todo el sistema de prisiones de Villa Clara". En su carta de réplica, Marino Rivero aseveró que “hasta febrero de 1996 fui jefe [director] del Departamento Jurídico del MININT [y] nunca fui jefe de prisión alguna", un dato que confirman numerosas fuentes en Cuba.

El coronel aseguró también que se había jubilado en la fecha precitada. Sin embargo, Fariñas dice que en 1998 Rivero “entró, como jefe de cárceles y prisiones, [a la sala penal del hospital Celestino Hernández, en Santa Clara] para que dejara la huelga [de hambre], pero entonces empezamos a discutir [y] me arrancó las dos agujas [intravenosas] de un tirón. Simplemente me las arrancó [y] gritó que los opositores no necesitaban sueros. Necesitaban que los mataran” (El Nuevo Herald, 27 de octubre de 2012).

Para llevar por tortura al coronel Marino Rivero ante los tribunales habría que agarrarse del Estatuto de Reclamación por Agravios contra Extranjeros y el precedente judicial Filártiga v. Peña-Irala, 630 F.2d 876 (2d Cir. 1980). Ningún fiscal lo hará mientras las acusaciones vayan de que “me dio con un palo y me metió a una celda", pasando por “me dijo que los disidentes queríamos caer presos para recibir mejor tratamiento médico y que él no aprobaba eso”, hasta que “estuvo en mi casa amenazándonos [y] por eso nosotros pensamos que fue Rivero quien ordenó una agresión que sufrió mi hija cuando estaba embarazada”.

A lo sumo, las autoridades de Estados Unidos procederían contra el coronel Marino Rivero no por represor, sino por mentiroso en algún trámite migratorio, por no haber declarado su pertenencia al MININT, en irónico recurvar, mutatis mutandi, del caso de Luis Posada Carriles, juzgado por mentir a las autoridades migratorias en el 2005.

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