La editorial Herder acaba de publicar El capital, obra cumbre de Marx, en versión Manga; es decir, en el estilo de los dibujos japoneses. Ante el acontecimiento, recibo una encuesta del diario digital El Confidencial, realizada por el periodista Carlos Prieto. La encuesta, a la que también responden César Rendueles y Eloy Fernández Porta, se preocupa por conocer si esta reconversión en icono pop acabaría por licuar la envergadura teórica o subversiva del filósofo o, por el contrario, aumentaría su presencia en la cultura contemporánea.
Obviamente, están ocurriendo las dos cosas. En uno u otro sentido, algo ya hemos abordado en el blog, junto a otras recreaciones dedicadas a Orwell o Bertrand Russell.
En su día hemos recordado la versión del Manifiesto comunista ilustrado por Fernando Vicente y editado por Nórdica. O el Marxism Festival de Londres. O el curso online sobre El Capital dirigido por el geógrafo David Harvey. O la versión del Manifiesto Comunista hecha con trozos de Walt Disney que corre por Internet.
Un poeta cubano, Carlos Aguilera, es autor de un poemario titulado Das Kapital. Y Capital es la reciente novela de John Lanchester sobre el Londres del siglo XXI. Remontando las décadas, el caricaturista mexicano Rius puede ser visto como un precursor de la relación entre cómic y marxismo, con su Marx para principiantes, publicado a mediados de los setenta en Grijalbo.
Es inevitable apuntar que, en lo que toca a la banalización de Marx, esta comenzó bajo el Comunismo, donde sus libros e ideas sufrieron la canibalización de los manuales, y se dejó a un lado su complejidad en aras de la uniformidad.
Por lo que respecta a su conversión en icono pop, esto es un asunto imparable. Y no hace otra cosa que confirmarlo a él mismo como mercancía, la cual definió como fetiche por excelencia de la sociedad de mercado. Claro que todavía Marx no ha alcanzado la influencia de Wittgenstein en la novela ni la de Orwell en el cine. Aún así, su impacto en la cultura contemporánea va creciendo. No sé si por meritos propios o porque ante una crisis de esta magnitud no resulta difícil echar mano del crítico más ilustre que ha tenido el capitalismo.
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