Un documental producido entre otros por la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana sugiere una de las razones por las que el gobierno cubano decidió autorizar algún acceso público a Internet: bajo el techo de la prohibición los cubanos, y especialmente la juventud, ya estaban construyendo sus propios canales de acceso a la Red.
El filme, Redes.cu, presenta a tres jóvenes que por diversas razones y circunstancias ya navegaban en Internet semanas antes de que la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A, ETECSA, anunciara la apertura de 118 telepuntos de acceso vigilado. a precios elevados, y con una retahila de restricciones técnicas.
Una de los tres, Beatriz Pérez, tiene garantizado un pasaporte a la Web por su trabajo como graduada en Comunicación Social y profesora de Medios Digitales. Entre sus funciones –dice-- está revisar la prensa nacional e internacional, las redes sociales y los blogs, socializar, y compartir en el ciberespacio información sobre Cuba.
Como para Beatriz navegar en Internet no es un problema, puede desarrollar naturalmente en sus ratos libres su proyecto favorito, el blog El Quinqué, donde ella y otros aficionados a la fotografía exponen sus obras.
Para Jorge Carlos Valdés, un ingeniero en Informática graduado en la Ciudad Universitaria José Antonio Echevarría (CUJAE), la internet es también un instrumento clave de trabajo, pero como no trabaja para el Estado tiene que agenciarse su propio acceso a la Web.
Él tiene una licencia de trabajo por cuenta propia, y desde su casa se dedica a reparar y enriquecer con las aplicaciones originales y otras, mapas, Wikipedia y otros recursos toda la gama de aparatos personales de informática y telecomunicaciones fabricados por la firma Apple, incluyendo los populares I-Phone, I-Pod y I-Pad. Debido al embargo estadounidense, Apple no tiene oficinas ni talleres en Cuba, pero sus productos llegan a la isla principalmente a través de los viajes de la comunidad cubanoamericana.
Durante el metraje vemos al joven empresario establecer una conexión vía discado telefónico gracias a la cuenta de internet de un vecino, a quien se la asignaron por el trabajo. Pero más adelante le vemos recibir la noticia de que la cuenta ha sido retirada.
Jorge Carlos recurre entonces a las alternativas que exploran muchos otros internautas informales cubanos: intenta primero conectarse con su teléfono inteligente al Wi-Fi del Centro de Negocios de Miramar. Lo logra, pero le resulta poco práctico, y entonces se ve forzado a aplazar su proyecto de abrir un local hasta que consiga una conexión legal, “porque no me puedo arriesgar a perderlo todo”.
El otro protagonista, Daniel Vázquez, es un ingeniero civil, también graduado en la CUJAE.
El documental no nos dice si Daniel desarrolla alguna actividad lucrativa a través de su conexión a internet, que cuesta en el mercado negro unos 30 CUC mensuales.
Sí sabemos que recibe a través de un amigo series de la TV estadounidense como Game of Thrones y Kalifornication. También, el sitio prohibido de anuncios clasificados cubanos Revolico. filmes cubanos como La Película de Ana, y series de la TV nacional. Otros cubanos descargan estos materiales con fines comerciales, para ganarse la vida en la venta autorizada de DVDs, VCDs y memorias flash, o en las perseguidas redes de televisión por cable conocidas como “La Antena”.
La conexión en su casa le sirve asimismo a Daniel para satisfacer intereses personales comunes a muchos de su generación como conectarse a Facebook y a su correo electrónico, bajar información sobre su equipo favorito de fútbol, el Barça de Barcelona, o estar al tanto de los videos más vistos en Youtube.
Sólo por limitaciones económicas –“las piezas cuestan caras”, dice-- Daniel no se ha conectado a una red de comunicación inalámbrica Wi-Fi que asegura es accesible desde el municipio Playa en el oeste de la capital hasta Centro Habana. Con miras a mejorar su acceso también anda buscando en Revolico un teléfono inteligente que le convenga.
Daniel sabe que conectarse ilegalmente puede “buscarle un problema a mi mamá y a mi papá, pero es o eso o quedarme en blanco aquí, dependiendo”, afirma. Y luego le vemos llamando de parte de un amigo a un contacto que está vendiendo otra conexión. El vendedor tiene obviamente conocimientos técnicos, porque se encargaría de configurar el sistema en casa de Daniel.
El documental, al parecer recién terminado, se actualiza presentando el relativo fin de la Ley Seca a la Internet en Cuba. Vemos en la pantalla: “Semanas después de filmar este documental ETECSA habilitó 118 espacios públicos para conectarse a Internet (y lo siguiente en negritas) a 4.50 cuc la hora”.
“Redes.cu”, dirigido por David Vázquez, es una producción conjunta de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, Producciones Martes e Iré Films
El filme, Redes.cu, presenta a tres jóvenes que por diversas razones y circunstancias ya navegaban en Internet semanas antes de que la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A, ETECSA, anunciara la apertura de 118 telepuntos de acceso vigilado. a precios elevados, y con una retahila de restricciones técnicas.
Una de los tres, Beatriz Pérez, tiene garantizado un pasaporte a la Web por su trabajo como graduada en Comunicación Social y profesora de Medios Digitales. Entre sus funciones –dice-- está revisar la prensa nacional e internacional, las redes sociales y los blogs, socializar, y compartir en el ciberespacio información sobre Cuba.
Como para Beatriz navegar en Internet no es un problema, puede desarrollar naturalmente en sus ratos libres su proyecto favorito, el blog El Quinqué, donde ella y otros aficionados a la fotografía exponen sus obras.
Para Jorge Carlos Valdés, un ingeniero en Informática graduado en la Ciudad Universitaria José Antonio Echevarría (CUJAE), la internet es también un instrumento clave de trabajo, pero como no trabaja para el Estado tiene que agenciarse su propio acceso a la Web.
Él tiene una licencia de trabajo por cuenta propia, y desde su casa se dedica a reparar y enriquecer con las aplicaciones originales y otras, mapas, Wikipedia y otros recursos toda la gama de aparatos personales de informática y telecomunicaciones fabricados por la firma Apple, incluyendo los populares I-Phone, I-Pod y I-Pad. Debido al embargo estadounidense, Apple no tiene oficinas ni talleres en Cuba, pero sus productos llegan a la isla principalmente a través de los viajes de la comunidad cubanoamericana.
Durante el metraje vemos al joven empresario establecer una conexión vía discado telefónico gracias a la cuenta de internet de un vecino, a quien se la asignaron por el trabajo. Pero más adelante le vemos recibir la noticia de que la cuenta ha sido retirada.
Jorge Carlos recurre entonces a las alternativas que exploran muchos otros internautas informales cubanos: intenta primero conectarse con su teléfono inteligente al Wi-Fi del Centro de Negocios de Miramar. Lo logra, pero le resulta poco práctico, y entonces se ve forzado a aplazar su proyecto de abrir un local hasta que consiga una conexión legal, “porque no me puedo arriesgar a perderlo todo”.
El otro protagonista, Daniel Vázquez, es un ingeniero civil, también graduado en la CUJAE.
El documental no nos dice si Daniel desarrolla alguna actividad lucrativa a través de su conexión a internet, que cuesta en el mercado negro unos 30 CUC mensuales.
Sí sabemos que recibe a través de un amigo series de la TV estadounidense como Game of Thrones y Kalifornication. También, el sitio prohibido de anuncios clasificados cubanos Revolico. filmes cubanos como La Película de Ana, y series de la TV nacional. Otros cubanos descargan estos materiales con fines comerciales, para ganarse la vida en la venta autorizada de DVDs, VCDs y memorias flash, o en las perseguidas redes de televisión por cable conocidas como “La Antena”.
La conexión en su casa le sirve asimismo a Daniel para satisfacer intereses personales comunes a muchos de su generación como conectarse a Facebook y a su correo electrónico, bajar información sobre su equipo favorito de fútbol, el Barça de Barcelona, o estar al tanto de los videos más vistos en Youtube.
Sólo por limitaciones económicas –“las piezas cuestan caras”, dice-- Daniel no se ha conectado a una red de comunicación inalámbrica Wi-Fi que asegura es accesible desde el municipio Playa en el oeste de la capital hasta Centro Habana. Con miras a mejorar su acceso también anda buscando en Revolico un teléfono inteligente que le convenga.
Daniel sabe que conectarse ilegalmente puede “buscarle un problema a mi mamá y a mi papá, pero es o eso o quedarme en blanco aquí, dependiendo”, afirma. Y luego le vemos llamando de parte de un amigo a un contacto que está vendiendo otra conexión. El vendedor tiene obviamente conocimientos técnicos, porque se encargaría de configurar el sistema en casa de Daniel.
El documental, al parecer recién terminado, se actualiza presentando el relativo fin de la Ley Seca a la Internet en Cuba. Vemos en la pantalla: “Semanas después de filmar este documental ETECSA habilitó 118 espacios públicos para conectarse a Internet (y lo siguiente en negritas) a 4.50 cuc la hora”.
“Redes.cu”, dirigido por David Vázquez, es una producción conjunta de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, Producciones Martes e Iré Films
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